Buscar este blog

jueves, 26 de febrero de 2009

PLASENCIA,IMPERFECTA CIUDAD LINEAL


Para Plasencia, que ha vivido alrededor de ochocientos años encerrada por una muralla, no es nada fácil perder el miedo psicológico a los espacios abiertos. Así lo parece demostrar su posterior modelo de crecimiento urbano, sustituyendo la protección de la muralla por la de los bordes serranos que cierran el Valle del Jerte, al que geográficamente pertenece.

La ciudad ha crecido, sobre todo y principalmente, hacia el NE, siguiendo la línea trazada por el río y su valle, convirtiéndose en una ciudad “enrocada”. La principal consecuencia de esta actitud defensiva queda patente en los graves problemas de movilidad urbana, derivados de una morfología estrecha y excesivamente alargada, a modo de imperfecta ciudad lineal.

El primer ensanche extramuros de la ciudad, planteado a finales del siglo XIX, buscaba plasmar los criterios higienistas imperantes en el momento y propone alejarse de la insalubridad del río, creando la ciudad nueva en los terrenos sanos, soleados y bien aireados existentes al Norte del recinto amurallado.

Sólo la llegada del Ferrocarril, como elemento dinamizador y modernizador, a finales del siglo XIX, introdujo un elemento poralizador al Sur y al otro lado del río. Este importante polo de atracción obligó a que la ciudad se extendiera también hacia el Sur, pero con un uso casi exclusivamente industrial y algo de residencial con cierta marginalidad.

El urbanismo planificado de la segunda mitad del siglo XX continuó ampliando y reforzando el modelo decimonónico de ciudad existente. De este modo, se introdujeron nuevas piezas urbanas residenciales al N. y nuevas zonas de suelo industrial al Sur, con lo que la ciudad continuó alargándose sin remedio y disociando los usos residencial y laboral.

Debemos añadir que la ciudad tiene una deficitaria y desjerarquizada red viaria urbana, lo que complica aún más los desplazamientos, restando fluidez a los flujos urbanos propios de una ciudad moderna. Por añadidura, mientras la mayor parte de la población vive hacia el N. y NO. de la ciudad, las principales vías de comunicación urbana se localizan al S. y SE. como efecto pernicioso de una política mediatizada por el máximo aprovechamiento del suelo como norma directora.

A finales del siglo XX el terrible y costoso modelo de ciudad que padecemos estaba totalmente consolidado y es entonces cuando surgen las primeras propuestas de medidas correctoras. El P. G. O. U. vigente incidió especialmente en este aspecto, pero sin logros reseñables, ya que también continuó fomentando la urbanización de terrenos en Valcorchero, hacia el N.

Y en el presente, ya en el siglo XXI, nos encontramos en un momento crucial para decidir el futuro inmediato de Plasencia en lo que a desarrollo urbano se refiere. Las novedosas infraestructuras de transporte plantean nuevos retos y oportunidades. Un nuevo documento de planeamiento (de momento sólo en formato de “avance”) se acaba de presentar ante la opinión ciudadana.

La primera sorpresa en el nuevo P. G. M. es que Plasencia apenas crece en superficie, sino sobre sí misma, con el incremento de la densidad de edificación en las zonas no desarrolladas del actual planeamiento y edificando sobre zonas verdes. La segunda sorpresa es que Plasencia va a seguir alargando su paisaje urbano. De nuevo el Ferrocarril (esta vez en su versión moderna de Alta Velocidad) tirará de la ciudad hacia el Sur, donde el nuevo planeamiento propone crear zonas industriales y logísticas.

Con la suficiente perspectiva histórica y a la luz de los últimos acontecimientos en política territorial, se constata que Plasencia ha orientado su desarrollo urbano erróneamente durante todo el siglo XX. Empeñada en encerrarse entre las montañas del Valle del Jerte, en un enclave de difícil accesibilidad, se ha ido poco a poco aislando del resto del territorio. La localización preferente de las principales dotaciones y equipamientos públicos en la zona Norte de la trama urbana acrecienta estos graves problemas de accesibilidad. Plasencia se ha encerrado en un embudo donde que es difícil entrar y salir, y donde es muy difícil moverse.

La consecuencia geográfica de este erróneo modelo de crecimiento la tenemos que lamentar ahora viendo cómo todas las modernas infraestructuras de transporte pasan bastante lejos de la ciudad, dada la difícil accesibilidad del enclave de Plasencia. Las entradas a la autovía A-66 quedan al SO. y al S. de la ciudad y parece que seguimos sin darnos cuenta de esta nueva realidad. Será por eso que el Avance del PGM propone como “necesidad urgente” la conexión N. con la carretera N-630, sin comprender que ésta ya es una infraestructura obsoleta y en desuso. La Estación del AVE queda demasiado lejos de la ciudad ya que es técnicamente imposible acercarse más a Plasencia por causa de las barreras topográficas. En estas condiciones, no va a ser fácil que el AVE tenga el peso esperado en el desarrollo económico de Plasencia.

Cien años empeñados en aislarnos y haciendo que la ciudad crezca, encorsetada y hacia el lado contrario van a pesar mucho en el futuro de esta ciudad. Nos va a costar mucho esfuerzo y dinero superar este grave error geoestratégico. Es hora de comenzar a mirar hacia el Sur. Es hora de que esta ciudad comience a ser una verdadera “ciudad abierta”.

M. Montaña Domínguez Carrero de la A.C.P."PEDRO DE TREJO"
SEMBRANDO INQUIETUDES.

lunes, 23 de febrero de 2009

PUERTAS DE LA CIUDAD

La ciudad de Plasencia poseía cinco puertas con categoría de tal y varios postigos o puertas pequeñas que servían para salidas urgentes o pasos escondidos. Su número divide a los cronistas de la ciudad.
Las hojas de las puertas eran de madera, dobles, de grandes dimensiones, forradas de chapas y con grandes clavos de hierro que las defendía de los ataques, del fuego y de la climatología. Solían tener unas angarillas por la parte de dentro que servían para realizar la misma función sin tener que mover continuamente las pesadas hojas principales.
PUERTA DEL SOL
Esta puerta de entrada a la ciudad, está situada al mediodía, es decir, hacia el este, de hay su nombre. Es la más ornamental de las puertas de la ciudad que se conservan; el arco de la portada es de medio punto, y está presidido por una imagen de la Virgen con el Niño en brazos, y rematado por una cruz. Esta imagen tiene la advocación de Nuestra Señora de la Paz. La imagen es de piedra berroqueña, y muy bien labrada.
La Puerta es de tradición romano-bizantina, estaba enmarcada por dos torres o cubos (visibles en el plano de Luis de Toro). En 1.877 se menciona que la torre de la derecha a la salida había sido derribada hace pocos años. En la actualidad no existe ninguno de dichos cubos.
La simetría de la puerta está desplazada con el eje de la calle del mismo nombre
Debajo de la imagen están el escudo de los Reyes Católicos y dos escudos de la ciudad, uno a cada lado. También se ve una leyenda o inscripción que debido a su deterioro no es posible leerla, pero que sería igual a la de la puerta de Trujillo.
En el lienzo de la muralla izquierda según se sale de esta puerta, encima del tejado de la primera casa se ve el escudo de los Paniaguas, los cuales fueron de los primeros en repoblar la ciudad, y seguramente uno de ellos fue el primer alcalde de la nueva población.
Junto a esta puerta estuvo una pequeña iglesia y un pequeño hospital dedicado a San Andrés, se edificaron en el siglo XIII, y fueron sus promotores el Arcediano Don Nicolás y el Chantre Don Domingo. Su misión era curar a los soldados que venían heridos de las luchas contra los moros. Como no se la dotó de rentas, al morir sus fundadores desaparecieron la iglesia y el hospital.
DEPARTAMENTO DE RECOPILACION de la A.C.P."PEDRO DE TREJO"
SEMBRANDO INQUIETUDES.

domingo, 15 de febrero de 2009

DOCUMENTO NUMERO XXVI






Este documento pertenece a las observaciones sobre la Historia de la Guerra de España que escribio en inglés el Exmo.Sr.Teniente Coronel Napier, publicada en Londres, el año de 1830 y traducido por D, José Ganga Argüelles.

PARTE DADO POR LA JUNTA DE PLASENCIA, SOBRE LOS EXCESOS DE LOS FRANCESES, A 16 DE AGOSTO DE 1809.


Excmo. Señor.- Desde le día 11 que se dio parte a V. E. de Las ocurrencias que se sabían en orden a los enemigos, solo se ha sabido que estos, y la mayor parte de sus ejércitos permanecen en Plasencia, y que desde ella salen partidas a los pueblos inmediatos a robar y desbastar. Desde esta villa se ha visto arder tres días la de Serradilla, donde incendiaron algunas eras, la dehesa, las cercas y hasta ahora cerca de 80 casas de la población, y entre ellas el convento de religiosas. Mataron varias personas, y hasta los animales que hallaron; quedando el pueblo y sus vecinos en un estado completo de ruina. Se dice también del incendio de otros pueblos, como Pasaron, Arroyomolinos, el Barrado, Garganta de la Olla, Tejada, Riolobos, Malpartida, la Oliva y otros. Registran con escrupulosidad los campamentos que hay en las sierras y en los montes; y no contenta su codicia con robarlo todo, pasa su fiereza brutal a disparar tiros a las personas, haciendo cadáveres cuantos tienen la desgracia de caer en sus manos; roban a manera de salteadores en los caminos a los arrieros y viajantes; muy cerca de la Serradilla asesinaron, después de atados y robados, a once arrieros, dejando a otros casi apunto de morir. Estas proezas y rasgos de valor comete el ejército de este héroe inicuo, dejando por todas partes señales horribles de su brutalidad salvaje y cobarde. Parece que es caudillo de estos asesinos el Mariscal del Imperio Duque de Dalmacia con cuyo nombre se ha visto ayer una orden que se despacho a la ciudad de Coria por el Comisario Ordenador Le Noble, para que en los días 14,16, y 18 condujesen a Plasencia y a sus almacenes militares, una porción desaforada de bastimentos que les detallaban, y entre ellos, hasta una arroba de quina, con las amenazas ordinarias. Ayer también se que habían bajado a examinar con mucho cuidado el Puente cortado del Cardenal, inquiriendo maderas en la villa Real de San Carlos, tal vez para habilitarle con ellas. La Junta dio inmediatamente cuenta a los Generales de nuestro ejercito, y ha procurado que la villa de Torrejón tenga observadores en dicho punto, (Gaceta del Gobierno, de 7 de Septiembre de 1809).
    
                          Jose Antonio Pajuelo Jiménez - Pedro Luna reina

jueves, 5 de febrero de 2009

D.JOSE GARCIA MORA


“Biografía del sacerdote José García Mora”
Don.J. García nació en Plasencia el 21 de abril de 1829 en el seno de una familia de “media fortuna”. Sus padres, Rafael García Campo (platero) y Antonia Mora y Corcho, también eran placentinos, al igual que sus abuelos. Sus progenitores le destinaron al sacerdocio, para el que existen dudas de que realmente tuviera vocación. En el Seminario Diocesano y Conciliar de esta ciudad estudió Latinidad y Filosofía; y posteriormente amplió conocimientos en Valladolid y Salamanca donde obtuvo los doctorados en Sagrada Teología y en Derecho Canónico, sin descuidar las humanidades, el griego y el hebreo, obteniendo brillantes calificaciones.

Al ser ordenado sacerdote , por el Arzobispo de Toledo Cardenal Bonelly Orbe, fue destinado a Piornal, donde permaneció entre 1854 y 1857. Se negó a utilizar la influencia de su tío, Jerónimo Fernández García, Secretario del Ministro José Salamanca, y opositó a diferentes Canonjías Doctorales en Cuenca, Málaga y Vitoria (entre 1855 y 1863). En 1857 fue destinado como párroco a Villanueva de la Vera, donde estaría hasta 1878. En 1859 se enfrentó al obispo Bernardo Conde Corral, acusándole de cacique por favorecer a un familiar en la plaza de la Penitenciaría de Plasencia. Aunque renunció a otros concursos, viajó a Madrid por reuniones y congresos; y a Talavera de la Reina para realizar algunos mítines.

Durante los 21 años que estuvo destinado en Villanueva de la Vera, realizó una intensa y variada labor; construyó una escuela, una fuente en el centro de la plaza, y abrió un camino desde el río hasta el pueblo. Adquirió y repartió entre los vecinos una propiedad de los terrenos de propios que el gobierno vendía, con regadío y una óptica productividad. Desde esta localidad se enfrentó con algunos caciques como el alcalde, el Provisor de Plasencia, y con el diputado conservador Godínez de Paz

A partir de la revolución de 1868, se implicó mucho en política, siendo propuesto por los vecinos como alcalde, pero sólo aceptó el cargo de Procurador Síndico. Aunque pudo ser candidato a Cortes Constituyentes, lo rechazó, si bien fue nombrado representante en la Asamblea Federal.

Uno de los aspectos que nunca abandonó, y supo conjugar bien con otras facetas de su vida, fue la de escritor, participando, a través de La Reforma, en el enfrentamiento entre clero integrista y contemporanizador. En 1870 fundó el periódico Los Neos sin Careta y la “Iglesia Cristiana Liberal”, ridiculizando a la jerarquía eclesiástica, y amenazando con un cierto cisma. Y es que Mora criticaba que en la diócesis placentina muchos cargos estaban ocupados por personas sin preparación adecuada, y que se usaba demasiado el nepotismo y el clientelismo, en detrimento del mérito y la valía personal.

En 1878 se trasladó a la placentina parroquia de El Salvador, desde donde se enfrentó con el nuevo obispo Pedro Casas y Souto. Ambos personajes, de fuerte carácter, chocaron rápidamente por una cuestión de jurisdicciones en la ermita del Puerto. Comenzó así un litigio en el que intervinieron sucesivamente para dirimirlo la diócesis, el Tribunal Metropolitano de Toledo y el de La Rota. Y aunque Mora ganó el pleito en Madrid y Toledo, Casas y Souto nunca aceptó este fallo que le restaba autoridad y suspendió “A divinis” al sacerdote, quien se enclaustró en su domicilio. Tras la muerte de Casas, las buenas relaciones entre el nuevo obispo, Francisco Jarrín Moro y el sacerdote dieron lugar a que éste último fuera repuesto en su iglesia.

José García Mora falleció a los 81 años en Plasencia, el día 6 de octubre de 1910, a las diez de la noche de catarro senil, en la calle del Marqués de la Constancia número 1.

Fue el autor de una vasta obra, que se inició en 1863 con varias conferencias en el Ateneo de Madrid, en las que aborda las relaciones entre la Iglesia y el mundo moderno (Influencia del catolicismo en el orden científico). Escribió en diferentes periódicos, como Democracia católica, Regeneración, La Reforma, Los Neos sin Careta, y El Cantón Extremeño. También dejó algunos escritos en la revista Revista de Extremadura. Pero por lo que más destacó fue por sus numerosos libros: El poder temporal del Papa y la sociedad europea (1862); La verdad religiosa o exposición histórica, filosófica, moral y social de las doctrinas del catecismo católico, comparado con las del protestantismo; Retrato y dirección del hombre, y Organización y dirección de las Sociedades (1864); El principio de autoridad vindicado, Diario de un párroco de aldea, Consideraciones sociales y políticas sobre las antiguas instituciones, Cortes y Hermandades de Castilla, y Los huérfanos de Extremadura (1865); Oración fúnebre por los mártires de la patria y de la libertad desde Padilla hasta Vallín, desde Villalar hasta Alcolea (1868); Don Íntegro o el Nuevo Quijote de Barcelona (1885); y Apuntes sobre física y otras materias; y Vida y reivindicación de Don José García Mora, Presbítero (1909).

Este polémico sacerdote fue escritor, historiador, político, abogado, literato, filósofo, teólogo, músico y científico. Por su formación inicial y por las circunstancias que vivía la Iglesia española en aquellas fechas, en sus escritos iniciales (apologéticos) intenta defender las ideas tradicionales frente a la de los intelectuales laicos y frente al protestantismo; por esto predomina en ellos el carácter conservador. Pero a partir de 1865, cambia de orientación ideológica hasta el extremo de fundar, la “Iglesia Cristiana-Liberal de Villanueva de la Vera”, en la que, sin modificaciones dogmáticas, lo fundamental era unir elementos que las autoridades eclesiásticas consideraban antitéticos, como cristianismo y liberalismo e, incluso, republicanismo. Él llegó casi al cisma por su psicología personal y por sus conexiones con las comunidades religiosas protestantes y las asociaciones políticas republicanas. Su deseo de notoriedad fue el rasgo fundamental de su carácter, algo a lo que no podía sustraerse, hasta el extremo de que su fama dentro de la Iglesia, incluso la ultraconservadora “neo”, probablemente le hubiera disuadido de toda originalidad política o confesional.

Su existencia fue polémica y combativa, con fuertes dotes de soberbia, orgullo y altanería; pero también con una vasta cultura, inquieto e interesado por las corrientes culturales, sociales y políticas del momento. Rebelde, obcecado y poco dado a la obediencia a la jerarquía eclesiástica; pero un individuo popular, muy admirado por los sectores sociales humildes, enemigo de las injusticias, defensor de los débiles y martillo de caciques y “clientes”.

Jose A. Sanchez de la Calle, de la A.C.P." PEDRO DE TREJO"
SEMBRANDO INQUIETUDES