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lunes, 30 de diciembre de 2013

EL AMA. de JOSE MARÍA GABRIEL Y GALAN. + 6 de Enero de 1905

Yo aprendí en el hogar en qué se funda
la dicha más perfecta,
y para hacerla mía
quise yo ser como mi padre era
y busqué una mujer como mi madre
entre las hijas de mi hidalga tierra.
Y fui como mi padre, y fue mi esposa
viviente imagen de la madre muerta.
¡Un milagro de Dios, que ver me hizo
otra mujer como la santa aquella!

Compartían mis únicos amores
la amante compañera,
la patria idolatrada,
la casa solariega,
con la heredada historia,
con la heredada hacienda.
¡Qué buena era la esposa
y qué feraz la tierra!

¡Qué alegre era mi casa
y qué sana mi hacienda,
y con qué solidez estaba unida
la tradición de la honradez a ellas!

Una sencilla labradora, humilde,
hija de oscura castellana aldea;
una mujer trabajadora, honrada,
cristiana, amable, cariñosa y seria,
trocó mi casa en adorable idilio
que no pudo soñar ningún poeta.

¡Oh, cómo se suaviza
el penoso trajín de las faenas
cuando hay amor en casa
y con él mucho pan se amasa en ella
para los pobres que a su sombra viven,
para los pobres que por ella bregan!
¡Y cuánto lo agradecen, sin decirlo,
y cuánto por la casa se interesan,
y cómo ellos la cuidan,
y cómo Dios la aumenta!
Todo lo pudo la mujer cristiana,
logrólo todo la mujer discreta.

La vida en la alquería
giraba en torno a ella
pacífica y amable,
monótona y serena...

¡Y cómo la alegría y el trabajo
donde está la virtud se compenetran!

Lavando en el regato cristalino
cantaban las mozuelas,
y cantaba en los valles el vaquero,
y cantaban los mozos en las tierras,
y el aguador camino de la fuente,
y el cabrerillo en la pelada cuesta...
¡Y yo también cantaba,
que ella y el campo hiciéronme poeta!

Cantaba el equilibrio
de aquel alma serena
como los anchos cielos,
como los campos de mi amada tierra;
y cantaba también aquellos campos,
los de las pardas, onduladas cuestas,
los de los mares de enceradas mieses,
los de las mudas perspectivas serias,
los de las castas soledades hondas,
los de las grises lontananzas muertas...

El alma se empapaba
en la solemne clásica grandeza
que llenaba los ámbitos abiertos
del cielo y de la tierra.

¡Qué placido el ambiente,
qué tranquilo el paisaje, qué serena
la atmósfera azulada se extendía
por sobre el haz de la llanura inmensa!

La brisa de la tarde
meneaba, amorosa, la alameda,
los zarzales floridos del cercado,
los guindos de la vega,
las mieses de la hoja,
la copa verde de la encina vieja...
¡Monorrítmica música del llano,
qué grato tu sonar, qué dulce era!

La gaita del pastor en la colina
lloraba las tonadas de la tierra,
cargadas de dulzuras,
cargadas de monótonas tristezas,
y dentro del sentido
caían las cadencias
como doradas gotas
de dulce miel que del panal fluyeran.

La vida era solemne;
puro y sereno el pensamiento era;
sosegado el sentir, como las brisas;
mudo y fuerte el amor, mansas las penas
austeros los placeres,
raigadas las creencias,
sabroso el pan, reparador el sueño,
fácil el bien y pura la conciencia.

¡Qué deseos el alma
tenía de ser buena,
y cómo se llenaba de ternura
cuando Dios le decía que lo era!

II

Pero bien se conoce
que ya no vive ella;
el corazón, la vida de la casa
que alegraba el trajín de las tareas,
la mano bienhechora
que con las sales de enseñanzas buenas
amasó tanto pan para los pobres
que regaban, sudando, nuestra hacienda.

¡La vida en la alquería
se tiñó para siempre de tristeza!

Ya no alegran los mozos la besana
con las dulces tonadas de la tierra,
que al paso perezoso de las yuntas
ajustaban sus lánguidas cadencias.

Mudos de casa salen,
mudos pasan el día en sus faenas,
tristes y mudos vuelven;
y sin decirse una palabra cenan;
que está el aire de casa
cargado de tristeza
y palabras y ruidos importunan
la rumia sosegada de las penas.

Y rezamos, reunidos, el Rosario,
sin decirnos por quién..., pero es por ella.
Que aunque ya no su voz a orar nos llama,
su recuerdo querido nos congrega,
y nos pone el Rosario entre los dedos
y las santas plegarias en la lengua.

¡Qué días y qué noches!
¡Con cuánta lentitud las horas ruedan
por encima del alma que está sola
llorando en las tinieblas!

Las sales de mis lágrimas amargan
el pan que me alimenta;
me cansa el movimiento,
me pesan las faenas,
la casa me entristece
y he perdido el cariño de la hacienda.

¡Qué me importan los bienes
si he perdido mi dulce compañera!

¡Qué compasión me tienen mis criados
que ayer me vieron con el alma llena
de alegrías sin fin que rebosaban
y suyas también eran!

Hasta el hosco pastor de mis ganados,
que ha medido la hondura de mi pena,
si llego a su majada
baja los ojos y ni hablar quisiera;
y dice al despedirme: «Ánimo, amo;
haiga mucho valor y haiga pacencia...»

Y le tiembla la voz cuando lo dice,
y se enjuga una lágrima sincera,
que en la manga de la áspera zamarra
temblando se le queda...

¡Me ahogan estas cosas,
me matan de dolor estas escenas!

¡Que me anime, pretende, y él no sabe
que de su choza en la techumbre negra
le he visto yo escondida
la dulce gaita aquella
que cargaba el sentido de dulzuras
y llenaba los aires de cadencias!...
¿Por qué ya no la toca?
¿Por qué los campos su tañer no alegra?

Y el atrevido vaquerillo sano
que amaba a una mozuela
de aquellas que trajinan en la casa,
¿por qué no ha vuelto a verla?
¿Por qué no canta en los tranquilos valles?
¿Por qué no silba con la misma fuerza?
¿Por qué no quiere restallar la honda?
¿Por qué esta muda la habladora lengua,
que al amo le contaba sus sentires
cuando el amo le daba su licencia?

«¡El ama era una santa!...»,
me dicen todos, cuando me hablan de ella.

«¡Santa, santa!», me ha dicho
el viejo señor cura de la aldea,
aquel que le pedía
las limosnas secretas
que de tantos hogares ahuyentaban
las hambres, y los fríos, y las penas.

¡Por eso los mendigos
que llegan a mi puerta
llorando se descubren
y un padrenuestro por el ama rezan!

El velo del dolor me ha oscurecido
la luz de la belleza.
Ya no saben hundirse mis pupilas
en la visión serena
de los espacios hondos,
puros y azules, de extensión inmensa.

Ya no sé traducir la poesía,
ni del alma en la médula me entra
la intensa melodía del silencio
que en la llanura quieta
parece que descansa,
parece que se acuesta.

Será puro el ambiente, como antes,
y la atmósfera azul será serena,
y la brisa amorosa
moverá con sus alas la alameda,
los zarzales floridos,
los guindos de la vega,
las mieses de la hoja,
la copa verde de la encina vieja...

Y mugirán los tristes becerrillos,
lamentando el destete, en la pradera,
y la de alegres recentales dulces,
tropa gentil, escalará la cuesta
balando plañideros
al pie de las dulcísimas ovejas;
y cantará en el monte la abubilla
y en los aires la alondra mañanera
seguirá derritiéndose en gorjeos,
musical filigrana de su lengua...

Y la vida solemne de los mundos
seguirá su carrera
monótona, inmutable,
magnífica, serena...

Mas ¿qué me importa todo,
si el vivir de los mundos no me alegra,
ni el ambiente me baña en bienestares,
ni las brisas a música me suenan,
ni el cantar de los pájaros del monte
estimulan mi lengua,
ni me mueve a ambición la perspectiva
de la abundante próxima cosecha,
ni el vigor de mis bueyes me envanece,
ni el paso del caballo me recrea,
ni me embriaga el olor de las majadas,
ni con vértigos dulces me deleitan
el perfume del heno que madura
y el perfume del trigo que se encera?

Resbala sobre mí sin agitarme
la dulce poesía en que se impregnan
la llanura sin fin, toda quietudes,
y el magnífico cielo, todo estrellas.

Y ya mover no pueden
mi alma de poeta,
ni las de mayo auroras nacarinas
con húmedos vapores en las vegas,
con cánticos de alondra y con efluvios
de rocïadas frescas,
ni éstos de otoño atardeceres dulces
de manso resbalar, pura tristeza
de la luz que se muere
y el paisaje borroso que se queja...,
ni las noches románticas de julio,
magníficas, espléndidas,
cargadas de silencios rumorosos
y de sanos perfumes de las eras;
noches para el amor, para la rumia
de las grandes ideas,
que a la cumbre al llegar de las alturas
se hermanan y se besan...

¡Cómo tendré yo el alma,
que resbala sobre ella
la dulce poesía de mis campos
como el agua resbala por la piedra!

Vuestra paz era imagen de mi vida,
¡oh, campos de mi tierra!
Pero la vida se me puso triste
y su imagen de ahora ya no es ésa:
en mi casa, es el frío de mi alcoba,
es el llanto vertido en sus tinieblas;
en el campo, es el árido camino
del barbecho sin fin que amarillea.

... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

Pero yo ya sé hablar como mi madre,
y digo como ella
cuando la vida se le puso triste:
«¡Dios lo ha querido así! ¡Bendito sea!»


"SEMBRANDO INQUIETUDES"


jueves, 31 de octubre de 2013

CORRALES DE COMEDIA. Datos para la Historia.

Corrales de Comedias en Plasencia
Todos los años hasta finales del siglo XIX, llegaban a Plasencia, como a tantas otras ciudades, cómicos ambulantes que durante una temporada de verano recreaban a los vecinos con representación al aire libre en los patios o corrales que, si no tan famosos  como el de ” la Pacheca” madrileño, eran suficientes para romper la monotonía de la vida provinciana.
Francisco Ricci, el pintor de los cuadros del Retablo Mayor de nuestra Catedral, había sido uno de los decoradores del teatro Regio Alcázar de Madrid para festejar el cumpleaños de la Reina D.ª Mariana de Austria a poco de celebrar su matrimonio con Felipe IV, entusiasta y decidido protector de esta clase de espectáculos que dieron tanta veces pié a las habladurías de los mentirosos de la Corte y, más de una, lugar a efectivos tropiezos del Monarca.
Pero por entonces aún no había llegado a nuestra ciudad el avance del decorado y no pudieron por ello, en ninguno de los requerimientos hechos a Ricci para la composición de los cuadros del Retablo, invitarle o lucir sus habilidades en este otro campo, a la sazón tan nuevo.
También aquí, como en tantos otro lugares, la creación de los Patios de Comedia obedeció en su principio  a motivo de beneficencia pública  y durante muchos años los ingresos que tales espectáculos dejaban, deducido el beneficio de la Compañía, engrosaron los recursos del Hospital de D.ª Engracia de Monroy, ampliado después con pastoral esplendidez por el gran Obispo Laso que evoluciono al antiguo Hospital Provincial.
Uno de estos Patios o Corrales para representaciones cómicas, llevadas a cabo por profesionales “de la Lengua”, estuvo en parte de lo que es hoy la Plaza de Abasto sin que nos atrevamos asegurarlo de manera definitiva pues los documentos de la época que hemos vistos se limitan a decir que estaban enfrente de la Iglesia de San Esteban.
Era su Patrono el Ayuntamiento de la ciudad y a él se dirigían en respetuosa  instancia los autores “como entonces se llamaban” de la Compañía cómica que deseaba actuar y con el Ayuntamiento concertaban el número de representaciones, el precio de las entradas y el beneficio para el destino específico del corral o Patio de Comedias. Las representaciones comenzaban a las dos de la tarde y en las entradas se distinguían la común, la de medio Teatro, la de Teatro entero y Palcos principales.
Las frecuentes alusiones a escándalos políticos y administrativos de índole nacional y las desvergüenzas de lagunas comedias obligaron a los cuidadores de la cosa pública a exigir la previa lectura de las obras que habían de representarse y a la implacable censura de los trozos escabrosos.
Sin embargo, cómicos y cómicas se permitían improvisar chistes y ocurrencias que después degeneraron en verdaderas chocarrerías  y escandalosa obscenidades que eran replicadas con igual desenvolturas por los gamberros de la época.
A últimos del siglo XVIII la Compañía que arribó a Plasencia y que dirigía el Sr. Corcuera se encontró en la ciudad de Plasencia con un Alcalde dispuesto a que las mas recatadas damas y pudorosas doncellas pudieran asistir  a las representaciones del Patio de Comedias sin tener que ruborizarse ante los aterimientos de algún desconocido actor o alguna desvergonzada.
Concede el permiso que se solicita de treinta representaciones, pero toma enérgicas medidas para evitar los abusos.
A través del barroquismo de la literatura de aquel tiempo se deja adivinar que en más de una ocasión había burlado en sus loables previsiones al Alcalde por lo que esta vez extrema los detalles y manda fijar a la puerta del Corral, después de leído por el pregonero en las plazas de la ciudad, un Bando, del que son los párrafos siguientes:
Prohíbo seria y rigurosamente a todos los actores el que se desvíe de la letra de sus respectivos papeles usando en la expresión de caprichos arbitrarios bajo el pretexto de graciosidades mal concebidas impropias de la pieza e indecentes en un acto de tan grave circunstancias. E igualmente les prohíbo que se presenten en el foro con vestidos deshonestos”.
“Prohíbo a los espectadores la infracción del profundo silencio que debe haber en las representaciones y se prohíbe todo hecho, dicho y libertades contrarias al objeto, a la moralidad cristiana, al decoro,  modestia, decencia, gravedad y subordinación que deben reinar en las funciones públicas”.
Terminaba confirmando:”que los que quebrantasen las disposiciones “con los procedimientos correspondientes a su caso, clase y circunstancias y en general con quince días de prisión de la que saldrían  con las custodia necesaria a los trabajos públicos”
Las mismas penas se imponían a los que osaren a remover el Bando de sitio en que estaba fijado.
Posteriormente y con vida ya mas lánguida hubo otro Corral de Comedias en una Travesía de la calle Cartas y otro en el Patio del que había sido el Convento de San Francisco.
La afición al teatro, el cambio de costumbre y el deseo de poder disfrutar de espectáculos de esta índole en todas las épocas del año y en las horas de la noche llevó a la construcción en Plasencia de teatros techados como fue en su tiempo el Teatro Romero, y posterior mente el Teatro Sequeira y Alcazar.

José Antonio Pajuelo Jiménez - Pedro Luna Reina.




domingo, 13 de octubre de 2013

PATRIMONIO OLVIDADO. I.-

AJUAR FUNERARIO ISLAMICO
De las muchas piezas de arqueológicas que han sido encontradas en el suelo plasentino, fueron la de carácter islámico, las dos aras en inscripción árabe halladas, una muy cerca de la Torre Cuadrada de la plazuela de la Catedral, junto con una mano de Fátima de metal y una pinza para el moco del candil. Sabemos que las salvo D. Emiliano Mirón dirigiendo las obras de la casa inmediata a la iglesia de las Dominicas, terrenos de la ancha plazuela de la Catedral. (Foto 1). Es una pieza granítica de 55 cm. De alto, de la baja Edad Media y con inscripción con caracteres “neskhi” que por su sencillez, termino por sustituir plenamente a la cúfica.
Otra ara estaba formando parte del edificio que fue la posada de las Tres Puertas, y posteriormente Banco de Extremadura, situado en la calle del Sol (foto 2). Esta posee una inscripción en caracteres cúficos en unos de los lados, mientras que en los lados contrarios se encuentra una decoración con una cenefa de tipo funicular. Da la impresión de ser una pieza reutilizada de otra anterior visigoda o romana. La grafía cúfica tiene su origen en Siria, en la ciudad de Kufa, se trata de una escritura distinguida.
Para muchos autores la representación de la mano completa de Fátima (Foto3), posee un amplio poder para el MAL DE OJO, bajo la expresión <HAMSA FI AINEK> o , que puede traducirse por CINCO EN UN OJO O SOBRE UN OJO.
También goza de sumo crédito su poder como amuleto contra el de más temido, de los males, el último mal que según el proverbio berebere: VACIA LAS CASA Y LLENA LAS TUMBAS. De aquí que la mano de Fátima aparezca tantas veces protegiendo las puertas o entradas de las casas.
La mano de Fátima (al hamsa), es una mano de cinco dedos, que representa según algunos historiadores los cinco pilares de la fe: la declaración de fe (shahada); la oración cinco veces al día (salat); la limosna lega (zakat); el ayuno (Ramadán); la peregrinación a la Meca al menos una vez en la vida (hach).
Traducción del Ara: Enviado/ de Dios/ no hay victorioso (o ganador) / sino el Dios. Esta frase no sería coránica, sino de un rey granadino de la época nazarí.
¿Donde se encuentran? Como muchas otras, posiblemente arrinconadas y olvidadas, con lo fácil que seria ubicarlas en algún lugar donde se recogiera todo el Patrimonio disperso en manos de muchos placentinos

Jose Antonio Pajuelo Jimenez -Pedro Luna Reina

miércoles, 26 de junio de 2013

FRANCISCO LORENZANA Y BUTRÓN

Francisco Antonio de Lorenzana y Butrón (León22 de septiembre de 1722 - Roma,17 de abril de 1804), cardenal, historiador, liturgista y humanista ilustrado español, hermano del deán de Zaragoza y obispo de Gerona Tomás de Lorenzana.
Biografía
Tras completar sus estudios en el colegio jesuita de su ciudad natal, entró al estado eclesiástico y alcanzó una canonjía en Toledo. Desde el 5 de junio de 1765 al 14 de abril de 1766 asumió el obispado de Plasencia, (no de Palencia, como más de una vez se ha escrito erróneamente). De ideología acentuadamente regalista, impulsó la expulsión de los jesuitas en 1767. Desde el 14 de abril de 1766 al 27 de enero de 1772 asumió el arzobispado de México, donde desplegó una energía y capacidad de trabajo tales que se hizo tan famoso como temido, sobre todo por los conventos de monjas, cuyos estatutos intentó reformar, y por los jesuitas, contra los cuales chocó desde el principio. Supo conjugar la fe católica con el reformismo ilustrado e intereses sociales e incluso científicos.
Recogió y publicó las actas de los primeros concilios provinciales de México en 1555,1565 y 1585: Concilios provinciales, I, II, III, de México (México, 1769-70). En 1771 él mismo convocó el cuarto concilio provincial mexicano, que comenzó el 13 de enero y terminó el 26 de octubre. Desafortunadamente sus decretos, que envió a Madrid para ser confirmados, no fueron aprobados por los monarcas ni por el Papa y quedaron sin publicar. También se dedicó a la historia profana escribiendo y anotando prolija y eruditamente una Historia de la Nueva España, escrita por su esclarecido conquistador Hernán Cortés (México, Joseph Antonio de Hogal1770) que incluye la primera edición mexicana de las Cartas de Relación de Hernán Cortés, con importantes mapas y ampliaciones con textos de Lorenzo Boturini Benaducci y fray Agustin de Betancourt. Fomentó también la elaboración de gramáticas indígenas, proyectos de urbanismo y diversas excavaciones y estudios relacionados con las antigüedades mexicanas, y produjo varios catecismos para párrocos y niños.
El infatigable arzobispo volvió a España en 1772 para colocarse a la cabeza de la archidiócesis de Toledo hasta el año 1800 en que renunció al puesto en teoría por razones de salud, si bien la causa verdadera eran sus conflictivas relaciones y roces con el valido Manuel Godoy. Allí reunió una gran biblioteca que hizo pública en 1771 y levantó un apropiado y funcional edificio para la misma. Formó una colección de 379 incunables, cerca de mil manuscritos de los siglos XI al XIX y más de 100.000 libros impresos entre el siglo XVI y el XIX, que constituyeron el núcleo de la Biblioteca Pública del Estado en Toledo, integrada en 1998 en la actual gran Biblioteca de Castilla-La Mancha.
Buscó y preparó la edición de los antiguos escritores hispano latinos toledanos, que apareció publicada al fin bajo el título SS. Patrum Toletanorum opera (Madrid, 1782-93). Asimismo preparó la edición del breviario gótico del rito mozárabe, Breviarium Gothicum  (Madrid,1775), y del misal mozárabe Missale Gothicum (Roma1804). En las introducciones a estas ediciones discurre con gran erudición sobre liturgia mozárabe. Mandó realizar las llamadas Descripciones o Relaciones de Lorenzana (1784), un cuestionario de catorce preguntas al que debían contestar los vicarios, jueces eclesiásticos y curas párrocos del arzobispado para recabar información de todo tipo sobre la archidiócesis, sobre aspectos tan variados como los sistemas de cultivos, las limitaciones climáticas, la comercialización de los productos, la bondad de sus aguas o la enfermedad más común que se sufría en su pueblo, entre otras informaciones fundamentalmente de naturaleza geográfica. El manuscrito con las respuestas se conserva en el Archivo Diocesano de Toledo. Y junto al interés por el presente de su diócesis, sintió casi el mismo por su pasado medieval: quiso editar las obras de primitivos autores cristianos toledanos venerados en Toledo, como San EugenioEulogioSan Ildefonso y Julián de Toledo, pero también recuperó el Manus fortis de Maimónides, mostrando así su multiculturalismo. La ingente tarea fue posible gracias a la colaboración de importantes eruditos, como su bibliotecario Pedro Manuel Hernández, el padre Enrique FlórezFrancisco Pérez BayerFaustino Arévalo o Francisco de Santiago Palomares. Consciente del espíritu de su siglo, Francisco Antonio de Lorenzana creó también un gabinete de historia natural y un museo de antigüedades (durante su estancia en México reunió una interesante colección de objetos etnográficos procedentes de los indios de California, cuadros de mestizaje pintados en Puebla de los Ángeles, piezas de cerámica de Tonalá (Guadalajara) y bateas de Michoacán, que trasladó a Toledo, desde donde se dispersaron por diferentes instituciones españolas). Por otra parte, encomendó al académico alicantino Ignacio Haan la construcción de un nuevo edificio para la Real Universidad de Toledo, el hoy llamado Palacio del Cardenal Lorenzana, y la rehabilitación del Palacio Arzobispal, así como la construcción del Hospital del Nuncio Nuevo y la Puerta Llana de la catedral. La Biblioteca Arzobispal, de gran importancia y abultada por los fondos exclaustrados de los jesuitas, se vio enriquecida con el Fuero Juzgo. Entre 1794 y 1797 fue nombrado Inquisidor General.
Fue asimismo un gran mecenas y protegió y alentó en Roma los proyectos del jesuita expulso, filólogo y humanista extremeño Faustino Arévalo, muy parecidos a los suyos, y le tuvo como secretario hasta su muerte. Al acaecer la misma, Arévalo pronunció su elogio fúnebre. En gran parte la edición de Arévalo de las S. Isidori  Hispalensis Opera Omnia (Roma, 1797-1803) se debió a su empeño personal.
Su labor social fue memorable, aunque sus sucesores no supieron estar a la altura del formidable impulso que dio a estas empresas; fundó dos hospicios, en Toledo y Ciudad Real, en los que además se instruía a los menesterosos en faenas para que se ganaran la vida con una idea típicamente ilustrada de los beneficios que reporta la caridad activa. Acogió a los religiosos franceses emigrados por la Revolución francesa.
Fue nombrado cardenal el 30 de marzo de 1789 por Pío VI y tras participar en el cónclave tras su fallecimiento (1799-1800), renunció a su arzobispado y acompañó al antiguo cardenal Chiaramonti y nuevo Papa Pío VII a Roma y allí permaneció hasta su muerte. En 1801 fundó una nueva Academia Católica en la Ciudad Eterna. A su muerte nombró como herederos suyos a todos los pobres. Su sepulcro está en Roma, pero fue trasladado a Ciudad de México.
En la sala capitular de la Catedral de Toledo se conserva el retrato del cardenal, realizado por el pintor Zacarías González Velázquez.
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