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viernes, 16 de diciembre de 2022

FOTOGRAFIAS LA PRENSA PLACENTINA EN EL SIGLO XIX

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LA PRENSA PLACENTINA EN EL SIGLO XIX.

No se disponía de ninguna información de que se publicara algún periódico anterior al año 1855, fue fruto de la casualidad el Sr. Paredes Guillen encontró sirviendo de tapas de un libro encuadernado en pergamino, un numero de La AURORA periódico doceañista en que nuestros antepasados defendían la constitución de 1812 y la labor de las celebres cortes de Cádiz, su portada data del domingo 6 de diciembre de 1821, numero 6 de Aurora Patriótica de la Alta Extremadura. En el texto se aprecia la parte activa que tomaron los placentinos de principios del siglo XIX en la defensa y propaganda de las entonces ideas constitucionales y también el amor de Plasencia y su tierra, que sentían aquellos ilustrados Poco después de mediado del siglo XIX durante el reinado de Isabel II y al frente de los negocios públicos el general Espartero, nuestra ciudad natal comienza a dar sus primeros pasos en la edad moderna en lo que se refiere a la prensa periódica. Aparece el un periódico semanal titulado el Valle y Vera, defensor de los intereses materiales de toda esta región.
El director y fundador de este semanario que inauguró la prensa placentina fue don Juan González Hernández perito agrimensor y director de caninos vecinales, escritor que se distinguió por sus campañas en defensa de Plasencia y su comarca.
Vivió el Valle y Vera hasta 1857 y desde esta fecha hasta 1860, o sea en tres años no se publico en Plasencia ningún otro periódico.
En el año 1860 comenzó la publicación del Boletín Estadístico del Obispado de Plasencia, periódico oficial que sale a la luz cuando disponía el Prelado.
En 1867, el citado Don Juan González comenzó a publicar la Gazeta Agrícola, periódico quincenal dedicado al fomento de la Agricultura, Industria y Comercio; al finalizar el primer año de esta revista, la completó con la aparición del Boletín de Noticias de la Gazeta Agrícola, también quincenal, alternando con la Gazeta.
En 1868 apareció El Demócrata, dirigido por el mismo Juan González; este periódico se llamo después el Cantón Extremeño y desde el año 1869 fue su director y propietario don Evaristo Pinto Sánchez; fue más tarde El Extremeño y volvió a cambiar de nombre, para volverse a llamarse el Cantón Extremeño hasta 1896 en que deja de publicarse.
En 1869 se publicaron en Plasencia varios periódicos; el Mosquito periódico satírico que dirigía el conocido historiador placentino Alejandro Matías Gil, autor de las siete Centurias de la ciudad de Alfonso VIII; El Tío Lilailas salía a la luz cuando quería y podía, en uso de sus individuales derechos; así decía el cabeza de este periódico, que hizo las delicias de los placentinos de su época, y cuyo único redactor conservó el inédito de modo riguroso, dando con ello mayor interés a la festiva publicación; era este redactor el ilustrado profesor de instrucción primaria D. José María Diez Olivares, cultísimo e ingenioso escritor, que vertía sus agudezas en las cuatro paginas del Tío Lilailas, y con ellas se regocijaban los placentinos de la época; La opinión era otro periódico de la misma época, periódico político que publicaba D Eusebio Carvajal.
En 1870 apareció otro periódico satírico, que tenía la redacción en Villanueva de la Vera, titulabase Los Neo sin Careta y era el director y propietario, el ilustrado sacerdote D. José García Mora.
En 1880 apareció el Eco Lusitano, revista semanal científico literaria que dirigía don Manuel de la Rosa.
En 1881, en Julio vio la luz pública el número primero del Norte de Extremadura, periódico político liberal, que administraba don Antonio Elvira, y en el que se ve la firma de D. Juan Moreno.
La Voz de Plasencia, semanario político, apareció en Marzo de 1883, siendo el propietario fundador D. Ramón Delgado Vera, el director D. Pompeyo Beltrán y el administrador D. Eduardo Monge.
En 1885, comenzó a publicarse un semanario político titulado El Látigo, su propietario fundador fue D. Mariano San José Herrero.
Llegamos al año 1888, año que fue accidentado para la vida de nuestra ciudad; en este año apareció El Noticiero, periódico defensor del llamado partido campista, o sea, los partidarios del muerto resucitado; este semanario lo redactaba el sacerdote la S.I. Catedral D. Benigni Carral. Apareció también a finales del mismo año El Centinela, semanario no político del que era director y propietario, el conocido librero y tipógrafo placentino D. José Hontiveros.
Estos dos seminarios, así como El Cantón Extremeño en los años 1888 y 1889, llenaron sus columnas con los relatos del juicio oral celebrado en Plasencia para juzgar al llamado muerto resucitado, a quien algunos calificaban de impostor y otros defendían por creerle el verdadero Eustaquio Campo.
Las conmociones populares de esta cuestión, dieron a los periódicos locales materia suficiente para llenar sus columnas con sensacionales artículos, que los placentinos leían con avidez.
Muerto El Noticiero, apareció en 1890, La Defensa de la Verdad, que defendía la causa del muerto resucitado, asegurando que era el autentico Eustaquio Campo Barrado.
En 1891 apareció El Escudo de la Fe, semanario católico que redactaba varios ilustrados sacerdotes y se publicaba con licencia eclesiástica.
En 1894 comienza a publicarse y no pasó del año, pues murió en el, una revista decenal ilustrada que dirigía don Julio Valls y se titulaba La Derecha del Tajo.
En 1895, apareció el Eco de Plasencia, periódico decenal que sostenían varios placentinos que defendían la política del Marqués de Mirabel. En el mismo año comenzó la publicación de El Lío, periódico semanal que redactaba D. Eduardo García Monge. En el mismo año coincidiendo con la aparición del Eco de Plasencia, se despidió de sus suscriptores el Cantón Extremeño, después de veintisiete años de publicación.
En 1896 comenzó a publicar el farmacéutico de Plasencia D. Joaquín Rosado, una revista mensual titulada Boletín Médico Farmacéutico Extremeño, dando nacimiento al órgano oficial en la provincia de Colegio de Farmacéuticos. Plasencia Ilustrada fue un semanario relámpago del que solo se publicaron cuatro números en el verano de 1897. La Bandera Regional periódico republicano federal, se publicó por primera vez en 1897, cesó cuando la guerra con América y vo1vió a publicarse en 1899.
En 1898 comenzó a publicarse La Crónica de Plasencia que murió, en 1899. En Agosto de 1899 comenzó publicarse El Nieto de Mayorga, que murió en Enero de 1900.
En 1899 apareció. El Dardo periódico semanal independiente.
A principios de Septiembre de 1901 vio la luz pública El Correo Placentino, semanario independiente que murió en fin del mismo año. En Mayo de 1902 vio la luz pública el primer número de Plasencia Artística, revista decenal ilustrada, la dirigida por D. Pedro Muñoz y D. Manuel Diez: esta revista dejo de editarse el mismo año. En 1903 comenzó á publicarse La Aurora, revista quincenal, científica y literaria, dirigida por D. Felipe Lafuente, director del Colegio de San Francisco, dé segunda enseñanza esta revista solo vivió el año escolar.
En Julio de 1903 apareció El Cruzado Extremeño, semanario que se publicaba con la aprobación de la censura eclesiastica.
En este mismo año el partido republicano placentino, determino publicar un semanario y, por indicación de de uno de los individuos más ilustrados de ese partido, se le puso el titulo de El Buscapié: pero no estando conforme con este título todos los interesados en su publicación cambiaronle por el de La Unión, con el cual nombre se publicó. En enero de 1904 apareó El Liberal. Semanario político, órgano del partido liberal democrático de Plasencia; este semanario murió en Mayo del mismo año.
En 25 de Abril se publicó el número, 301 de El Dardo, y, por disposición de su propietario el joven abogado. D Fernando S. Ocaña, cesó la publicación de este semanario qué fundaron en Julio 4e 1899 varios jóvenes entusiastas do Plasencia.
Hubo otros periódicos de los que tenemos poca información, pero al menos los mencionamos, por si algunos de los lectores disponiese de alguna información nos las facilitara.Ellos fueron El Diluvio, El Ateneo Placentino, El Relampago, La Situación... Estáis en un blogs abierto, por si queréis participar añadiendo alguna información para estos apuntes que publicamos.
            

Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina

                                                      "CREANDO CULTURA"






domingo, 11 de diciembre de 2022

CRISTO DE LA VICTORIA

LA IMAGEN
Talla de madera, tamaño casi natural, abrazando la cruz con la mano izquierda, con la derecha se toca el corazón.
El pie izquierdo pisa una calavera, y la base de la cruz aplasta a una serpiente.
En el centro de la cruz se ve una corona, es un recuerdo de cuando estuvo en la Capilla Real de Madrid, en tiempos de Felipe IV.

FRANCISCA DE OVIEDO Y PALACIOS.
Nace en Plasencia, el año 1583, se bautiza en la iglesia de san Pedro. Al quedar huérfana se traslada a Trujillo. A los 20 años se va a vivir con unos parientes a Serradilla. Era miembro de la Orden Tercera de san Francisco, por lo cual se la denomina con el título de Beata.
Muere en el año 1659, a los 76 años de edad.
En Serradilla se dedicó a hacer obras de caridad. Le impactó mucho la muerte de una vida que solo tenía una estera como cama, y que al ir a levantar el cadáver este estaba pegado a la estera y se quedó la piel de la espada en ella. Ante este hecho decide fundar un hospital en el pueblo, para lo cual se marcha en 1630 a Madrid para pedir limosna en la Corte.
Al visitar la iglesia de Atocha se quedó maravillada de un Cristo que en ella había, y tomó la determinación de hacer una copia del mismo para llevarlo al hospital que quería fundar en Serradilla.
Se puso en contacto con el escultor Domingo de Rioja, el cual no la hizo mucho caso, pues no veía a Francisca con el dinero suficiente para pagar la talla.
La beata le pidió que le señalase el madero del cual saldría la Imagen, y una vez que lo vio, no se separaba de el. El escultor viendo tanta ansiedad, se decidió a tallar la imagen, y cuando la terminó, el mismo se quedó asombrado de su perfección, hasta el extremo de llega a decir: “ Esta no es obra mía, sino de Dios”.
Para recaudar fondos y que fuese adorada la Imagen, la puso al culto en la iglesia de san Ginés, donde creció tanto la fama de la talla que, llegó a oídos del rey, el cual quiso verla. Se trasladó el Cristo a la Capilla Real, donde fue durante algún tiempo visitada por el rey Felipe IV, y toda la Corte.
Cuando la beata, quiso recuperar la Imagen, se vio con muchas dificultades, teniendo que acudir a don Diego de Castrejón, el cual era Presidente del Real Consejo de Castilla, y que conocía a Francisca porque había sido Gobernador del Obispado de Plasencia, el cual consiguió recuperar el Cristo, llevándoselo a su casa hasta que fuera llevado a Serradilla.
El Cristo llegó a Plasencia en julio del año 1639 y, previo permiso del obispo don Plácido Pacheco, se instaló en la iglesia de san Martín. Fue mucha la devoción que inspiró en Plasencia la talla del Cristo, hasta el extremo de no querer permitir su traslado a Serradilla a pesar de los requerimientos de Francisca al Provisor de la Diócesis y al Consejo Supremo de Castilla.
El Oidor del Consejo se llamaba don Diego de Arce y Reinoso, el cual la dio largas alegando que no tenía poder para que la devolviesen la Imagen puesto que eso correspondía al obispo de la diócesis, puesto que estaba bacante en ese momento, pues el obispo don Plácido Pacheco había muerto el día 7 de octubre de 1639. Ante esto la beata le dice al Oidor: “Deme su Señoría su palabra de que si Dios le nombrase obispo de Plasencia me devolvería la Imagen”. Don Diego la tildó de loca y para que le dejase en paz se lo prometió. El día 8 de octubre del año 1640, don Diego fue promovido para obispo de Plasencia, al cual acudió al instante la beata para recordarle la promesa que le había hecho en Madrid
En el año 1641, mandó un auto bajo pena de excomunión, al cura de la iglesia de san Martín, por el cual le ordenaba la entrega de la Imagen a la beata Francisca. Ante esto el cura entregó la Imagen, la cual fue trasladada al Hospital de Santa María, estando en el mismo dos noches y un día.
Este tiempo fue aprovechado por los serradillanos para juntar ocho hombres, los cuales vinieron a la ciudad el día 13 de abril de 1641, a la una de la madrugada y cargando la talla, salieron por la puerta de Trujillo, con el mayor sigilo, camino de Serradilla.
Sin descanso, caminaron hasta llegar a la dehesa de la “Jerrera” en la cual les esperaban otros ocho hombres para relevarlos, así como gran número de vecinos de Serradilla.
A la entrada del pueblo se formó una procesión, que llevó al Cristo a la Plaza y desde allí a la iglesia.
Se le colocó en medio de la capilla mayor y allí estuvo durante 8 días, hasta que se arregló un altar donde debía estar.
Como era costumbre se celebraron diversos festejos, entre ellos se corrieron 2 toros, asistiendo mucha gente de los diversos pueblos de los alrededores e incluso de Plasencia.
El domingo siguiente se celebró la misa mayor presidida por el párroco de la iglesia del Salvador de Plasencia, a la cual pertenecía en esa época el pueblo de Serradilla. El sermón corrió a cargo de un fraile lector de Teología del convento de san Francisco de Plasencia. Terminado el acto, se representó una comedia en la puerta de la iglesia, y a continuación se trasladó el Cristo a la capilla de San Miguel, la cual había sido preparada para el.
El pueblo de Serradilla hizo votos de construir una ermita o iglesia para que la presidiera la Sagrada Imagen del Cristo de la Victoria. Pero surgieron dificultades, pues unos opinaban que sería mejor construir una nueva capilla en la iglesia y que se quedase la Imagen en ella, pero Francisca de Oviedo se oponía a ello, ya que su idea era fundar un hospital y que el Cristo presidiera el mismo. Al final se aceptó la idea de la beata, aunque minoritariamente, y se volvió a discutir el sitio donde se levantaría el hospital.
Francisca quería hacerlo en una casa que según la tradición había sido una mezquita, pero a eso se oponía casi todo el pueblo. En esos días visitó el pueblo el obispo don Diego, el cual enterado del problema, apoyó a Francisca e incluso se ofreció a contribuir a su construcción.
Ante esta imposición, los vecinos se retiraron y dejaron sola a la beata, bien por no estar de acuerdo, o bien por lo costoso que iba a ser la edificación del hospital e iglesia.
Francisca contaba en ese momento solamente con 200 reales para empezar las obras. Sin amilanarse, compró un farderillo, y se lanzó a pedir de pueblo en pueblo, recorriendo todo Extremadura y Portugal.
De esta manera se fue extendiendo la fama del Señor de la Victoria, y empezaron las primeras peregrinaciones, con lo cual las limosnas iban en aumento.
Por fin el día 14 de febrero de 1645, se llega a un acuerdo con el Concejo y se decide que se hará la iglesia en el plazo de un año, con la condición de que la propiedad de la Imagen pase a la Cofradía de la Vera Cruz y la Santa Misericordia y al Concejo y vecinos de la villa. Este plazo de un año no se pudo cumplir, y se tardaron 3 años en ver terminada la iglesia del Cristo
El día 14 de septiembre de 1648, se trasladó la Imagen a su nueva iglesia, siendo trasladado en medio de grades júbilos y festejos.
El Cristo de la Victoria es Patrón de la Villa de Serradilla desde el día 14 de septiembre del año 1662.
Este Patronazgo, dio pie a un pleito entre la Cofradía de la Pasión, la cual estaba establecida en la iglesia parroquial, y las monjas. El motivo era que la Cofradía alegaba que en las procesiones su estandarte debía de ir delante, pues era mucho más antigua que la del Cristo.
El pleito duró varios años, y termino resolviéndose a favor del Cristo por ser el Patrón de la Villa.
El fallo de la sentencia se realizó el año 1803.

PROCESIONES DEL CRISTO
Muy popular es la tradición de los milagros del Cristo para hacer que llueva, además de otros milagros.
La primera rogativa y procesión de la Imagen se realizó en el año 1685. Y llovió abundantemente.
El permiso lo concedió el obispo don José Jiménez Samaniego, el día 28 de abril de 1685.
El ritual de las rogativas es el siguiente:
Cuando la sequía es muy pertinaz y amenaza con destruir las cosechas, el pueblo pide al Alcalde que solicite un novenario al Cristo.
El alcalde convoca una junta a la que asisten los concejales, capellán del convento, el párroco del pueblo y demás sacerdotes que residan en el pueblo.
Si es aceptada la idea del novenario se nombra una comisión del Ayuntamiento para pedir permiso a las monjas.
Aceptado por las monjas, salen a pedir por el pueblo dos comisiones, una con el capellán y la otra con el párroco.
El novenario consiste en misa diaria, exposición del Santísimo, rogatorias, cantos penitenciales, etc..
Si cumplido el novenario no se ha conseguido el agua esperada, la madre priora se dirige al obispo pidiendo permiso para bajar al cristo de su camarín y sacarlo en procesión.
Obtenido el permiso se procede a bajar la Imagen por medio de un aparato especial que se conserva en el convento. El capellán y otros sacerdotes suben a camarín y le retiran la Cruz al Cristo, la cual es depositada en el altar del Sagrado Corazón de Jesús.
Al Cristo se le ponen dos túnicas, una blanca y la otra morada, y se le coloca en el aparato el cual mediante manivelas baja la imagen hasta depositarla encima del Altar Mayor.
Este acto está cargado de emotividad, pues mientras las monjas cantan el “Miserere”, el pueblo prorrumpe en gritos y sollozos pidiendo misericordia y perdón.
La imagen queda bajo dosel, y rodeada de velas, las cuales custodian dos hombres con las varas en la mano.
Al Cristo se le coloca para la procesión una cruz de madera de muy poco peso, la cual esta depositada en la clausura durante todo el tiempo que no hay procesión.
El Cristo permanece durante tres días en el Altar Mayor, recibiendo la visita de los pueblos de las cercanías.
El cuarto día se baja la Imagen del Altar y se la coloca sobre las andas, y por la tarde se realiza la procesión. Durante esta se realizan cuatro sermones; uno antes de salir, otro en la iglesia parroquial, otro en la plaza, y el último en el atrio de entrada del convento.
El Cristo procesiona bajo palio y con el estandarte de su advocación y con la cruz que tiene todo el año, la cual tiene el privilegio de portarla el párroco del pueblo de Torrejón.
Una vez terminada la procesión se vuelve a subir la Imagen con el mecanismo hasta su hornacina, con lo cual se da por terminada la procesión.

En señal de agradecimiento el pueblo de Serradilla hizo un “Voto de Villa”, es decir, se comprometió a celebrar una fiesta de acción de gracias en el domingo más próximo al de la festividad de la Exaltación de la Santa Cruz, (mes de mayo).
Vuelven a surgir los problemas entre el párroco y el capellán del Cristo, sobre la presidencia de los actos, teniendo que dictar la Curia eclesiástica de Plasencia a favor del capellán. Esto sucedió en el día 16 de marzo del año 1709. En el año 1879, otra vez surge el problema, esta vez estaba de obispo don Pedro Casas y Souto, el cual confirma la presidencia al capellán, y ratificando que las religiosas están exentas de la jurisdicción parroquial en las funciones de su iglesia, estando solamente sujetas al obispo de la diócesis.

LA IGLESIA
La primera iglesia del Cristo de la Victoria data del año 1648, era una iglesia pequeña, por lo cual, se plantearon derribarla y hacer otra con más capacidad. El permiso se consiguió el día 16 de mayo de 1672.
La planta de la iglesia es de cruz latina, de estilo renacentista, de una sola nave, rematada con una cúpula de media naranja. La fachada es de sillares, con tres hornacinas donde se alojan las imágenes del Cristo de la Victoria, san Agustín y santa Mónica. Remata la fachada el escudo de la Orden Agustina.
El encargado de la administración del dinero de las obras fue don Diego Sánchez, el cual era el capellán de la iglesia del Cristo, desde el año 1668 hasta el año 1695 en que murió.
La mayor parte del dinero la puso don Diego de Vargas, conde del Puerto y su esposa.
La edificación de la iglesia costó 20.000 ducados, cifra bastante elevada para la época.
En el año 1675 ya estaba terminada la nueva iglesia.

RETABLOS
Una vez terminada la iglesia se empezó con los retablos de la misma en el año 1699, y se terminaron en el mes de octubre del año 1701, valiendo más de 80.000 reales.
La iglesia tiene tres retablos, el mayor, el cual está dedicado al Cristo, y otros dos laterales, los cuales están dedicados al Sagrado Corazón y a la Virgen del Carmén.
El retablo central es obra del escultor madrileño Francisco de la Torre, el cual cobró 50.000 reales por su ejecución. La madera valió 10.694 reales.
Este altar está compuesto de tres cuerpos, base, medio y cuerpo superior. Cada cuerpo tiene varias hornacinas, separadas por columnas salomónicas.
En el centro del retablo está el camarín del Cristo, el cual tiene forma de urna cerrada con grandes cristales por los cuatro costados. En la base del camarín se encuentra una peana de plata, obra del platero Juan Domínguez, de Talavera de la Reina, la cual realizó en el año 1.705 y valió 6.600 reales.
Al lado del camarín del Cristo están las imágenes de san Agustín a la derecha y santa Mónica a la izquierda.
En la parte inferior del retablo, están colocadas las imágenes de Santo Tomás de Villanueva y de san Juan de Sahagún, santos de la orden agustiniana. Este Santo Tomás fue el que maltrataron los franceses.
Rematando el retablo está la imagen del Arcángel san Miguel
Los laterales fueron hechos por José de Pomar y Juan de la Rosa, los cuales cobraron 15.000 reales por su trabajo, y la madera importó 4.010 reales. Estos dos entalladores promovieron un pleito alegando que a ellos se les había ofrecido la construcción del retablo central. El convento, aunque ganó, tuvo que pagar la cantidad de 321 reales.
En el altar de la derecha podemos ver tres hornacinas, las cuales están ocupadas por la Virgen del Carmen en el centro, a la derecha santa Clara de Montefalco, y en la izquierda san Nicolás de Tolentino, santos agustinos los dos.
El altar de la izquierda tiene también tres hornacinas, ocupadas por el Sagrado Corazón de Jesús en el centro, a la derecha san José, y a la izquierda santa Rita de Casia,
Mucha de la madera para la fabricación de los retablos fue acarreada desde las riberas del río Tajo, llegando a pesar algunos troncos más de 80 arrobas. En esta labor participó todo el pueblo, tanto con sus trabajos como con sus animales.
Terminados los retablos se empezó a dorarlos, cosa mucho más cara que su construcción. Fue el dorador don Francisco Baliño, de Madrid, el cual cobró por el dorado 64.000 reales de vellón. Además de esto cobró en octubre de 1705, otros 10.000 reales por obras de dorado, pintado y estofado en el presbiterio de la Imagen del Cristo.
Así mismo se compraron en Madrid las imágenes de san Miguel, que valió 2.500 reales, santo Tomas de Villanueva y santa Rita de Casia, las cuales importaron 1.400 reales cada una.
Todo este dinero, en su gran mayoría provenía de las dotes y testamentos de las monjas del convento. Así como benefactores de familias nobles y acomodadas, las cuales hacían mandas y capellanías.

LA REJA Y EL PÚLPITO
Cerrando el crucero del cuerpo de la iglesia se encuentra una gran reja de hierro fundido, la cual se realizó en el año 1713. Para su fabricación se pensó en unos talleres de Vizcaya, pero otros opinaban que se realizara en Serradilla y se abarataría el coste. Al final se realizó en Talavera de la Reina. La reja está adornada con ángeles, floreros, cipreses, águilas y el escudo de la Orden. Una corona con una cruz remata el centro de la reja.
En esta reja se solían colgar los exvotos por los favores conseguidos.
El púlpito esta construido de hierro forjado y es contemporáneo de la reja. Lleva una inscripción que dice:
“Este púlpito dieron de limosnas los devotos de la santa imagen para el Convento de las Madres Recoletas de la Serradilla


José Antonio Pajuelo Jimenez.

martes, 26 de abril de 2022

27 DE ABRIL 1952 CORONACIÓN DE LA VIRGEN DEL PUERTO

LA CORONACIÓN DE LA VIRGEN
27 de abril 1952

En Vísperas del Día

Había precedido una Novena en su Santuario. Durante ella, en la noche del 19, se lanza el pregón de la Coronación,  con una conferencia de altos vuelos. Otras tres conferencias más, en noches sucesivas, sobre temas marianos. El 20 la Tradicional Fiesta y Romería popular; se nota este año más nerviosismo entre las gentes. Llena la Iglesia, lleno el atrio y la explanada. Las laderas de enfrente son un tapiz vivo y multicolor…
En la tarde del Sábado 26, la Ciudad entera se da cita en San Antón. A las siete y media  llega el Excelentísimo Sr. Nuncio Apostólico, escoltado, desde Béjar, de una caravana de coches con el Prelado diocesano, representaciones de Autoridades y de la Junta Directiva. En la gran avenida del Ejército es recibido por el Ayuntamiento, Cabildo Catedral y una inmensa masa de Sacerdotes y fieles que aclaman delirantes al representante del Papa. Una compañía con bandera y música rinde honores. Suena vibrante y agudo un cornetín. Pasa la Bandera gloriosa de la Patria muy en alto, acariciando los aires del atardecer. Desfilan marciales los soldados del Regimiento Ordenes Militares.
El Excmo. Sr. Nuncio con Obispos, Autoridades y pueblo van al llano de los Alamitos. Allí esperan la llegada de la Virgen…
Por la senda zigzagueante y polvorienta, entre apretadas filas, viene más bonita y sonriente que nunca, con su, sombrero de campesina, con flores de serranía…
El Deán, siguiendo la tradición, encomienda con palabras rituales, al Alcalde la custodia de la Sagrada Imagen. El Alcalde acepta el honor que se le hace y pone su vara de Autoridad en los brazos de la Virgen. Del inmenso bosque humano salta, como saetas encendidas, vítores y aclamaciones. Hay lágrimas en los ojos que no se secaran hasta finalizar la jornada del día siguiente… Aquella noche le hace guardia la Adoración nocturna, con vigilia tensa de oración.
En la Ciudad hay también obligada vigilia. Pocos duermen en la noche mágica con temblores de impaciencia. Al quebrar albores, ruedan por los silencios matutinos las notas callejeras de la alborada popular, encendiendo las almas que están en duermevela…

 La mañana del Día Grande

Mañana abrileña de luz y de sol. El cielo, sin una nube, luce espléndido su ropaje azul. Por todas las calles estrechas para la multitud, revienta de las almas la alegría, Plasencia está blanca y ataviada, como una novia. Calles limpias, fachadas blanqueadas, balcones iluminados, luces guirnaldas, bandas de música. Más de una docena de tamborileros van prendiendo por los rincones las notas populares de su tun tuntún, tun…
A los incontables peregrinos de los días anteriores se van sumando los que ya, desde muy temprano, irrumpen por todos los caminos y en toda clase de vehículos. Los trenes de Béjar, Madrid y de Cáceres vuelcan su apretada carga humana.
A las once salen de la Plaza los Ayuntamientos y Cabildo. El repique de campanas, el estallido de cohetes, los cánticos florecen en una primavera de corazones jubilosa y estremecida. ¡Eran mucho los días y las noches pasadas en espera de este Día Grande!

En el Parque

Todos van desembocando en San Antón. El verlos llegar es algo imponente. Riadas enormes de Plasencia y de todos los pueblos de la Diócesis; Comisiones de los Ayuntamientos; nutrida representación de Jefes y Oficiales de la guarnición. Destaca un uniforme  de Marina y otro de Aviación. Colonias Placentinas de Madrid, de Cáceres, de Salamanca. Chicas guapas ataviadas con los trajes típicos, de Montehermoso, Serradilla, Garganta la Olla, Candelario, Villanueva, Trujillo, Malpartida, Cabezabellosa, charras salmantinas.
Los Ayuntamientos de Béjar y Trujillo en pleno y bajo mazas, con bandera y banda de música. Trujillo con empaque, escolta a sus viejos pendones, con polvo de historia…
La inundación incontenible va entrando, con orden, en los cauces señalados. En el centro de la gran explanada se van llenando miles de sillas. En torno al Altar se extiende la muchedumbre, como en un inmenso anfiteatro. Hay una tribuna,  en graderío, para las numerosas chicas de los trajes regionales. Se arracima en las cercanías una masa incontable, aún los árboles, los riscos, los paseos de la lejanía van rebosando de gentes, con trajes multicolores. El viejo acueducto flaquea uno de los lados con sus arcos, en homenaje de piedra. En el fondo, como marco soberano, el frondoso boscaje del  Parque alto del Generalísimo…

Llega la Sagrada Imagen

A las once y media hace su entrada la Virgen. Es un momento impresionante. El mar encrespado de multitud se agita frenético.
Como un navío empavesado de oro y plata, ELLA, navegando dominadora en sus andas entre aquél inmenso océano… Ante ELLA, vienen trenzando sus danzas rituales los “Negritos” de Montehermoso y las “Hitalianas” de Garganta. Detrás, el Cabildo, el Ayuntamiento, las Autoridades. Con el Excmo. Sr. Nuncio, de Capa magna, los Prelados de Plasencia, Badajoz, Salamanca, Ávila, Ciudad Rodrigo y Coria. El Alcalde porta las Coronas en una gran bandeja de plata, sobre un cojín de terciopelo…
Llegan a la plataforma de la Coronación que se levanta majestuosa. En ella, a un lado, quedan las Autoridades locales y provinciales y la Junta de Honor; a otro, el Cabildo Catedral y numerosos sacerdotes con capa pluvial. En un segundo cuerpo más alto, al lado del Evangelio, el Trono del Sr. Nuncio y Ministros oficiantes; en el de la Epístola, los seis Obispos asistentes revestidos y con Mitra. Ante el Altar, las Coronas refulgen con su oro y pedrería; en lo alto, bajo un templete de columnas corintias, maternal y amamantando al Hijo divino, LA VIRGEN DEL PUERTO…

       La Coronación

Con la pompa de los días grandes empieza la Ceremonia. El Sr. Nuncio bendice solemnemente las Coronas. Da comienzo la Santa Misa. En ella, el Obispo de la Diócesis, hace una bella homilía que a través de los altavoces difunde las vibraciones de su emoción…
La uniformidad azul del cielo se rompe con la silueta de un bimotor. A poco, en correcta formación, una escuadra de trimotores. Pasan una y otra vez, arrojando flores. Suenan roncos los motores, cada vez más bajos. Como nevada copiosa revolotean por los aires los pétalos de la ofrenda de los marineros del espacio…
Acaba la Misa. El representante del Papa asciende por lo últimos peldaños alfombrados. Es el momento cumbre. La angustia corta miles de respiraciones… Con sus manos consagradas coloca primero la del Niño, luego la de la Madre…
Es exactamente la una y cinco minutos…
Suenan  las músicas, estallan los cohetes; más de cincuenta mil personas, con el alma colgada de sus ojos, dejan explotar el volcán reprimido de sus pechos. La ovación es ensordecedora… cientos de palomas saltan en raudo vuelo y aletean un momento en torno al altar… Se hace espuma de pañuelos blancos la inmensa campiña florecida de almas frenéticas y jubilosas, Aún los ojos viriles se empañan  de lágrimas… ¡Es la Apoteosis de la Madre y Reina de Plasencia!
El sol en su cenit, como gigantesca patena de oro, se asocia pasmado y vuelca su ofrenda de rayos ardientes sobre la Virgen Coronada…
La una y cinco minutos del día 27 de Abril de 1952 marcha una hora y una fecha que se quedan vinculadas a la Historia de la vieja Ciudad de Alfonso VIII, sobre un suelo bendecido de rosas y de lágrimas, que será por siempre el PARQUE DE LA CORONACIÓN.

En Triunfo

Sale triunfante la Virgen en Procesión imponente camino de la Catedral… Largas teorías de fieles, seminaristas, sacerdotes, albos roquetes, capas pluviales. Al fin los picos puntiagudos de las Mitras episcopales.
Va la tierna Virgen a hombros de recios extremeños; entre murallas de corazones conmovidos; pasa bendiciendo las casas de sus hijos, envuelta en incienso de de flores y cánticos y rezos y danzas y lágrimas… Va hecha un primor, con  su Corona rica, con su manto nuevo, robando corazones que se prenden a su cara bonita con hilos fuertes de amor…
Llega a su trono, a los acordes del órgano. Los incesantes vítores, ante el asombro de las bóvedas centenarias catedralicias, se cuajan potentes en la plegaria universal: “Dios te salve, Reina y Madre de misericordia…
¡Virgen y Madre¡ Como todos los que vivieron las horas imborrables de emoción y entusiasmo de tu Coronación canónica, yo también he sentido a flor de mis carnes y de mis pupilas el estremecedor amanecer de tu gloria que brota de mis entrañas con ansias incontenibles de clamar: ¡Madre, Madre! ¡Reina y Madre de misericordia…

NOTAS DE LAS FIESTAS
 Dieron realce con su presencia,  el Excmo. Señor Nuncio y Obispo de la Diócesis y los Prelados de Badajoz, Salamanca, Ávila, Ciudad Rodrigo y Coria. De los miembros de la Junta de Honor estuvieron los Sres. Gobernador Civil, Presidente de la Diputación,  Alcalde de la Ciudad, Coronel del Regimiento Ordenes Militares, Auditor de la Rota D. Ildefonso Prieto, Juez de Instrucción y Primera Instancia, Deán de la Catedral y D. Emilio  González. Lamentamos la desgracia familiar ocurrida aquel mismo día al Sr. Montero Neria que le impidió sumarse materialmente al acto, al que había venido.
Asistieron además, entre otras, las siguientes personalidades: General Gobernador Militar, Coronel del Tercio de la G.C. Teniente Coronal de la Comandancia de la G.C., Vicepresidente de la Diputación, Diputados Provinciales Sres. Mediavilla, Cid, Fernández, Giménez, Torrecilla, Carreño y Cruz. Delegados Provinciales de Hacienda, Trabajo y Sindicatos, Procuradores en Cortes, Señores Barona, Elviro y Vizoso, Decano del Colegio Notarial, Presidente de la Cámara Sindical Agraria, Párroco de Santa María la Cabeza de Madrid, Consejo Local de F.E.T., Juntas Directivas de la Colonias de Madrid y de Cáceres y otros muchos.
Los Arciprestes, Párrocos y Sacerdotes que vinieron de los pueblos de la Diócesis en número de medio centenar, asistieron gran parte de ellos con capa pluvial. Vinieron también Sacerdotes de Coria, Cáceres, Salamanca y de otros distintos pueblos.
Enviaron representación al Acto unos cuarenta Ayuntamientos de la Provincia.
En las noches del 26 y 27 se quemaron unos magníficos juegos de fuegos artificiales, cerca de la explanada del Parque de la Coronación. La gente quedó gratamente sorprendida por el alarde pirotécnico, sobre todo el último día que terminaron con la aparición de la Corona de la Virgen, en llama viva de luces y colores.
Los Coros Extremeños tuvieron dos actuaciones. La del Martes, en el Teatro, en que trabajaron a gusto y dentro del mayor silencio, fue un espectáculo de arte popular soberano. Puede afirmarse que los artistas se superaron maravillosamente a si mismos. El público rebosante que aplaudió con entusiasmo, les hizo repetir la mayor parte de los números. Es mucho el aire que hechan  “aquellos tíos de pueblo” y mucha la sal y simpatía de las lindas muchachas. El Maestro Matos, alma y vida de los Coros que los lleva nerviosamente pendiente de sus dedos y de sus ojos, recibió muchas felicitaciones y aplausos. Este Placentino artista y cordial merece mucho de Plasencia.
Durante las noches de las Fiestas estuvo la Catedral iluminada con luz indirecta de todos sus contornos. Las viejas piedras se nimbaron de una luz blanca y pálida que le daban un sabor romántico de antigua leyenda. Los adornos platerescos parece adquirían una vida espectral. Vista desde los altos de la plaza de toros ofrecía su silueta un aspecto maravilloso, en medio de las sombras de la noche. En los altos capiteles, los cientos de lucecitas parecían estrellas tristes, perdidas, de un firmamento nuevo.

EN HONOR DE LA VIRGEN CORONADA


 En los días 28, 29 y 30 se celebró en la Catedral un solemne triduo de Homenaje Oficial de Plasencia y su Comarca a la Santísima Virgen,  en el que predicó el P. Rodríguez S.J. con un lleno rebosante. Después, se han celebrado Triduos en los Padres y en las tres Parroquias. Las Iglesias se vieron muy concurridas y se repartieron muchas Comuniones. Los traslados procesionales de una Iglesia a otra, a excepción de los primeros, deslucidos por la lluvia, fueron grandes manifestaciones públicas de devoción mariana.
Nos place destacar el último traslado de la Parroquia de S. Nicolás. Fue una expresión de fervor popular. El lunes por la tarde estaba movilizada la feligresía en todas sus clases sociales. Al atardecer la calle de Monroy, Ancha y Trujillo, eran una verdadera colmena. Se construían con prisa, sin alentar siquiera, una interrumpida serie de arcos. Por la calle Ancha, enorme ajetreo. Es simpática esta calle Ancha. Del nombre no tiene nada; es estrecha y larga. Aún dentro de las murallas es un pueblo en la Ciudad, tiene fisonomía propia. Las casas generalmente pequeñas y llenas de vecinos, se aprietan unas a otras, con miedo de perder su sabor y color, con la proximidad de las vías ciudadanas. El lunes estaban todos en la calle; hombres, niños, mujeres. No se podía dar un paso. Mesas, escaleras, sogas, flores, ramos, gallardetes. “Va a pasar la Virgen” decían.
Se  trabajaba febrilmente. En los balcones, luces, colchas, sábanas, mantones de Manila… yo no sé si serían artísticos los arcos. Quizás serán mejores los de Tito o Trajano o el de la Estrella. Pero estimo que la Virgen ha gozado con la expansión espontánea  y cordial de los vecinos de la calle Ancha que le han rendido un bello homenaje de fe y de amor.






Biografía:  B. O. Obispado de Plasencia .Nº 35

José Antonio Pajuelo Jiménez -Pedro Luna Reina




sábado, 16 de abril de 2022

MARIA DE ROZAS

 

MARIA DE ROZAS

 

 

Cuantas veces paseando por las calles placentinas nos fijamos en los nombres de las calles, sin saber a quién está dedicada la misma, lo leemos sin más y continuamos nuestro paseo sin preguntarnos quien era el citado personaje. Paseando por el barrio de San Juan, me quede mirando el letrero calle de María de Rozas repitiéndome: ¿cuántos placentinos sabrán quien era esta mujer?

María Gómez de Rozas Xaénz, nació en la ciudad de Plasencia, sus padres fueron Juan Gómez de Rozas natural de la provincia de Burgos, modesto bordador de la catedral. Su madre Beatriz de Xáenz natural de Trujillo, que al quedarse huérfana muy joven, viene a residir en Plasencia con sus tías.


Nuestra biografiada vino al mundo al principio de marzo de 1614, siendo bautizada el 16 del mismo mes en la catedral. Modélica fue su vida hasta el punto de conocérsela por Santa, Sierva de Dios, Venerable Madre y Santa Mujer. Así se la conocía en la ciudad pues solo se dedicaba a atender a los pobres, mendigando para los más necesitados.

Esteban Ginés Ovejero fundador del Colegio de Vocaciones, posteriormente Seminario Menor de la diócesis de Plasencia, transcribe el trabajo que dio a conocer el confesor de María de Brozas Fr. Francisco Alvín, Lector del Convento de San Francisco, insigne Teólogo, ministro Provincial de esta Provincia, registrando en esta biografía una serie de hechos de la Venerable Sierva de Dios, María de San Francisco, llamada la Rozas, Profesa de la Tercera Orden de San Francisco.

Recibió el hábito renunciando a toda riqueza mundana, de la mano del Rdo. P. Fray José de Santa Cruz, que era Guardián del Convento, vistiéndose el sayal como lo hacían los religiosos. Visitaba los hospitales asistiendo a las necesidades con gran cuidado y afecto. Barria las alcobas, hacía las camas, les daba de comer con la mayor higiene; los consolaba, y los persuadía a sufrir con paciencia las penas y los dolores, poniéndoles como ejemplo la pasión de Cristo. A veces algunos pobres no tenían lugar en los hospitales o por hallarse convalecientes o por ser contagioso el mal que padecían o incurable, para ellos se decidió en buscar remedio a su desamparo, consiguiendo una casa donde recogía a los enfermos necesitados, donación que hizo D. Francisco Zepeda

No se permitía el descanso, pasaba las noches de rodillas en ferviente oración y si el sueño podía con ella, arrimaba la cabeza a la pared, sin apartar del suelo sus rodillas, dormitaba un instante y luego se volvía al desvelo de su espiritual virgilia, así durante cuarenta y dos años, nunca tuvo más cama. Solo con un pobre hábito sobrevivía en los inviernos.


Se la apareció Jesucristo con su pesada cruz en sus hombros coronado de su guirnalda de espinas, desde entonces comenzó a sufrir fuertes dolores de cabeza reflejando el dolor de las penetrantes espinas. Había en el convento una devota imagen de Cristo con la Cruz en sus hombros, al que llamaba “El Señor con la Cruz acuestas”, solicitó al Guardián del Convento poner la luz de una lampara que ella se encargaría de que no se apagarse nunca, para ello solicitaba limosna para comprar el aceite y la mantuvo encendida durante el resto de su vida. Las diferentes apariciones reveladas en el libro de su biografía nos relatan la presencia de Jesús vestido de pobre precisamente junto a la puerta de entrada de la ermita de San Miguel junto a la Cruz Dorada. Jesús en la puerta de las cadenas en la catedral, o en la pasarela del barrio de San Juan.

La Sierva de Dios María de San Francisco, llamada la Rozas, Profesa de la Tercera Orden de San Francisco, falleció en la ciudad alfonsina el 4 de enero de 1680, dándosela sepultura en el Capítulo, entre los religiosos, que era la capilla que estaba dedicada a Nuestra Señora de los Dolores, capilla que se encontraba a la entrada de la sacristía del convento de San Francisco.

El sentimiento y la tristeza arrebató a la mayoría de los placentinos, lamentos, lágrimas y sollozos aclamaban todos a la santa.

Un canónigo puso una laude de piedra sobre la sepultura, en ella escribieron los religiosos el epitafio que sigue, que en breves cláusulas es una exactísima descripción de su vida.

 

HOCIACET IN TVMVLO

FCELIX TVMULATA

MARIA,

SANCTO A FRANCISCO

VVLGO VOCATA

ROZAS

NVLA SIBI VNQVAM.SED

ET OMNIBUS OMNIA SEMPER

TOTA DEO, CVNCTIS GRATA

MARIA MANET

 

OBIIT ANNO 1680, 4 DIE JANVARII.MANE HORA 4.

 

 

Que dice así: Yace aquí sepultada dichosamente en este túmulo, María de San Francisco, comúnmente llamada la Rozas; fue ninguna para sí, y para Dios toda, y todas las cosas para todos, y a todos agradable. Murió año de 1680 en cuatro días del mes de enero, a las cuatro de la mañana.

Todos los intentos para localizar la laude fueron infructuosos, José Benavides Checa encontró la primera parte de la inscripción sin saber actualmente donde la depositaron, en el día de hoy continuamos buscándola entre los restos del antiguo convento de San Francisco.

 

José Antonio Pajuelo Jiménez

Biografía:

 Alvin, Fray Juan. Vida de María de Rozas.1682

 Benavides Checa José. Prelados Placentinos                  

jueves, 17 de febrero de 2022

ESDIFICIOS JACOBEOS DE PLASENCIA.




EDIFICIOS JACOBEOS DE PLASENCIA
IGLESIA DE SANTIAGO 
Conociéndose esta iglesia como antigua parroquia de Santiago, situada a extramuros y en el camino de ronda de la ciudad que enlaza con la calzada de la Mesta, o camino de Castilla, que atraviesa Traslasierra, hacia el norte, por el puerto donde se halla ubicado el Santuario del Puerto, sea podido comprobar que esta iglesia fue construida exprofeso para uso del peregrinaje jacobeo.
Los clásicos signos del peregrino invaden toda ornamentación y en sus piedras encontramos labradas, conchas, calabazas, bordones y otros detalles significativos, de tal forma que esta sola iglesia nos bastaría para asegurar la importancia en estas peregrinaciones a Compostela.
Fray Alonso, en su obra, ”HISTORIA Y ANALES DE LA CIUDAD Y OBISPADO DE PLASENCIA”, editada en 1626, cita entre las parroquias la de Santiago, extramuros, hoy conocida como Santuario del Cristo de las Batallas, por darse culto a él a esta venerable imagen que, según parece, estuvo antes en la Iglesia de Santa Elena. Ante esta imagen hacían su juramento los caballeros. En esta parroquia existía la cofradía de San Gil, que pudo tener su origen en la pequeña ermita que este santo que Benavides Checa sitúa junto a la carretera del valle.
La planta de la iglesia es rectangular, con un ábside de románico muy pronunciado cubierto con una bóveda de ladrillo. Es de tres naves, que fueron edificadas en el siglo XVI por el obispo D. Gutierre de Vargas y Carvajal, cuyo escudo se ve como elemento decorativo en los entre dos de los arcos que separan las naves, alternando con otros que tienen las cruces de la Ordenes Militares, especialmente de Santiago


ESCUDOS DE LA IGLESIA DEL CRISTO DE LAS BATALLAS
Estos escudos representan unas peculiares e interesantísima rareza, a no ser expertos en heráldica nos dejan confuso en cuando a su interpretación; si bien resultan inconfundibles los atributos de peregrinos en ellos labrados.


Los escudos del obispo D. Gutierre de Vargas y Carvajal no presenta ninguna dificultad, al ser de sobra conocido por la profusión con que se encuentra en toda la ciudad y aún en toda la diócesis, dadas la gran cantidad de obras que realizo este dinámico prelado llamado también el “obispo empresario” por las empresas que acometió durante su episcopado, entre las que se incluyen las de armador de naves para el comercio de las Indias. Se aprecia claramente en estos escudos las aguas de los Vargas en un lado y la banda de los Carvajales en el otro.
De los restantes escudo los más curiosos son unos que se encuentran grabados sobre dos bordones cruzados en forma de aspa; en su centro figuran las cinco conchas de peregrino, cada una también sobre bordones cruzados; a un lado del escudo están esculpidas unas calabazas, y al lado opuesto lo que parece ser una limosnera.


Otro de estos lleva en su centro la cruz de Alcántara o Calatrava, con la flor de lis en todos sus extremos y cuatro conchas de peregrinos en sus esquinas, estando la quinta concha fuera del escudo, en la parte superior del mismo; a un lado y a otro figuran también las calabazas colgadas de sendos bordones en forma de aspa.


Otro que presenta una gran singularidad, tiene también cuatro conchas en sus esquinas y otra en la superior, igual que en anterior, pero la cruz presenta el árbol de Santiago y los brazos de los extremos flordelisados, propios de las de Calatrava o Alcántara; también están esculpido sobre dos bordones cruzados de los que cuelgan unas calabazas y una limosnera.
Tiene junto a la portada un alto relieve de Santiago peregrino, enmarcado con las llamadas “bolas de Ávila”, de tiempos de los Reyes Católicos y debajo había un limosnero.
La imagen de Santiago peregrino tallada en madera, que era titular de la iglesia, la regalo D. Juan Torrejón Barba a la parroquia de Casas del Castañar, desconociéndose su paradero actual.
En la parte exterior de los sillarejos que forman el ábside, en el atrio ajardinado y detrás de la cruz de piedra instalada en el mismo, hay dos piedras labradas en las que se encuentran esculpidas dos curiosas cabezas humanas.
Todos estos detalles habían pasado desapercibidos, se ponen al descubierto para aquellos curiosos placentinos, ya que no habían sido citados anteriormente por otros historiadores, y nos demuestran claramente que esta iglesia estaba dedicada de exprofeso al culto jacobeo y que la incidencia del peregrinaje compostelano debió de ser de extraordinaria importancia.
IGLESIA DE SANTIAGO o CRISTO DE LAS BATALLAS.
La iglesia del Cristo de las Batallas se llamó en sus orígenes, ermita de Santiago Apóstol, como lo demuestra la figura que está esculpida en la fachada principal, en la parte derecha de la puerta de entrada. Esta figura perteneció a la antigua ermita, ya que la actual surgió de una reforma casi total que se realizó en el siglo XVI.
Por la década de 1.920 se volvió a restaurar este edificio, durante las obras se llevó el Cristo a la iglesia del Salvador. El párroco que estaba en esos momentos se llamaba D. Juan Torrejón Barba, y fue un personaje muy conocido en toda la ciudad. Era este D. Juan beneficiario contralto de la catedral.
Al realizar esta reforma se quitó la imagen titular de Santiago Matamoros, y se le regaló a la iglesia de Las Casas del Castañar, a la de Medellín le regaló un Ecce Homo, y una imagen de San Juan Bautista, de buena talla, se la regaló a un amigo suyo para que la donara a su pueblo en la provincia de Alicante.
En el interior de la nave se pueden ver labrados, los escudos del obispo Vargas y Carvajal, así como la Cruz de Santiago, conchas de peregrinos, bordones, calabazas, limosneras, etc..., todos ellos relacionados con la tradición jacobea.
En una restauración que se hizo en la ermita de la Cruz (hoy Santa Elena) se sacó la imagen del Cristo, y se llevó a la ermita de Santiago Apóstol mientras durasen las obras, pero al terminarse estas, la gente de Plasencia se opuso a que se volviera a llevar el Cristo a su antiguo aposento, quizás porque la ermita de Santiago estaba mas cerca de la ciudad, o quizás porque les gustaba más verlo allí, el caso es que la imagen se quedó en la ermita de Santiago.


Debido a esto se cambiaron los nombres de la ermita de la Cruz, que al no estar el Crucifijo en ella se la puso bajo la advocación de Santa Elena.
La ermita de Santiago pasó a llamarse desde entonces ermita del Santísimo Cristo de las Batallas, y así se sigue llamando en la actualidad.
Ante esta sagrada imagen juraban los caballeros y tropas placentinas, defender la religión y la patria, cuando iban a entrar en combate contra los moros.
Las tropas placentinas entraban en combate al grito de: "PLASENCIA, POR SANTA MARIA"
Sobre esta imagen del Cristo de las Batallas hay una leyenda que dice que fue esculpida por un ángel o por el mismo Jesucristo.
También fue costumbre durante muchos años, que las mocitas de Plasencia fuesen a rezar el Credo durante treinta y tres martes delante de esta Sagrada Imagen, y así se les cumplirían sus deseos de amor.
Esta iglesia guarda una serie de santos que son muy populares entre la población, entre ellos están: Santa Rita, San Antonio, La Virgen de Fátima, Santiago, etc…
HOSPITAL DE SANTA MARÍA o DE DOÑA ENGRACIA DE MONROY
Este hospital se fundó en el año 1.300 por el placentino Don Nuño Pérez de Monroy, el cual fue abad de Santander y fue el maestro cantero Diego Díaz.
El motivo de llamarse de doña Engracia de Monroy, es porque esta señora era prima de don Nuño y propietaria del solar donde se construyó el hospital. Esta mujer vio como morían sus dos hijos en un duelo en el Puente de Nieblas. El duelo era debido a unos amoríos que se traían los hermanos.
De la antigua construcción solo se conserva el arco ojival de entrada a la iglesia. En el año 1.500 se construye la capilla, y en 1.524-1.559 sufre el hospital grandes reformas. Siempre tuvo este hospital grandes mecenas que lo mantuvieron en activo hasta nuestros días.
Se puede decir que es uno de los hospitales que más tiempo ha estado en activo, pues le faltaban muy pocos años para hacer los 700 ininterrumpidos como hospital. Hoy está destinado a varias funciones sociales, como museo, conservatorio de música etc.


Su fachada principal (Plaza de la Catedral), es renacentista, sobre la portada se ve una imagen de la Virgen, sobre ella una cruz floronada de la Orden de Santiago cantonada con cuatro veneras (conchas),por lo cual se le considera un hospital de peregrinos, y a los lados de la hornacina de la Virgen sendos escudos del linaje de los Monroy. El escudo de esta estirpe está cuartelado en cruz, en el primero y cuarto se ve un castillo de oro, y en el segundo y tercero, ondas de veros.
Además de estos escudos se pueden ver muchos más por todas las paredes interiores y exteriores de este gran edificio.
De obispos vemos los de Vargas-Carvajal, Ponce de León, Lorenzo Igual y Soria, José Gonzalez Laso de San Pedro, Fray Enrique Enríquez Manrique, Pedro Gonzalez de Acevedo.
Escudos de nobles se pueden ver los de las familias Trejo, Vargas Monroy, Carvajal, Loaysa, Paniagua etc. Tambien se ven los escudos de Plasencia y de la provincia de Cáceres.
En el año 1.802 el obispo Laso compro unas casa que estaban en la calle del Trujillo las cuales eran del Marqués de la Puebla y que habían servido de cuartel al Regimiento Provincial, adosó dichas casas al hospital dándole mucha más capacidad. En la portada de entrada al hospital por la calle de Trujillo se ve el escudo de este obispo Laso y debajo se lee una inscripción que dice así:
“A los enfermos desvalidos el ilustrísimo señor obispo don José González laso Santos de San Pedro erigió este amparo. Año de 1.802”.

Fue posiblemente albergue de peregrinos, suposición que hacemos al observar las conchas y la cruz del primitivo escudo de su puerta principal.
La suposición que se hace, es por la referencia que hace la guía Everest titulada “EL CAMINO DE SANTIAGO”, cuyo autor D. Eusebio Goicochea Arrondo dice que “acogía desde el siglo XIII a los peregrinos por una noche”
La ermita de Nuestra SEÑORA DE LA SALUD, en los manuscritos de los Collazos, padre e hijo que fueron sacristanes de esta ermita de la Salud en el siglo XVIII y que tuvieron admirable curiosidad de llevar un diario de cuanto acontecía en la ciudad, dicen que en el cuarto de los faroles de la ermita, estaba autorizado para que pudieran comer y dormir los peregrinos. Lo que se desconoce, es que si se trataba de peregrinos que fueran de visita a dicha ermita, cuya devoción data de tiempos de Alfonso VIII, o si se refería a toda clase de peregrino.

TEORIA ARQUITECTONICA
Otra de las conexiones de esta zona con el Camino de Santiago, la tenemos en la influencia arquitectónica, que se plasma en algunos de nuestros monumentos y que evidencia la relación de los constructores con las restantes ciudades de la ruta. La prueba más palpable de esta relación se constata a través de las cúpulas gallonadas que surgen a lo largo de la Vía de la Plata y que van a enlazar con el Camino Francés.


En Plasencia aparece una de estas torres, la más meridional del camino, cubriendo la Sala Capitular de la Catedral Vieja o Capilla de San Pablo y que es conocida popularmente como la Torre del Melón. Le sigue hacia el norte la Torre del Gallo de Salamanca, más al norte la Torre del Gallo de la catedral de Zamora, y por último, la Colegiata de Toro. Aparece también en la Catedral de Évora, en lo que se supone camino jacobeo portugués. Siguiendo el camino francés encontramos la más septentrional en Santa María de Angulema, en Francia.
BASE SEMANTICA
Hay lugares cuya denominación lleva el nombre del apóstol, o de algún apelativo que, directa o indirectamente, tenga aunque no sea más que una remota relación con el camino de Santiago y sus peregrinajes.
Santiago del Campo, Santiago de Alcántara, Santiago de Carvajo, Santiago de Aravalle, figuran con cierta frecuencia en nuestra geografía, habría que indagar en los orígenes de estas denominaciones.
Aldeanueva del CAMINO, al denominar a esta aldea nueva, conlleva a pensar que hubo otra más antigua, como lo demuestran los vestigios romanos allí existentes, y el pueblo que aparece a mediados del siglo XV, se le añade el calificativo del Camino, son muchos los pueblos de España que a su denominación principal unen el determinante DEL CAMINO por ser puntos que jalonaban la ruta de Compostela, el calificativo así, sin determinar de que camino se trata, hace suponer que se refiera al “ CAMINO” por antonomasia que en aquella época conducía a la tumba del Apóstol.
La tradición dice que había una bifurcación de caminos, unos continuaban por la Vía de la Plata mientras otros viraban hacia el noroeste, por la Vía Dalmacia, en dirección hacia Ciudad Rodrigo, a unirse a las peregrinaciones de Portugal

POBRES PASAJEROS
Los caminos de Santiago eran una comunicación de la mayoría de los peregrinos, era una ruta internacional, donde la lengua latina debía de ser el vehículo de comunicación oral común entre los individuos de las distintas nacionalidades. De ahí la adopción del término latino “peregrinus” para designar a los viajeros. Pero en las vías subsidiarias, aún empleándose esta denominación latina, era frecuente el uso de otra denominación castellana, derivadas de la palabra “paisaje”; así vemos con frecuencia la denominación de “paisajero”, después pasajeros Para designar a estos peregrinos.

FUENTE DE LOS ALAMITOS
En el año 1754 hubo una gran sequía, y a consecuencia de ella la fuente dejó de manar, una vez terminada la sequía la fuente siguió sin agua, ante este hecho el obispo Don José González Laso (1.766 – 1.803), mandó repararla, así como el camino viejo del Puerto.
Como curiosidad diremos que el encargado de las obras fue D. Mariano Ceferino del Pozo, alias Boquique, el cual fue capitán de los ejércitos Carlistas, y terminó siendo “bandolero” y dando nombre a una cueva y a un tipo de cerámica.


La fuente está ubicada en el antiguo camino de Castilla, punto de salida de los peregrinos que realizaban la ruta jacobea, que desde los hospitales de las Llagas o de la Merced, y el de Dña. Engracia de Monroy, una vez recuperados de sus lesiones, continuaban dicha ruta a través de este camino opcional que desde la Vía de la Plata, a la altura de Carcaboso se desviaban a Plasencia, para el descanso y recuperación de sus heridas.
Cuando sanaban de estas, se dirigían hacia la ermita de Santiago, y desde allí a la fuente y continuaban por el camino de Castilla.
Ubicada en el antiguo camino de Castilla, punto de encuentro de salida de los peregrinos que continuaban la ruta jacobea, que desde el hospital de las Llagas también conocido por Hospital de la Merced y desde hospital de Dña. Engracia de Monroy, una vez recuperados de su lesiones, continuaban dicha ruta a través de este camino opcional que desde la Vía de la Plata, a la altura de Carcaboso se desviaban a Plasencia, para el descanso y recuperación de sus heridas. Cuando sanaban de estas se dirigían hacia la ermita de Santiago, y desde aquí, comenzaban su camino hasta la fuente, y desde esta a Castilla.
Esta fuente se puede considerar como “Fuente de Peregrinos” pues lleva las “veneras” o conchas de Santiago características de las rutas jacobeas.

ALTAR DE LAS RELIQUIAS
A mano izquierda, según se entra en la catedral por la puerta de las cadenas, nos encontramos con un altar de estilo churrigueresco, aunque menos ostentoso que el de La Asunción. Este Altar de las Reliquias se construyo entre los años 1.742 y 1.747 y fue el maestro Carlos Simón el encargado de su elaboración. Esta formado por tres cuerpos y coronamiento. En este coronamiento se ve el escudo del obispo Fray Plácido Bayle Padilla, el cual fue el que lo costeó. En el centro del retablo hay una apoteosis de San Agustín, el cual tiene en la mano una torre que es la representación de la ciudad de Dios, y a sus pies se ven las herejías representadas por una mujer con los pechos al aire.


El primer cuerpo se destina a expositor de diversas reliquias (de hay su nombre), de diversos santos y mártires. Entre ellas destacaremos las de “un pedacito de la Cruz de Cristo”, “dos espinas de su corona”, una de estas espinas la adquirió la catedral a los jesuitas cuando fueron expulsados de España, la otra con un dedo de San Roque fue regalo del obispo Fray Enrique Enríquez. Así mismo se guardan reliquias de San Fulgencio, de Santa Florentina, Santiago, San Hermenegildo, y otras muchas más.
Detrás de este retablo existe una puerta prácticamente desconocida, se la denomina “Puerta de San Agustín”. No se sabe que finalidad puede tener esta puerta, ya que tras ella solo esta una de las escaleras para subir al andito o balcón interior, pero para esta misma finalidad existe otra escalera en la sacristía de mejor elaboración que es la que se usa. Podría ser que esta portada y escalera de San Agustín se realizasen primero y luego se hiciese la escalera de la sacristía, con lo cual quedo la primera sin uso. Para aprovechar el hueco de la portada se realizaría el Altar y Retablo de las Reliquias, con lo cual quedó tapada para siempre la citada portada.


La portada es de estilo muy semejante a la portada de la sacristía, y se piensa que puede datar entre los años 1.513 y 1.522. Sobre su dintel campea una venera y dentro de ella se ve la figura de Santiago El Mayor, con abundante barba y cabello, cubriendo este con un sombrero de ala.
Por estar presidida esta portada por el Patrón de España, y no teniendo nada que ver el altar y retablo que posteriormente se colocaron delante de ella (1.747), tapando así su contemplación, no parece justo que se la denomine “Portada de San Agustín”, sino que debería de llamarse Portada o Puerta de Santiago El Mayor.


Jose Antonio Pajuelo Jiménez - Pedro Luna Reina. José Gutiérrez Delgado. (fotografías)

  
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