Recordando a Miguel Alonso Somera.
Placentino, con apellidos propios de nuestra región, desconocido totalmente
en nuestra ciudad, todavía no sabemos cuándo nació y donde murió, autor de muchos
poemas extremeños, ignorado en Extremadura, supo templar la lira y cantar como
pocos el sentimiento encerrado en sus fibras, empleando para ello, en algunas
de sus composiciones, un lenguaje vivo, veraz y sincero, sin fraude ni
artificio alguno, del habla vulgar de la gente de nuestros pueblos.
Hemos encontrado una poesía en la revista “ORTVS”, pues colaboró con
ella junto a Pedro Sánchez Ocaña, Neria Serrano, Valeriano González, Manuel
Revilla Castán, Máximo Gómez…En la revista del 1 de febrero de 1936, año II,
numero 5, pág. 14 y 15 publica “Mi jaca en la serranía”:
A lo largo de 1937 publicó en la revista “Fragua Social” de Valencia, una
serie de interesantes poemas en extremeño, que se encuentran recogidos en una
selecta antología de la editorial “Ruedo Ibérico” y que han sido incluidos en
la “Primera Antología de Poesía Extremeña”. También publico en la Revista
“Nosotros” el “Monólogo de Juan”.
En algunas ocasiones estas poesías se cargan de un
lirismo que raya la nostalgia.
En el “Faro de Extremadura”, periódico placentino
fundado por D. Andrés López Alonso, en su número 278, Año VI, en su primera
página, publica la poesía “El Sembrador”:
JUDAS, EL TRAIDOR
Un beso en la mejilla. le delata.
Le prenden, se lo llevan a empellones.
Insultos, arañazos, maldiciones…
Judas, el delator, cuenta “su” plata…
Treinta monedas son. Torpes, sus manos
las sopesa, las cuenta, las remira;
Pero espantado con temor las tira
al ver que se convierten en gusanos…
Treinta son… Treintas sierpes enroscadas
Treinta son… Treinta puntas oxidadas.
Treinta garras que tiran del cabello.
Treinta cachos de cuerda retorcida
que su cobarde mano maldecida
se arrolla treinta veces en el cuello…
RESURRECCIÓN.
La piedra del sepulcro se ha rasgado
y del sepulcro surge, cegadora,
una luz con más luces que la aurora;
un Sol, que al mismo sol ha derrotado.
El sepulcro, vacío se ha quedado …
Un soldado guardián, clemencia implora.
Aquél blasfema y huye, y esta llora:
“¡Le matamos, pero ha resucitado!” …
En estos tiempos, como en los lejanos,
Nos quieren arrancar a los cristianos
la fe que nos alienta, y que palpita
dentro del corazón… ¡No han de arrancarla!
¡Y si se atreven, locos a enterrarla,
más pujante y gloriosa resucita!
Agonizanti
No sus canséis... Cuando'l cuerpo
mos dice que ya renquea,
no le valin los potinguis,
pos no tieni componenda.
Semos igual que los roblis:
de mozos, tenemos juerzas...
Endispué vienin los años
con las crucis de las penas,
y se pudrin las raícis
y s'esconchan las cortezas…
Saliros tos de l'alcoba,
que por la ventan'abierta
quiero morilme mirando
los álamos de la vega;
los surcos de la besana;
los almendros de la güerta...
¡Dejal que ascuchi el zumbió
del airi, cuando s'enrea
a dal patas a las hojas
qu´el árbol tiró por secas!..
Dejal que
ascuchi la flauta
del zagal que pastorea
y las tonás del gañán
que, tras de la yunta, sueña
con la guapa zagalina
qu'en la otra linde l'espera.
¡Dejal qu´escuchi la risa
del agüina que gotea
del cangilón de la noria
que se cansó de dar güeltas'...
¡Dejal que miri mis campos!
¡Dejal que mis campos güela,
pa qu'el último suspiro
me deji sabol de tierra..!
En 1937 aparecieron tres poemas suyos
escritos en castúo en las revistas Nosotros y Fragua
social de Valencia. Uno de ellos es “Monólogo del tío Juan” (Fragua
social, nº 199, 13 de abril de 1937, tomado de Salaün 1982b: 29-31):
¡Toa la sangre renegría // se me subi a la cabeza // y un día le
trinco asina // y le troncho la gargüera!... // ¿Pos no má dicho, en
mi cara //que soy un viejo sin jueza // y que tengu que dejale
// pa otro, más nuevo, la tierra? //En esta tierra mi padri //
pasósi la vía entera, //y en esa tierra, una nochi, //çvine yo al
mundo… Y a ella // dende chico la he cuidao //lo mismo cá una
muñeca // espunzarrandu terronis, // quitando zarzas y
piedras, // pasando joras y joras // con la mano en la mancera //
revistiéndola de surcos // con la juña de la reja, // y echando en
ellas semillas // qu’en después jueron cosechas (…) // A esta tierra la he
cuidao // lo mismo c’a una muñeca // y aquí m’estoy, ¡pese a
Cristo! // y quiera el amo o no quiera…
José Antonio Pajuelo Jiménez - Pedro Luna Reina- Jose Gutiérrez Delgado