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domingo, 24 de septiembre de 2017

COLORES HERALDICOS




CURIOSAS NOTICIAS HISTÓRICAS SOBRE EL PENDÓN DEL CONCEJO DE LA CIUDAD DE PLASENCIA Y SUS COLORES HERÁLDICOSPeriódico “El Regional” - martes 14 de diciembre de 1965

Existen datos históricos, que no ofrecen lugar a dudas, por estar tomados del Archivo Catedralicio por don José Benavides Checa, Chantre que fue de la S.I.C. de Plasencia, y expresados en su libro inédito, referente a la historia de nuestra Catedral, Obispos y Cabildos que se sucedieron.
Las noticias sobre el Pendón del Concejo placentino, acaso las únicas que se conocen, se encuentran en el primer capítulo de la parte titulada “Señorío de Jaraicejo”, página 59 del Apéndice.
De una manera sucinta tomo algunos datos sobre el asunto que nos interesa, que literalmente dicen así:
“Entre las poblaciones que más se distinguieron en el agitado periodo de la Reconquista, fue la ínclita e invicta ciudad de Plasencia.
Su fundador, el justo y noble rey D. Alfonso VIII, la concedió FUERO particular, la señaló extensos límites, y la hizo señora de considerable número de villas y lugares.
Plasencia aumentó en inoperancia, con el extraordinario número de héroes y guerreros que en ella fijaron su residencia, y aun no contando cuatro lustros de existencia, supo en más de una vez, infundir pavor en las filas enemigas con el PURPÚREO Y SINOPLE PENDÓN DE SU CONCEJO.
Es decir, que como el “sinople” se le denomina en heráldica al color verde, nuestro antiguo Pendón ostentaba los colores heráldicos de púrpura y verde, partidos en dos bandas.
Claro es, que si se tratara de reconstruir en la actualidad el antiguo Pendón placentino, debería llevar dos caras iguales en colores, con el escudo de la ciudad y su lema o leyenda por el anverso, y el sello rodado de Alfonso VIII en el reverso, cuyo sello se halla reproducido en unos de los reposteros del balcón del Excelentísimo Ayuntamiento.
Siguen los datos:
Creció la estimación a Plasencia, con las victorias que obtenía, y se multiplicaban los privilegios y exenciones, para el Clero y Pueblo, que en las gloriosas lídes rivalizaban con justicia el UT PLACEAT DEO ET HOMINIBUS, escrito por su fundador con caracteres indelebles de oro.
¿Quién ignora que el Obispo D. Domino con su Clero, y el Concejo de Plasencia, ambos con sus gentes de armas, prestaron importantes servicios en la frontera con la conquista de Trujillo y Medellín en 1232 ?
¿Desconoce alguno la parte muy activa que tomaron los placentinos en las conquistas de Baeza, Jaén, Córdoba, Murcia y Sevilla, lo mismo que otras muchas villas, lugares y castillos?.
Dice también una nota en apartado:
En septiembre de 1218 era Alcaide o Regidor de Plasencia D. Gil Pérez, el que al momento acudió con sus huestes al llamamiento que hiciera el Rey san Fernando para la conquista de Sevilla, a la que acudieron los más distinguidos capitanes y guerreros placentinos: Rodrigo Villalva, Alvar, Pedro Gonzalo, Nuño Núñez, Martín y Diego Gómez, Ruy González, D. Gonzalo González, padre de Dñª Sol, Sancho Sánchez, Rodrigo Rodrigo, D. Gonzalo Pérez de Plasencia, Lope de Ayala, Diego García, Diego Pelaez, sobrino del Deán, Gonzalo Gil, Polo Martínez, Diego Polo, Pedro Amador, Sancho Polo, y los ballesteros de a caballo, Juan Gil, Sancho Martín, Diego Mateo, Juan Pérez de Plasencia y D. Benito Pérez el Ballestero a quien más tarde el rey D. Alfonso otorgó el poblado y la dehesa de Ferruz, para poblarla y defenderla contra los “Golfines”que desbastaban Extremadura.
El rey D. Sancho IV en 1285 otorga la villa de Jaraicejo, que a la sazón era ya una fortaleza importantísima, al denodado guerrero, Capitán D. Gonzalo Godinez, cuya villa constituyó en señorío, pero este continuó en la Casa del Rey siendo muy estimado y más tarde en 1288, estando D. Sancho en Vitoria hace merced de Jaraicejo y sus términos, derechos y pertenencias a Pedro Sánchez de la Cámara, y ordena al Concejo placentino no contradiga la orden de posesión.
En 1294 Pedro Sánchez de la Cámara hizo donación del Señorío de Jaraicejo al Obispo D. Domingo, al Deán y Cabildo placentino, con el molino y dehesas que le correspondían.
Se hizo la donación ante el escribano público de Burgos D. Gonzalo Pérez y signado por D. Alfonso Martínez, Escribano Real.
Pasan cinco siglos y el Señorío de Jaraicejo, deja de ser del Obispado y Cabildo placentinos por el decreto de desamortización promulgado en el siglo XVIII por el rey Carlos III.
Entre estos curiosos datos históricos, subrayo con mayúsculas el nombre de Sancho Polo, uno de los capitanes que se distinguieron en la Reconquista, cuyo nombre se ostenta todavía en una calle de la ciudad.

FRANCISCO MIRON.
La Voz de Plasencia.





martes, 19 de septiembre de 2017

PLASENCIA 1808-1809. III

En la tarde del día 28 de diciembre de 1808, el ejército de tropas francesas al mando del General Lefebre, había pasado el río Tietar y se dirigía esta ciudad, el Sr. Corregidor, los señores de la primera Junta de Gobierno y la mayor parte de los vecinos de ella despojaron y dejaron abandonadas y cerradas sus casas por el temor que tenían a sus enemigos: El corto numero de vecinos que por no tener miedos para ausentarse o por otras causas, se vieron en el desconsuelo de no tener Juez, ni otra autoridad que diese disposiciones para que el enemigo, no destruyese la Ciudad, por lo que empezaron a aclamar en la Plaza Mayor que se nombrase Corregidor, Ayuntamiento y Junta que atendiese a las necesidades del pueblo, á suministrar en modo de lo posible a las tropas francesas lo que pudiesen, para evitar que de algún modo el que incendiasen la Ciudad y pasaran a cuchillo a los pocos habitantes que en ella permanecían; cerca del anochecer, se juntaron en la Casa Consistorial y según dictamen del licenciado D. Francisco Baltasar Cilla, abogado de los Reales Concejos que se hallaba presente y de acuerdo con el numero de vecinos que asistieron, recayó el nombramiento de Corregidor en el anciano D. Francisco Serrano notario eclesiástico, que por sus achaques no había podido salir de la Ciudad, acompañando a su mujer y familia que había mandado a otro pueblo, así como a los otros Regidores, Diputados y Personeros y vocales de esta segunda Junta que se nombrase.

Apenas había concluido dicho nombramiento, empezaron a clamar que estaba en la Plaza Mayor la avanzada de la caballería de las tropas francesas, la Junta acompañada de algunos vecinos bajaron con luz a saber las ordenes que traían, luego que vieron la luz, se dirigió a ellos el Comandante con algunos Dragones y su interprete, y por él los requirió, con las amenazas acostumbrada del degüello , saqueo e incendio, de parte y con mandato expreso del General Lefebre, que habían de entrar en la Ciudad con su gran ejercito de 25.000 hombres, tuviesen prevenidas y prontas, la justicia y pueblo, cien mil raciones de pan y cien mil de carne y cien mil de vino; paja y cebada suficiente par cuatro mil caballos y las demás bestias empleada en las gruesa artillería y crecido equipaje para cuatro dias que había de ocupar el ejercito francés la Ciudad.

Era imposible en tener echas la provisiones que pedían para el día siguiente, lo que oído y entendido por el comandante, no dio otra respuesta, “ que todo lo que se pedía debía estar dispuesto”, y que no tenia orden de admitir excusa, y si para amenazar con el degüello, saqueo e incendio, si amenazaron al Corregidor Serrano con quererle llevar preso, que con desenvoltura y valor le dijo: “que si le llevan preso, ninguna provisión encontrarían”, y así el parlamento fue dejado y la avanzada volvió por donde habían entrado a reunirse con el grueso del ejercito, en una noche lluviosa y oscura.

Era notorio que los molineros y horneros habían huidos dejando los molinos y hornos cerrados; las panaderías estaban cerradas sus puertas y a cuanto pan amasado solo había como unas tres mil raciones, que estaban prevenidas para nuestras tropas; que las carnes solo el obligado de ellas podía en algún modo favorecer al pueblo y así de los demás artículos que pedían y por ello acordaron pedir la ayuda de todos los vecinos existente en la Ciudad y con efecto así se ofrecieron.

El día 29, estando todos calados de pies a cabeza, y apenas había amanecido, cuando les dieron la noticia que iba bajando a la Ciudad por el camino de Malpartida el ejercito francés, saliéndoles a recibirlos el Corregidor y Junta en unión de algunos vecinos, como ya estaba resuelto al General Lefebre, se le alojase en el Palacio Episcopal, y que después se trataría de los demás de alojamientos, cuarteles y demás que fuese ocurriendo, se alojo inmediatamente al General según lo acordado. El Comandante de la Plaza Sevastiany, los comisarios ordenadores, con su guardia de prevención, se dirigieron a la Plaza Mayor con el Corregidor, señores de la Junta y algunos vecinos de los mas útiles; subieron a la Casa Consistorial y dieron orden al Corregidor que no salieran del consistorio, sin tener en cuenta su edad y que chorreaba agua de su vestido.

De lo que primero se empezó a tratar, fue del alojamiento de los Oficiales, según su graduación, de los cuarteles para la tropa de caballería e infantería y de las demás ordenes que dieran a la Junta, siempre acompañadas de amenazas y fiereza al paciente anciano Corregidor. Los comisarios y ordenadores procuraron enterarse de los auxilios de pan, carnes y demás que estaban prevenidos y habían pedido, y entendidos del estado de la Ciudad, de no haber molineros, panaderos, ni mas que un solo cortador, desde luego empezaron a obrar independientes: recibieron el pan que estaba masado y harina, las carnes que tenia preparada el cortador Elvira y las que tenia suyas y de Juan de la Ines, en el corral del matadero.

Pusieron en los mataderos cortadores de su mismo ejército y soldados que les ayudaran y pidieron paisanos que fuesen con ellos al campo por más ganado vacuno, cabrio y lanar. Se apoderaron de los hornos y pusieron en ellos panaderos de sus militares y mandaron para cada horno se nombrase un comisionado del pueblo con paisanos que solo entendiesen en suministrarles la leña y demás utensilios necesarios para el amasijo del pan que hacían por si mismo aceleradamente sin ceñir, sin levadura y sin sal. También pidieron comisarios y gente para los molinos y apoderándose y allanando la Cilla y panera de los Sres. Deán y Cabildo, de allí tomaron a su discreción el trigo que necesitaron para el pan y la cebada para los caballos, además de la que encontraron en los mesones, cuya provisión consumieron con parte de la paja que había en ellos. Además exigieron la suela, corcovan y demás artículos de calzado que repartieron por las compañías del ejercito francés.
Tomaron los paños pardos que había en las fabricas del Hospicio y algunas piezas de paños fino en las casas de los mercaderes, y para dárselos, ó por mejor decir acompañar a los capitanes y tropas, que siempre destinaban a coger cuanto podían, iban vecinos honrados de aquellos que se habían ofrecido a auxiliar y asistir de continuo á la disposición de la Junta.

En la mañana que llegaron los franceses muchos entraron en el Hospital de Santa Maria, y entre ellos algunos con el solo objeto de robar, como tambien las cosas de los enfermos. Los primeros comieron y bebieron cuanto había, así como el buen vino de la cosecha del establecimiento, y se llevaron todas las ropas que pudieron y el metálico, quina y otros medicamentos de farmacia y los daños que causaron ascendió a 10.000 reales.

Los sufrimientos del Sr. Corregidor fueron atroces, pues además de su prisión y de las continuas amenazas, cuando llegaba la noche el triste hombre se acostaba sobre una estera envuelto en su capa y con las ropas mojadas desde el primer día, poniendo el sobrero de cabecera. Le daban una hora de termino al medio día, para ir a su casa, pero con guardias, y como no hubiere ninguna persona que le asistiera, el tenia que encender el fuego y prepararse una sopa que era lo que comía durante todo el día. El resto de la Junta podía ir libremente a sus casas, dormir y alimentarse; pero a él le tuvieron preso y custodiado como inestimable talismán, para que le obedeciese la Junta y el pueblo en aquello que necesitaban los franceses., hasta el día primero de enero de 1809, en el que salieron con dirección a Castilla, y no obstante el resto del día sin cesar lloviendo lo empleo conforme estaba y acompañado de los señores de la Junta en recorrer y reconocer las iglesias que hallaron cerrada y sin lesión; en poner vecinos honrados que guardasen la Cilla de los Sr. Deán y CabiLdo, mientras se componían las puertas principales que habían destrozado; en cerrar las de las casas de los vecinos que se habían ausentado; en recoger colchones y otros efectos que estaban en la Plaza, calles y cuarteles y depositarlo todo para devolvérselos a sus dueños bajo aquellas precauciones que dispuso la Junta, con otras cosas de buen gobierno, hasta que por la noche a instancia de los Alcaldes de barrio y de otras personas que se ofrecieron a velar a la población, se recogió a su casa a quitarse la ropa mojada desde el día 28 de Diciembre.
D.Francisco Serrano Alvarez Rodriguez, fué el Notario del Tribunal Eclesiastico de la Ciudad y Obispado de Plasencia.
Aquí concluye la primera entrada de los franceses en Plasencia.

EN MEMORIA DE AQUELLOS PLACENTINOS Y PERSONAS HONRADAS QUE SUPIERON SALVAGUARDAR NUESTRA MUY NOBLE Y LEAL CIUDAD DE PLASENCIA. 1808-2008
Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina

martes, 12 de septiembre de 2017

PLASENCIA 1808-1809.(II)



Al siguiente día 9, volvieron a reunirse los grupos, y a las once de la mañana se dirigieron a la prisión, de la que se apoderaron y entraron en la habitación de Baena y le forzaron a que les siguiera, le apalearon y a los pocos golpes cayo al suelo moribundo y le abandonaron para que acabara de morir. A la media hora se incorporo; la autoridad estaba a la mira con intención de ayudarle, pero no se atrevían temerosos de ser victimas como el, al que veían bañado de sangre. Atemorizados esperaban se retiraran a comer los muchos bárbaros que estaban en la plaza gozándose en la contemplación del angustioso estado de la victima. Cuando creían las autoridades próximo el momento de auxiliar a Baena, salio de los portales Manuela Rangel, mujer de Vicente Egido, con dirección a la ensangrentada victima de la multitud, le clavo dos veces un puñal diciéndole “ dos puñaladas te doy por dos hijos que tengo, si más hijos tuviera, mas puñaladas te diera” viva Manuela, grito la multitud y el desgraciado Baena expiro.

Pasados algunos años, Manuela Rangel perdió el juicio, también lo tenia perdido en aquel acto por contagio de la multitud enloquecida; su hijo mayor murió apaleado en Portugal en 1824.

Creían los placentinos, al ver que se había pacificado la ciudad, por mediación de religiosos y eclesiásticos y las personas mas prestigiosas, que no se repetirían las sangrientas escenas, pero se engañaron; el día 13 del mismo mes, algunos malos sujetos de Navaconcejo, al grito de que mueran los afrancesados, indujeron o contagiaron a la multitud que se les unió; corrieron a la cárcel y penetraron en la celda de D. Antonio Moreno, le empujaron hacia las escaleras, le dieron dos bayonetazos al bajarle, y chorreando sangre de su cuerpo, le llevaron a la Plaza Mayor, y allí, como lobos rabiosos, mordiéndole, apaleándole y cosiéndole a puñaladas le quitaron la vida.

No satisfecha su ferocidad, un voluntario del pueblo de Abadia corto al cadáver la cabeza, la tiró a lo alto, la recibió al caer, la corto las orejas, la volvió a tirar por lo alto y tirándola y recibiéndola y danzando a la vez, atravesó la plaza, salio seguido de la multitud por la cale Talavera, y al final de ella, cerca de la fuente, la tiro y la hizo pedazos.

Fray Manuel Redondo, religioso del convento de San Francisco, obispo después de Santa Marta, que subía de su convento para entrar en la ciudad a fin de pacificar los ánimos, recogió los pedazos y los enterró en la iglesia de su monasterio.

Otro grupo arrastro el cuerpo la calle abajo de Trujillo con intención de colgarle de unos de sus balcones de su casa, y al empezar a ejecutarlo, uno de la turbulenta masa, en gruesas voces les arengo diciendo: “ ciudadanos su mujer es muy buena, no es francesada, esta llorando dentro, no aumentemos su dolor”, cambio la involuntaria solidaridad de los irracionales voluntades de la multitud y siguieron arrastrando el cuerpo muerto, hasta un muladar, en donde le arrojaron y en él permaneció mas de una hora, antes que la autoridad le recogiese para darle sepultura.


Después sacaron de la cárcel a Isidro Clemente, alias el Ignorato, de oficio jornalero, atribuyéndole el que era recadero ó mandadero de los afrancesados; le llevaron a la Plaza y en tal apuro suplico a la multitud que no le mataran y a cambio de su vida les diría quienes eran los afrancesados. Entonces, subiéndole sobre una mesa para mejor oírle, desde lo alto empezó a nombrar correlativamente a los afrancesados a los sujetos mas acaudalados y mejor nota de la población, y al nombrar a Sr. Bencono, chantre de la catedral, preceptor que había sido del idolatrado Príncipe Fernando, una voz de la multitud gritó: “Mientes grandísimo pícaro”, y la tumultuaria muchedumbre abestializada le tiró la mesa al suelo y le asesinó cruelmente.
Bencono era el español más adicto a su discípulo Fernando, el cual, luego que volvió del secuestro en que le tenía Napoleón, le honró mucho, le propuso para Obispo de varias diócesis y aceptó solamente el Arcedianato de Carmona en la Catedral de Sevilla, y al poco tiempo le nombró Arce obispo de Eraclea impartibus, con cuya dignidades murió.
En este mismo día la multitud se apoderó de la correspondencia que traía el correo, procedieron a su pública lectura y llegaron a la de una carta dirigida a Henao desde Salamanca escrita por su hijo canónigo de aquella catedral, en la que decía: “Padre estoy decidido a tomar las armas en contra de los Franceses hasta su total exterminio”. Otra a Barbina de Madrid, diciendo lo mismo, cuyos contenidos fueron prueba suficiente para los amotinados de que estos dos presos, que estaban en la cárcel destinados a la muerte como los otros eran adictos al rey Fernando, y corrieron a sacarlos de la cárcel y aclamarlos como patriotas.
De la Junta de Armamento y defensa extremeña de Badajoz con fecha 18 de Octubre de 1808, recibieron un oficio el Obispo-presidente y vocales de la primera Junta local de Plasencia, en el que les decía: “La junta suprema de esta provincia quiere que se comunique al público para satisfacción de V. S. la generosidad con que los vecinos de ese pueblo y su partido se han distinguido en los donativos de toda especie que voluntariamente han hecho. Es necesario que V. S. se sirva, a la brevedad posible, remitirme una relación exacta y circunstanciada, que los comprenda para que ninguno carezca del honor que debe resultarse. Dios guarde a V. S muchos años. Badajoz 18 de Octubre de 1808. Antonio Fernández del Castillo, Seño presidente y vocales de la Junta de Gobierno de Plasencia.

Llego la noticia, que desde Madrid bajaba un ejercito francés de 15.000 hombres mandados por Lefevre y Sebastián. La Junta ordeno que todos los escopeteros de la ciudad, los del lugar de Malpartida con otos de varios pueblos en unión del resguardo de infantería y caballería y diez hombres que estaban en la ciudad pertenecientes ak Regimiento Provincial de Plasencia y una compañía de soldados catalanes, todos los mencionados sumaban 500 hombres, marchasen al río Tietar, tomasen las barcas de la Bazagona y fortificaran la ribera de dicho rio como mejor les pareciera. No habian terminado la fortificación, cuando recibieron la noticia que los franceses estaban en Navalmoral. A las seis de la mañana del 23 de diciembre de 1808, nuestras avanzadillas se encontraron mas halla del rio con los franceses,, retrocedieron nuestras avanzadillas al río trayéndose las barcas. A las diez de la mañana se dejaron verse otra vez y se aproximaron a reconocer la orilla del rio Tietar, y mientras la compañía de catalanes les hizo una descarga causándoles dos muertos y siete heridos y una precipitada retirada.

A las doce de la mañana se presento una columna de 3000 franceses decididos a pasar el rio, pero al no tener barca y fortificada la otra orilla, se vieron en la necesidad de permanecer a poca distancia, formados en batalla, pero observando que la mayor parte de los que se oponían eran paisanos, hicieron una descarga para asustarlos, lo cual en lugar de intimidar a los nuestros, enardeció los ánimos y con muy certeros disparos, obligaron a los franceses a retirarse con treinta muertos y mas de ochenta heridos.
Al dia siguiente los generales Lefevre y Sebastián,: estos dieron principio haciendo fuego con tre piezas de artillería, las cuales en un breve tiempo destruyeron nuestros parapetos, y cuando mas obstinados estaban nuestros valientes paisanos en resistirles el paso, de improviso se vieron acometidos por la espalda, por setecientos hombre de la caballería francesa, que habían pasado el río por el vado llamado de la Gallina, lo que obligo a retirarse en dispersión a los montes y como conocedores de ellos se evadieron de los sables franceses, excepto onces que fueron alcanzados y degollados.

Los enemigos furiosos por las bajas que habian tenido, ansiando la venganza, llegaron todos presuroso al lugar de Malpartida, abandonado por sus moradores para librarse de sus iras, rompieron las puertas de sus edificios, los saquearon y quemaron mas de ciento veinte casas.

(CONTINUARA)

de Vicente Paredes.1909, Rev. de Extremadura.



martes, 5 de septiembre de 2017

PLASENCIA 1808-1809.( I )

En 1793 era Corregidor de Plasencia el Marques de la Paz, y se suscribieron para oponerse a la revolución francesa los Regidores perpetuos D. Francisco Nieto de la Cepeda, José Barrado, Tomas del Barco, José del Campo, Marques de la Santa Cruz de Aguirre, D. Pedro Amador, D. Tomas Varona, D. José Varona, D. Vicente Vargas y Laguna, D. Antonio Zancudo y Barrado y otros tres mas que no se suscribieron. No pudieron conseguir nada contra la invasión de las ideas de la revolución que engendraron en esta localidad y las inmediatas, como en todas las de la península, dos partidos políticos: el de los partidarios de las nuevas ideas sociales, políticas y económicas y el de los que no admitían innovaciones en el régimen político y social y religioso. Al primero pertenecían todos o la mayor parte de los intelectuales quienes llamaban afrancesados, que seguían a los viejos partidarios del progreso del tiempo de Carlos III, como Jovellanos, Moñinos y otros opuestos a los malos gobiernos de Carlos IV. De estos dos partidos aún palpitan sus luchas intelectuales, en los cuales se distinguían en 1851 dos grandes filósofos de nuestra región extremeña, D. Nicomedes Martín Mateos, combatiendo al otro filosofo, el Ilustre Marques de Valdegamos, a instancia del insigne jurisconsulto Muñoz Bueno, en 26 cartas impresas en Valladolid dirigidas a dicho amigo D. Joaquín, las cuales bien merecen ser mucho mas leídas por los extremeños. Al decir región , me refiero a la tópica llamada extremeña en la que están Bejar y Candelario; no á la política que nunca existió, pues Extremadura jamás fue reino ni republica, ni tubo fuero regional.

Luego que llego a Plasencia la proclama del patriota Alcalde mostolense, los placentinos como la mayor parte de los pueblos, hicieron su Junta local de armamentos y defensa compuesta del obispo D. Lorenzo Igual de Soria, presidente; Sr. Antonio Vicente de Arce vicepresidente, y los vocales D. Francisco de Sales Andrés, canónigo; el Prior del Convento de San Vicente; el padre guardián de San Francisco; D. Vicente Vargas y Laguna, regidor perpetuo y brigadier de los ejércitos: D. Antonio del Barco Villalobos, también regidor, y D. Juan Rodríguez del Castillo, secretario.

El primer acuerdo de esta Junta fue el de mandar tomar las armas a toda la juventud de la derecha del Tajo sin excepción de clases, la cual corrió presurosa al llamamiento; de los reunidos formo cuatro batallones y para que con mas comodidad fueran regimentados y armados, determino que el punto e reunión del primero, fuera esta ciudad, del segundo Jaraiz, del tercero Navalmoral y del cuarto Coria. Acordó invitar al Cabildo catedral, al de curas y á las comunidades de uno y otro sexos, con el fin de que la auxiliasen con lo que fuesen sus voluntades. Todos los cuales se apresuraron poniendo a su disposición grandes cantidades, con las que dieron principio a la manutención de los batallones que hablan creado. El que se organizo en esta tomo el nombre de voluntarios de Plasencia, y fue el primero que vistió uniforme, armo perfectamente, recibió oficialidad para instruirse en el manejo de las armas y se dio por coronel al joven Marques de Camarena, hijo del Ecmo. Sr. D. Antonio Arce, que se había criado en esta ciudad en compañía de su padre, a quien todos, por sus bellas prendas, tenían gran estimación y cariño.

Todos los placentinos rivalizaban en ofrecer sus personas y su dinero a la Junta nombrada y á la Patria, prescindiendo de las ideas políticas de cada uno, como claramente lo demuestra la forma en que hacían sus ofrecimientos los vecinos de uno y otro estado para ayudar a la manutención de las tropas, que con motivo de aquellas urgencias se alistaron en defensa de la Nación, suscripción que empezó el 5 de Junio, la cual, ,hasta el 7 de Agosto de 1808 habían hecho de buena voluntad en beneficio de la ciudad y de la patria para defenderla de la dominación de Francia el cuantioso donativo en metálico de 293.160 reales, que le correspondían pagar de los ocho millones repartidos a Extremadura. La junta local presidida por el obispo Igual y Soria, comunicaba a la Junta de la provincia, residente en Badajoz, que había entregado la parte que le correspondía de lo ocho millones pedidos a Extremadura para los gastos de la guerra, y en vista de haber sido la primera Junta local que lo hizo, la de Badajoz, acordó hacerlo constar así y dar las mas respetuosa gracias al Sr, Obispo presidenta de la Junta de Plasencia, firmándola en Badajoz en 9 de Agosto de 1808,D. José Gallazo y D. Martín de Garay

Los manejos de los franceses, para dividir a los buenos patriotas españoles, partidarios de las ideas de la revolución francesa, de los también amantes de su patria, enemigos de ella, dio por resultado, que la multitud, inconscientemente movida de la solidaridad de las voluntades, que se produce en ellas, cuando hay quien sabe convocarlas, originara el que el 8 de Junio de 1808, a las seis de la mañana se oyesen varias voces de “mueran los traidores afrancesados”, las cuales fueron tomando tanto incremento, que a las diez de la misma, unos cuando jóvenes voluntarios, que estaban en esta población acompañados de muchos paisanos de los pueblos inmediatos, se reunieron en la Plaza Mayor, salieron de ella en pelotón a las casas de D. Jerónimo Baena, D. Antonio Moreno, Isidro Clemente alias el Ignorato, D. Manuel Henao, tesorero de la Administración de Rentas Reales y a la de D. Antonio Barbina, se apoderaron de su personas y en seguida les condujeron a la carcel.
( CONTINUARA)


Mes de Abril del año 1909. de Vicente Paredes.

Jose Antonio Pajuelo Jimenez- Pedro Luna Reina