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jueves, 10 de abril de 2014

D. ANTONIO MARTÍN MAJADAS

D. ANTONIO MARTÍN MAJADAS. (1919-2014)

Nació en Puerto de Béjar  (Salamanca), el 8 de Junio de 1919. Estudió el Bachillerato Eclesiástico en Plasencia y lo revalido como Bachiller Superior en el Instituto Cervantes de Madrid y en la Universidad Central de Literatura y Lengua Clásica en la Universidad Central
 A los 19 años fue Alférez  Provisional de Infantería y posteriormente Teniente de Complemento de Infantería. Pasó a la Academia de Artillería de donde salió con el empleo afectivo de Teniente de dicha arma. A los 33 años pasó a la Reserva de forma voluntaria con la graduación de Capitán y fue ascendido a Comandante Honorifico del Arma de Artillería. Entre otras recompensas militares poseía la Cruz Roja al Mérito Militar y el título de Caballero Cruz y Placa de la real y Militar Orden de San Hermenegildo.
Incorporado a la vida civil obtuvo la licenciatura de Derecho por la Universidad de Salamanca y Valladolid, diplomándose en Ciencias Sociales en el Instituto Nacional de la Juventud.
Fijó su residencia en Plasencia y ejerció la docencia de Bachillerato Elemental y Superior en el Colegio Marista de S. Calixto, durante 25 años y en ellos fue nombrado Vocal Nacional de Enseñanza Media asistiendo como tal a la primera Reforma Académica  Educativa en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo.
Fue Delegado de Cultura del Excmo. Ayuntamiento de Plasencia y posteriormente Alcalde de la Ciudad, bajo cuyo mandato se celebraron las primeras Elecciones Generales y Municipales de la ciudad.
Por sesión plenaria y extraordinaria del Excmo. Ayuntamiento, se le nombro Hijo Adoptivo de la Ciudad. También fue nombrado Cofrade de Honor por la Cofradía de Santa María del Puerto Patrona de la Ciudad.
Hoy reproducimos unos de sus artículos, de los muchos que escribió, más de medio centenar de temas placentinos y extremeños. Así como la publicación de libros con temas de Plasencia.
Gracias por toda tu dedicación a nuestra ciudad y a la enseñanza-

Estancias regias en Plasencia.
Plasencia fue, sucesivamente, en tres ocasiones, corte temporal de tres reinos: Castilla, Castilla-León y de España. Alfonso VIII, rey de Castilla, desde la conquista de Ambroz en 1178 y la Reconquista de ella, ya con el nombre de Plasencia, permaneció en esta ciudad largas temporadas de asiento, consolidándola como ciudad importante de su reino.
         La dio privilegio fundacional o fuero con muchas REGALIAS, la fortificó y repobló con privilegios para sus vecinos o moradores, la dio amplísimos términos y mercados, y consiguió para ella la sede episcopal. Pero sobre todo la hizo ciudad libre con dependencia exclusiva de la Corona.
         Decimos que fue corte temporal, porque aquí despachó documentos importantes con el nombre de la ciudad en la antefirma. Celebró convenio o tratado en el vecino palacio de Soto Hermoso con el rey Alfonso IX de León. En algún documento se autodenomina rey de Castilla, Toledo y Plasencia. Es afirmación no documentada que aquí, en el Alcázar, en su torre del homenaje, nació su hija Mafalda. Además de sus prolongadas estancias, sus visitas a esta ciudad eran frecuentes, pues la consideraba obra suya, y la misma muerte le sorprendió cuando se dirigía a
 Plasencia para celebrar una entrevista con el rey de Portugal, casadlo con su hija Urraca.
         Enrique IV, rey de Castilla y León, tuvo también en Plasencia su corte temporal. La historia califica el reinado como verdadero tejido de alteraciones y revueltas, promovidas por los turbulentos nobles y el arzobispo de Toledo.
Todos los desafueros, tropelías y rebeliones que de forma abierta se verificaban en el reino y se fundamentaban en el criterio, cierto para ellos, de que la infanta Doña Juana, heredera y sucesora del reino de Castilla, no era del rey y por tanto habida en adulterio.
         De todos era conocida la impotencia del rey con su primera esposa Blanca de Navarra, cuyo matrimonio fue disuelto por el obispo de Segovia y, por otra parte, la íntima convivencia del mayordomo del reino, don Beltrán de la Cueva, con su segunda esposa, Juana, la hija del rey Eduardo de Portugal, le acarreó a doña Juana, sucesora al trono, el sobrenombre de “La Beltraneja”.
         El desventurado Enrique IV, víctima de vicios y desórdenes, cercado de trabajo, lleno de mengua en su prestigio regio, y sumido en el desamparo de casi todos los importantes de su reino, a excepción de unos pocos leales, buscó hospitalidad en Plasencia, acogiéndose al amparo y protección de D. Álvaro de Zúñiga, Duque de Plasencia y Justicia Mayor del Reino, que fue favorecido de su padre Juan II.
         Los Placentinos, le recibieron con muchas honradez y el Cabildo, que estaba reunido en la Capilla de San Pablo, enterado de su visita salió a recibirle. Le aposentaron con amor y respeto en el “Alcázar o Fortaleza”, y procuraban restituirle a su estado de prestigio.

Antonio Martín Majadas
José Antonio Pajuelo Jiménez,