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lunes, 24 de septiembre de 2018

CORRALES DE COMEDIAS EN PLASENCIA



Todos los años hasta finales del siglo XIX, llegaban a Plasencia, como a tantas otras ciudades, cómicos ambulantes que durante una temporada de verano recreaban a los vecinos con representación al aire libre en los patios o corrales que, si no tan famosos  como el de ” la Pacheca” madrileño, eran suficientes para romper la monotonía de la vida provinciana.
Francisco Ricci, el pintor de los cuadros del Retablo Mayor de nuestra Catedral, había sido uno de los decoradores del teatro Regio Alcázar de Madrid para festejar el cumpleaños de la Reina D.ª Mariana de Austria a poco de celebrar su matrimonio con Felipe IV, entusiasta y decidido protector de esta clase de espectáculos que dieron tanta veces pié a las habladurías de los mentirosos de la Corte y, más de una, lugar a efectivos tropiezos del Monarca.
Pero por entonces aún no había llegado a nuestra ciudad el avance del decorado y no pudieron por ello, en ninguno de los requerimientos hechos a Ricci para la composición de los cuadros del Retablo, invitarle o lucir sus habilidades en este otro campo, a la sazón tan nuevo.
También aquí, como en tantos otro lugares, la creación de los Patios de Comedia obedeció en su principio al motivo de beneficencia pública  y durante muchos años los ingresos que tales espectáculos dejaban, deducido el beneficio de la Compañía, engrosaron los recursos del Hospital de D.ª Engracia de Monroy, ampliado después con pastoral esplendidez por el gran Obispo Laso que evoluciono al antiguo Hospital Provincial.
Uno de estos Patios o Corrales para representaciones cómicas, llevadas a cabo por profesionales “de la Lengua”, estuvo en parte de lo que es hoy la Plaza de Abasto sin que nos atrevamos asegurarlo de manera definitiva pues los documentos de la época que hemos vistos se limitan a decir que estaban enfrente de la Iglesia de San Esteban.
Era su Patrono el Ayuntamiento de la ciudad y a él se dirigían en respetuosa  instancia los autores “como entonces se llamaban” de la Compañía cómica que deseaba actuar y con el Ayuntamiento concertaban el número de representaciones, el precio de las entradas y el beneficio para el destino específico del corral o Patio de Comedias. Las representaciones comenzaban a las dos de la tarde y en las entradas se distinguían la común, la de medio Teatro, la de Teatro entero y Palcos principales.
Las frecuentes alusiones a escándalos políticos y administrativos de índole nacional y las desvergüenzas de lagunas comedias obligaron a los cuidadores de la cosa pública a exigir la previa lectura de las obras que habían de representarse y a la implacable censura de los trozos escabrosos.
Sin embargo, cómicos y cómicas se permitían improvisar chistes y ocurrencias que después degeneraron en verdaderas chocarrerías  y escandalosa obscenidades que eran replicadas con igual desenvolturas por los gamberros de la época.
A últimos del siglo XVIII la Compañía que arribó a Plasencia y que dirigía el Sr. Corcuera se encontró en la ciudad de Plasencia con un Alcalde dispuesto a que las mas recatadas damas y pudorosas doncellas pudieran asistir  a las representaciones del Patio de Comedias sin tener que ruborizarse ante los atendimientos de algún desconocido actor o alguna desvergonzada.
Concede el permiso que se solicita de treinta representaciones, pero toma enérgicas medidas para evitar los abusos.
A través del barroquismo de la literatura de aquel tiempo se deja adivinar que en más de una ocasión había burlado en sus loables previsiones al Alcalde por lo que esta vez extrema los detalles y manda fijar a la puerta del Corral, después de leído por el pregonero en las plazas de la ciudad, un Bando, del que son los párrafos siguientes:
Prohíbo seria y rigurosamente a todos los actores el que se desvíe de la letra de sus respectivos papeles usando en la expresión de caprichos arbitrarios bajo el pretexto de graciosidades mal concebidas impropias de la pieza e indecentes en un acto de tan grave circunstancias. E igualmente les prohíbo que se presenten en el foro con vestidos deshonestos”.
“Prohíbo a los espectadores la infracción del profundo silencio que debe haber en las representaciones y se prohíbe todo hecho, dicho y libertades contrarias al objeto, a la moralidad cristiana, al decoro,  modestia, decencia, gravedad y subordinación que deben reinar en las funciones públicas”.
Terminaba confirmando:”que los que quebrantasen las disposiciones “con los procedimientos correspondientes a su caso, clase y circunstancias y en general con quince días de prisión de la que saldrían  con las custodia necesaria a los trabajos públicos”
Las mismas penas se imponían a los que osaren a remover el Bando de sitio en que estaba fijado.
Posteriormente y con vida ya mas lánguida hubo otro Corral de Comedias en una Travesía de la calle Cartas y otro en el Patio del que había sido el Convento de San Francisco.
La afición al teatro, el cambio de costumbre y el deseo de poder disfrutar de espectáculos de esta índole en todas las épocas del año y en las horas de la noche llevó a la construcción en Plasencia de teatros techados como fue en su tiempo el Teatro Romero, y posterior mente el Teatro Sequeira y Alcázar.

José Antonio Pajuelo Jiménez - Pedro Luna Reina