“Biografía del sacerdote José García Mora”
Don.J. García nació en Plasencia el 21 de abril de 1829 en el seno de una familia de “media fortuna”. Sus padres, Rafael García Campo (platero) y Antonia Mora y Corcho, también eran placentinos, al igual que sus abuelos. Sus progenitores le destinaron al sacerdocio, para el que existen dudas de que realmente tuviera vocación. En el Seminario Diocesano y Conciliar de esta ciudad estudió Latinidad y Filosofía; y posteriormente amplió conocimientos en Valladolid y Salamanca donde obtuvo los doctorados en Sagrada Teología y en Derecho Canónico, sin descuidar las humanidades, el griego y el hebreo, obteniendo brillantes calificaciones.
Al ser ordenado sacerdote , por el Arzobispo de Toledo Cardenal Bonelly Orbe, fue destinado a Piornal, donde permaneció entre 1854 y 1857. Se negó a utilizar la influencia de su tío, Jerónimo Fernández García, Secretario del Ministro José Salamanca, y opositó a diferentes Canonjías Doctorales en Cuenca, Málaga y Vitoria (entre 1855 y 1863). En 1857 fue destinado como párroco a Villanueva de la Vera, donde estaría hasta 1878. En 1859 se enfrentó al obispo Bernardo Conde Corral, acusándole de cacique por favorecer a un familiar en la plaza de la Penitenciaría de Plasencia. Aunque renunció a otros concursos, viajó a Madrid por reuniones y congresos; y a Talavera de la Reina para realizar algunos mítines.
Durante los 21 años que estuvo destinado en Villanueva de la Vera, realizó una intensa y variada labor; construyó una escuela, una fuente en el centro de la plaza, y abrió un camino desde el río hasta el pueblo. Adquirió y repartió entre los vecinos una propiedad de los terrenos de propios que el gobierno vendía, con regadío y una óptica productividad. Desde esta localidad se enfrentó con algunos caciques como el alcalde, el Provisor de Plasencia, y con el diputado conservador Godínez de Paz
A partir de la revolución de 1868, se implicó mucho en política, siendo propuesto por los vecinos como alcalde, pero sólo aceptó el cargo de Procurador Síndico. Aunque pudo ser candidato a Cortes Constituyentes, lo rechazó, si bien fue nombrado representante en la Asamblea Federal.
Uno de los aspectos que nunca abandonó, y supo conjugar bien con otras facetas de su vida, fue la de escritor, participando, a través de La Reforma, en el enfrentamiento entre clero integrista y contemporanizador. En 1870 fundó el periódico Los Neos sin Careta y la “Iglesia Cristiana Liberal”, ridiculizando a la jerarquía eclesiástica, y amenazando con un cierto cisma. Y es que Mora criticaba que en la diócesis placentina muchos cargos estaban ocupados por personas sin preparación adecuada, y que se usaba demasiado el nepotismo y el clientelismo, en detrimento del mérito y la valía personal.
En 1878 se trasladó a la placentina parroquia de El Salvador, desde donde se enfrentó con el nuevo obispo Pedro Casas y Souto. Ambos personajes, de fuerte carácter, chocaron rápidamente por una cuestión de jurisdicciones en la ermita del Puerto. Comenzó así un litigio en el que intervinieron sucesivamente para dirimirlo la diócesis, el Tribunal Metropolitano de Toledo y el de La Rota. Y aunque Mora ganó el pleito en Madrid y Toledo, Casas y Souto nunca aceptó este fallo que le restaba autoridad y suspendió “A divinis” al sacerdote, quien se enclaustró en su domicilio. Tras la muerte de Casas, las buenas relaciones entre el nuevo obispo, Francisco Jarrín Moro y el sacerdote dieron lugar a que éste último fuera repuesto en su iglesia.
José García Mora falleció a los 81 años en Plasencia, el día 6 de octubre de 1910, a las diez de la noche de catarro senil, en la calle del Marqués de la Constancia número 1.
Fue el autor de una vasta obra, que se inició en 1863 con varias conferencias en el Ateneo de Madrid, en las que aborda las relaciones entre la Iglesia y el mundo moderno (Influencia del catolicismo en el orden científico). Escribió en diferentes periódicos, como Democracia católica, Regeneración, La Reforma, Los Neos sin Careta, y El Cantón Extremeño. También dejó algunos escritos en la revista Revista de Extremadura. Pero por lo que más destacó fue por sus numerosos libros: El poder temporal del Papa y la sociedad europea (1862); La verdad religiosa o exposición histórica, filosófica, moral y social de las doctrinas del catecismo católico, comparado con las del protestantismo; Retrato y dirección del hombre, y Organización y dirección de las Sociedades (1864); El principio de autoridad vindicado, Diario de un párroco de aldea, Consideraciones sociales y políticas sobre las antiguas instituciones, Cortes y Hermandades de Castilla, y Los huérfanos de Extremadura (1865); Oración fúnebre por los mártires de la patria y de la libertad desde Padilla hasta Vallín, desde Villalar hasta Alcolea (1868); Don Íntegro o el Nuevo Quijote de Barcelona (1885); y Apuntes sobre física y otras materias; y Vida y reivindicación de Don José García Mora, Presbítero (1909).
Este polémico sacerdote fue escritor, historiador, político, abogado, literato, filósofo, teólogo, músico y científico. Por su formación inicial y por las circunstancias que vivía la Iglesia española en aquellas fechas, en sus escritos iniciales (apologéticos) intenta defender las ideas tradicionales frente a la de los intelectuales laicos y frente al protestantismo; por esto predomina en ellos el carácter conservador. Pero a partir de 1865, cambia de orientación ideológica hasta el extremo de fundar, la “Iglesia Cristiana-Liberal de Villanueva de la Vera”, en la que, sin modificaciones dogmáticas, lo fundamental era unir elementos que las autoridades eclesiásticas consideraban antitéticos, como cristianismo y liberalismo e, incluso, republicanismo. Él llegó casi al cisma por su psicología personal y por sus conexiones con las comunidades religiosas protestantes y las asociaciones políticas republicanas. Su deseo de notoriedad fue el rasgo fundamental de su carácter, algo a lo que no podía sustraerse, hasta el extremo de que su fama dentro de la Iglesia, incluso la ultraconservadora “neo”, probablemente le hubiera disuadido de toda originalidad política o confesional.
Su existencia fue polémica y combativa, con fuertes dotes de soberbia, orgullo y altanería; pero también con una vasta cultura, inquieto e interesado por las corrientes culturales, sociales y políticas del momento. Rebelde, obcecado y poco dado a la obediencia a la jerarquía eclesiástica; pero un individuo popular, muy admirado por los sectores sociales humildes, enemigo de las injusticias, defensor de los débiles y martillo de caciques y “clientes”.
Don.J. García nació en Plasencia el 21 de abril de 1829 en el seno de una familia de “media fortuna”. Sus padres, Rafael García Campo (platero) y Antonia Mora y Corcho, también eran placentinos, al igual que sus abuelos. Sus progenitores le destinaron al sacerdocio, para el que existen dudas de que realmente tuviera vocación. En el Seminario Diocesano y Conciliar de esta ciudad estudió Latinidad y Filosofía; y posteriormente amplió conocimientos en Valladolid y Salamanca donde obtuvo los doctorados en Sagrada Teología y en Derecho Canónico, sin descuidar las humanidades, el griego y el hebreo, obteniendo brillantes calificaciones.
Al ser ordenado sacerdote , por el Arzobispo de Toledo Cardenal Bonelly Orbe, fue destinado a Piornal, donde permaneció entre 1854 y 1857. Se negó a utilizar la influencia de su tío, Jerónimo Fernández García, Secretario del Ministro José Salamanca, y opositó a diferentes Canonjías Doctorales en Cuenca, Málaga y Vitoria (entre 1855 y 1863). En 1857 fue destinado como párroco a Villanueva de la Vera, donde estaría hasta 1878. En 1859 se enfrentó al obispo Bernardo Conde Corral, acusándole de cacique por favorecer a un familiar en la plaza de la Penitenciaría de Plasencia. Aunque renunció a otros concursos, viajó a Madrid por reuniones y congresos; y a Talavera de la Reina para realizar algunos mítines.
Durante los 21 años que estuvo destinado en Villanueva de la Vera, realizó una intensa y variada labor; construyó una escuela, una fuente en el centro de la plaza, y abrió un camino desde el río hasta el pueblo. Adquirió y repartió entre los vecinos una propiedad de los terrenos de propios que el gobierno vendía, con regadío y una óptica productividad. Desde esta localidad se enfrentó con algunos caciques como el alcalde, el Provisor de Plasencia, y con el diputado conservador Godínez de Paz
A partir de la revolución de 1868, se implicó mucho en política, siendo propuesto por los vecinos como alcalde, pero sólo aceptó el cargo de Procurador Síndico. Aunque pudo ser candidato a Cortes Constituyentes, lo rechazó, si bien fue nombrado representante en la Asamblea Federal.
Uno de los aspectos que nunca abandonó, y supo conjugar bien con otras facetas de su vida, fue la de escritor, participando, a través de La Reforma, en el enfrentamiento entre clero integrista y contemporanizador. En 1870 fundó el periódico Los Neos sin Careta y la “Iglesia Cristiana Liberal”, ridiculizando a la jerarquía eclesiástica, y amenazando con un cierto cisma. Y es que Mora criticaba que en la diócesis placentina muchos cargos estaban ocupados por personas sin preparación adecuada, y que se usaba demasiado el nepotismo y el clientelismo, en detrimento del mérito y la valía personal.
En 1878 se trasladó a la placentina parroquia de El Salvador, desde donde se enfrentó con el nuevo obispo Pedro Casas y Souto. Ambos personajes, de fuerte carácter, chocaron rápidamente por una cuestión de jurisdicciones en la ermita del Puerto. Comenzó así un litigio en el que intervinieron sucesivamente para dirimirlo la diócesis, el Tribunal Metropolitano de Toledo y el de La Rota. Y aunque Mora ganó el pleito en Madrid y Toledo, Casas y Souto nunca aceptó este fallo que le restaba autoridad y suspendió “A divinis” al sacerdote, quien se enclaustró en su domicilio. Tras la muerte de Casas, las buenas relaciones entre el nuevo obispo, Francisco Jarrín Moro y el sacerdote dieron lugar a que éste último fuera repuesto en su iglesia.
José García Mora falleció a los 81 años en Plasencia, el día 6 de octubre de 1910, a las diez de la noche de catarro senil, en la calle del Marqués de la Constancia número 1.
Fue el autor de una vasta obra, que se inició en 1863 con varias conferencias en el Ateneo de Madrid, en las que aborda las relaciones entre la Iglesia y el mundo moderno (Influencia del catolicismo en el orden científico). Escribió en diferentes periódicos, como Democracia católica, Regeneración, La Reforma, Los Neos sin Careta, y El Cantón Extremeño. También dejó algunos escritos en la revista Revista de Extremadura. Pero por lo que más destacó fue por sus numerosos libros: El poder temporal del Papa y la sociedad europea (1862); La verdad religiosa o exposición histórica, filosófica, moral y social de las doctrinas del catecismo católico, comparado con las del protestantismo; Retrato y dirección del hombre, y Organización y dirección de las Sociedades (1864); El principio de autoridad vindicado, Diario de un párroco de aldea, Consideraciones sociales y políticas sobre las antiguas instituciones, Cortes y Hermandades de Castilla, y Los huérfanos de Extremadura (1865); Oración fúnebre por los mártires de la patria y de la libertad desde Padilla hasta Vallín, desde Villalar hasta Alcolea (1868); Don Íntegro o el Nuevo Quijote de Barcelona (1885); y Apuntes sobre física y otras materias; y Vida y reivindicación de Don José García Mora, Presbítero (1909).
Este polémico sacerdote fue escritor, historiador, político, abogado, literato, filósofo, teólogo, músico y científico. Por su formación inicial y por las circunstancias que vivía la Iglesia española en aquellas fechas, en sus escritos iniciales (apologéticos) intenta defender las ideas tradicionales frente a la de los intelectuales laicos y frente al protestantismo; por esto predomina en ellos el carácter conservador. Pero a partir de 1865, cambia de orientación ideológica hasta el extremo de fundar, la “Iglesia Cristiana-Liberal de Villanueva de la Vera”, en la que, sin modificaciones dogmáticas, lo fundamental era unir elementos que las autoridades eclesiásticas consideraban antitéticos, como cristianismo y liberalismo e, incluso, republicanismo. Él llegó casi al cisma por su psicología personal y por sus conexiones con las comunidades religiosas protestantes y las asociaciones políticas republicanas. Su deseo de notoriedad fue el rasgo fundamental de su carácter, algo a lo que no podía sustraerse, hasta el extremo de que su fama dentro de la Iglesia, incluso la ultraconservadora “neo”, probablemente le hubiera disuadido de toda originalidad política o confesional.
Su existencia fue polémica y combativa, con fuertes dotes de soberbia, orgullo y altanería; pero también con una vasta cultura, inquieto e interesado por las corrientes culturales, sociales y políticas del momento. Rebelde, obcecado y poco dado a la obediencia a la jerarquía eclesiástica; pero un individuo popular, muy admirado por los sectores sociales humildes, enemigo de las injusticias, defensor de los débiles y martillo de caciques y “clientes”.
Jose A. Sanchez de la Calle, de la A.C.P." PEDRO DE TREJO"
SEMBRANDO INQUIETUDES
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