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lunes, 12 de noviembre de 2012

DATOS PARA LA HISTORIA "LOS SEISSES".

Las travesuras y despido del seise Pio Robles Rodríguez.

Este artículo fue escrito igual que el anterior, por D. Román Gómez Guillen, Canónigo Prefecto de Música y dedicado a su estimado amigo y compañero D. Florindo González Hernández, Maestro de Capilla de nuestra catedral, y a los niños del coro de la misma.

Los seises eran niños destinados a intervenir con sus cantos y danzas en determinadas festividades religiosas. El origen de esta especie de escolanía, única en el mundo, se fija hacia los primeros siglos del cristianismo. Llamábanse “seises” por ser seis lo que actuaban en las ceremonias. Abundaban en las catedrales y principales iglesias, alcanzando gran fama los de las catedrales de Sevilla y Toledo. Recibían esmerada educación musical y literaria formando excelente conjunto con la capilla musical a la que se unieron. De ellos salieron excelentes músicos, compositores organistas y maestros de capilla. La historia nos recuerda algunos ejemplos: Hayden fue seise en la Capilla musical de la catedral de San Esteban de Viena. Schubert, de la capilla Imperial de la misma ciudad; Palestrina, de Santa María la Mayor de Roma; Tomás Luis de Victoria, de la catedral de Ávila; Felipe Pendrell, de la de Tortosa; Jacinto Guerrero de la de Toledo. Así podríamos hacer una lista interminable.

Prestaron excelentes servicios al culto, aunque en algunas ocasiones (justo es decirlo) crearon problemas a los cabildos por sus travesuras. Así sucedió en nuestra catedral como lo confirman los siguientes datos acaecidos en el siglo XVIII.

“En la Junta Capitular tenida en la sacristía de lo Viejo después de Nona, a veintiséis de agosto de mil setecientos setenta y ocho, dijo el Sr. Presidente que el Maestro de Capilla le ha dado cuenta que en el día anterior se escapo el seise Pio y se había llevado la ropa y que no era la primera; enterado de lo cual el Cabildo acordó despedirle de dicha Plaza y que no se le vuelva a admitir, que entregue la ropa de Colegial y que se le dé la ropa de uso según estilo, y que en atención a que su descuido se ha extraviado un Libro de solfa de dicha Capilla, se encargue el Maestro de Capilla el cuidado y diligencia de recobrarle y que tome a su cuidado el buscar muchachos hábiles para dicho ministerio en lugar de éste y de los demás que considere inútiles.” (Archivo Catedral, Actas capitulares, libro 70, sin foliar, 27 de agosto 1778).

El Cabildo cuidaba con todo esmero esta institución y el maestro de capilla fue diligente en secundar los mandatos del Cabildo- Laudable y plausible estimulo por parte de ambos a favor de la esplendidez del culto catedralicio. A los pocos días había seis nuevos.

“Leyóse informe que hace el Maestro de Capilla de haber examinado diez muchachos pretendientes al ministerio de “seises”, expone su circunstancia y halla que, atendidas estas, son los más hábiles en primer lugar Ignacio Gómez Soria; en segundo lugar Manuel Puyo Dengolar y Ramón Terrón y en tercero Manuel Moreno; en cuya inteligencia acordó el Cabildo recibir para dicho ministerio los tres primeros y que el cuarto se tenga presente para cuando haya vacante y que quede despedido de dicho empleo Bernardo Gómez por no ser a propósito para ello y uno y otro se haga saber a dicho Maestro para su inteligencia y cumplimiento.” (Arch. Cated., Libro antes citado, 23 de septiembre 1778).

La madre del seise Pio, que había sido despedido por su mala conducta, pide al Cabildo que en el certificado que ha de extender el Cabildo al efecto, no se haga constar este dato desagradable; el Cabildo en detalle de generosidad accede a ello-Rasgos dignos de una madre y de una Corporación de categoría.

“Leyòse Memorial de Luisa Rodríguez, madre de Pio Robles, seise que ha sido de esta Santa Iglesia, suplicando al Cabildo mande se le dé por el Secretario testificación de haberse despedido de ella voluntariamente y sin haber cometido exceso, en que recibirá especial merced; de que enterado acordó el Secretario se la dé de haberse despedido sin que hubiera cometido delito.” (Arch. Cated., Libro antes citado, 23 de septiembre 1778).

Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina 









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