Buscar este blog

domingo, 26 de febrero de 2023

LOS OCHO SIGLOS DE LA COFRADÍA DE LA VERA CRUZ DE PLASENCIA

 

LOS OCHO SIGLOS DE LA COFRADÍA DE LA VERA CRUZ DE PLASENCIA.

 

Es de todos conocida la tradición de que el Seráfico san Francisco visitó la ciudad a principios del siglo XIII para reunirse en ella con el rey fundador Alfonso VIII, alojándose en la pequeña ermita de santa Catalina del Arenal.

Esta entrevista no pudo realizarse, pues cuando se dirigía a Plasencia el rey fundador, murió en el pueblo de Gutierre-Muñoz (AV), el día de 5 de octubre de 1214.

San Francisco se volvió a Italia, dejando algunos de sus frailes en la ciudad para que edificaran un convento junto a la ermita de santa Catalina del Arenal, cosa que así cumplieron.

Por lo tanto, podríamos considerar que el primer convento de san Francisco se fundó en el año 1215.

Una de las costumbres que tenían los franciscanos cuando fundaban un convento, era crear algunas cofradías, como la Vera Cruz, la Orden Tercera de san Francisco, y algunas más.

Estas fundaciones hacían que el pueblo tuviese más relación con los frailes, lo cual era muy provechoso para ellos por las muchas actividades que se realizaban en la iglesia del convento. Entre estas podíamos destacar: misas, enterramientos, capellanías, donaciones, etc.

Por supuesto, de esta fundación no tenemos documentos que lo acrediten, pero si existe un documento del año 1233 el cual es un pleito de los frailes franciscanos contra las monjas de san Bernardo las cuales habían fundado un convento al lado del de los franciscanos, con lo cual se oían los cantos de las monjas desde el de san Francisco distrayendo a los frailes.

Con este pleito sabemos que, en el año 1233, ya llevaban tiempo los frailes en su convento.

En aquellos momentos el obispo de Plasencia era don Adán, el cual no tuvo muy buenas  relaciones con la clerecía diocesana, de hecho se tiene noticias de graves enfrentamientos con el deán don Martín de Pedro y con los franciscanos, por el favor que otorgó a la fundación cisterciense del monasterio de San Leonardo, posteriormente de San Marcos, cercano a San Francisco de Plasencia, a cuya erección se oponían los primeros al considerar que la cercanía de las monjas era un peligro para su estabilidad emocional.

El poder del obispo y el patrocinio de los Carvajales, uno de los grandes linajes que se asentó en Plasencia en época de Fernando III, lograron vencer el contencioso puesto por los franciscanos ante Gregorio IX que sentenció en su favor, con lo cual las hijas de San Bernardo se pudieron instalar en la ciudad.

Doña Engracia de Monroy, fundó dos capellanías en Santa Catalina del Arenal, en el día 27 de mayo de 1338, haciendo una donación de 200 maravedíes a los frailes.

Es a finales de este año cuando un incendio destruye el convento de San Francisco, y en el codicilo que otorgó Dª.  Engracia en enero de 1339, hace una donación de 400 maravedíes para continuar las obras del nuevo convento, ya comenzadas, y nombró entre sus testamentarios a  Fr. Pastor, custodio del cenobio, además de “una cáliz de plata” según se documenta en el testamento de la misma.

Entre los nobles placentinos que en el siglo XIV ampliaron la iglesia y el convento, debe hacerse mención al militar Alfonso Ferrandes del Bote; que siguió el ejemplo de sus abuelos Juan Pérez y Dña. María, y de sus padres Ferrant Pérez del Bote y Dª. Teresa hija de don Yagüe, que en la centuria anterior, habían dispensado la más amplia protección a la nueva iglesia y espacioso convento. Alfonso Pérez edificó la capilla de San Francisco y en ella se mando enterrar, según consta en el testamento que este otorgó el 26 de agosto de 1329. 

Seguramente en una de estas ampliaciones, la Vera Cruz compró y realizó, debajo del coro, la primera capilla “De la Sangre”, así llamada por ser el lugar donde se flagelaban los cofrades de la misma.

A principios del siglo XVIII, las relaciones de la Cofradía de la Vera Cruz y los frailes del convento no pasaban por su mejor momento, hasta el punto de que la cofradía no realizaba ningún acto en el mismo.


Ante esta situación, el Guardián del convento, fray Pedro de Henao, se reunió, en el año 1708,  con los miembros de la cofradía para intentar solucionar esta  situación tan anómala.

En esta reunión, fray Pedro, reconocía que la presencia de la Vera Cruz en el convento databa desde la fundación del mismo y que ya en el siglo XV, tenía su propia “Capilla de la Sangre”.  Y que el día 28 de abril del año 1575, se habían realizado escrituras para dar a la cofradía una nueva capilla con más amplitud, donde se pudieran enterrar los cofrades de la misma, esta nueva capilla fue donada por el convento, no costándole nada a la cofradía.

En esta reunión se acordó hacer unas nuevas Ordenanzas, nombrando una comisión para llevarlo a cabo. El día 2 de abril de ese mismo año de 1708, se empezaron a redactar las mismas, terminándose, y siendo aprobadas, el 15 de febrero del año 1709.

Presidieron la firma de las Ordenanzas: por el convento, el padre fray Juan Arras, Custodio de la provincia de san Miguel, y por parte de la cofradía, su Alcalde, don Miguel Fernández de Lizarca.

Muchos años después, llegó la llamada Desamortización de Mendizábal (1836-1837), con la cual fueron expulsados los últimos frailes del convento, y nuestra cofradía, al igual que las allí existentes, tuvieron que abandonarlo.

La Vera Cruz, con sus pasos y enseres, se refugió en la iglesia de san Esteban, estableciendo en ella su Sede Canónica.

Con esta desamortización desaparecieron casi todas las cofradías de la ciudad, quedando solo la nuestra como receptora de los cofrades de ellas.

No es hasta el siglo veinte cuando empiezan a resurgir nuevas cofradías, muchas de ellas desgajándose de la Vera Cruz.

A principios del siglo XX, se perdieron los antiguos documentos de nuestra cofradía.

Tengamos la esperanza de que alguien los guardara y un día vuelvan a aparecer.

 

Como hemos visto, no sabemos la fecha fija en que se fundó la cofradía de la Vera Cruz, pero sí que se realizó en el siglo XIII.

Por lo tanto, podemos enorgullecernos de tener ocho siglos años de existencia.

 

Los que hoy formamos parte de esta centenaria cofradía, sentimos el orgullo y la responsabilidad de mantener y mejorar la Muy Antigua, Franciscana y Venerable Hermandad de la Santa y Vera Cruz de la ciudad de Plasencia.   Paz y Bien.

 

SANTA CRUZ, SÍMBOLO DE NUESTRA FE.

 

Pedro Luna Reina - José Antonio Pajuelo Jiménez

Hermanos Cofrades de la Santa y Vera Cruz de Plasencia.