D. JOSE POLO BENITO (1878-1936)
Un poeta en el olvido.
Deán
de la Catedral
de Plasencia, secretario del obispo Francisco Jarrín y Moro. Era conocido como
“El Padre de las Hurdes”, y promovió la visita del rey Alfonso XIII a esta
comarca en 1922. Fue presidente y consejero de la Caja de Ahorros y Monte de
Piedad de Plasencia. En 1923 se traslado a Toledo, donde fue Deán de la Catedral y en la noche 23
de Agosto de 1936, fue fusilado junto con otros sacerdotes en la fuente del
Salobre.
En
Plasencia fundo el periódico “REGIONAL” (1907-1914)
En
el día 19 de Enero del año 1905, visito en Guijo de Granadilla, la tumba del poeta Gabriel y Galán. Caminando
por el camposanto, va emocionado, con
dolor en la mirada, serena angustia en la expresión, el sacerdote entendido
en letras, se sienta junto a su lapida, saca un cuaderno y un lápiz, y escribe
en sus hondos pesares, unos versos: el sacerdote también es poeta.
En la losa que cubre el cadáver
escribo
estos versos…
Recuerda, lo que vio en su muerte, en la muerte del
poeta:
Y al través de
parduscas paredes
yo percibo los flébiles ecos
del solemne cantar funerario
que, isócrono y lento,
va llenando los ojos de lagrimas
va llenando de sombra el templo.
Se
encuentra abstraído, encerrado en si mismo, no apercibiéndose de lo que le
circunda. No ve acercarse a un pobre hombre, de lo alto de la sierra, humilde,
cohibido, mal trajeado: ¿Quien era?,…
Lo que hizo, el sacerdote nos lo dice el buen
sacerdote en estos versos:
A
la losa que cubre el cadáver
Se
agarra, gimiendo,
el
jurdano que hogaño en la siega
tuvo pan y cariños tan tiernos,
que no acierta a expresar con la boca,
aunque sabe sentir con el pecho.
Y
me dice con voz quejumbrosa:
-
¡Ay, señol, don José mos s`a muertu!
Hogañazu,
ni comu a su vera,
ni
sus miesis siegu;
ajuyó
toítu aquellu pa siempre:
er
pan del invierno,
las
cosinas tan durcis que icía
pa
siempre se juerun.
¿No
lo sabi el señol, no lo sabi?
¡Ay
señol,don José mos s`a muertu!
Y sus ojos hundió entre la tierra,
y
sus manos cruzo sobre el pecho
y escapóse
la humilde plegaria
de
sus labios fervientes y trémulos.
Con
la fiebre del alma en los ojos,
Con
la fiebre del hambre en su cuerpo,
El
jurdano que hogaño en la siega
Tuvo
pan y cariños tan tiernos,
Abandona
la triste morada,
Llorando
en silencio.
En
la losa que cubre el cadáver
Se
oyeron dos ruegos:
Es
el mío que lloran las musas;
Es
el suyo, que lloran los buenos.
El
sacerdote ha terminado sus versos. Ha puesto en el cuaderno: Cementerio de
Guijo de Granadilla, 19 de Enero de 1905.
Jose Antonio Pajuelo Jimenez
Pedro Luna reina
Pedro Luna reina
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