MARIA DE
ROZAS
Cuantas veces paseando por
las calles placentinas nos fijamos en los nombres de las calles, sin saber a
quién está dedicada la misma, lo leemos sin más y continuamos nuestro paseo sin
preguntarnos quien era el citado personaje. Paseando por el barrio de San Juan,
me quede mirando el letrero calle de María de Rozas repitiéndome: ¿cuántos
placentinos sabrán quien era esta mujer?
María Gómez de Rozas Xaénz, nació en la ciudad de Plasencia, sus padres fueron Juan Gómez de Rozas natural de la provincia de Burgos, modesto bordador de la catedral. Su madre Beatriz de Xáenz natural de Trujillo, que al quedarse huérfana muy joven, viene a residir en Plasencia con sus tías.
Nuestra biografiada vino al
mundo al principio de marzo de 1614, siendo bautizada el 16 del mismo mes en la
catedral. Modélica fue su vida hasta el punto de conocérsela por Santa,
Sierva de Dios, Venerable Madre y Santa Mujer. Así se la conocía en la
ciudad pues solo se dedicaba a atender a los pobres, mendigando para los más
necesitados.
Esteban Ginés Ovejero
fundador del Colegio de Vocaciones, posteriormente Seminario Menor de la
diócesis de Plasencia, transcribe el trabajo que dio a conocer el confesor de
María de Brozas Fr. Francisco Alvín, Lector del Convento de San Francisco,
insigne Teólogo, ministro Provincial de esta Provincia, registrando en esta
biografía una serie de hechos de la Venerable Sierva de Dios, María de San
Francisco, llamada la Rozas, Profesa de la Tercera Orden de San Francisco.
Recibió el hábito
renunciando a toda riqueza mundana, de la mano del Rdo. P. Fray José de Santa
Cruz, que era Guardián del Convento, vistiéndose el sayal como lo hacían los
religiosos. Visitaba los hospitales asistiendo a las necesidades con gran
cuidado y afecto. Barria las alcobas, hacía las camas, les daba de comer con la
mayor higiene; los consolaba, y los persuadía a sufrir con paciencia las penas
y los dolores, poniéndoles como ejemplo la pasión de Cristo. A veces algunos pobres no tenían lugar en los
hospitales o por hallarse convalecientes o por ser contagioso el mal que
padecían o incurable, para ellos se decidió en buscar remedio a su desamparo, consiguiendo
una casa donde recogía a los enfermos necesitados, donación que hizo D.
Francisco Zepeda
No se permitía el descanso, pasaba las noches de rodillas en ferviente oración y si el sueño podía con ella, arrimaba la cabeza a la pared, sin apartar del suelo sus rodillas, dormitaba un instante y luego se volvía al desvelo de su espiritual virgilia, así durante cuarenta y dos años, nunca tuvo más cama. Solo con un pobre hábito sobrevivía en los inviernos.
Se la apareció Jesucristo
con su pesada cruz en sus hombros coronado de su guirnalda de espinas, desde
entonces comenzó a sufrir fuertes dolores de cabeza reflejando el dolor de las
penetrantes espinas. Había en el convento una devota imagen de Cristo con la
Cruz en sus hombros, al que llamaba “El Señor con la Cruz acuestas”, solicitó
al Guardián del Convento poner la luz de una lampara que ella se encargaría de que
no se apagarse nunca, para ello solicitaba limosna para comprar el aceite y la
mantuvo encendida durante el resto de su vida. Las diferentes apariciones
reveladas en el libro de su biografía nos relatan la presencia de Jesús vestido
de pobre precisamente junto a la puerta de entrada de la ermita de San Miguel
junto a la Cruz Dorada. Jesús en la puerta de las cadenas en la catedral, o en
la pasarela del barrio de San Juan.
La Sierva de Dios María de
San Francisco, llamada la Rozas, Profesa de la Tercera Orden de San Francisco, falleció
en la ciudad alfonsina el 4 de enero de 1680, dándosela sepultura en el
Capítulo, entre los religiosos, que era la capilla que estaba dedicada a
Nuestra Señora de los Dolores, capilla que se encontraba a la entrada de la
sacristía del convento de San Francisco.
El sentimiento y la tristeza
arrebató a la mayoría de los placentinos, lamentos, lágrimas y sollozos
aclamaban todos a la santa.
Un canónigo puso una laude
de piedra sobre la sepultura, en ella escribieron los religiosos el epitafio
que sigue, que en breves cláusulas es una exactísima descripción de su vida.
HOCIACET IN TVMVLO
FCELIX TVMULATA
MARIA,
SANCTO A FRANCISCO
VVLGO VOCATA
ROZAS
NVLA SIBI VNQVAM.SED
ET OMNIBUS OMNIA SEMPER
TOTA DEO, CVNCTIS GRATA
MARIA MANET
OBIIT ANNO 1680, 4 DIE JANVARII.MANE HORA 4.
Que dice así: Yace aquí
sepultada dichosamente en este túmulo, María de San Francisco, comúnmente
llamada la Rozas; fue ninguna para sí, y para Dios toda, y todas las cosas para
todos, y a todos agradable. Murió año de 1680 en cuatro días del mes de enero,
a las cuatro de la mañana.
Todos los intentos para
localizar la laude fueron infructuosos, José Benavides Checa encontró la
primera parte de la inscripción sin saber actualmente donde la depositaron, en
el día de hoy continuamos buscándola entre los restos del antiguo convento de
San Francisco.
José Antonio Pajuelo Jiménez
Biografía:
Alvin, Fray Juan.
Vida de María de Rozas.1682
Benavides Checa José.
Prelados Placentinos
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