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sábado, 17 de diciembre de 2011

"LA NACENCIA" de LUIS CHAMIZO.

Bruñó los recios nubarrones pardos
la luz del sol que s´agachó en un cerro,
y las artas cogollas de los árboles
d´un coló de naranjas se tiñeron.

A bocanás el aire nos traía
los ruídos d´alla lejos
y el toque d´oración de las campanas
de l´iglesia del pueblo.
Ibamos dambos juntos, en la burra,
por el camino nuevo,
mi mujé mu malita,
suspirando y gimiendo.

Bandás de gorriatos montesinos
volaban, chirriando por el cielo,
y volaban p´al sol qu´en los canchales
daba relumbres d´espejuelos.

Los grillos y las ranas
cantaban a lo lejos,
y cantaban tamién los colorines
sobre las jaras y los brezos,
y roändo, roändo, de las sierras
llegaba el dolondón de los cencerros.

¡Qué tarde más bonita!
Qu´anochecer más güeno!
¡Qué tarde más alegre
si juéramos contentos!...

- No pué ser más- me ijo- vaite, vaite
con la burra pal pueblo,
y güervete de prisa con la agüela,
la comadre o el méico...

Y bajó de la burra poco a poco,
s´arrellenó en el suelo,
juntó las manos y miró p´arriba,
pa los bruñíos nubarrones recios.

¡Dirme, dejagla sola,
dejagla yo a ella sola com´un perro,
en metá de la jesa,
una legua del pueblo...
eso no! De la rama
d´arriba d´un guapero,
con sus ojos reondos
nos miraba un mochuelo,
un mochuelo con ojos vedriaos
como los ojos de los muertos...

¡No tengo juerzas pa dejagla sola;
pero yo de qué sirvo si me queo!

La burra, que roía los tomillos
floridos del lindero
carcaba las moscas con el rabo;
y dejaba el careo,
levantaba el jocico, me miraba
y seguía royendo.
¡Qué pensará la burra
si es que tienen las burras pensamientos!

Me juí junt´a mi Juana,
me jinqué de roillas en el suelo,
jice por recordá las oraciones
que m´enseñaron cuando nuevo.

No tenía pacencia
p´hacé memoria de los rezos...
¡Quién podrá socorrregla si me voy!
¡Quién va po la comadre si me queo!

Aturdío del tó gorví los ojos
pa los ojos reondos del mochuelo;
y aquellos ojos verdes,
tan grandes, tan abiertos,
qu´otras veces a mí me dieron risa,
hora me daban mieo.

¡Qué mirarán tan fijos
los ojos del mochuelo!
No cantaban las ranas,
los grillos no cantaban a lo lejos,
las bocanás del aire s´aplacaron,
s´asomaron la luna y el lucero,
no llegaba, roändo, de las sierras
el dolondón de los cencerros...
¡Daba tanta quietú mucha congoja!
¡Daba yo no sé qué tanto silencio!

M´arrimé más pa ella;
l´abrasaba el aliento,
le temblaban las manos,
tiritaba su cuerpo...
y a la lus de la luna eran sus ojos
más grandes y más negros.
Yo sentí que los míos chorreaban
lagrimones de fuego.
Uno cayó roändo,
y, prendío d´un pelo,
en metá de su frente
se queó reluciendo.
¡Qué bonita y que güena,
quién pudiera sé méico!

Señó, tú que lo sabes
lo mucho que la quiero.
Tú que sabes qu´estamos bien casaos,
Señó, tú qu´eres güeno;
tú que jaces que broten las simientes
qu´echamos en el suelo;
tú que jaces que granen las espigas,
cuando llega su tiempo;
tú que jaces que paran las ovejas,
sin comadres, ni méicos...
¿por qué, Señó, se va morí mi Juana,
con lo que yo la quiero,
siendo yo tan honrao
y siendo tú tan güeno?...
¡Ay! qué noche más larga
de tanto sufrimiento;
¡qué cosas pasarían
que decilas no pueo!

Jizo Dios un milagro;
¡no podía por menos!
Toito lleno de tierra
le levanté del suelo,
le miré mu despacio, mu despacio,
con una miaja de respeto.

Era un hijo, ¡mi hijo!,
hijo dambos, hijo nuestro...
Ella me le pedía
con los brazos abiertos,
¡Qué bonita qu´estaba
llorando y sonriyendo!

Venía clareando;
s´oían a lo lejos
las risotás de los pastores
y el dolondón de los cencerros.
Besé a la madre y le quité mi hijo;
salí con él corriendo,
y en un regacho d´agua clara
le lavé tó su cuerpo.
Me sentí más honrao,
más cristiano, más güeno,
bautizando a mi hijo como el cura
bautiza los muchachos en el pueblo.
Tié que ser campusino,
tié que ser de los nuestros,
que por algo nació baj´una encina
del caminito nuevo.

Icen que la nacencia es una cosa
que miran los señores en el pueblo;
pos pa mí que mi hijo
la tié mejor que ellos,
que Dios jizo en presona con mi Juana
de comadre y de méico.

Asina que nació besó la tierra,
que, agraecía, se pegó a su cuerpo;
y jue la mesma luna
quien le pagó aquel beso...
¡Qué saben d´estas cosas
los señores aquellos!

Dos salimos del chozo,
tres golvimos al pueblo.
Jizo Dios un milagro en el camino;
¡no podía por menos!

FELIZ NAVIDAD 2011
    "SEMBRANDO INQUIETUDES"





jueves, 1 de diciembre de 2011

D.FELIPE DUQUE SANCHEZ

Me gustaría que me recordaran como sacerdote y como cabezoleño». Son las sencillas palabras con las que monseñor Felipe Duque abre un documental inédito sobre su figura elaborado por el profesor placentino José María Sachez Torreño.

Desde ayer, estas cobran su verdadero sentido. Porque monseñor Felipe Duque Sánchez, sacerdote, cabezoleño, Cruz de Alfonso X 'El Sabio', prelado honorífico del Papa y exvicepresidente del Instituto Internacional de Teología a Distancia, falleció en la madrugada del domingo 18 de septiembre en su casa de Cabezuela del Valle.

Figura destacada de la Iglesia placentina fue párroco de San Nicolás durante los años 50 y con posterioridad, canónigo de la Catedral de Plasencia hasta 2006. Para la Iglesia Española trabajó como delegado episcopal en Caritas de España.

Felipe Duque Sánchez nació en la citada localidad de la que era hijo predilecto, el primero de mayo de 1926. Lo hizo en el seno de una familia profundamente religiosa. Ingresa en el seminario diocesano de Plasencia donde cursa cinco años estudios eclesiásticos, formación que completa en Roma a donde marcha becado por la diócesis y la Diputación, en 1946.

En la Ciudad Eterna pasa ocho años y en ella es ordenado sacerdote en 1952, con SS. AA. RR. los Condes de Barcelona como padrinos, tras concluir sus estudios de Filosofía y Teología en la Universidad Gregoriana. A su vuelta a Plasencia fue coadjutor y párroco de San Nicolás, de Plasencia y profesor del Seminario.

En sus años al frente de la citada iglesia aborda la restauración integral del templo. Desde la parroquia toma contacto con la realidad placentina y forma parte activa del movimiento católico y social. Una faceta más de su labor pastoral que junto a la docente e intelectual, marcan toda su vida.

Persona de gran de valía e inquietudes, el cambio que supuso para la Iglesia el Concilio Vaticano II le permite desarrollar nuevas iniciativas en los campos de la promoción del voluntariado, la evangelización y la acción social que le llevan a significarse en una institución que cambia para adaptarse a los tiempos.

Estas cualidades personales unidas a su capacidad de trabajo y su visión de futuro hicieron de él uno de los más destacados representantes del clero extremeño de la segunda mitad del siglo XX.

En los años 70, monseñor Felipe Duque deja Plasencia y se traslada a Madrid, a petición del cardenal Tarancón, para ser nombrado delegado episcopal de Cáritas Española y director del Secretariado de Pastoral Social.

Impulsor y vicepresidente del Instituto Internacional de Teología, creado en esos años por iniciativa del cardenal García-Gasco, con el objetivo de propiciar la actualización permanente de los sacerdotes de habla española inicialmente, forma parte del claustro desde el nacimiento de esa institución.

Esta faceta le lleva a ser un profundo conocedor de la realidad internacional y de la situación de la Iglesia, especialmente de los países latinoamericanos. Su huella en ellos quedará reflejada en la labor de formación desarrollada en sacerdotes y laicos.

El Instituto Internacional de Teología a Distancia tiene hoy centros en España, Portugal, Mozambique, Chile, Argentina, Paraguay, Bolivia, Brasil, Uruguay, Ecuador, Colombia, Venezuela, Costa Rica, Guatemala, México, República Dominicana y Cuba.

Fue asimismo patrono de la Fundación para la Educación Integral a Distancia, constituida en el año 2000, para promover el desarrollo de una formación integral a través de la metodología a distancia, a partir de criterios científicos inspirados en el humanismo cristiano.

Su trabajo pastoral y compromiso social y la labor evangelizadora fieles al magisterio de la Iglesia le fueron reconocidos por el Papa al concederle la prematura honorífica como miembro adscrito a la familia pontifica, con el tratamiento de monseñor.

En su actividad seglar fue consejero de la Caja de Ahorros de Plasencia, en representación del Obispado, primer director de la Escuela Oficial de Idiomas de la ciudad, dependiente de la citada entidad, así como profesor en diferentes universidades españolas e iberoamericanas y centros placentinos.


                 
LA VOZ DE PLASENCIA.