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viernes, 25 de enero de 2008

TITULOS DE LA CIUDAD DE PLASENCIA.


La ciudad de Plasencia tiene el orgullo de poseer tres títulos para añadir a su nombre.
Los títulos son los siguientes: Muy Noble, Muy Leal y Muy Benéfica.
La historia de la concesión de los títulos es esta.

TITULO DE MUY NOBLE
En el año 1.195, el rey Alfonso VIII se enfrenta en la batalla de Alarcos al rey Aben-Jucef de los almohades. En la tropas cristianas hay ciertas discrepancias, las cuales terminan en la vergonzosa huida de don Diego López de Haro señor de Vizcaya, y de los nobles e hijosdalgos que con el fueron, siendo la causa de la derrota de las tropas cristianas.
Ante este hecho vergonzoso, el rey Alfonso viendo la valentía de las tropas placentinas, que seguían luchando a su lado, dijo:
“Valen mas los Caballeros Extremeños de las Villas, que los hijosdalgos de Castilla.”
El rey Alfonso VIII concedió a Plasencia el titulo de:“MUY NOBLE

TÍTULO DE MUY LEAL
En el año 1.442 el rey Juan II, contra toda razón, justicia y lógica, regala la ciudad de Plasencia a D. Pedro López de Zúñiga, Justicia Mayor del Rey, sin tener en cuenta que el fuero de la ciudad decía claramente que solo serian señores de Plasencia, el Rey y Dios.
Anteriormente se la había regalado a su primera mujer, Doña María de Antequera, la cual la poseyó hasta su muerte.
Este vasallaje duró 46 años, es decir, hasta el año 1488, en el cual varios nobles placentinos se confabulan, con permiso de los Reyes Católicos, y asaltan la ciudad al grito de “Plasencia por los Reyes don Fernando y doña Isabel”. Después de varios días de lucha, consiguen rendir a las tropas del conde, pasando la ciudad a ser otra vez realenga.
El día 22 de diciembre de 1.488 los Reyes Católicos firman en Valladolid un documento por el cual se comprometen a no volver a enajenar Plasencia de la corona real. (El dicho documento se conserva en el Archivo Municipal).
Por estas fechas se empieza la conquista de Granada, Plasencia junto con Coria y Badajoz pagaron 26.525.036 maravedies, para ayudar a esta guerra.
El día 20 de Octubre de 1.494 el rey D. Fernando el Católico entra en la ciudad, se dirige a la catedral, y en su puerta, de rodillas, jura los Fueros de la ciudad, y que nunca volverá a enajenarla.
En memoria de este hecho se colocó en la puerta de Trujillo una lápida laudatoria sobre la cual están las armas de los Reyes Católicos; la lápida dice así:
LIBERTAS VITE, GEMMIS, AUROQUE PREFERTUR. LIBERTAS NOBILEM REDDIT PLACENTIE URBEM, CUAM FORTUNA SPREVIT, REGIAN QUE IN LUCEN REDEMIT. NOVILES PRETEREA PLACENTIE, URBIS QUE HEROES DEVICERUNT HOSTES, SUB REGIO MARTE, FEROCES. REGIBUS QUIBUS QUIPPE DECET, HOMINES QUE SUBDITOS FORE. ANNO M. IIII. LXXXVIII
(Traducción)
LA LIBERTAD DE LA VIDA ES PREFERIBLE AL ORO Y A LOS DIAMANTES, LA LIBERTAD HA DEVUELTO SU NOBLEZA A PLASENCIA, QUE ESTABA MENOS PRECIADA DE LA FORTUNA. LA LIBERTAD LA HA REDIMIDO PARA EL REY. LOS NOBLES CABALLEROS DE LA CIUDAD DE PLASENCIA, BAJO LAS BANDERAS REALES, VENCIERON A LOS FEROCES ENEMIGOS, Y POR LO TANTO ES CONVENIENTE A TODOS LOS HOMBRES EL ESTAR SUMISOS A LOS REYES.
AÑO DE 1.488

Para quedar constancia de este juramento, los Reyes Católicos entregan al concejo de Plasencia una carta en la cual ratifican el propósito de mantenerla siempre bajo su tutela. Esta carta dice así: Transcripción:
Don Fernando e Doña Ysabel, por la graçia de Dios, rey y reyna de Castilla, de León, de Aragón, de Seçilia, de Toledo, de Valençia de Gallizia, de Mallorcas, de Sevilla, de Çerdeña, de Córdova, de Córçega, de Murçia, de Jahén, delos Algarbes, de Algezira, de Gibraltar, conde y condesa de Barçelona e señores de Viscaya e de Molina, duques de Atenas e de Neopatría, condes de Ruisellón e de Çerdaña, marqueses de Oristán e de Goçiano; al prínçipe don Juan, nuestro muy caro e amado fijo, e a los ynfantes ,duques, perlados, condes, marqueses, ricos omes, maestres delas hórdenes, e a los del nuestro consejo e oydores dela nuestra abdiençia, alcaldes, alguaziles de la nuestra casa e corte e chancillería, e a los priores, comendadores e subcomendadores, alcaydes delos castillos e casas fuertes e llanas, e a todos los conçejos, justiçia, regidores, cavalleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos ansy dela çibdad de Plazençia como de todas las otras çibdades e villas e lugares delos nuestros reynos e señoríos, a cada uno e cualquier de vos a quien esta nuestra carta fuere mostrada, o el traslado della signado de escrivano público, salud e graçia. Sepades que por parte del conçejo, justiçia, regidores, cavalleros, escuderos, ofiçiales e omes buenos della dicha çibdad de Plazençia, nos fue fecha relaçión diciendo quela dicha çibdad e su Tierra sienpre en los tienpos pasados fue de nuestra corona real, e encorprada en ella segund lo son las otras çibdades e villas e lugares de nuestros reynos, e que non podiendo ser separada nin apartada dela dicha nuestra corona real, ansy por su grand poblaçión, como por ser cabeça de obispado. E que el rey don Juan, nuestro señor y padre, por las nesçesidades que le ocurrieron en el tienpo delos movimientos que en estos nuestros reynos ovo, dio la dicha çibdad al conde don Pedro de Çuñiga, el qual, como quería quel dicho conde, tomó y reçibió la dicha çibdad. Muchas vezes dixo quel non quería la dicha çibdad, porque todavía estovo enajenada en vida del dicho conde, e después en vida del duque don Álvaro su fijo, fasta tanto que fallesçió. E después de su muerte los principales e más naturales dela dicha çibdad trabajaron por la reducizir e tornar a nuestra corona real, fasta tanto que yo el rey la fui a reçibir, e pedí al duque don Álvaro, nieto del dicho duque don Álvaro, que nos entregase la fortaleza dela dicha çibdad; el qual guardando la obidiençia e la lealtad que nos devía, e conosçiendo quan justo era que la dicha çibdad fuese tornada a nuestra corona real por las causas susodichas, nos la entregó, e ansy fue reduzida e reentregada a nuestra corona real. E por parte dela çibdad nos fue suplicado e pedido por merçed que, acatando las causas susodichas e como la dicha çibdad es delas fuertes de nuestros reynos, e el lugar donde está situada e como está en los confines de nuestros reynos, que la mandasemos de nuevo encorporar en nuestro patrimonio e corona real, e que le mandasemos dar nuestro previllejo dello. E nos por fazer bien e merçed a los vezinos e moradores dela dicha çibdad, ansy los que los que agora son como los que serán de aquí adelante para sienpre jamás, y entendiendo que cunple ansy a nuestro servicio e al bien e procomuz de nuestros reynos e acatando los ynconvinientes que se podrían seguir sy la dicha çibdad fuese apartada y enajenada de nuestra corona real, tovímoslo por bien. E por la presente de nos propio motuo e çierta çiençia, encorporamos e ryntregamos la dicha çibdad de Plazençia con toda su Tierra e término e jurediçión en nuestra corona e patrimonio real, para que agora e de aquy adelante para sienpre jamás, sea avida e tenida por de nuestra corona y patrimonio real, e non pueda ser reparada (sic.) nin apartada della, por ninguna cabsa nin razón, nin nesçesidad pública o particular de qualquier calidad e ynportançia que sea o ser pueda. E prometemos y seguramos e damos nuestra fe e palabra real por nos e por el dicho prínçipe don Juan, nuestro fijo, e por los otros reyes e subçesores que después de nos vinieren, que non apartaremos nin enajenaremos la dicha çibdad nin su Tierra e términos o jurediçion, de nuestra corona real, e que sienpre la conserveremos e guardaremos para ella, e sy la enaajenaremos (sic) que non vala, e la tal elaneaçión sea ninguna e de ningund efecto, porque vos mandamos a todos e cada uno de vos que esta nuestra carta e todo lo en ella contenido, e cada una cosa e parte dello, guardeys e cunplays e fagays guardar e cunplir en todo tienpo e para sienpre jamás. E que deys a la dicha çibdad e vezinos della, todo el favor e ayuda que vos pidiere e menester ovieren, para ser conservados en la dicha nuestra corona real. E si dello quisyeren nuestra carta de privillejo, mandamos al nuestro chançiller e notarios e a otros ofiçiales que están a la tabla delos nuestros sellos, que vos lo den e libren, e pasen e sellen sin derechos algunos, e los unos nin los otros non fagades nin fangan ende al por ninguna manera, so pena dela nuestra meçed e de diez mil maravedís para la nuestra cámara. E demás mando al ome que vos esta nuestra carta mostrare, que vos enplaze que parescades ante nos en la nuestra corte, doquier que nos seamos, del día que vos enplazare fasta quynze días primeros syguientes, so la dicha pena so la qual mandamos a qualquier escrivano público que para esto fuere llamado, que de ende al que vos la mostrare testimonio sygnado con su sygno porque nos sepamos en como se cunple nuestro mandado. Dada en la noble villa de Valladolid a veyntydos días del mes de dizienbre, año del nasçimiento de Nuestro Salvador Ihesu Christo de mil e quatrocientos e ochenta e ocho años. Yo el rey, Yo la reyna (rubricado).
Yo, Johan de Coloma, secretario del rey e dela reyna nuestros señores, la fize escribir por su mandado.
Que vuestra alteza procure de no enajenar de la corona real a Plazencia y la incorpore en ella
1.488, diciembre, 22. Valladolid.
Los Reyes Católicos, a petición del Concejo Placentino, reintegran Plasencia y su Tierra a la Corona y se comprometen a no enajenarla.
La carta original se conserva en el Archivo Municipal de Plasencia. Sus características son: Provisión de la Cámara Real. Original. Papel. 1 h. 302 x 261 mm. Cortesana. Falta sello de placa. Firmas autógrafas de los Reyes. Cuadernillo de cinco hojas más cubiertas que incluye confirmaciones posteriores de D.ª Juana y Felipe II. Mal estado de conservación de este último documento, roturas y falta sello de placa.
Es de gran importancia el significado de este documento para la historia de Plasencia, ya que a partir de esta fecha va a ser siempre ciudad realenga, al rescatarla del señorío de los Zúñigas.

Los Reyes Católicos para premiar la fidelidad de Plasencia hacia la corona, le otorgan el titulo de "MUY LEAL

TITULO DE MUY BENÉFICAA finales del siglo XIX, cuando terminó la guerra de Cuba, los heridos y enfermos que llegaban a España eran montados en los trenes y enviados rápidamente a sus respectivas localidades (la mayoría de los repatriados venían heridos o enfermos de enfermedades contagiosas).
El día 9 de Octubre de 1.898 comunica el Gobernador de Salamanca que pasará por Plasencia un tren cargado con 400 soldados enfermos y heridos de los cuales varios eran de nuestra zona.
Enterada la gente de Plasencia de que venía el tren de los repatriados, se volcó toda la ciudad en la estación. Se cerraron las tiendas y comercios, y cada uno llevó lo que humanamente pudo, unos comida y agua, otros mantas y sábanas, otros vendas, etc.
Cuando el tren llegó a Plasencia (10 de la noche) la estación estaba convertida en un hospital de campaña.
La evacuación de los enfermos y heridos corría a cargo de la Cruz Roja, los cuales debían transportar estos enfermos al Hospital de Santa María.
Al ser numeroso el número de personas para transportar, se pidió ayuda a la ciudadanía, la cual se volcó sin condición de clases sociales.
Es muy de destacar la actuación de las mujeres de la calle Ancha y entre ellas de la señora Isabel Pérez "La Cabrera", Rafaela Calderón “La Calderona”, Dionisia “La Mana”, Leonarda Melo, María Cano, etc. . Esta señora Isabel, la Cabrera, madre de ocho hijos (el último le nació cuando tenía ella 51 años) al saber la situación en que llegaban los soldados movilizó a todas sus vecinas de la calle Ancha, las cuales respondieron rompiendo sus pobres ajuares para hacer de las sabanas vendas, sacaron de sus baúles las pocas ropas que tenían para arropar aquellos cuerpos invadidos por las fiebres y toda clase de enfermedades. La señora Isabel se multiplicó para estar en los sitios de mayor necesidad. La descripción que hace Francisco Mirón de la muerte de un soldado en sus brazos es sobrecogedora.
La tarea duró toda la noche hasta el día siguiente en que marchó el tren, pero los heridos y enfermos que estaban en peor situación se quedaron en la ciudad.
Días después llegaron varios trenes de soldados repatriados que también venían enfermos y heridos; la ciudad los siguió acogiendo y con el mismo cariño y con la misma prontitud les curaron sus heridas.
El año 1.999 después de muchísimas peticiones se ha conseguido que el ayuntamiento ponga una placa conmemorativa en la calle Ancha, en la casa donde vivió la señora Isabel “La Cabrera”
En 1.901, el presidente local de Cruz Roja D. Eduardo García Monge, el diputado por Plasencia D. Ramón Cepeda Montero, el alcalde de la ciudad, don Manuel Vidal y el canónigo don José Benavides Checa, solicitaron al gobierno el título de Benéfica para la ciudad.
Al conocer este hecho humanitario la reina regente Maria Cristina y el gobierno, acordaron conceder los habitantes de Plasencia el título de: “MUY BENEFICA "
Era el día 15 de julio de 1.901, y el día 28 de este mes el Ayuntamiento reunido en sesión plenaria acepta el título, y lo une a los otros dos que ya tenía la ciudad.
De los tres títulos que ostenta la ciudad, este es del que más orgullosa puede sentirse Plasencia, pues el primero nos fue dado por ayudar al rey Alfonso VIII en la Batalla de Alarcos, el segundo nos lo dio Fernando El Católico por querer ser libres, pero este tercero nos lo ganamos los placentinos por nuestro patriotismo y amor a los demás, demostrando a los demás pueblos y ciudades de España lo que es el sentido de la Caridad.


Jose Antonio Pajuelo Jimenez 
Pedro Luna reina

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