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sábado, 16 de abril de 2022

MARIA DE ROZAS

 

MARIA DE ROZAS

 

 

Cuantas veces paseando por las calles placentinas nos fijamos en los nombres de las calles, sin saber a quién está dedicada la misma, lo leemos sin más y continuamos nuestro paseo sin preguntarnos quien era el citado personaje. Paseando por el barrio de San Juan, me quede mirando el letrero calle de María de Rozas repitiéndome: ¿cuántos placentinos sabrán quien era esta mujer?

María Gómez de Rozas Xaénz, nació en la ciudad de Plasencia, sus padres fueron Juan Gómez de Rozas natural de la provincia de Burgos, modesto bordador de la catedral. Su madre Beatriz de Xáenz natural de Trujillo, que al quedarse huérfana muy joven, viene a residir en Plasencia con sus tías.


Nuestra biografiada vino al mundo al principio de marzo de 1614, siendo bautizada el 16 del mismo mes en la catedral. Modélica fue su vida hasta el punto de conocérsela por Santa, Sierva de Dios, Venerable Madre y Santa Mujer. Así se la conocía en la ciudad pues solo se dedicaba a atender a los pobres, mendigando para los más necesitados.

Esteban Ginés Ovejero fundador del Colegio de Vocaciones, posteriormente Seminario Menor de la diócesis de Plasencia, transcribe el trabajo que dio a conocer el confesor de María de Brozas Fr. Francisco Alvín, Lector del Convento de San Francisco, insigne Teólogo, ministro Provincial de esta Provincia, registrando en esta biografía una serie de hechos de la Venerable Sierva de Dios, María de San Francisco, llamada la Rozas, Profesa de la Tercera Orden de San Francisco.

Recibió el hábito renunciando a toda riqueza mundana, de la mano del Rdo. P. Fray José de Santa Cruz, que era Guardián del Convento, vistiéndose el sayal como lo hacían los religiosos. Visitaba los hospitales asistiendo a las necesidades con gran cuidado y afecto. Barria las alcobas, hacía las camas, les daba de comer con la mayor higiene; los consolaba, y los persuadía a sufrir con paciencia las penas y los dolores, poniéndoles como ejemplo la pasión de Cristo. A veces algunos pobres no tenían lugar en los hospitales o por hallarse convalecientes o por ser contagioso el mal que padecían o incurable, para ellos se decidió en buscar remedio a su desamparo, consiguiendo una casa donde recogía a los enfermos necesitados, donación que hizo D. Francisco Zepeda

No se permitía el descanso, pasaba las noches de rodillas en ferviente oración y si el sueño podía con ella, arrimaba la cabeza a la pared, sin apartar del suelo sus rodillas, dormitaba un instante y luego se volvía al desvelo de su espiritual virgilia, así durante cuarenta y dos años, nunca tuvo más cama. Solo con un pobre hábito sobrevivía en los inviernos.


Se la apareció Jesucristo con su pesada cruz en sus hombros coronado de su guirnalda de espinas, desde entonces comenzó a sufrir fuertes dolores de cabeza reflejando el dolor de las penetrantes espinas. Había en el convento una devota imagen de Cristo con la Cruz en sus hombros, al que llamaba “El Señor con la Cruz acuestas”, solicitó al Guardián del Convento poner la luz de una lampara que ella se encargaría de que no se apagarse nunca, para ello solicitaba limosna para comprar el aceite y la mantuvo encendida durante el resto de su vida. Las diferentes apariciones reveladas en el libro de su biografía nos relatan la presencia de Jesús vestido de pobre precisamente junto a la puerta de entrada de la ermita de San Miguel junto a la Cruz Dorada. Jesús en la puerta de las cadenas en la catedral, o en la pasarela del barrio de San Juan.

La Sierva de Dios María de San Francisco, llamada la Rozas, Profesa de la Tercera Orden de San Francisco, falleció en la ciudad alfonsina el 4 de enero de 1680, dándosela sepultura en el Capítulo, entre los religiosos, que era la capilla que estaba dedicada a Nuestra Señora de los Dolores, capilla que se encontraba a la entrada de la sacristía del convento de San Francisco.

El sentimiento y la tristeza arrebató a la mayoría de los placentinos, lamentos, lágrimas y sollozos aclamaban todos a la santa.

Un canónigo puso una laude de piedra sobre la sepultura, en ella escribieron los religiosos el epitafio que sigue, que en breves cláusulas es una exactísima descripción de su vida.

 

HOCIACET IN TVMVLO

FCELIX TVMULATA

MARIA,

SANCTO A FRANCISCO

VVLGO VOCATA

ROZAS

NVLA SIBI VNQVAM.SED

ET OMNIBUS OMNIA SEMPER

TOTA DEO, CVNCTIS GRATA

MARIA MANET

 

OBIIT ANNO 1680, 4 DIE JANVARII.MANE HORA 4.

 

 

Que dice así: Yace aquí sepultada dichosamente en este túmulo, María de San Francisco, comúnmente llamada la Rozas; fue ninguna para sí, y para Dios toda, y todas las cosas para todos, y a todos agradable. Murió año de 1680 en cuatro días del mes de enero, a las cuatro de la mañana.

Todos los intentos para localizar la laude fueron infructuosos, José Benavides Checa encontró la primera parte de la inscripción sin saber actualmente donde la depositaron, en el día de hoy continuamos buscándola entre los restos del antiguo convento de San Francisco.

 

José Antonio Pajuelo Jiménez

Biografía:

 Alvin, Fray Juan. Vida de María de Rozas.1682

 Benavides Checa José. Prelados Placentinos                  

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