Del
Licenciado Francisco de Malpartida, Gobernador de estos reinos por los Reyes
Católicos, y el robo por los vecinos de la referida Malpartida de San Juan de
esta Ciudad.
Como lo pensaron,
ejecutaron, y fue del modo siguiente:
Un día que la ciudad de Plasencia no temía tal
cosa, la mayor parte de los vecinos del pueblo prevenidos con armas que
pudieran haber, se dirigen a la ciudad (el
camino que en aquel tiempo tenían y que venía continua a las paredes de las
viñas de la Noria, antigua cerca del pan llevar, entraban en el Cachón, que
pasaban el rio por pasaderas de grandes piedras que daban principio próximo al
molino de aceite de san Juan por esta parte, las que fueron quitadas los años
de 1818 a 1820 por el Capellán del Hospital de Santa María para componer el
molino del Puente Trujillo) entraron en la Parroquia, cogen a san Juan del atar
mayor y salen a escape con él; le llevaron a su pueblo y colocaron en una
ermita que en él había, acto continuo un clérigo de otro obispado que tenían
prevenido celebró misa y se llamaron a posesión, la ermita vino a ser iglesia
parroquial con la advocación de San Juan Bautista, en el día una de las más
hermosas en grandiosidad y arquitectura del Obispado. Cuando los moradores de
Plasencia tuvieron noticia del hecho, era ya el santo de Malpartida. El cura de
la parroquia reclamó a las autoridades, el caso anduvo en litigio, pero el
resultado fue quedar independiente de esta parroquia el pueblo de Malpartida.
L a opinión general
era, que el Licenciado Francisco de Malpartida, con el favor que tenia de los
reyes, les protegió en su robo sacrílego, viendo la distancia y perjuicios que
les seguían. Por último, la justicia de los malpartideños llegó al extremo de
vociferar que si los placentinos
hubieran tratado de impedir su victoria a chinarrazos no hubieran quedado ni
uno; se expresaban así aludiendo a los muchos guijarros que hay en el camino,
causa porque dieron en llamarlos Chinatos a los de referido lugar, nombre por
lo que son conocidos por los pueblos inmediatos.
El Rey
Carlos Primero de España y Emperador de Alemania, quinto de este nombre,
Capitanes de esta ciudad que le sirvieron y fundación del Hospital de la
Merced.
El hospital
de Nuestra Señora de la Merced, conocido también por el de las Llagas, que está
próximo a la Puerta Talavera, se fundó por los testamentos otorgados en Plasencia por el Licenciado Pedro de Cepeda y
Teresa de Yaguas su mujer, en 27 de febrero de 1519, y el de ella de 15…, ante
Alonso de Sage, así consta en el índice de las
Obras Pías número 68, cuyo oficio ejerció Juan Barrado, le dotaron con
sus bienes y mandaron que lo enterrasen tras la puerta del Hospital, debajo de
las gradas de ella, para que todos pasasen por su sepultura. También fueron
bienhechores de él, Francisco de Carvajal Villalba, Dª Beatriz de Zúñiga y Juan
Gómez Pasajero. Sus rentas eran pingües y admisibles los enfermos de todas
clases de llagas. Dieron su Patrono al M.N. y M.L. Ayuntamiento de esta. La
mayor parte se bienes fueron vendidos por los años de 1806 a 1808. Los pocos que le quedaron, el año próximo pasado de 1848, fueron agregados al de Santa María.
Noticias del Hospital de San Marcos.
Remedia la Ciudad otra grande hambre y
fundación del Convento de Carmelitas Descalzas
El Hospital que llaman de San Marcos, por estar junto a su iglesia, en el día comúnmente
es más
conocido con el nombre de Los Pobres, no hay noticias de su fundación, según su
construcción es antiquísimo, la Ciudad es Patrona de él, donde son admitidos los peregrinos y pobres
pasajeros.
Tenía suficientes y cómodas habitaciones para el intento y a más cuatro camas buenas.
Los pasajeros
no podían estar en él más de tres días descansando. El año de 1811, los franceses le
destruyeron todo, lo que
visto por varios vecinos de la ciudad, el de 1815, movidos por la caridad, trataron de ver como se restablecía para el
lleno de su
objeto, con las licencias necesarias, D. Miguel Blanco Pbro. y D. Carlos Bula acompañados de
los curas
párrocos pidieron a los vecinos limosnas para reedificarlo, su buen celo no quedó
defraudado, pues
con las limosnas que se reunieron le restablecieron nuevamente y sólo perdió el
edificio el corral
que tenía, donde los pobres tomaban el sol, se limpiaban la ropa, con inclusión del
ejercicio de uñas, y
hoy por haberlo cedido indebidamente, el Muy Noble y Muy Leal Ayuntamiento, se ven los
infelices
en la necesidad de hacer sus ejercicios a la puerta del establecimiento, a la faz de la gente.
Da.
María de la Cerda Porcallo fue hija de Vasco
Porcallo de la Cerda y Da. Isabel Moscoso, de notoria y calificada nobleza de ésta ciudad. Casó
dos veces, la primera con D. Luis de Camargo, de la familia del Conde de la Oliva, y la segunda con D. Juan de Villalba Carvajal, hijo del Coronel
Cristóbal de Villalba. Ni de uno ni de
otro tuvo sucesión, viéndose sin ella y viuda, determinó fundar en las casas de su morada un convento para monjas, y en la villa de Béjar el día 25 de abril de
1584, el obispo D. Andrés de Noroña la
dio licencia para que pudiese hacer
dicha fundación y mudar los huesos
de sus padres que estaban enterrados en la parroquia del Salvador de esta ciudad y la capellanía que allí había fundado, al referido convento,
una vez estuviera fundado y con religiosas.
Es tradición asentada, que cuando la Santa Madre Teresa de Jesús andaba en sus fundaciones, estuvo en esta casa, en lo que es hoy
coro viejo, y
precisamente cuando sus padres trataban los casamientos de expresada Da. María,
lo que oído
por la Santa dijo a su madre que no había de tener hijos y que ¡esta casa había
de ser muy de Dios, y
así sucedió todo, porque no hubo sucesión, y luego le dio toda su hacienda a Dios Nuestro Señor y a su Santísima Madre, y en el testamento debajo de cuya disposición murió... del mes... de 1616. Fundó este convento, como en el dicho testamento se contiene, para Carmelitas calzadas cuya vocación fuese de la Santísima Trinidad. Fueron sus testamentarios el Sr. D. Pedro Paniagua y Valdés, caballero muy principal de esta ciudad, el P. Rector de la Compañía de Jesús y el Licenciado Arziniega, cura del Salvador, a quien y a los sucesores en el dicho beneficio dejó la
referida testamentaría, y e] año
1623, que vino a este obispado el Sr.
Obispo D. Sancho de Ávila y Toledo,
que tan amado fue de la Santa Madre Teresa de Jesús, viendo que la fundación era para monjas Carmelitas Calzadas, y que era bien que pues esta ciudad era la cabeza y sede del Obispado y no había convento de Monjas Descalzas le pareció bien que le hubiese, e informado del supra dicho D. Pedro Paniagua y otras personas fidedignas de la referida tradición y profecía de la Santa
Madre, tanto con los testamentarios
que entonces lo eran con el Sr. D.
Pedro Paniagua y Rectos de la Compañía
de Jesús, el Sr. Juan Jiménez Moreno, cura
lector de la iglesia del Salvador, de que se conmutase la voluntad de dicha Da.
María de la Cerda de Monjas Calzadas
que fuesen Descalzas, a lo que
accedió, y Su Santidad mandó un breve y que estuviesen sujetas al Ordinario de este Obispado y no a la Orden, por lo que resolvió la
congregación de Descalzos de Toledo
que no podían dar las fundadoras por
no sujetarse a la Orden; pero los
testamentarios no se arredraron por la negativa y se proporcionaron Religiosas Descalzas sujetas al Cardenal Arzobispo de Toledo Sr. Zapata, quien dio permiso para que del Convento de Alcalá viniesen cuatro religiosas a este convento. La que fue destinada para Priora trató mucho y fue muy afecta de la Santa Madre Teresa de Jesús. Entraron en esta ciudad el 23 de enero de 1629,
salieron a recibirlas los señores D.
Juan de Vargas y Sotomayor,
Corregidor de ésta, D. Gonzalo de Carvajal, Conde de Torrejón, D. Pedro Paniagua y Valdés y toda la nobleza de la Ciudad con gran número de gente, pero el mayor recibimiento fue el que les hizo Dios que estaba Sacramentado en el convento de las idelfonsas, donde se apearon a la puerta de
la iglesia, las entró en ella el Sr.
Obispo D. Francisco de Mendoza,
hecha la donación las llevó al dicho
convento, donde permanecieron, en cuyo intermedio las señoras de la ciudad las llevaron en coches a visitar todos los conventos de religiosas
y monjas, con cuya venida se
regocijaron todos. Concluido y
amueblado su convento se trasladaron
a él procesional mente, acompañadas del Sr. Obispo, Cabildo Catedral y Menor, la Clerecía y Religiosas y el Ayuntamiento en cuerpo de Ciudad y
toda su nobleza. En la misma mañana de su traslación, antes de salir de San Ildefonso, tomaron el hábito tres
religiosas.
Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina
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