Buscar este blog

viernes, 27 de julio de 2012

DATOS PARA LA HISTORIA DE PLASENCIA. V

Una corrida memorable en Plasencia:
Manolete, Arruza y Pepe Luis Vázquez.

El Ayuntamiento de Plasencia ha ofreció hace unos años un homenaje a quien ha sido Conserje de la Plaza de Toros de la ciudad, Hipólito Francisco Izquierdo. Desde los once años hasta su jubilación estuvo viviendo en la Plaza de Toros. Sucedió a su padre en esta misma tarea y, por tanto, es referencia obligada en la historia del coso taurino placentino.

Pero al preguntarle por los festejos más significativos que se hayan celebrado en este lugar, no tiene ninguna duda en la respuesta: La corrida del día 9 de junio de 1945, con motivo de la Feria de Plasencia y con el cartel de Manolete, Arruza y Pepe Luis Vázquez. Este recuerdo siempre estuvo vivo para él y para muchos placentinos, que todavía viven y presenciaron el espectáculo. “Es que fue la corrida de toros más importante y apoteósica que aquél año se celebró en toda España”, me dice Francisco Hipólito, sin dudar un momento.

La mayor parte de la lidia fue presenciada por el público, puesto en pie, y sin dejar de ovacionar a los matadores, entre continuas palmas y olés. Y cuando finalizó la corrida, fue el delirio de los aficionados. Los vítores y aplausos se convirtieron en exaltación del espectáculo y se sucedieron con intensidad, mientras una buena parte del público bajó al ruedo para sacar a hombros a los tres espadas, que fueron llevados de este modo, entre aclamaciones, hasta el final de los Arcos de San Antón, donde ahora acaba la Ronda del Salvador.

El encierro pertenecía a la ganadería salmantina de Sánchez Cobaleda. Eran los toros de “las patas blancas” como se los conocía entonces, procedentes del campo charro, de amplia cornamenta y fina estampa, tanto en la dehesa como sobre el albero de la plaza. Hoy día estos toros han desaparecido de los carteles y gran parte de la ganadería se convirtió en carne de matadero como consecuencia de bajas veterinarias y controles sanitarios. Pero en los anales de este encaste se recuerda la apoteósica corrida de Plasencia como uno de los triunfos más celebrados del criador salmantino.

El cartel de la primera corrida de la Feria de Plasencia del año 1945 lo formaban Manolete, Arruza y Pepe Luis Vázquez. Manolete era la figura indiscutible de la nómina de matadores es pañoles de esta temporada. Por otra parte, con la llegada del torero mejicano Carlos Arruza, en el verano de 1944, se produjo una lógica competencia con el mismo. Así se decía entonces: “desde que llegó Arruza, Manolete está que bufa”, aunque actuaron juntos en más de cien festejos, muchos “mano a mano” y entre ellos mantuvieron un trato relativamente cordial. Pepe Luis Vázquez, también ocupó los más altos puestos del escalafón taurino en este año y encarnaba la esencia del toreo sevillano. Así pues, el cartel placentino respondía al máximo interés que pudiera presentarse en la temporada de 1945 en los cosos españoles.

El éxito de la corrida quedó reflejado en todas las crónicas taurinas que se publicaron sobre el festejo. En sus toros, Manolete fue fiel a las maneras elegantes y sobrias que le caracterizaban profesionalmente. Moviéndose con seguridad y donaire ante el toro, el diestro de Córdoba realizó dos impresionantes faenas con la muleta.

La crónica de ABC señala que sus dos toros recibieron tres varas cada uno y que compitieron en el quite los tres matadores, resaltando el mucho valor y poder derrochado por el torero que ofreció pases de todas las marcas “levantando al público de sus asientos”. Mató al primero de “una imponente estocada” y al segundo con “estocada y descabello”. En ambos toros Manolete recibió los máximos trofeos, dos orejas y rabo y la ovación parecía no terminar nunca, mientras daba dos vueltas al ruedo.

El toreo vistoso, alegre y temerario de Carlos Arruza, al que acompañaba su participación exclusiva en el tercio de banderillas encandiló al público. La crónica de la Agencia Mencheta, destacaba: “Arruza clava tres pares de rehiletes soberbios y con la muleta hace una faena de gran valor metido entre los cuernos del toro”. La apoteosis en la lidia de su primer toro llegó cuando el torero interpretó su conocido desplante del teléfono, arrodillándose ante el animal y apoyando el codo en la testuz. En el segundo de su lote repitió su brillante faena anterior, colocando los pares de banderillas en el mismo centro del ruedo e, igualmente, despachando a los astados de una estocada que basta. Del mismo modo que Manolete el torero mejicano exhibió como trofeo las dos orejas y el rabo de sus dos toros.

En el primero de su lote, el más grande de la corrida que había encajado seis varas y ofreció la oportunidad del lucimiento en los quites a los tres matadores, Pepe Luis Vázquez lo recibió en el medio del ruedo, citando con la muleta plegada y realizando una magnífica faena con naturales y pases de pecho de fina ejecución, según la referencia del diario ABC. Mató de un a estocada hasta la bola y recibió las dos orejas y el rabo.

No tuvo tanta suerte Pepe Luis a la hora de matar al segundo de su lote. Después de realizar “una preciosa faena de muleta necesitó cuatro pinchazos en todo lo alto y dos descabellos para despachar al animal”. Fue tan meritoria la faena que el público le otorgó las dos orejas, que el torero no quiso aceptar y arrojó al suelo, antes de dar dos clamorosas vueltas al ruedo.

Como ya dijimos, el recuerdo de aquella corrida de toros en las Ferias de Plasencia del año 1945 pervive en la ciudad. Todavía unos pocos guardan en su retina la imagen del espectáculo pero las referencias al mismo siguen estando vivas y permanecen en la tradición taurina oral de muchos aficionados locales.

Gonzalo Sánchez-Rodrigo.
Fotos de Jose Antonio Pajuelo Jimenez
    

lunes, 16 de julio de 2012

1212 LA BATALLA DE LAS NAVAS.

.LAS NAVAS DE TOLOSA




Cuentan las antiguas crónicas de la Edad Media que el 16 de Julio de 1212 el sol comenzó a brillar con más esplendor sobre los territorios cristianos de la corona de Castilla. La cruzada de Alfonso VIII, ayudado por el arzobispo de Toledo y el propio Papado, consiguió doblegar al enemigo musulmán en la batalla conocida de las Navas de Tolosa, en la localidad del mismo nombre en la provincia de Jaén. Tras ellas y después de cinco siglos de invasión el poder musulmán en la península ibérica comenzó a declinar iniciándose así los primeros pasos de la reconquista. Una etapa pocas veces abordada y que hoy queremos reescribir aquí en este articulo.

En el año 1212 una hueste placentina, formada por los más brillantes caballeros que en esta ciudad residían, mandados y dirigidos por el Obispo D. Domingo, asistió a la célebre batalla de Tolosa, conquistan para su escudo, los guerreros de Plasencia, una Cruz, concesión hecha por Alfonso VIII en recuerdo de la famosa victoria obtenida sobre los árabes.

Esta terrible batalla se libró muy cerca de las montañas que los antiguos iberos consideraban sagradas, quizás la elección del lugar no es casual, cierto que allí hoy podemos encontrar un centro de interpretación que nos acerca a una realidad histórica del siglo XIII, que supuso un antes y un después en la historia medieval de España.

Se puede decir que después de cinco siglo de invasión, la guerra había sido una constante histórica y la suerte de las armas había sido muy variable dependiendo de un contexto u otro, en este escenario de belicosidad y enfrentamientos, las Navas vino a presentar un hito muy importante.

El escenario que nos encontramos en la postrimería de la batalla, podemos decir: que desde la conquista de Toledo a finales del siglo XI se venían produciendo una serie de enfrentamientos muy importantes de mayor o menor envergadura, dependiendo del momento entre cristianos y musulmanes en el ámbito en lo que hoy día es el territorio manchego. Justo antes que finalizara este siglo los Almohades emprendieron unas campañas que tuvieron enormes repercusiones sobre las fronteras del reino de León, fronteras Castellanas y del reino de Portugal, y en este contexto en que parecía que la avalancha almohade era imparable, es cuando se produjeron dos hechos inmediatos antes de la batalla de las Navas; uno fue en el año 1195 en la batalla de Alarcos en la que parecía que las fronteras de Castilla se derrumbaban y otro fue poco después en 1211 cuando los árabes conquistaron el castillo de Salvatierra entonces se pensó que las frontera occidentales de la cristiandad se vendrían abajo que de la misma forma que unos años antes se habían venido abajo las fronteras de la cristiandad en oriente, en Tierra Santa, por tanto se entraba en 1212 en una situación de verdadera angustia para los reinos cristianos o para la cristiandad en su conjunto. Es un momento que se vivió con verdadera ansiedad.

Los musulmanes no parecían tener mucho interés en continuar la conquista se asentaron en el sur de la península ibérica, llegaron incluso a algunos lugares del centro y del norte, pero quizás el mayor interés en recuperar el territorio estaba en manos y en el corazón de los cristianos. Los musulmanes habían renunciado hacia mucho a tener una posición efectiva más allá del norte del Tajo, del norte de Toledo o más allá de los Pirineos era absolutamente impensable. Donde por el contrario en las huestes cristianas si se había establecido una ideología verdaderamente reconquistadora, reivindicaban supuestos antiguos derechos de épocas visigodas. No hay en el mundo islámico una ideología a la reconquista, no hay un proyecto de incorporación de tierras cristianas al mundo islámico o por lo menos no los hay desde el siglo XI o incluso antes.

Como sucede siempre a lo largo de la historia de todas las batallas, esta estaba encabezada por personas destacamos a Alfonso VIII que no estuvo solo, contaba con la participación directa de otro dos reyes hispánicos, Sancho VII de Navarra y Pedro II de Aragón que establecieron una alianza y posiblemente, también conto con el apoyo del reino Portugal, pues hubo portugueses en la batalla y como una cierta neutralidad un poco sospechosa del Rey de León, aunque posiblemente también hubo tropas leonesas. Desde el punto de vista financiero, ideológico, organizativo con el Papa Inocencio III que predico una cruzada sobre todo por tierras francesas lo que permitió llegar recursos militares importantes procedentes de norte del los Pirineos.

En el lado islámico el gran protagonista va a ser Muhammad An-Nasir (Miramamolín para los cristianos) al que posiblemente ha maltratado la historia como consecuencia en su derrota en las Navas y sin embardo había manifestado anteriormente tener una habilidad militar importante conquisto para los almohades Mallorca, por ejemplo es unos de los grandes califas de la época. Ellos no recibieron ayuda importante

Era un imperio muy basto, contando con las aportaciones de tribus bereberes que habían aceptado el movimiento almohade, pero también contaron con grupos de tropas muy numerosas del cuerpo Andalusí, hay que pensar que el Califa contaba con tropas norteafricanas y musulmanas hispánicas Andalusíes.

¿Porque el escenario tuvo lugar en esta zona?: Hubo una razón, el ejercito cristiano se había refugiado en Toledo con una directriz muy clara, buscar al ejercito almohade, por tanto se dirigió siguiendo el camino de Toledo - Córdoba, y por su parte el Califa en cuando tuvo noticias de la concentración del ejercito enorme que se había concentrado en Toledo, se dispuso para hacer frente a esa posible invasión y estableció líneas de contención en algunos pasos de Sierra Morena , dado que en su avance hacia el sur el ejercito cristiano se dirigió a través de lo que conocemos los pasos de Losas, que desembocaban en lo que hoy día es el pueblo de Santa Elena fue allí donde los musulmanes establecieron su campamento. Por lo que se deduce que no fue una casualidad sino un lugar que estaba situado en el tránsito de Sierra Morena siguiendo el camino de las dos capitales citadas.

El espacio físico donde se encuentra el centro de interpretación ha cambiado físicamente, en los años 1940, hubo grandes repoblaciones forestales y ha habido un gran cambio en el paisaje y no fue el que contemplaron los cruzados cristianos o los musulmanes. Lo que está muy claro es que el escenario está localizado, los especialistas están muy seguros del lugar donde se produjo la batalla y el centro de interpretación muy cerca del campo.

El hito histórico, ha servido recrear en el plano de la literatura, los recuerdos de la misma fueron creciendo desde entonces, no solo en la literatura medieval sino en la literatura moderna y contemporánea. Hay otros episodios literarios que vienen a demostrar la importancia de la batalla. Hay algo que tenemos que destacar, es que desde el momento que se produjo la batalla se convirtió en un mito histórico, en un momento crucial, ha llegado a interpretarse que existe en las relaciones bélicas, entre cristianos y musulmanes en la Península Ibérica existe un silo histórico a partir de la batalla, de tal forma que esta había determinado el fin del imperio Almohade o mas allá el fin del Ándalus, en que el balance de fuerzas entre los dos bandos se rompe a favor de los cristianos.

El impacto que tuvo la batalla fue enorme no solo en la historiografía hispana, sino en los monasterios de toda Europa. Se recogió en los distintos anales y crónicas la noticia de la victoria de las Navas, realmente para la cristiandad fue un momento angustioso, porque en aquella época también se está viviendo la extensión de la herejía en el sur de Francia, y que se libero la cristiandad en el momento de la batalla. De hecho en la historiografía del siglo XX, se dice que esta batalla vino a salvar a Europa de caer en mano de otras civilizaciones, y hay autores que la colocan a la altura de Poitiers, a la altura de la batalla de Stanlingrado, o Waterloo que configuraron lo que es Europa. Puede ser exagerado, pero sin duda tuvo una importancia estratégica indudable la victoria cristiana.

Quedaba mucho por hacer, 280 años todavía para la conquista de Granada, existían todavía esos tira y aflojas, de hecho, no se había acabado con el imperio islámico, posiblemente ni siquiera vino a acabar con el imperio almohade, este entra en crisis diez años después y por causa que no tienen que ver con la batalla y por tanto se puede afirmar que lo que vino a resolver la batalla es un pleito territorial que duraba desde finales del siglo XI hasta 1212. Un enfrentamiento primero entres castellano y almorávides y después entre castellanos y almohades durante mas un siglo por el control del territorio entre el Tajo y Sierra Morena, lo que vino a resolver este pleito a favor de los cristianos que desde entonces dominaron el territorio al norte de Sierra Morena, no deja de ser significativo que desde entonces ninguna campaña musulmana llegara a ir más al norte.

En las Navas se enfrentaron dos tradiciones militares distintas, una es la castellana, la feudal o occidental que venía representada por caballero pesadamente armado, cuyos movimiento táctico era la carga de la caballería pesada y frente a esta nos encontramos la que presentaban los almohades, basada en una caballería ligera, este enfrentamiento entre caballería pesada u caballería ligera seria resuelto de distintas maneras en distintas batallas por ejemplo en Alarcos o en todas las grandes batallas que preceden a las de las Navas, la caballería ligera musulmana había demostrado ser extremadamente habilidosa a la hora de flanquear o atacar por la retaguardia a los cristianos mediantes movimientos envolventes mediante táctica de la huida sin gira, habían resultado ser muy valerosas, ese en las Navas los musulmanes intentaron hacer este tipo de táctica, pero se van a encontrar el problema del terreno. El campo de las Navas es un campo relativamente estrecho y además esta acotado por una serie de barrancos que impiden el flanqueo que era propio de la caballería ligera, por lo que estos no pudieron aplicar su táctica mas perfeccionada, por lo contrario los cristianos si pudieron aplicar la carga de la caballería pesada a tenor de los testimonios de la época se desarrollo perfectamente lo cual a partir de ahí, la derrota de la cabellaría musulmana fue total, peo no tanto por la validez intrínseca de la táctica, sino porque no era aplicable por la validez del terreno.
En conclusión con esta batalla que despues quedo consolidada con la del salado 1340, se puso fin a la hegemonia musulmana sobre la penisula Iberica, que entra en su declive definitivo .
Bibliografía: Francisco García. Profesor de Historia Medieval de la Universidad de Extremadura. Libro recomendado “Las Navas de Tolosa”.

Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna reina

lunes, 2 de julio de 2012

FERNANDO CALVO

FERNANDO CALVO, ALBEYTAR PLACENTINO DEL SIGLO XVI.


La Albeitería brillo con esplendor al ser instituida, en el medievo, por Reyes Católicos, el Tribunal del Proto- albeyterato,, pues hasta entonces habíase producido una situación caótica, que fue motivo que la medicina de los animales estuviera en manos de los intrusos empíricos y rutinarios.

En el auge esplendoroso de esta nueva Institución, dióse a conocer la figura insigne de nuestro albéitar Fernando Calvo, máximo exponente de la ciencia albeiteresca del siglo XVI y principio del XVII.

Aunque sabemos que Calvo nació en Plasencia, pues el mismo lo dice en la portada de su “Libro de Albeyteria”, desconocemos la fecha exacta, a pesar de la rebusca en los archivos y libros parroquiales. Ciertos indicios nos hacen suponer que nació por el 18n de Enero de 1553. En cambio Díaz y Pérez en su “Diccionario de Autores , Artistas, y Extremeños Ilustres”, señala que nació por el año 1558, dato también muy inseguro que da lugar a dudas, si se tiene en cuenta otros muchos extremos erróneos citados por dicho autor con respecto a este ilustre albéitar.

Lo cierto es que ya en plena juventud su fama si hizo universal, con la publicación de su “Libro de Albeyteria”, cuya edición príncipe debió imprimirse en esta Ciudad de Plasencia en 1582, según reza el “Catalogo” del Marqués de Torrecilla, que a su vez dice que cita esta obra el “Catalogo” ingles de F.Huth, de obras de Hipología.

A pesar de estas citas y por no encontrarse ejemplares de esta edición, algunos bibliófilos, y entre ellos el gran erudito veterinario Sanz Egaña, consideran como la primera edición la de salamanca en 1587, la cual está dirigida a don Alonso de Zúñiga y Córdoba, Comendador de la Orden de la Caballería de Calatrava y Gentil Hombre de S.M. etc., dedicatoria que evidencia el mecenazgo de los Zúñigas placentinos, descendientes de nuestra querida Navarra, ejercían la intelectualidad local de aquella época.

Otras ediciones de esta obra se sucedieron rápidamente y fueron las siguientes: Alcalá de Henares 1602, Madrid 1657,1671 y 1675; Lisboa 1676 y Zaragoza1680, lo que denota la gran aceptación que tuvo entre los albéitares, sobreviviendo estas impresiones sobre el autor. Ejemplares de la misma se conservan en la copiosa colección dl citado seños Sanz Egaña y en la Biblioteca Nacional así como en la Facultad Veterinaria de Madrid.

Divide calvo su obra en cuatro libros; el primero y más extenso, trata de los animales y cualidades que deben tener los caballos, con nociones de Anatomía y Fisiología, de las enfermedades de los équidos y termina dando provechosos consejos a quien se dedica a la albeitería. Calvo cita con frecuencia a Galeno, a Guido y a los médicos españoles contemporáneos suyos: Mercado, Montaña y otros.

La erudición de Calvo alcanza gran relieve: le son familiares las obras de Aristóteles, de Plinio y de San Isidoro; en el exterior del caballo cita al italiano Grissone, el hipólogo más prestigioso de la época.

El libro segundo contiene un recetario, como dice el autor “es una colección de recetas y experiencias probadas”; es una colección de recetas para las enfermedades de los équidos, en número muy considerable, con formulas complicadas, según la moda y a veces un tanto absurdas.

Dedica Calvo su libro tercero a describir “las virtudes y cualidades de muchos arboles, plantas y hierbas aprovechadas para el uso de la albeitería”.

El libro representa un tratado completo de farmacología y contiene las descripciones de todas las plantas más usadas en la terapéutica animal.

El libro cuarto “contiene muchas y diversas preguntas como sus respuestas tocantes a Albeytería”. Es un amplio resumen de lo tratado en los libros anteriores, de tal manera escrito para que sirviera a los examinados ante el Tribunal Proto-albeyterato. Contiene gran número de preguntas y las respuestas son amplias y razonadas.

Es curiosa la terminación de su libro con su “Dialogo del Arte de herrar”, compuesto en octavas reales “porque con más facilidad le pueda el discípulo encomendar a la memoria”.

A través de esta obra es de admirar en Calvo sus conocimientos filosóficos, su competencia como clínico y farmacológico, siendo más mediano como poeta.

La producción de Fernando Calvo corresponde a una vastísima formación cultural aceptada por la Real Academia como autoridad de escritor correcto, por lo que fue incluido en el “Catalogo de Autoridades de la Lengua”, acusando el enorme progreso adquirido en la Albeitería española en el transcurso del siglo XVI. Las obras de La Reyna, descubridor de la circulación sanguínea y la de nuestro ilustre paisano, el albéitar navarro López Zamora, están dedicadas preferentemente a cuestiones de patología equina; en cambio, calvo aparece en la suya como un biólogo que en la plenitud de nuestro Siglo de Oro en nada desmerece de los prestigios médicos de aquellos tiempos, adentrándose además en los temas filosóficos.

Otro Albeytar extremeño, Martin Arredondo en su “Recopilación de Albeyteria”, dice de Calvo lo que sigue:”El famoso comentador Hernán Calvo, honra de su patria, Plasencia, pues con varias y provechosas obras, epilogando la de Guido, Falcó y otros muchos filósofos, como se ve en su libro, allanó montes de dificultades, haciendo a los moderados ingenios que caminen por el conocimiento de este Arte como ppor floridos y apacibles valles…”

También se le atribuye como obra suya el haber epilogado y glosado el “Libro de Albeyteria” de Francisco de la Reyna, iniciador de las publicaciones de los albéitares españoles y precursor del conocimiento de la circulación de la sangre; pero parece extraño, que estando en pleno éxito las ediciones de sus libros, del que se agotaban rápidamente las tiradas, y siendo un hombre maduro y leído, como se desprende de todo lo que venimos diciendo, glosara la obra de otro autor aunque este fuera de la categoría de La Reyna.

La obra original de nuestro notable antecesor, es sin disputa el mejor libro de albeitería que hasta hoy se registra en la historia de esta ciencia, tanto que es un libro clásico de toda Europa.

En contra de lo dicho por Díaz y Pérez, que le atribuye en haber estado en las Reales Caballerizas de S.M. y el haber ejercido en Madrid, el mayor merito de Calvo reside, precisamente, en que no formó parte del Tribunal Proto-albeiterato, ni visito las Reales Caballerizas, según se ha podido comprobar, sino que fue un notable ingenio que desarrollo su actividad en el ambiente rural, dejando abundantes pruebas de su cultura y práctica profesional en esta ciudad e Plasencia, donde nació y únicamente ejerció la Albeitería.

Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina