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viernes, 17 de diciembre de 2021

Detalles de los azulejos de la ermita de la Virgen del Puerto.


EL PORTAL DE BELÉN


En el portal de belén 
hay estrellas, sol y luna 
la Virgen y San José 
y el niño Dios en la cuna.

Pastores venid

        pastores llegad          
        adorad al niño 
       adorad al niño 
      que ha nacido ya. (bis) 

Ábreme tu pecho 
ábreme tu corazón 
que hace mucho frío afuera 

y allí solo hallo calor. 

      Pastores venid 
      pastores llegad 
      adorad al niño 
     adorad al niño 
     que ha nacido ya. (bis) 

Al niño miró la Virgen 
a la Virgen San José 
al niño miran los dos 
y se sonríen los tres. 

     Pastores venid 
     pastores llegad 
    adorad al niño 
   adorad al niño 
   que ha nacido ya. (bis) 

No sé si será el amor 
No se si serán mis ojos 
mas cada vez que te miro 
me pareces más hermoso. 

      Pastores venid 
      pastores llegad 
    adorad al niño 
    adorad al niño
    que ha nacido ya.





                                                "CREANDO CULTURA"

martes, 30 de noviembre de 2021

El ministril SIMÓN HERRERA


A finales del siglo XVI y comienzo del siglo XVII, la práctica de la música instrumental se hace frecuente en los templos de España. Muchas de nuestras catedrales cuentan con numerosos músicos que tocan instrumentos principalmente de viento, llamados “ministriles”. Uno de los instrumentos más frecuentes era “el bajón”, nombre que antiguamente se daba en España al fagot y que tenía por objeto duplicar una de las voces humana, acompañando así a los cantores. Tal era el oficio de Simón de Herrera, ministril bajonista en nuestra catedral de Plasencia. Y era tal la identificación del bajón con los cantores que el Cabildo intervino más de una vez para aclarar que el bajón tenía derecho a percibir “los percances” (emolumentos económicos) que percibían los cantores siempre que actuaba con ellos, sin dejar de percibir en este caso “los percances” de los mismos ministriles. (Vid. J. López Calvo.-la música en el Barroco.pag. 151. Oviedo 1977).

Así el 18 de agosto de 1598 ordenó el Cabildo, tratando de las obligaciones del ministril bajonista Simón Herrera “que las veces que tañeren en fiestas sus compañeros del dicho Herrera, le den parte sus compañeros de la ganancia”. (Acta libro 18, bis, fol-141 vº).
Por los datos que hemos comprobado, Simón Herrera era un músico muy competente dentro de las diversas ramas del arte musical. En varias ocasiones es designado por el Cabildo para formar parte de los tribunales de las oposiciones a la plaza de organista de nuestra catedral. Veamos un ejemplo: en el año 1598 tienen lugar unas oposiciones al cargo del organista en; se presentan Alonso Gómez y Luis Bustamante, organistas respectivamente de las Catedrales de Ciudad Rodrigo y Coria. Con fecha del 18 de Agosto del mismo año se adjudica la plaza a Alonso Gómez, mientras se rechaza la Plaza a Luis Bustamante. Formo parte del tribunal examinador el maestre de capilla y Simón Herrera. En verdad no fueron muy cordiales las relaciones entre el nuevo organista y el Cabildo al que Alonso no dejo de molestar por las diferencias de sueldo en las que siempre le dio gusto el cabildo. Pero la cosa llegó a tales extremos que a los pocos meses, el día 10 de diciembre del citado año 1598, hubo que despedirle, marchando de nuevo Alonso Gómez a Ciudad Rodrigo.
Simón Herrera será ahora el sustituto del organista. Por estos servicios pide Herrera aumento de sueldo, cosa lógica y natural. El Cabildo accede a la petición. “Pidió por petición Simón Herrera, ministril, atento sus servicios y lo que ha servido al órgano, le mandasen haber algún aumento. Mandaron consultar doscientos reales, que sirva al órgano hasta que se provea y que el Cabildo tenga consideración a lo que se pide”. (A. C. lib 17, fol.61). Dato curioso: al botar esta decisión se encuentra ausente por estar preso el Arcediano de Trujillo, don Juan Blázquez de Cáceres y enfermo el maestro de Capilla, Antonio Ordoñez, de ilustre familia de músicos y que debió tener parentesco con un famosísimo Pedro Ordoñez cantor Pontificio. A dicho maestro de capilla el Cabildo profesó verdadero aprecio.




De nuevo la actuación de Simón de Herrera toma parte en un tribunal de oposición y organista. ”Habiendo entrado por orden del Cabildo Simón Herrera y Gabriel Fernández, ministriles, y dicho su parecer cerca de la suficiencia de Francisco Sánchez, organista que había venido de Talavera…ordenaron que se vuelva a examinar al dicho organista al día siguiente”.(A.C. lib.cit.fol.389 vº).Sucedía esto el 14 de mayo de 1605 en el que se recibe como organista a Francisco Sánchez, que lo había sido antes en Talavera de la Reina. Hay que mencionar a otro celebre ministril Gabriel Fernández del que nos habla con mucha frecuencia las actas capitulares.
Como un eterno comodín, vemos unos años después a Simón Herrera como maestro de la capilla en nuestra catedral-El 17 de octubre de 1614, estando cerca la fiesta de todos los Santos,” mandaron que el secretario escriba a Simón Herrera, maestro de capilla, este aquí para la víspera de todos los santos sin faltar a ejercer su oficio”. (A.C. lib.19 fol.336). Digna remuneración al no menos digno servicio. De esta manera pagaba el Cabildo a quien se esforzaba en servir el culto catedralicio con tanta competencia y fidelidad.
Datos obtenidos del Canónigo de la Catedral, Prefecto de Música. Román Gómez Guillen.



Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina.

                                                                "CREANDO CULTURA"




jueves, 11 de noviembre de 2021

FRANCISCANOS DESCALZOS DE VALSORIANO, SAN ROQUE Y TABLADILLA

FRANCISCANOS DESCALZOS DE VALSORIANO, SAN ROQUE Y TABLADILLA
ORIGENES DE LOS FRANCISCANOS

La Orden Franciscana es fundada en el año 1208 en Asís, Italia.
Su fundador se llamaba Giovanni Bernardone Pica, conocido posteriormente como san Francisco de Asís. (1182-1226)
En el año 1210 se dirigen a Roma y consiguen que sea aprobada la Regla de la Orden.

(Pergamino de la Regla Franciscana)

La idea del fundador era la predicación por caminos y ciudades sin tener en cuenta el crecimiento de la orden.
Viviendo todavía san Francisco, se dieron los primeros problemas de la orden debido a las diversas formas de entender el camino a seguir dentro de la Iglesia.
Aprovechando la estancia de Francisco en Oriente, los dos vicarios que había dejado a cargo de la orden, Mateo de Narni y Gregorio de Nápoles, se apresuraron a convocar un Capítulo especial que dictó varios estatutos destinados a dar un carácter más monástico a la Orden.
A su vuelta, Francisco intentó volver a imponer sus ideas, pero los frailes no eran ya aquel primer grupo de 12 hermanos; ahora hacía falta una organización para facilitar el gobierno de la naciente orden y, por lo tanto, triunfaron las ideas de los vicarios.
El gran enfrentamiento entre los franciscanos fue siempre el entendimiento de la pobreza.
Recordemos la película del Nombre de la Rosa, donde en la abadía se celebraba una reunión de varias órdenes para decidir si el manto que llevaba Jesús de Nazaret era suyo, pues esto justificaría el derecho a tener bienes propios.
Diversas bulas pontificias habían distinguido entre propiedad y uso de bienes, sin llegar a dar un resultado concreto.
Ante este problema la Santa Sede acordó que la propiedad de los bienes franciscanos sería de ella y la Orden solamente tendría el uso de los bienes.
Según pasaban los años los frailes conventuales fueron relajándose en el cumplimiento de su regla, lo cual dio lugar a que surgieran reformistas que abogaran por seguir la Regla de san Francisco más estrictamente.
Estos reformistas consiguieron separarse de los Conventuales y pasaron a llamarse Observantes. Fueron reconocidos en el Concilio de Constanza en el año 1415, y su separación total se realizó cuando el Papa Eugenio IV los entregó las bulas “Vinea Domini” y Ut Sacra” en el año 1446.
Dentro de la rama observante se volvieron a suceder separaciones, dando lugar a los Reformados, Descalzos o Alcantarinos, Recoletos y Capuchinos.

FRANCISCANOS EN PLASENCIA

La llegada a Plasencia de los Franciscanos Conventuales, aunque no está documentada, se realizaría en el siglo XIII, estando aun vivo san Francisco. Estos conventuales tuvieron que abandonar el convento en el año 1566, por una orden de Felipe II. El convento pasó a manos de los Observantes de la provincia franciscana de san Miguel, los cuales estuvieron en el hasta la Desamortización.

LOS DESCALZOS EN PLASENCIA

La llegada de los Descalzos a Plasencia y la fundación del convento de san Miguel de la Florida se realizan en el año 1519. Estos primeros frailes pertenecían a la provincia de san Gabriel. La idea de fundar un convento descalzo en la ciudad, debió de partir de personas de la misma, los cuales viendo la mala imagen que daban los Conventuales de san Francisco, decidieron llamar a estos reformistas.
La finca donde se fundó el convento se llamaba de Valsoriano, y era propiedad de doña Mencia de Carvajal, dicha propiedad consistía en un terreno no muy grande en el cual había un palomar. La zona se llamaba “Las Viñas de Calzones”, (hoy la Florida y el Espartal).
Por parte de los franciscanos se hizo cargo de la donación fray Ángel de Valladolid, el cual era Provincial de los Descalzos de la provincia de san Gabriel.
Una vez recibida la propiedad, construyeron una pequeña casa donde estuvieron por espacio de cinco años, hasta que se terminó el nuevo convento, siendo su guardián fray Francisco de la Zarza.

El mecenas principal de la construcción del convento fue don Fadrique de Zúñiga, primer Marqués de Mirabel. También recibieron donaciones del Concejo de la ciudad, de varias familias de la misma y del pueblo de Malpartida de Plasencia, al cual acudían los frailes todas las semanas a pedir.

La construcción de este nuevo convento no fue bien vista por los Conventuales de san Francisco, los cuales pleitearon con los Descalzos para impedir su asentamiento en la ciudad, aunque no lo consiguieron.
En el año 1524 se inaugura el nuevo convento de san Miguel, nombrando guardián del mismo al padre fray Francisco de Fregenal. El convento lo solían habitar entre dieciocho y veinte frailes, lo cual significaba que era uno de los grandes de la provincia y que los recursos económicos eran bastante buenos.

En el convento de san Miguel estudiaban los frailes, Teología, Artes y Gramática.
Las relaciones con el Cabildo Catedral fueron siempre muy buenas, acudiendo los Descalzos a pedir ayuda cada vez que lo necesitaron y siendo siempre bien atendidos por los canónigos. Tal era la relación entre los frailes y canónigos, que se depositaron en el archivo de la catedral todos los documentos importantes del convento, para estar más seguros.
Si las relaciones con el Cabildo eran buenas, no lo eran menos con el Obispo don Gutierre Vargas de Carbajal, el cual mediante un breve del Papa Clemente VII fue nombrado defensor de la Provincia de san Gabriel de los Descalzos. Este breve se fechó en Roma el cuatro de mayo de 1526.


HOSPITAL DE LA CRUZ O DE SAN ROQUE

A principios del siglo XVI vivían en Belvis de Monroy un matrimonio formado por don Francisco de de Valencia y su esposa doña Beatriz de Trejo Álvarez.
Este matrimonio quiso fundar un hospital de pobres junto al Monasterio de Yuste, pero al no llegar a un acuerdo con los frailes del mismo, se decidieron a realizarlo en Plasencia.
Don Francisco dejó a su mujer como su heredera usufructuaria, con la condición que al morir doña Beatriz se realizara con sus bienes el dicho hospital.
Una vez muerto don Francisco, doña Beatriz se trasladó a vivir a Plasencia, y en el año 1550, comenzó a construir el hospital de pobres, el cual se puso bajo la advocación de san Roque.
La fundadora, temiendo morir antes de haberlo terminado, nombro patronos del mismo a los Justicias y Regidores de la ciudad.
Y así sucedió, pues doña Beatriz murió el día 2 de diciembre de 1556, y el hospital no se terminó hasta el año 1558.
Como no estaba terminada la capilla del hospital, a doña Beatriz la enterraron en la ermita de santa Elena, hasta poder trasladar sus restos a la nueva capilla. Fue enterrada con el hábito de san Francisco y con la camisa de los cofrades de la Vera Cruz.
El primer maestro de obras del hospital y la capilla, fue Baltasar Botello, vecino de la ciudad. Este maestro fue el que hizo el sepulcro de don Francisco de Valencia. A su muerte continuó el maestro arquitecto Francisco Rodríguez el cual las terminó.
El hospital estuvo en servicio de la ciudad hasta el siglo XIX, y con la desamortización pasó a manos particulares.


ENFERMERIA DE LOS DESCALZOS

Cuando enfermaban los frailes de Valsoriano, tenían que desplazarse a la ciudad para ser atendidos en los hospitales de esta.
Muchas veces sucedería que estarían varios enfermos y repartidos por los distintos hospitales, con lo cual sería muy oneroso para la Orden el cuidado de los mismos.
Ante este hecho, doña Beatriz de Trejo pidió permiso al Concejo de la ciudad para hacer una enfermería en las afueras de la ciudad, concretamente al lado de la capilla del Hospital de san Roque o de la Cruz.
Esta enfermería sería solamente para los frailes descalzos de Plasencia y de los pueblos de los alrededores, como el de Santa Cruz de Tabladilla, en Navaconcejo, el de Nuestra Señora de los Ángeles, en Ovejuela, el de Santi Espíritu de Valdearrago, en Robledillo de Gata, y el de san Marcos de Altamira en Casar de Palomero.
Doña Beatriz dejó dicho en su testamento como quería que fuese la enfermería de los Descalzos:
“mando e pido por merced a los señores patronos e a mis albaceas que en acabándose de hacer la capilla del mi hospital (de la Cruz), se hagan luego inmediatamente una pieza alta y baja con su chimenea y recogimiento en ella, y esta mando que sean para que se curen cuando estén enfermos los frailes Descalzos de la provincia de san Gabriel, y que en estas piezas no se puedan aposentar ni curar su no fueren ellos, e porque más recogidos estén, es mi voluntad que no se aposenten en ella nadie aunque sea religioso ni clérigo y mando que todo lo que fuera menester para sus enfermedades se les dé, ansí de médico como de barbero como de botica, como de comida, e todo servicio e cosa necesaria sin que haga falta de la renta que yo dejo al dicho hospital, y esto mando que se haga para siempre jamás, pues que son pobres como los que en dicho hospital se han de curar, y quiero que estas dos piezas se hagan a un lado de la capilla hacia Santiago (hoy Cristo de la Batallas), no quitando la casa alta ni baja de los pobres, donde la dejo trazada porque quiero que allí se haga; e las piezas susodichas se harán acomodándose e tomándose parecer con el guardián que fuere del Señor San Miguel de esta ciudad, e han de quedar en el dicho aposento una ventana en la misma pared de la capilla para que los dichos frailes enfermos puedan oír Misa e quiero que el mayordomo que fuere del dicho Hospital tenga cargo de reparar las dichas piezas e ansí suplico a los Señores mis patronos que fueren se lo manden hacer a costa de la hacienda del dicho hospital e porque no les anden tratando ni usando la ropa e vasos e otra cosa de la enfermería que será menester que tengan los dichos frailes todo como dicho tengo, es mi voluntad que las llaves de las dichas piezas las tenga el guardián que fuere del Señor San Miguel, e dejo que se hagan con su acuerdo las dichas piezas por que no las hagan de manera que excedan su estado y estén los dichos frailes desconsolados e ruego a los padres que allí se curaren que me encomienden a Dios a mí e a Francisco de Valencia mi marido, pues siempre fuimos sus devotos y los tuvimos por hermanos e quiero y es mi voluntad que todas las vedes que fuere menester reparar las dichas piezas se reparen a costa del dicho hospital e ansí ruego a los dichos patronos que lo manden”

En este testamento podemos apreciar que la enfermería estaba unida a la capilla del hospital, e incluso se abrió una ventana para que los frailes pudieran asistir a los actos litúrgicos que se celebrasen en ella. Esta ventana se puede ver hoy en el callejón que separa dicha capilla del edificio frontero.

Como vemos, los frailes descalzos de Valsoriano tenían que acudir a la ciudad cada vez que estuviesen enfermos, haciendo un recorrido de media legua, es decir, unos dos kilómetros y medio. Aunque no era una distancia excesiva, si lo era muy gravosa para los frailes mayores, y mucho más en invierno con lluvia. Así mismo varios frailes se tenían que quedar en la enfermería para atender a los enfermos, con lo cual el convento se resentía por falta de miembros.

Ante estas dificultades, se plantearon trasladar el convento a las afueras de la ciudad. Para ello, en el año 1568, se realizaron las primeras tentativas. Don Martín López de la Mota, Regidor de la ciudad, su esposa doña Isabel Rodríguez, y su hermano que era Racionero de la Catedral, se ofrecieron para construir el nuevo convento.
También se ofrecieron para edificar el convento los señores de la Oliva, don Juan de Vargas y su esposa doña Inés de Camargo.
Diversas dificultades hicieron que se demorase el dicho traslado, entre ellas la oposición de los Franciscanos Conventuales de san Francisco, así como la de varias familias importantes de la ciudad.
En el año 1581 lo intentan de nuevo, consiguiendo que el obispo don Andrés de Noroña les consiguiese la licencia, y además les entregó la ermita de san Cristóbal, la cual estaba a la salida del puente de Trujillo.
El Guardián del convento de san Miguel, fray Mateo de Herrera, tomó posesión de la misma a primeros de enero de 1583.
En el año 1584, la señora de la Oliva, doña Inés de Camargo, había enviudado y volvió a ofrecer 4.000 ducados para el nuevo convento. Aunque se acepto la oferta, no se pudo llevar a cabo pues antes de la entrega del dinero murió doña Inés, quedando todo en simples palabras.
En 1589 otorga el Consistorio de la ciudad la licencia para hacer el convento, y dona unos terrenos junto a la Fuente del Moro, quedando dentro del terreno la dicha fuente. La extensión donada era de 80 varas en cuadro, lo cual equivaldría a unos 5 o 6 mil metros cuadrados.

Pero los frailes rechazaron este emplazamiento alegando que la fuente no tenía bastante caudal para el uso del convento y la huerta y que sería muy problemático su asentamiento sin garantía de agua.
Otro nuevo sitio fue el que ofreció la familia Carvajal en el año 1604, el cual estaba a mano derecha saliendo por la Puerta del Sol, es decir, en lo que hoy se conoce como avenida de Alfonso VIII. En esta ocasión se llegó a cortar la madera para iniciar las obras. Los patronos serían don Pedro de Carvajal, obispo de Coria, sus hermanos don Alonso de Carvajal, capellán mayor y limosnero de su Majestad, y don Diego de Carvajal, tesorero de la Catedral de Plasencia.

A pesar de haber hecho escrituras de patronazgo los descalzos lo rechazaron alegando otra vez que tendrían escasez de agua.
En 1627 se había terminado un convento con su iglesia cerca de la Puerta de Berrozanas. Dicho convento lo habían edificado don Francisco Rodríguez Cano, y su esposa. Este convento estaba destinado para ser habitado por monjas, pero unos problemas con la comunidad hacia que no se ocupara el edificio.

Ante los problemas que les planteaba la nueva ubicación del convento, los frailes aceptaron la invitación de don Francisco para ocupar el edificio, y así lo hicieron. Pero pronto surgieron las complicaciones, pues un grupo de personas influyentes de la ciudad se quejó que fueran los patronos personas particulares, y no la ciudad. Ante esto el Concejo les retiró la licencia que antes les había otorgado, a pesar de que los frailes pidieron a las autoridades que se les diese una casa donde poder vivir hasta que se terminara su nuevo convento. El Ayuntamiento respondió que no tenia medios para mantener un edificio, pues la situación económica era muy deficiente. Y así, después de estar tres meses en el convento de la Puerta de Berrozanas se tuvieron que volver al antiguo convento de las Viñas de Calzones.

Viendo que pasaba el tiempo y no se solucionaba el problema de la ubicación, decidieron aceptar el sitio que les había ofrecido doña Beatriz de Trejo junto a la enfermería de la Puerta del Sol.
Y por fin, en el año 1641, el Domingo de Resurrección, consiguieron hacer el traslado del Santísimo al nuevo convento, y abandonar el viejo de Valsoriano.
En total se tardaron más de 70 años en construir el convento de san Miguel de la Puerta del Sol.

CONVENTO DE LA SANTA CRUZ DE TABLADILLA

El convento de la Santa Cruz de Tabladilla está situado al borde de la carretera nal. 110, cerca del pueblo de Navaconcejo, al lado de una garganta que se llamó antiguamente de la Fuente del Barbaldo, hoy se la conoce como garganta “Las Angosturas”.
La fundación del convento data del año 1540, siendo su fundador don Lope de la Cadena y su esposa doña Mencia de Carvajal. El sitio donde se construyó el convento era una finca del matrimonio fundador, la cual se la conocía por el nombre de Tabladilla.
Esta finca había sido comprada por sus abuelos a un labrador de Piornal. "Éste tenía en aquel sitio algunas viñas, olivares y naranjos, y vivía en una casa muy pequeña, fabricada y compuesta solo de tablas, de ahí el nombre de Tabladilla”.

El convento se construyó para los franciscanos descalzos, y era tanto el deseo de los fundadores de tenerlos con ellos, que habilitaron una pequeña casita que había en la finca para que se instalaran los frailes en ella.
Las obras del convento duraron dos años. Una vez terminado se le denomino como convento de la Santa Cruz de Tabladilla. El nombre de Santa Cruz viene porque doña Mencia era sobrina del cardenal don Bernardino de Carvajal, el cual tenía el título de Santa Cruz de Jerusalén, y para honrar a su tío se le llamó así.

Fue uno de los conventos de descalzos más pobre de la Provincia, y cuentan que a pesar de ser tan pobre, tuvo una de las mejores bibliotecas de su época. Esta biblioteca la regaló el fundador al convento, ya que la había heredado de cardenal don Bernardino de Carvajal, el cual fue obispo de Plasencia desde el 20 de agosto de 1521 hasta el 13 de diciembre de 1523.

Una vez terminado el convento, se hizo la entrega oficial del mismo a los frailes, siendo el encargado de recibirlo san Pedro de Alcántara, el cual era el Provincial en esa fecha.
Además de los fundadores, tuvo como mecenas a muchas personas de la ciudad, destacando entre ellas a los canónigos Pedro Martín y Francisco de Carvajal, este último era hijo de los fundadores.

Entre las dádivas recibidas destacó un relicario con un trozo del Lignum Crucis, con lo cual el convento ganó en fama, pues las reliquias representaban el poder para las iglesias que las poseían.

Con estas espléndidas ayudas los frailes casi no tenían que salir a pedir para su sustento, dedicando su tiempo al estudio y la oración.
Los fundadores del convento quisieron ser enterrados en la iglesia del convento: uno al lado del Evangelio y el otro al de la Epístola. Con la condición de que no se les pusiera ninguna lápida ni escudo. Cosa que su hijo Francisco incumplió ya que les puso lápidas y escudos sobre sus sepulturas, y él se enterró en medio de sus padres.

A finales del siglo XVIII (1793), se hace el Interrogatorio de la Real Audiencia, y en el cual se puede leer:

“En el territorio de esta villa de Navaconcejo, a distancia de media legua cerca de ella hay un Convento de Religiosos Descalzos de Nuestro Padre San Francisco de la Provincia de San Gabriel, nominado Santa Cruz de Tabladilla, cuya mantención y subsistencia pende de la limosna que piden y reciben de este pueblo y los demás de la guardianía, el número actual de religiosos que hoy tiene es el de veinte y tres y el de su fundación no podemos dar razón fija, solo podemos informar que jamás hemos conocido en este convento tan corto número de religiosos, sin que en él se enseñe facultad alguna pública ni privadamente”.
A este convento le afectó la exclaustración, teniendo que abandonarlo los frailes en el año 1835. Los objetos de culto fueron entregados al obispado de Plasencia, y de la iglesia se hizo cargo el párroco de Navaconcejo.
De los libros del convento se hizo una relación en la que figuraban, ciento diez y siete volúmenes en folio y forrados en pergamino. Doscientos cuarenta y dos de diferentes tamaños y de distintos idiomas, y un legajo con cuarenta y cuatro cuadernos de bulas y privilegios.
Pascual Madoz en su Diccionario Histórico Geográfico (1846-1850) dice del convento que ya está abandonado y en ruinas.
En la actualidad la finca donde estaba el convento se llama “la Casería”. Todavía quedan algunos restos de la iglesia del convento pegados a nuevas edificaciones destinadas al negocio de las casas rurales.

FABRICA DE SAYALES DE NAVACONCEJO

Uno de los problemas que se encontraban las autoridades franciscanas, era la compra de tela para los hábitos, ya que el tinte era distinto en cada lugar de fabricación, con lo cual parecían ser de distintas órdenes por la variación de la tonalidad del color.

Ante esto, pensaron hacer una fábrica de paños para uso de los frailes. Al principio se pensó en el pueblo de Tornavacas, pero se opusieron los vecinos alegando que les iban a hacer la competencia a las dos fábricas de paños que había en el pueblo.
Entonces se pensó en hacerla en Cabezuela del Valle, y así estuvieron varios años en este pueblo, aunque tenían el inconveniente de vivir los frailes en dos casas muy pequeñas y no poder reunirse todos para los rezos y oficios religiosos.
Por estos años había muerto el cura de Navaconcejo, el cual dejaba una buena y amplia casa muy bien situada, por lo cual los frailes decidieron comprarla. Después de vencer las reticencias de las autoridades del pueblo, se instalaron en él y estuvo funcionando muchos años la fábrica de sayales de los franciscanos.

El Real interrogatorio del año 1791, dice:
“En este pueblo no hay fabrica alguna de seda o lana, solo hay la de lienzos, reducida a las telas precisas para el surtimiento de las ropas interiores de los vecinos; ni se juzga combeniente establecerla por que en el tiempo que habia en esta la fabrica del sayal de los Religiosos Descalzos de Nuestro Padre San Francisco de esta provincia no se esperimento utilidad en los vecinos, antes si un conocido atraso en las haciendas por falta de operarios, debiendo escitarse hoy mas esta labor por la falta de los castañares, cuya tierra es preciso reducir a cultura.”
Hoy en día la casa pertenece al Ayuntamiento y se dedica a diversas actividades, pero todavía se la conoce en el pueblo de Navaconcejo como “La Fábrica”.

Pedro Luna Reina - Jose Antonio Pajuelo Jiménez.

                                                                       "CREANDO CULTURA"









domingo, 31 de octubre de 2021

PLASENCIA 1926 .DATOS PARA LA HISTORIA.


LA GRAN FIESTA DE LA ENTREGA Y LA JURA DE BANDERA.
En las primeras horas de la mañana del viernes 5 de marzo de 1926, unas grandes camionetas arribaron a la Plaza “Reina Victoria”, atiborradas de tablas y tablones…
Poco después, unos laboriosos e inteligentes obreros empezaron a serrar y martillear sin reposo….La gente les contemplaba con un poco de asombro…Allí, metro en la mano y croquis ante la vista, había un director menudito y modesto, insignificante, acaso, para cualquier extraño…. Y, no obstante, se trataba de Julián Serrano…
¡Julián Serrano!.. Este hombre humilde, con su traje de luto y su gorrita cortés, este placentino eminente, de un talento colosal para cualquier empresa, este querido y admirado industrial que tanto honro a sus paisanos, se dispuso a levantar el altar y las tribunas para la graciosa fiesta proyectada…y gratuitamente! así como suena!...como si se tratase de pagar una sencilla copa de Anís del Mono.
En el Teatro Sequeira, el público ya estaba un poco nervioso. Se aproximaba el momento. Los semblantes reflejaban una extraordinaria animación. Se sabía de la llegada de ilustres representaciones; de la fiesta en proyecto…
En  la noche del citado viernes, a modo de iniciación y vanguardia, tuvo lugar en el teatro Sequeira, con un lleno rebosante, al función anunciada en honor al Excmo. Capitán General de la 7ª Región, Jefes y Oficiales y Soldados  del Batallón Gomera Hierro.
Se represento en primer término, la famosa comedia de los Quintero “El Nido” y en segundo lugar el famoso juguete cómico de Vital Aza “Ciencias Exactas”. Actuaron maravillosamente las señoritas Pepa Parrera, Dolores Benito, María Luisa Lumeras, Trinidad Andrada, Amelia Martínez, Lola Marques e Isabel Sequeira y los Señores D. Valentín Macías, D. Augusto Macías, D. Saturnino Casado, D. José Diez, etc.
Todas esta simpáticas y bellas señoritas y todos esto cultos y respetables caballeros realizaron una labor estupenda entre la admiración constante del numeroso público, hechizado  realmente ante tanta propiedad, arte e ingenio.
Para terminar el acto, no dejaremos de mencionar a todos los muchachos del Batallón con su admirable Director D. Julián S. Mayoral a la cabeza, entonaron magistralmente, dos veces consecutivas la Canción del Soldado entusiasmando al cónclave.

Llegada del Capitán General.

En la tarde del sábado, llegaron a Plasencia el Sr, Gobernador Civil D. José García Crespo y el Sr. Gobernador Militar de la Provincia D. José García Sevilla, este ultimo acompañado de su distinguida esposa Dª Sagrario de Dueñas.
A las siete llego en automóvil el Excmo. Sr. Capitán General de la Región, con sus ayudantes, siendo recibido en la plaza de la Reina Victoria por una compañía del Batallón, que le hizo  los honores al compás de la Marcha Real y entre un continuo estallar de petardos y cohetes. El gentío era importante… En la misma noche, la Banda del Batallón le hizo un homenaje ante su alojamiento, domicilio de la Sra. Madrina Dª María Morales de García Rodríguez Arias.

El día Grande.
Y amaneció el día grande, jamás se vio un día azul y tan hermoso, ni se respiro un aire primaveral, tan halagüeño y grato. Las tribunas ya estaban levantadas y adornadas con frisos multicolores, banderas y gallardetes- Los balcones cubiertos de telas de colores variadísimos. El gentío imponente, los forasteros innumerables, la ansiedad inmensa, el orden completo, este orden pasmoso que el buen pueblo placentino sabe reservar para tales casos, este orden pasmoso que le buen pueblo placentino sabe reservar para tales casos.
Cuando los balcones, ventanas y azoteas eran racimos humanos y hormigueros las tribunas y el altar, preciosamente dispuesto por las bellas damas era un prestigio de color, de belleza y armonía presidido por la Purísima Concepción, emblema augusto y maternal del Arma de Infantería, fuerte gallardo, uniforme, airoso y resonante desemboco por la calle Zapatería el Batallón Gomera-Hierro con sus veteranos y  reclutas y en vistoso y matemático movimiento se situó en lo alto de la Plaza, llevando enfrente a la bandera vieja, bendito y noble símbolo del honor, de la lealtad y del patriotismo de los que tantas veces contemplaron. Todo el mundo con muy rara excepción, se descubrió al paso. Muchos sintieron en el fondo del alma un poco de tristeza ante aquel sagrado paño que, como viejo y caduco de fecunda vida, iba a ceder su puesto a la eterna y briosa juventud, fragante primavera.
Poco a poco llegaron las Autoridades, el Prelado, el Capitán General, los Sres. Gobernadores Civil y Militar y el Sr. Alcalde… y al minuto La Madrina, ataviada con la clásica mantilla y con un gusto exquisito. Llegaba emocionada y sonriente, gentil y hermosa  de su bellísima Corte de honor, las heroínas de la fiesta,  Srtas. Adelaida Delgado, Concha Barona, María Luisa Lumeras, Trinidad Andrada, Soledad Andrada, Amelia Martínez, Lola Márquez, e Isabel Sequeira, monísimas, atrayentes, un poco ruborosas ante la magnitud del cuadro. Preciosas niñas que han ambulado días tras día, de casa en casa con un sereno y fuerte sentir patriótico, implorando entre sonrisas la dádiva generosa de sus paisanos; a sabiendas de que si el motivo no fuera excelso, su prestigio bastaría para el triunfo.

La Misa.

Oficiada por el Capellán del Batallón D. Hilario Gómez comenzó la misa ante un pueblo no acostumbrado a esta solemne ceremonia. A la hora magna de la eucaristía, resonaron los compases  de la Banda Militar y bajo aquel sol extremeño, ante tanto color, tanto respeto, tanta cordial ofrenda y multitud tan oprimida y ansiosa, producía una impresión de grandeza inenarrable. Las dos Banderas frente  a frente, como dos ensueños de pujante gloria, las notas del clarín  taladrando la piel de los sentires.
El escalofrío les crispaba, y el sacerdote elevando la Hostia Santa y todas las frentes como todas las armas se rendían.

 El Himno.
A continuación los niños de las escuelas públicas, llevando infinidad de gallardete y sus directores a la cabeza, cantaron primorosamente, al compas de la Banda del Batallón el conmovedor e inspirado himno a Plasencia.

La bendición y la despedida a la vieja insignia.

Acto seguido, el Ilmo. Prelado bendijo la nueva bandera solemnemente revestido. La noble insignia  se hallaba en manos del Sr. Alcalde que la entrego a la Madrina, colocándose frente a la vieja y entonces el digno Capitán leyó emocionado la siguiente y cordialísima despedida:
“”! Adiós ¡ ¡ Sacrosanta bandera, Emblema bendito del la Madre Patria! ¡Adiós!.
En el nombre de Dios, Creador de la Patria, a la cual representas; en el nombre del poder religioso que te bendijo; en representación del poder militar, a quien comunicaras valor, alivio y consuelo y finalmente, en nombre de todos los ciudadanos que a tu paso y vista se descubrieron inclinaron reverentes, pronuncio con dolor la oración de despedida: ¡Adiós Bandera!.
Envejecida, quedaras en lugar retirado, más siempre digno y seguro. Un Museo o una sala de estandartes de un Cuartel, Casa predilecta de la Patria, será el lugar de tu reposo. Impregnada como estas de aroma que exhalan los objetos religiosos, ni serás destruida ni sufrirás menoscabo. Seguirás siendo el objeto predilecto de las hondas ternuras de nuestra alma.
Pronunciada esta despedida, llena de efluvios de amor, fue retirada la venerable insignia con toda solemnidad al Ayuntamiento, destocándose a su paso, justo es decirlo todas las cabezas.

Discurso de la Madrina.

De la mano del Sr. Alcalde recibió la madrina la nueva bandera y entonces la distinguida dama, que tan merecida y notablemente ha ejercido su patriótica misión, leyó el siguiente discurso, que por su propia sinceridad, altezas de miras,, impecable corrección y entrañable patriotismo, nos dispensas de todo comentario:
“ La representación que ostento en este acto solemnísimo, que constituye para mi un verdadero honor que agradezco a la comisión organizadora, me obliga, al haceros entrega de la enseña de la Patria, que con el mayor entusiasmo y por suscripción popular os dona este día la Ciudad de Plasencia, a manifestaros, haciéndome interprete de los sentimientos de los donantes y en especial de toda mujer placentina, que nunca agradeceremos bastante el hecho de que nuestro Augusto Monarca, primer soldado español, espejo de valientes y modelo de caballeros, se halla dignado a aceptar nuestra ofrenda, para poder orgullece nos legítimamente desde el día de hoy, sabiendo que los pliegues de la bandera, en los que van nuestro amor de madres y cariño de esposas, han de cobijar y defender en todo momento a los soldados de nuestro Batallón querido.
Abrigamos la seguridad más completa de que, como soldados de la Patria, no necesitáis de acicate para defender esta bandera; puesto que vuestra dignidad y vuestro honor siempre estuvieron a su lado, como descendientes de aquellos héroes que constituyeron nuestra nacionalidad e hicieron de este suelo el modelo de los estados cristianos; como hermanos y parte integrante que sois de los que tan altos están poniendo con sus heroísmos el nombre de España en los campos de África, en lucha enconada contra los enemigos de la religión y de la Patria.
 Pero si algún aliento necesitáis en vuestras empresas, contad con que las mujeres que os hacen esta entrega como españolas que son, cuyo sinónimo es el de las mujeres católicas, siempre os admiran; porque  no desconocen que una de las mayores virtudes, que como todas vienen del cielo, es el verdadero amor patrio; porque no se les oculta que nacisteis al pie de la Cruz que clavo Pelayo sobre los riscos de Covadonga, que vuestro primer nombre fue el de soldados cristianos y que a  los ojos de Dios la sangre vertida en defensa de la Patria, tiñe la purpura real que han de vestir los héroes en el cielo.
Únicamente os pedimos en este momento en que vais a recibir la que es ya vuestra bandera que conscientemente y con todo corazón griten conmigo; Viva España, Viva el rey, Viva el Ejercito.

Respuesta del Sr. Teniente Coronel.

“El pueblo de Plasencia da  en este solemne momento una prueba de su cariño al Ejercito regalando esta esplendida Bandera  que lo guarnece y yo, en su nombre hago publico nuestro agradecimiento.
Pero no se conforma con el mero hecho de regalarla, con ser grandioso por lo que significa la unión de un Pueblo con su Ejército, sino para dar el máximo realce al acto, elige a unas de sus hijas como Madrina, el símbolo de la grandeza, en su historia en sus virtudes, el de la belleza de la campiña y del cielo en su rostro.
Me ha cabido la honra de ser el primer Jefe desde que el Batallón vive entre vosotros  y es, aseguro que, el cuartel que nos aloja es y será siempre, no solo un centro de enseñanzas militares, sino también de virtudes cívicas que bien pronto se dejaran sentir en toda esta simpática comarca; porque están cimentadas en una férrea disciplina y un santo amor a la Patria y a la Bandera.
Ante todo el pueblo como testigo, reiteramos nuestro Juramento de defender esta Bandera hasta perder la vida, y si en alguna ocasión la Patria necesitase de nuestro concurso, os prometo que esta preciosa Enseña, se vería rodeada de una aureola de gloria digna del Pueblo que la regala. ¡Viva España!,! Viva el Pueblo placentino!.

Discurso del Sr. Gobernador Civil.

El digno Jefe del Batallón, recibida la bandera, la entrego al Abanderado Teniente  D. Francisco Ausin  y dirigiéndose a la tropa, pronunció la arenga reglamentaria y poco después de los vítores entusiastas de los soldados y publico, a su voz cortada y marcial se hizo una descarga qué resonó en los oídos como un presagio venturoso.
Ante el altar y frente al público pronunció un brillante discurso alabando a las glorias de España. Su cálida frase, llena de ardor y vida, caía sobre nuestro espíritu alentador y noble, avivando los entusiasmos ante el oportuno glosario de patrióticas estrofas. Honró al ejército y a la patria con gran elocuencia y tuvo para el pueblo placentino y para su historia conceptos de una elevación insuperable.
La Jura y el desfile.
Colocada la bandera en su puesto y pronunciadas las frases reglamentarias por el Sr. Comandante Mayor y el Sr. Capellán, se verifico el acto de la jura de bandera y la espada del Jefe y después tornaron a desfilar correctísimos,  de dos en dos, bajo la seda amarillo y roja que brillaba entonces ante el sol con todo su prestigio.
Habla  el Capitán General.
Se dirigió  a la tropa y pronunció su breve discurso paternal y patriótico. “Ante la generosidad de este honrado pueblo os pido y mando que respetéis como caballeros a sus nobles hijas y tratéis a sus hijos como hermanos, puesto que unas y otros, os ha recibido con el alma abierta y finalmente han rematado su proverbial cortesía, con la donación de esa bandera que ha de ser en lo sucesivo símbolo perenne de vuestras glorias. Elogió con efusivas frases al querido Jefe D. José Zabala (2), presentándole como modelo  de militares activos y pundonorosos y refrendando su sinceridad le dio un cordial abrazo ante la tropa que irrumpió en entusiastas vítores.

El Desfile.

Y a continuación el desfile grandioso, rítmico, incomparable. Una voz de mando y con un solo hombre para acatarla, se desgranó uniformemente la masa y antes las  emocionantes exclamaciones de la muchedumbre. Las notas del airoso pasodoble, el estallar de las bombas y el murmullo de una brisa perfumada, allá desapareció la santa insignia con sus hijos a la retaguardia, o mejor dicho con los soldados y todo el pueblo de Plasencia.

Festejo y comida de la tropa.

Ya en el cuartel la madrina siempre sonriente y sus damas y todas las autoridades, hubo un convite en el Cuarto de Banderas rumboso en extremo se comió de todo y se bebió  de todo, como en el día "de marras". Satisfecha la víscera,  acudieron al comedor de la tropa vistosamente engalanado.
El menú de la tropa fue el siguiente: sopas de menudillos, merluza a la española, ternera a la jardinera y ensalada rusa. No faltaron los puros, coñac

La becerrada.

El lleno fue rebosante, como jamás se había visto, parte por el entusiasmo patriótico y parte por el altruismo de los empresarios. Se lidio en primer término un becerrete peludo y cobardón que dio motivo a un charlots  simpático para entretener al público. Fue muerto sin pena ni gloria por el soldado Julio Hernández.
El segundo era formidable para el menester que se pretendía. El primer espada, un poco resentido por el primer tropiezo, tuvo que renunciar a extender la partida de defunción y en vista de ello, nuestro paisano antes dicho, tomó los arreos, le largo cuatro pases de trinchera...militar, catorce y medio molinetes, seis de rabo a rabo, uno natural, otro contra natura, y por fin le dio en la medula y el becerro pego un bote y renunció a la vida.

La fiesta rumbosa

Empezó al amanecer en el magnífico domicilio de D. Francisco Morales y Dª Sofía de la Calle padres de la Madrina.
Al acto concurrieron  el Excmo. Capitán General, el Ilustrísimo Prelado, los Excmo. Sres., Gobernador Civil y Militar de la Provincia, la comisión organizadora, todas nuestras autoridades y numerosos amigos particulares. En total más de ochenta comensales.
Cortesía, elegancia, cordialidad, buen gusto y esplendidez fueron las constantes notas que imperaron.
Se sirvió el té en tres amplios salones adornados con todos los refinamientos y comodidades inimaginables.
En la gran mesa principal hubo dos presidencias. Una la  del Ilmo. Prelado que tenia a la derecha a la Sra. del Capitán General y Sr. Gobernador Civil y a su izquierda a Dª Sagrario de Dueñas de G. Sevilla y Sr. Teniente Coronel del Batallón D. José Zabala.
La otra Presidencia la del Excelentísimo Sr. Capitán General, a su derecha la Madrina Dº María Morales de G. Rodríguez Arias, y Sr. Alcalde José Martín Torés y a su izquierda Sra. del Teniente Coronel y Comandante D. Enrique Salas.
En los restantes salones se hallaba repartida la mocedad con directores de banda sabiamente colocados para el caso. Se sirvieron con una abundancia propia dulces finos, sándwiches, medianoches, fiambres variados y exquisitos vinos de todas las marcas, prevaleciendo el Jerez, el Málaga y superando todo el Champagne ese néctar para alegrar la vida hasta a las del las personas abstemias, café, licores, habanos.
La distinguida familia de Francisco Morales, D. Rafael  G. Rodríguez Arias y su esposa, la Madrina incitaban entre sonrisas y finezas, el trato fraternal era idéntico para todos…!jamás una copa vacía!...En una palabra, se hermanaron la más  cumplida corrección con júbilo justificado.
Brindaron al final el Prelado, el Capitán General, el Gobernador Civil y el Sr. Teniente Coronel y, al requerimiento de todos pronunció un breve discurso, culto y admirado Juez de Instrucción de Plasencia D. Felipe Uribarri. Su fama de orador conocida y pregonada, se consolidó en tal hora de un modo  definitivo. Enalteció a Plasencia manifestando que hoy han descollado, como siempre ,sus dos sentimientos sociales: la religiosidad y el patriotismo, los dos grandes resortes de la moral verdadera y cívica. Se mostro orgulloso  de ejercer el cargo en este pueblo, tan caballero, tan efusivo y tan noble y tan leal de tan augustas tradiciones. Elogia a cuantos habían intervenido a la grandiosa escena especialmente a la Madrina Dª María Morales de G. Rodríguez Arias.
Dirigiéndose al ejército en frases de elocuencias y sinceridad insuperables, dijo que todos se debían de orgullecer  de él, porque ha sido grande en sus victorias y más todavía en sus derrotas. Terminó dando vítores a España. A Plasencia y al Ejército.
Por fin acabo el acto y desde aquel punto y hora los elogios merecidos, la plena justicia ante tan gallarda muestra de cariño a Plasencia y a su Batallón, han volado de boca en boca para que sirva de satisfacción imperecedera a la distinguida dama que entregó con sus blancas manos, en una hora de sol prometedor la bendita enseña de la patria.

OTROS DETALLES.
Hemos de ofrecer  a la consideración a todos los placentinos, para que su gratitud perdure, la labor intensa continua y entusiasta de la brillante Banda del Batallón que, dirigida con acierto insuperable por su digno Director D. Julián Sánchez Mayoral ha lanzo al viento sus vibrantes notas durante dos días y a todas horas…Jamás la pericia y la fortaleza se pusieron a prueba como en esta ocasión memorable. Vino a Plasencia destinado a este Batallón en 1926, compuso el Himno del Batallón de Cazadores de Montaña la Gomera-Hierro, con letra de D. Pedro Sánchez Ocaña, que hace alusión al lema relacionado con la ciudad de Plasencia, “El Pueblo agradable al Hombre y a Dios”.
Estando en Plasencia publicó un artículo en el “Boletín Musical” de Córdoba, analizando el mal estado en que se mostraban las bandas musicales en el aspecto organizativo y artístico, y haciendo propuestas para mejorarla, algunas de las cuales se llevaron a la práctica posteriormente.
En la noche del domingo hubo bailes muy concurridos en el “Circulo Placentino “y en el” Nuevo Club” como remate del día.
Por parte de los Jefes y Oficiales, tomaron el acuerdo de regalar a la Sra. Madrina una hermosa placa de plata con inscripción alusiva, al Ayuntamiento un artístico pergamino evocador de su actuación admirable y a D. José Diez, organizador de la obra, alma de la empresa que tanto se ha afanado hasta el momento del triunfo, un reloj de oro con el nombre del Batallón y la fecha memorable.
Las hermosas y distinguidas señoritas que han formado parte con el Sr Diez la comisión organizadora, se las felicito por su perseverancia  y por su gran éxito. Merecedor se hizo también a esta gratitud a D. Pedro Sequeira, que ofreció gratuitamente su Teatro para la representación del viernes anterior a la fiesta, así como también lo hizo para la función inicial que se organizó para recaudar fondos con destino a la bandera donada.
La Bandera vieja del Batallón, fue trasladada al museo de Armas de Infantería existente en Toledo.

José Antonio Pajuelo Jimenez. 
   

                                                            "CREANDO CULTURA"











viernes, 24 de septiembre de 2021

LA CAPILLA DE SAN PABLO

    Antigua Sala Capitular, hoy llamada Capilla de San Pablo.

Unida por una puerta y dos ventanas al lado este del claustro se halla unas de las piezas arquitectónicas más notables de la catedral. Se trata de una capilla dedicada a San Pablo, antes utilizada como Sala Capitular y Sacristía.
Esta construcción, aneja al claustro, por donde tiene su entrada, es de planta cuadrada, su fábrica de sillería granítica y forma un cuerpo aparte, entre los varios que constituyen la catedral. Vista por el exterior, sigue la forma cuadrada hasta unos dos tercios de su altura, donde se eleva la cubierta. Muestra en esta parte por cada lado, de los que solamente son visibles el del mediodía y el de levante, una terminación en tímpano o gablete, en el que aparece esculpida una cruz cuyos brazos están adornados con octifolias, y debajo del tímpano se ven dos arcos apuntados, ‘florenzados” y con capiteles lo mismo, en el lado del mediodía, de una ventana gemela hoy tapiada. Corona todo esto una aguda pirámide de diez y seis lados cubierta de escamas de piedra y festones florenzados en las aristas, sirviendo de remate una bola gallonada en forma de melón, por lo que el pueblo conoce a esta cúpula como la Torre del Melón.. Sirven de complemento a esta cubierta sobre los ángulos de la parte cuadrada y entre los dichos frontones cuatro torrecillas cilíndricas adornadas con arquerías baquetonadas coronadas por sendos casquetes cónicos. La fisonomía de este conjunto recuerda el de la conocida Torre del Gallo de a catedral vieja de Salamanca, indicando pertenecen ambas a la misma escuela artística. Una ventana que se ve en el lado del saliente es sin duda una perforación posterior, hecha cuando se tapó la ventana gemela que hay encima.
La portada, que como queda indicado da al claustro, muestra la disposición corriente y típica de las de todas las salas capitulares de los monasterios románicos; fórmenla tres arcos, de los cuales el central es la puerta y los laterales fueron ventanas, hoy cerradas; los tres arcos son apuntados y el central, único en e! que aparecen visibles las robustas archivoltas, conservan en sus aristas labor florenzada. Igual adorno se ve en las ventanas.

En su interior el recinto mide 7,55 metros por 8’25. Su cuatro muros están adornados cada uno con cuatro arcos apuntados de archivoltas florenzadas. A la cubierta piramidal corresponde en el interior una cúpula o bóveda cónica gallonada y nervada, de dieciséis lados sobre un cuerpo octógono de dieciséis ventanas, hoy cegadas, de medio punto sobre columnillas, en las que apoyan también los nervios de la. Cúpula y que están sustentadas por ménsulas, estándolo la linterna por trompas, que reducen el cuadrado de a planta a octógono. Los dichos capiteles y ménsulas llevan ornamentación vegetal. Es lástima que por estar enjalbegada la capilla y desfigurada por el tabicado de ventanas y otros detalles no sea posible contemplar en toda su belleza esta muestra románica de la arquitectura románico—ojival del siglo XIII, en la que se conserva a tradición bizantina de la cúpula gallonada que se conservó en a región salmantino—zamorana del reino de León. Sobre este particular ha escrito e! señor Lamperez, en la monografía que hizo de este monumento. Pertenece al tipo de la cúpula orientales del que las catedrales de Salamanca y Zamora y la colegiata de Toro son ejemplares famoso. El de Plasencia es una imitación directa de ellos: es la prueba de una corriente arquitectónica transmitida desde la cuenca de! Duero a la del Guadiana a través del paso natural del puerto de Béjar, y es mi nuevo argumento en pro de las influencias bizantinas directas que, como hemos señalado en otro lugar, actuaron sobre la arquitectura española en los siglos XI y XII y que se caracterizan por las linternas con cúpulas gallonadas, cuyo empuje se contrarresta por torrecillas cilíndricas exteriores.

Tan sólo añadiremos que el monumento placentino como lo indica bien la mezcla de elementos románico-bizantinos y ojivales es obra hecha sin duda en el siglo XIII. Según noticia, que el señor Benavides comunicó al señor Lampérez, esta capilla tuvo su entrada por un pórtico que debió unirle a la catedral anteriormente a la construcción del claustro. Se dice que el autor de esta obra fue Gil Cuellar autor de otra obra en Trujillo.
Encontramos hoy en su interior, presidiendo la capilla y colocada sobre un pedestal moderno, la imagen de la Virgen del Perdón con el Niño en sus brazos, maravillosa obra del siglo XIII, gótica en piedra de cantería, de una sola pieza y de dos metros de altura, policromada con posterioridad.
Adornan el recinto ocho cuadros de los siglos XVI al XVIII en los que destacan un San Juan de Caravagio, otro de Rizi, dos de San Jerónimo y la Magdalena (de la Escuela Sevillana) y un San Jerónimo anónimo del siglo XVI.
Esta capilla esta siendo sometida a diversas restauraciones para devolverla su esplendor original-

José Antonio Pajuelo Jiménez- Pedro Luna Reina

                                                                             "CREANDO CULTURA"

domingo, 5 de septiembre de 2021

LOS ORGANEROS FABRI EN LA CATEDRAL PLACENTINA.

LOS ORGANEROS FABRI EN LA CATEDRAL DE PLASENCIA.- SIGLO XVII

         Es un tema interesante hablar de los organeros que en el de curso de los siglos pasaron por nuestra Catedral y que no puede omitirse al tratar de los órganos de la misma.
         Nos ocupamos en este artículo de Horacio y Juan Francisco Fabri, organeros de origen napolitano, que se afincaron por esta región durante algún tiempo. Los documentos que hemos visto no señalan la clase de parentesco entre Horacio y Juan Francisco Fabri, pero tenemos sólido fundamento en afirmar que se trata de padre e hijo, como en otras muchas familias de organeros.
Horacio Fabri. Sabemos de él que en 1595 construyó un órgano para el Monasterio de Santa María de Monjas Jerónimas de Trujillo, tristemente desaparecido. De Horacio Fabri tenemos una referencia en los documentos del archivo catedralicio donde aparece como organero y que data de año 1602. “Oracio Fabri, mandaron busca una escritura que dice la parte de Oracio Fabri que entregó al Cabildo en resguardo de la fianza que dio y obligaron que hizo de que el realexo de esta Sancta Iglesia en cinco años no haría vicio, la cual escritura era de ciertos maravedís que de un órgano le deben en el Losar y cometieron el Sr. Racionero Alonso Paniagua en los papeles del Sr. Racionero Cristobal Sánchez que esté en el cielo, lo haga buscar y hallándose le traiga para el primer Cabildo”. Como vemos, bajó en el Realejo de la Catedral, aparte de un órgano que construyó para la parroquia en El Losar (Archivo Catedral, Actas Capitulares, Libro 17, fol, 472, vº, 4 mayo 1602).
Oracio Fabri contrae matrimonio en Plasencia en la parroquia de San Esteban el 17 de abril de 1596. Hemos tenido la suerte de encontrar la partida de matrimonio que transcribimos a continuación: “ En la ciudad de Plasencia, a diecisiete días del mes de abril del año mil quinientos noventa y seis, yo Alonso Jiménez, cura de San Estaban, habiendo precedido las amonestaciones que manda el Santo Concilio, desposé por palabras de presente que hacen verdadero matrimonio, a Oracio Fabri, organista, con María Gutiérrez, viuda, hija de Pablo Merinero y de Isabel López, su mujer. Testigo Cristóbal Godoy y García de Rosa y Gaspar de Sauceda” (Archivo parroquia de San Esteban de Plasencia, libro de Matrimonios, n. 10, fol. 53). Hemos de hacer constar que la palabra “organista” en el siglo XVI y anteriores, designa al organero. ( Vid. Ramón González Amezúa, “Perspectiva para la historia del órgano español” página 25, Madrid, 1970.


         Sobre Juan  Francisco Fabri damos a conocer los siguientes documentos: “ Mandaron consultar si se dará de salario a Juan Francisco Fabri ocho mil maravedises cada año porque aderece lo órganos y realexo de esta Sancta Iglesia y que le corra desde primeros de este mes de mayo y que entre en esto lo que en el realexo y órganos hubiere aderezado. Mandaron dar el salario como está dicho al dicho Juan Francisco Fabri, Maestro de hacer órganos” (Act. Cap. Libr. 18, fol. 368, 10 mayo 1605.)
         Muy del agrado y a plena satisfacción del Cabildo debió de resultar el trabajo de Juan Francisco Fabri, ya que a los pocos días se le nombra organero de la Catedral de un modo estable y se asigna como sueldo 10.000 maravedies al año.” Ordenaron y mandaron que a Juan Francisco Fabri, maestro de hacer órganos, se le den diez mil maravedíes del salario cada año, que corran desde el primero de este presente mes de mayo porque se obligue a tener siempre templados y aderezados lo órganos y realexo de esta Sancta Iglesia, reparando los daños que tuvieren de remiendos o ratonaduras y que si se quebrare o rompiere alguna cosa o algún caño esté obligado a aderezarlos, dando la Iglesia los materiales y dello ha de hacer escritura y por el aderezo que hizo del Realexo no ha de llevar cosa alguna y cometieron al Sr. Lcdo. Benevides, canónigo, haga con él la escritura y para todo ello le dieron comisión bastante.” ( Act. Cap. Libr. Cit. Fol. 373, Vº, 23 mayo 1605.       
 Es de resaltar la confianza del Cabildo en estos asuntos dada al entonces canónigo doctoral, Lcdo. Don Gaspar Martine Benavides. A él le dieron en otras ocasiones comisiones tan importantes como la gestión acerca de Juan Bautista Celma para terminar la verja del coro de la Catedral y que detallamos a continuación. “Cometieron al Sr. Lcdo. Benavides, canónigo, haga todas las diligencias necesarias para que se acabe la reja, así con Bautista  Celma como y con quien más convenga y que en ello gaste lo necesario.” ( Act. Cap. Libr. 17, fol. 539. Vº). Sucedía esto el 19 de octubre de 1602.
        
 Datos recogidos de D.  Ramón Gómez Guillén (+), canónigo prefecto de Música.
 Fotografía. José Gutierrez Delgado

José Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina.


                                                "CREANDO CULTURA"