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jueves, 10 de enero de 2013

DATOS PARA LA HISTORIA.VIII


Del Licenciado Francisco de Malpartida, Gobernador de estos reinos por los Reyes Católicos, y el robo por los vecinos de la referida Malpartida de San Juan de esta Ciudad.

Como lo pensaron, ejecutaron, y fue del modo siguiente:
 Un día que la ciudad de Plasencia no temía tal cosa, la mayor parte de los vecinos del pueblo prevenidos con armas que pudieran haber, se dirigen a la ciudad  (el camino que en aquel tiempo tenían y que venía continua a las paredes de las viñas de la Noria, antigua cerca del pan llevar, entraban en el Cachón, que pasaban el rio por pasaderas de grandes piedras que daban principio próximo al molino de aceite de san Juan por esta parte, las que fueron quitadas los años de 1818 a 1820 por el Capellán del Hospital de Santa María para componer el molino del Puente Trujillo) entraron en la Parroquia, cogen a san Juan del atar mayor y salen a escape con él; le llevaron a su pueblo y colocaron en una ermita que en él había, acto continuo un clérigo de otro obispado que tenían prevenido celebró misa y se llamaron a posesión, la ermita vino a ser iglesia parroquial con la advocación de San Juan Bautista, en el día una de las más hermosas en grandiosidad y arquitectura del Obispado. Cuando los moradores de Plasencia tuvieron noticia del hecho, era ya el santo de Malpartida. El cura de la parroquia reclamó a las autoridades, el caso anduvo en litigio, pero el resultado fue quedar independiente de esta parroquia el pueblo de Malpartida.
L a opinión general era, que el Licenciado Francisco de Malpartida, con el favor que tenia de los reyes, les protegió en su robo sacrílego, viendo la distancia y perjuicios que les seguían. Por último, la justicia de los malpartideños llegó al extremo de vociferar que si los  placentinos hubieran tratado de impedir su victoria a chinarrazos no hubieran quedado ni uno; se expresaban así aludiendo a los muchos guijarros que hay en el camino, causa porque dieron en llamarlos Chinatos a los de referido lugar, nombre por lo que son conocidos por los pueblos inmediatos.

El Rey Carlos Primero de España y Emperador de Alemania, quinto de este nombre, Capitanes de esta ciudad que le sirvieron y fundación del Hospital de la Merced.
 El hospital de Nuestra Señora de la Merced, conocido también por el de las Llagas, que está próximo a la Puerta Talavera, se fundó por los testamentos otorgados en  Plasencia por el Licenciado Pedro de Cepeda y Teresa de Yaguas su mujer, en 27 de febrero de 1519, y el de ella de 15…, ante Alonso de Sage, así consta en el índice de las  Obras Pías número 68, cuyo oficio ejerció Juan Barrado, le dotaron con sus bienes y mandaron que lo enterrasen tras la puerta del Hospital, debajo de las gradas de ella, para que todos pasasen por su sepultura. También fueron bienhechores de él, Francisco de Carvajal Villalba, Dª Beatriz de Zúñiga y Juan Gómez Pasajero. Sus rentas eran pingües y admisibles los enfermos de todas clases de llagas. Dieron su Patrono al M.N. y M.L. Ayuntamiento de esta. La mayor parte se bienes fueron vendidos por los años de 1806 a 1808. Los pocos que le quedaron, el año próximo pasado de 1848, fueron agregados al de Santa María.
Noticias del Hospital de San Marcos. 
Remedia la Ciudad otra grande hambre y 
fundación del Convento de Carmelitas Descalzas

El Hospital que llaman de San Marcos, por estar junto a su iglesia, en el día comúnmente es más conocido con el nombre de Los Pobres, no hay noticias de su fundación, según su construc­ción es antiquísimo, la Ciudad es Patrona de él, donde son admitidos los peregrinos y pobres pasa­jeros. Tenía suficientes y cómodas habitaciones para el intento y a más cuatro camas buenas. Los pasajeros no podían estar en él más de tres días descansando. El año de 1811, los franceses le destruyeron todo, lo que visto por varios vecinos de la ciudad, el de 1815, movidos por la caridad, trataron de ver como se restablecía para el lleno de su objeto, con las licencias necesarias, D. Miguel Blanco Pbro. y D. Carlos Bula acompañados de los curas párrocos pidieron a los vecinos limosnas pa­ra reedificarlo, su buen celo no quedó defraudado, pues con las limosnas que se reunieron le res­tablecieron nuevamente y sólo perdió el edificio el corral que tenía, donde los pobres tomaban el sol, se limpiaban la ropa, con inclusión del ejercicio de uñas, y hoy por haberlo cedido indebidamente, el Muy Noble y Muy Leal Ayuntamiento, se ven los in­felices en la necesidad de hacer sus ejercicios a la puerta del establecimiento, a la faz de la gente.
Da. María de la Cerda Porcallo fue hija de Vasco Porcallo de la Cerda y Da. Isabel Moscoso, de notoria y calificada nobleza de ésta ciudad. Ca­só dos veces, la primera con D. Luis de Camargo, de la familia del Conde de la Oliva, y la segunda con D. Juan de Villalba Carvajal, hijo del Coronel Cristóbal de Villalba. Ni de uno ni de otro tuvo su­cesión, viéndose sin ella y viuda, determinó fundar en las casas de su morada un convento para mon­jas, y en la villa de Béjar el día 25 de abril de 1584, el obispo D. Andrés de Noroña la dio licencia para que pudiese hacer dicha fundación y mudar los huesos de sus padres que estaban enterrados en la parroquia del Salvador de esta ciudad y la capellanía que allí había fundado, al referido con­vento, una vez estuviera fundado y con religiosas.
Es tradición asentada, que cuando la Santa Madre Teresa de Jesús andaba en sus funda­ciones, estuvo en esta casa, en lo que es hoy coro viejo, y precisamente cuando sus padres trataban los casamientos de expresada Da. María, lo que oído por la Santa dijo a su madre que no había de tener hijos y que ¡esta casa había de ser muy de Dios, y así sucedió todo, porque no hubo sucesión, y luego le dio toda su hacienda a Dios Nuestro Señor y a su Santísima Madre, y en el testamento de­bajo de cuya disposición murió... del mes... de 1616. Fundó este convento, como en el dicho tes­tamento se contiene, para Carmelitas calzadas cu­ya vocación fuese de la Santísima Trinidad. Fueron sus testamentarios el Sr. D. Pedro Pa­niagua y Valdés, caballero muy principal de esta ciudad, el P. Rector de la Compañía de Jesús y el Licenciado Arziniega, cura del Salvador, a quien y a los sucesores en el dicho beneficio dejó la referi­da testamentaría, y e] año 1623, que vino a este obispado el Sr. Obispo D. Sancho de Ávila y Tole­do, que tan amado fue de la Santa Madre Teresa de Jesús, viendo que la fundación era para monjas Carmelitas Calzadas, y que era bien que pues esta ciudad era la cabeza y sede del Obispado y no había convento de Monjas Descalzas le pareció bien que le hubiese, e informado del supra dicho D. Pedro Paniagua y otras personas fidedignas de la referida tradición y profecía de la Santa Madre, tanto con los testamentarios que entonces lo eran con el Sr. D. Pedro Paniagua y Rectos de la Compañía de Jesús, el Sr. Juan Jiménez Moreno, cura lector de la iglesia del Salvador, de que se conmutase la voluntad de dicha Da. María de la Cerda de Monjas Calzadas que fuesen Descalzas, a lo que accedió, y Su Santidad mandó un breve y que estuviesen sujetas al Ordinario de este Obis­pado y no a la Orden, por lo que resolvió la congre­gación de Descalzos de Toledo que no podían dar las fundadoras por no sujetarse a la Orden; pero los testamentarios no se arredraron por la negati­va y se proporcionaron Religiosas Descalzas suje­tas al Cardenal Arzobispo de Toledo Sr. Zapata, quien dio permiso para que del Convento de Alcalá viniesen cuatro religiosas a este convento. La que fue destinada para Priora trató mucho y fue muy afecta de la Santa Madre Teresa de Jesús. Entra­ron en esta ciudad el 23 de enero de 1629, salieron a recibirlas los señores D. Juan de Vargas y Soto­mayor, Corregidor de ésta, D. Gonzalo de Carvajal, Conde de Torrejón, D. Pedro Paniagua y Valdés y toda la nobleza de la Ciudad con gran número de gente, pero el mayor recibimiento fue el que les hi­zo Dios que estaba Sacramentado en el convento de las idelfonsas, donde se apearon a la puerta de la iglesia, las entró en ella el Sr. Obispo D. Francis­co de Mendoza, hecha la donación las llevó al dicho convento, donde permanecieron, en cuyo in­termedio las señoras de la ciudad las llevaron en coches a visitar todos los conventos de religiosas y monjas, con cuya venida se regocijaron todos. Concluido y amueblado su convento se traslada­ron a él procesional mente, acompañadas del Sr. Obispo, Cabildo Catedral y Menor, la Clerecía y Re­ligiosas y el Ayuntamiento en cuerpo de Ciudad y toda su nobleza. En la misma mañana de su trasla­ción, antes de salir de San Ildefonso, tomaron el hábito tres religiosas.

Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina