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miércoles, 10 de junio de 2009

EXPOLIO INTERNACIONAL DE LA ALTA EXTREMAURA. I.-


"Artículo presentado a los Coloquios Históricos de Extremadura en Trujillo, en el año 1983 El autor de este artículo es don Gumersindo Martín Hernández de la A.C.P. "Pedro de Trejo

La importancia que para la causa española tuvo el alzamiento de Extremadura contra la ocupación francesa en 1808, fue decisiva en la guerra de la Independencia. Su situación fronteriza con Portugal produjo, en el primer instante, la ruptura de comunicaciones entre los franceses del Alentejo, al mando de Junot, y los de la Mancha, a las órdenes directas del mariscal Murat.
Pero esta misma situación de paso entre Madrid y Lisboa, hizo que nuestra tierra se viese invadida sucesivamente por uno y toro bando contendiente, con las consiguientes consecuencias de saqueos, exacciones, desolación y muerte. Tropas francesas, inglesas y portuguesas, depauperaron y arruinaron nuestros pueblos y ciudades, y aunque fueron pocas las grandes batallas que se dieron en nuestro suelo, el movimiento de tropas fue extraordinariamente intenso, así como la ocupación y abandono de plazas. Por si fuera poco, las partidas de heroicos guerrilleros y sobre todo, las tropas españolas incontroladas y dispersas en las grandes derrotas sufridas, se dedicaron muchas veces al saqueo y al pillaje, con tanta intensidad como las mismas tropas extranjeras.
En lo que respecta a la Extremadura alta, las sierras y valles que arrancan de la derecha del Tajo estuvieron desguarnecidas casi todo el tiempo por las tropas nacionales, que operaron todos estos años casi exclusivamente en las tierras llanas al sur del Tajo, que facilitaban el empleo de grandes contingentes de fuerzas y el movimiento de la caballería y la artillería, en esa obcecación de nuestros generales de jugar a batallas campales, moviendo peones y caballos en unas condiciones de inferioridad numérica, de armamento, de abastecimientos y , sobre todo, de mandos generales e intermedios.
Todo ello llevó a la mayor y más prolongada catástrofe que haya podido sufrir país alguno, de la cual, por los desgraciados incidentes que la sucedieron a lo largo de todo el siglo XIX, aún, al cabo de 175 años, no nos hemos recuperado.
Es difícil extractar en un breve trabajo de este tipo todos los acontecimientos nefastos ocurridos en estas tierras a lo largo de cinco extractar en un breve trabajo de este tipo todos los acontecimientos nefastos ocurridos en estas tierra a lo largo de cinco intensos años de guerra, por lo que me limitaré a consignar en el mismo sólo los más destacados expolios sufridos en la Alta Extremadura, centrándome principalmente en los ocurridos en la ciudad de Plasencia y basándome en los testimonios de dos testigos de la época: el Excmo. Sr. Conde Toreno, en su "Historia del levantamiento, guerra y revolución de España", y don José Mª de Barrio y Rufo en sus "Apuntes de historia de la Ciudad de Plasencia".
Con el fin de darnos una idea de los sacrificios que para la ciudad y provincia supuso este desgraciado y a la vez heroico acontecimiento, he intentado, de forma aproximada, traducir a pesetas, en su valor actual, el real de vellón en que vienen expresadas las cantidades satisfechas, teniendo en cuenta la diferencia en el nivel de vida de entonces acá y la circunstancia de ser la población unas seis menor que la actual, con lo que la imposición "per cápita" se elevaba notablemente. A estas cantidades hemos de añadir aquellas otras en especies, avituallamiento de las tropas, robo de joyas y obras de arte y destrozos de todo tipo, de imposible valoración en metálico, además de las pérdidas humanas, las levas de soldados, la falta de brazos en el trabajo y la paralización del comercio y la industria.
La sangría económica y humana de nuestra tierra comienza el 18 de Octubre de 1807, en el momento en que el general Junot, al mando de un ejército de 25.000 hombres y 3.000 caballos llamado cuerpo de observación de la Gironda, penetra en España con el pretexto de la invasión de Portugal.

El gobierno de D. Manuel Godoy dicta una exacción para la manutención y avituallamiento de este ejército, correspondiendo a la ciudad de Plasencia la entrega de 800 fanegas de trigo y 1.000 de cebada (un sacrificio económico equivalente a los 36 millones de pesetas actuales). D. Vicente de Vargas y Laguna, señor del Barrado y Villanueva de la Sierra y Regidor perpetuo de la Ciudad, para aliviar al pobre labrador, dio 100 fanegas de trigo, que luego cedió a beneficio de la nación. Poco después, el funesto valido dictó una proclama exigiendo a su tierra extremeña la entrega de hombres y caballos par la lucha en Portugal.
El 9 de Enero de 1808 comenzó la entrada en España de otro ejército francés de otros 25.000 hombres y 2.700 caballos, llamado cuerpo de observación de las costas del Océano, capitaneado por el mariscal Moncey. Y el 26 de Febrero el Cabildo de la Catedral de Plasencia, a instancias del intendente D. Agustín Gutiérrez de Tovar, ofreció 2.000 fanegas de trigo a 50 reales cada una, entregando en metálico 100.000 reales (unos 60 millones de pesetas).
Los sucesos del lunes 2 de Mayo en Madrid y el famoso bando del Alcalde de Móstoles son conocidos en Plasencia a las pocas horas de acontecer. La muchedumbre de los pueblos comarcanos, congregada en su Plaza Mayor con motivo de la celebración del tradicional mercado semanal de los martes, hace correr la noticia inmediatamente por los más apartados rincones de la zona. El miércoles día 4 es recibida la comunicación en Badajoz y el día 5 se dio desde allí la primera proclama de España contra los franceses, enviándose emisarios con la misma a Lisboa, Madrid y Sevilla, proclama que queda limitada a simples palabras escritas, ya que el ejército acantonado en Badajoz al mando del general Solano y el gobernador de la plaza Conde de Torres del Fresno, siguen obedientes a las órdenes del Gobierno de Madrid, dominado por el mariscal Muret, quien a mediados de Mayo ordena el traslado al Campo de Gibraltar de todas las tropas de Extremadura.
El 26 de Mayo se produjo el alzamiento en Sevilla, comenzado por el regimiento de Olivenza. El estallido de Extremadura dio comienzo en Badajoz el día 30, día de San Fernando, a consecuencia de la orden de Murrat de que no se enarbolase bandera ni se disparasen las salvas, tradicionales desde siglos atrás en honor de Fernando III el Santo. Fue una mujer la que quitándole la mecha a un artillero disparó un cañón, siendo seguido por el disparo de los restantes cañones del fuerte y el grito unánime de la población de viva Fernando VII y meran los franceses. El gobernador puesto por Godoy, Conde de Torres del Fresno, fue agredido y muerto por la muchedumbre; en Plasencia y la villa de los Santos hubo también linchamiento de unos tachados de afrancesados, pero en el resto de Extremadura el alzamiento se produjo con orden y alegría. Fue constituida la Junta Suprema de Extremadura, ocupando el mando el brigadier de artillería D. José Galluzo y siendo nombrado vicepresidente D. Vicente de Vargas y Laguna. Al mismo tiempo se formaron las Juntas locales de defensa en las distintas ciudades, siendo elegidos para la de Plasencia su obispo D. Lorenzo Igual de Soria y D. Antonio Vicente de arce, entre otros.
De los dos regimientos provinciales de Extremadura el de Plasencia se encontraba en el Campo de Gibraltar y el de Badajoz se encontraba desarmado, entando todas las plazas de la provincia totalmente desguarnecidas, por lo que el brigadier D. José Galluzo logró formar, durante todo el mes de Junio, un nuevo ejército de 20.000 hombres y un cuerpo de extranjeros formado por portugueses y franceses evadidos de Junot.
El 8 de Junio entregó el Cabildo de la Catedral de Plasencia al Ayuntamiento, según orden de la Junta provincial, una ayuda consistente en toda la plata del aparador de la sacristía, además de una aportación en metálico de 200.000 reales (más de 100 millones de pesetas actuales), para agregar a la prorrata establecida en toda la cuidad, sin que sepamos cual fue la total aportación. Cinco días más tarde, el 13 de Junio dio el Cabildo otro donativo a la Junta local de Trujillo, consistente en 10.000 reales (unos 6 millones de pesetas). ( Continuara)
Fonto del busto en yeso del Conde de Torres del Fresno,de Angel Cabrera

Gumersindo Martin Henandez

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