Aunque este puente no está en la ciudad, si se le puede consignar como de ella, pues fue el cardenal placentino D. Juan de Carvajal el que mandó hacerle en el año 1.460. Su constructor fue el cantero placentino Pedro González, el cual también trabajó en la catedral y en Santo Domingo.
Está situado este puente sobre el río Tajo, en el camino que va de Plasencia a Trujillo, pasado Villareal de San Carlos, en la zona del Parque de Monfragüe, al lado del actual puente que cruza el río. Dejo de tener uso en los años 1960 pues al hacer el pantano de Alcántara su cola lo llega a tapar.
Antes de construirse el puente se pasaba el río por medio de barcas, pero como en esa zona se juntan el Tajo y el Tietar, la mayoría del tiempo no se podía pasar por el gran caudal que traían estos ríos ocurriendo muchas muertes por vuelco de las barcas.
De este puente se conserva casi toda la documentación, por lo cual podemos saber que consta de 30.000 piedras labradas, y que cada piedra valió a 9 reales y 14 maravedíes, por lo tanto costó el puente 282.325 reales y 31 maravedíes. La piedra para su construcción se trajo del Robledo, de los Cinco Hermanos y dehesa de Malpartida, junto al pueblo de Gargüera. Para su transporte fue necesario romper la montaña, por el sitio que llaman el Arroyo de Calzones. La distancia desde las canteras hasta el emplazamiento del puente era de seis o siete leguas.
Se cuenta que cuando se hicieron los estudios para su construcción, vieron que saldría muy cara la traída de la piedra, y así se lo comunicaron al cardenal el cual estaba en Roma, enterado este les contestó que si no la llevaban desde estas canteras las mandaría el desde Roma, ante lo cual empezaron a sacarlas.
Otra historia cuenta que cuando fue el cardenal a ver el emplazamiento donde se pensaba realizar el puente, el arquitecto, temeroso de que no tuviese el cardenal tanto dinero como valía hacerlo, empezó a poner pegas y dificultades para su construcción, ante lo cual, cuentan, que el cardenal sacó sus manos de los bolsillos llenas de onzas de oro y empezó a lanzarlas al río diciendo cada vez que tiraba una ”Aquí podía ir una pilastra, aquí podía ir otra, allí otra, etc..” Ante esto el arquitecto se arrodilló y besándole las manos le pidió perdón por su desconfianza. Esta leyenda es solamente esto, ya que el cardenal no pisó su diócesis ninguna vez desde que se fue a Roma.
Como la mayoría de los puentes que existían en esa época, era de peaje, y se cobraba por cada animal que pasaba por el.
En la guerra de la Independencia fue destruido por las tropas españolas para cortar el avance de las francesas. Cuentan que el ingeniero que se encargó de volarlo encendió la mecha antes de retirarse los obreros que estaban colocando las cargas, y a consecuencia de ello, si voló el puente, pero con el volaron 35 hombres más, salvándose solo uno que casualmente era de Plasencia. Pasada la Guerra de la Independencia, se colocaron unos palos entre los pilares del puente y se clavaron unas tablas encima de estos palos con lo cual se podía atravesar el río con un gran peligro para el que lo intentaba.
Así permaneció el puente hasta el año 1844, en que se empezó a restaurar, siendo maestro de las obras el lego de la Compañía de Jesús, padre Manuel Ibáñez.
Departamento de Investigacion y Divulgación de la A.C.P."PEDRO DE TREJO"
SEMBRANDO INQUIETUDES.
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