Buscar este blog

martes, 18 de mayo de 2021

NICANOR ALVAREZ GATA (II).

 

HISTORIA DE UN CUADRO.

Así, el 16 de Enero de 1885, con nº de orden 21, el “Pintor de Historia “Nicanor Álvarez Gata” realiza copia del “Cristo” de Velázquez (248 x 169 cm), que hoy se conserva en una de las escaleras del Hospital de Santa María de Plasencia, anexa a las dependencias que en la actualidad sirven de aula de formación en dibujo y pintura de la Escuela de Bellas Artes “Rodrigo Alemán” de la Diputación de Cáceres.

Este óleo sobre lienzo es un ejercicio academicista, con líneas bien perfiladas y colores oscurecidos por los barnices y el tiempo, y sigue con bastante fidelidad el célebre cuadro original del Museo del Prado, al que el propio Miguel de Unamuno dedicaría unos versos unas décadas después.



  Fue esta obra ofrecida en dicho año a la catedral de Plasencia, pero rechazada por su Cabildo, tal vez temeroso de tener que corresponder de algún modo a la generosidad del pintor, luego donada por éste al Hospital de Santa María, donde permanece hoy día, paradójicamente, y como hemos dicho ya, en las escalares de la sala que acoge la Escuela de pintura y dibujo “Rodrigo Alemán” de la Diputación.

En la publicación “El Motín[i] de Madrid, en septiembre de 1886, se recoge lo siguiente: “Nicanor Álvarez Gata, pintor de grandes bríos y esperanzas, regala al cabildo de Plasencia, de cuya población es hijo, una hermosa copia del Cristo de Velázquez. Cree el cabildo, compuesto en su mayoría de extremeños, que lleva la intención de que le den algo por el donativo, y se lo devuelve, «por no encontrarse, dice, con elementos bastantes a hacerle siquiera una expresión de su agradecimiento.» El pintor recoge el cuadro y lo dona al hospital, haciendo constar que le ha ofendido la conducta del cabildo, al hacer cuestión de interés lo que él consideró siempre oferta generosa. Torpe ha andado en esta ocasión el artista, y dispénseme esta franqueza.


Si en vez del Cristo, al que han arrojado del templo por suponer que quizás el pintor pudiera remotamente ocurrírsele la idea de que le diesen algo, (suposición destituida de todo fundamento), coge un retrato de Chapa, aunque hubiera sido con una húngara sentada en cada pata, curda, y echando de menos un toisón que empeñar, tal vez se lo hubieran pagado espléndidamente. ¿Pero un Cristo? ¿Y copia del de Velázquez? ¿Y buena copia? ¿Para qué diablos quieren ellos un Cristo así, cuya vista les recuerda lo apartados que andan hoy de su ley los caballeros de presbíteros?

También hubiera dado el Sr. Álvarez Gata un buen golpe, regalando a la redacción de EL MOTÍN el Cristo, echado del templo por el cabildo de Plasencia. Mas no, no; que entonces hubiera llevado muy malos ratos la’ imagen, al enterarse despacio de lo que son los curas, y quien sabe sí se habría arrepentido de haber venido á redimirnos, solo para que vivan al pelo los que se atreven á llamarse maestros de su doctrina.

También en ese mes se manifiesta de nuevo al respecto la prensa madrileña en “Las Dominicales del libre pensamiento[ii] exponiendo:



D. Nicanor Álvarez Gata, pintor muy entusiasta de su arte, apenas ha terminado tres obras que le han parecido un tanto dignas de ofrecerlas a su provincia, como buen hijo de ella, las ha regalado respectivamente al Ayuntamiento, a la Diputación Provincial y al Cabildo catedral. Las dos primeras corporaciones se han visto honradas con el donativo; pero la tercera, creyendo que el pintor le pedía cuartos a cambio del regalo, le ha dicho que podía disponer de su cuadro. Era éste una copia del celebérrimo Cristo de Velázquez, y aunque algún ilustrado canónigo y el perrero de la catedral han disputado la posesión de la obra, a fin la mayoría del Cabildo ha acordado invitar al pintor a recogerla, arrojando a Cristo fuera del templo como dice El Cantón. Si fuera cosa común el dedicarse a las bellas artes los hijos de aquella tierra, pudiera decirse que la abundancia de artistas hacía inútil alentarlos; pero siendo tan rato, que apenas se conocen ejemplos, era un deber imperioso protegerlos, mucho más la Iglesia, tratándose de un arte que tanto ha contribuido al brillo de la religión católica.

Nada de esto ha tenido presente el Cabildo de Plasencia, que, lejos de imponerse todos los sacrificios que hubieran sido menester para corresponder a la atención del pintor y alentarlo en su espinosa carrera, llega hasta herirle con tamaño desdén. Y es que la Iglesia no tiene ya espíritu; vejeta, pero no vive; la dirección de las altas manifestaciones de la vida como el Arte ya ha pasado a otras manos; ella misma presenta su dimisión.

Un Ayuntamiento, una Diputación provincial aprecian y estiman más que ella el valor del Arte en la vida social. ¡Pobre Iglesia!.

 Plasencia, debe dedicarle una calle a este placentino “Pintor de Historia”, su memoria debe permanecer entre nosotros.

 

José Antonio Pajuelo Jiménez – Pedro Luna Reina

 

                                          “CREANDO CULTURA”.

 



[i] Periódico “El Motín” Madrid 9 de septiembre de 1886.B.N.E.- Hemeroteca y Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.

[ii] “Los Dominicales del Libre Pensamiento”. Madrid,12 de septiembre de 1886. B.N.E.- Hemeroteca y Biblioteca Virtual de Prensa Histórica.

Memoria Historica de Plasencia y Comarcas 2016. Aproximación a la vida u obra de un pintor de historia de Plasencia del siglo XIX. Fernando Talaván Morin. pag.67.

 

domingo, 2 de mayo de 2021

NICANOR ALVAREZ GATA."PINTOR DE HISTORIA". (I)

 

NICANOR ALVAREZ GATA. (PINTOR DE HISTORIA)

 

 Nicanor Álvarez Gata nació en Plasencia en 1849, en una familia pobre. Hijo de Pedro y Bernabela Tenía una hermana María. Sus primeros estudios los realizó en el Seminario Diocesano, y debido a la precariedad economía familiar, no terminó sus estudios porque debió trabajar para ayudar en casa. Aprendió pintura en la ciudad con Francisco Ruiz de la Hermosa pintor y fotógrafo proveniente de Madrid, profesor de dibujo del colegio la Purísima Concepción.

En 1878 el marqués de Mirabel y el ayuntamiento placentino financiaron su viaje y estancia en Madrid, cursó grabado y pintura. Desde 30 de noviembre 1882 copió obras en el Museo del Prado como Ribera, Jordaens, Velázquez, Murillo, Eduardo Rosales etc. Entre 1888 y 1890 se formó en Roma becado por la diputación cacereña. Fue profesor de pintura de una escuela de Madrid.

EN 1882, participó en la Exposición artística del Salón  en el periódico “El Globo”[i], con el cuadro “Estuvo en el monte de Toledo”.



“Jiménez García – Álvarez Gata – Bermudo: […] El señor Álvarez Gata ha presentado de un realismo digno de aplauso, aunque no lo merezcan las acciones que a la simple vista se suponen sometidas por aquel personaje siniestro, “Estuvo en los Montes de Toledo” (número 28) Así se titula el cuadro, y el título le cuadra. Es un facineroso encadenado, en cuyo rostro se retrata la ferocidad del que anduvo toda su vida a salto de mata, huyendo de la justicia. El dibujo es correcto y el colorido está en armonía con el asunto.

                        

 En la exposición su obra comparte sala con un cuadro de Bermudo, que entendemos era el pintor también cacereño, de Huerta de Ánimas, José Bermudo Mateo.

El estilo del romanticismo se caracterizaba por la conciencia del Yo, la primacía del genio creador de un universo propio, la valoración de lo diferente frente a lo común, un fuerte nacionalismo, el liberalismo frente al despotismo ilustrado; la originalidad, lo especial, la creatividad; la nostalgia de paraísos perdidos (de la infancia o de una nación) y la obra imperfecta, inacabada y abierta. La mayoría de estos rasgos se dan en el pintor placentino.

En 1893 volvió a Plasencia, fue maestro de dibujo en el colegio de la Constancia o de San Calixto, como fue anteriormente su maestro en Plasencia. Vivió con su hermana, ambos solteros, en la plaza de San Nicolas, esquina calle de Coria. Era cazador. Murió pobre, aunque le tocó la lotería una vez. Falleció el 8 de marzo de 1909, con 59 años, como un prototipo de artista romántico acorde a su época y a su tendencia artística. En su sepulcro en el cementerio de su localidad, figura su paleta y pinceles, otra característica de su genio romántico reivindicativo



Exhibió en exposiciones locales y nacionales, fue alabado por sus colegas, citado en prensa, jurado de concursos pictóricos. Se denominó pintor de historia, además abordó el género religioso, el costumbrismo, el retrato, la alegoría etc.

Algunas obras están en Cáceres, el museo casa Pedrilla, en el complejo de San Francisco en el Palacio de la diputación de Cáceres, y en el complejo cultural de Santa María de Plasencia como la copia que realizó del Cristo de Velázquez, subrayando su fuerte relación con el museo del Prado que acoge el Crucificado del pintor sevillano.

El 8 de mayo de 1885, Nicanor copió el cuadro “Doña Juana la loca” en una sala del museo del Prado según consta en la página 78 en el libro de copistas de 1882-1886.

 Esta réplica la envió al consistorio placentino como agradecimiento por una ayuda económica para seguir estudiando y residiendo en Madrid. En una epístola del 6 de julio de 1886 Nicanor dona su réplica pictórica al ayuntamiento y pide que le recomienden a la diputación para obtener ayuda económica. El consistorio coloca el cuadro en el salón de sesiones. Luego adornó el despacho de alcaldía. Al remodelarse la casa consistorial en 1972, se trasladó al palacio del doctor Trujillo donde el ayuntamiento se ubicó temporalmente: allí estuvo en la antesala del despacho del alcalde. En la casa consistorial remodelada se colocó en el corredor de acceso a la torre del reloj. En 1993 ingresó enrollado en una estantería el Archivo municipal de Plasencia, pues el marco se rompió deteriorando la tela. En 2017 la junta de Extremadura procedió a su restauración tras petición del alcalde. En junio de 2018 se instaló en la sala de plenos del ayuntamiento, en la planta inferior ubicado en la plaza mayor de Plasencia.

 

EL CUADRO.

 Se encuadra en el estilo del romanticismo, la técnica es óleo sobre lienzo. Es una pintura de género histórica, en concreto historia de España.

Respecto al análisis formal: Es una composición de formato apaisado. La reina joven centra la distribución dominando la escena, de pie ante su simple silla de tijera con una almohada.


Porta ropa de grueso terciopelo negro, su pelo largo bajo una toca, como una viuda. Tiene la mirada perdida, su anatomía muestra el embarazo de la infanta Catalina de Austria, lleva en su mano izquierda, débil y delgada las dos alianzas. Impasible al frío del inhóspito paisaje en que descansa el séquito.

A un lado una hoguera con humareda por el viento, al otro el ataúd de su marido con el blasón imperial, dispuesto sobre parihuelas, sus asideros muestran el brillo de su desgaste por el uso, a ambos lados dos grandes velas, con la mecha titilando por la ventisca.

Sedente junto al féretro, una dama joven, con un libro abierto, mira paciente y resignada a la viuda. Un religioso de hábito blanco arrodillado, barbado, encapuchado, lee una plegaria, portando un cirio.

A la derecha los cortesanos junto a un tétrico árbol, en sus caras expresan cansancio, aburrimiento y compasión por el ánimo de su soberana, llevan lujosos trajes de brocado. En la esquina superior derecha un monasterio, en la izquierda el resto de la comitiva regia,

Es atardecer, con un cielo encapotado los elementos climatológicos enfatizan la tensión emocional del argumento, reforzado por la intensidad expresiva de las figuras. Nicanor quiso emular el sentido rítmico y equilibrado de la composición, estructurada en aspa, con atmósfera. Hay preciosismo en los elementos decorativos (A Pradilla, el pintor original, le influyó su formación bajo el pintor escenógrafo Mariano Pescador).El realismo es intenso, de ejecución vigorosa y segura, dibujo definido y técnica libre.

La iconografía e iconología: Juana la loca era un personaje femenino muy representado en la época romántica en varias disciplinas artísticas por encarnar la enfermedad mental, la pasión, la femme fatale, la juventud y la muerte.

Las velas a punto de consumirse representarían que, además de la muerte física de Felipe el hermoso, la muerte en vida que está a punto de sufrir la protagonista, encerrada la mayor parte de su vida, por incapacitación mental cuestionada por historiadores.

Como hemos dicho anteriormente Álvarez Gata se lo regaló al ayuntamiento de Plasencia en 1886 como agradecimiento a una beca municipal que le fue concedida para estudiar fuera de su ciudad natal. Tras permanecer un tiempo expuesto en el salón de sesiones, cuando estaba en la primera planta del edificio, fue llevado al Palacio del Dr. Trujillo y más adelante fue llevado al ayuntamiento donde poco a poco fue olvidado acabando enrollado en el antiguo archivo municipal de donde fue recatado para su restauración.

Biografía:

Memoria Historica de Plasencia y Comarcas 2016. Aproximación a la vida u obra de un pintor de historia de Plasencia del siglo XIX. Fernando Talaván Morin. pag.67.

Relación artística entre Plasencia, Madrid y el Museo del Prado. Rocío García Rodríguez.


 

 



[i] Sección “Nuestro Salón”, en el periódico “El Globo”, de 31 de octubre de 1982. B.N.E.-Hemeroteca y Biblioteca Virtual de Prensa Historíca.