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sábado, 16 de abril de 2022

MARIA DE ROZAS

 

MARIA DE ROZAS

 

 

Cuantas veces paseando por las calles placentinas nos fijamos en los nombres de las calles, sin saber a quién está dedicada la misma, lo leemos sin más y continuamos nuestro paseo sin preguntarnos quien era el citado personaje. Paseando por el barrio de San Juan, me quede mirando el letrero calle de María de Rozas repitiéndome: ¿cuántos placentinos sabrán quien era esta mujer?

María Gómez de Rozas Xaénz, nació en la ciudad de Plasencia, sus padres fueron Juan Gómez de Rozas natural de la provincia de Burgos, modesto bordador de la catedral. Su madre Beatriz de Xáenz natural de Trujillo, que al quedarse huérfana muy joven, viene a residir en Plasencia con sus tías.


Nuestra biografiada vino al mundo al principio de marzo de 1614, siendo bautizada el 16 del mismo mes en la catedral. Modélica fue su vida hasta el punto de conocérsela por Santa, Sierva de Dios, Venerable Madre y Santa Mujer. Así se la conocía en la ciudad pues solo se dedicaba a atender a los pobres, mendigando para los más necesitados.

Esteban Ginés Ovejero fundador del Colegio de Vocaciones, posteriormente Seminario Menor de la diócesis de Plasencia, transcribe el trabajo que dio a conocer el confesor de María de Brozas Fr. Francisco Alvín, Lector del Convento de San Francisco, insigne Teólogo, ministro Provincial de esta Provincia, registrando en esta biografía una serie de hechos de la Venerable Sierva de Dios, María de San Francisco, llamada la Rozas, Profesa de la Tercera Orden de San Francisco.

Recibió el hábito renunciando a toda riqueza mundana, de la mano del Rdo. P. Fray José de Santa Cruz, que era Guardián del Convento, vistiéndose el sayal como lo hacían los religiosos. Visitaba los hospitales asistiendo a las necesidades con gran cuidado y afecto. Barria las alcobas, hacía las camas, les daba de comer con la mayor higiene; los consolaba, y los persuadía a sufrir con paciencia las penas y los dolores, poniéndoles como ejemplo la pasión de Cristo. A veces algunos pobres no tenían lugar en los hospitales o por hallarse convalecientes o por ser contagioso el mal que padecían o incurable, para ellos se decidió en buscar remedio a su desamparo, consiguiendo una casa donde recogía a los enfermos necesitados, donación que hizo D. Francisco Zepeda

No se permitía el descanso, pasaba las noches de rodillas en ferviente oración y si el sueño podía con ella, arrimaba la cabeza a la pared, sin apartar del suelo sus rodillas, dormitaba un instante y luego se volvía al desvelo de su espiritual virgilia, así durante cuarenta y dos años, nunca tuvo más cama. Solo con un pobre hábito sobrevivía en los inviernos.


Se la apareció Jesucristo con su pesada cruz en sus hombros coronado de su guirnalda de espinas, desde entonces comenzó a sufrir fuertes dolores de cabeza reflejando el dolor de las penetrantes espinas. Había en el convento una devota imagen de Cristo con la Cruz en sus hombros, al que llamaba “El Señor con la Cruz acuestas”, solicitó al Guardián del Convento poner la luz de una lampara que ella se encargaría de que no se apagarse nunca, para ello solicitaba limosna para comprar el aceite y la mantuvo encendida durante el resto de su vida. Las diferentes apariciones reveladas en el libro de su biografía nos relatan la presencia de Jesús vestido de pobre precisamente junto a la puerta de entrada de la ermita de San Miguel junto a la Cruz Dorada. Jesús en la puerta de las cadenas en la catedral, o en la pasarela del barrio de San Juan.

La Sierva de Dios María de San Francisco, llamada la Rozas, Profesa de la Tercera Orden de San Francisco, falleció en la ciudad alfonsina el 4 de enero de 1680, dándosela sepultura en el Capítulo, entre los religiosos, que era la capilla que estaba dedicada a Nuestra Señora de los Dolores, capilla que se encontraba a la entrada de la sacristía del convento de San Francisco.

El sentimiento y la tristeza arrebató a la mayoría de los placentinos, lamentos, lágrimas y sollozos aclamaban todos a la santa.

Un canónigo puso una laude de piedra sobre la sepultura, en ella escribieron los religiosos el epitafio que sigue, que en breves cláusulas es una exactísima descripción de su vida.

 

HOCIACET IN TVMVLO

FCELIX TVMULATA

MARIA,

SANCTO A FRANCISCO

VVLGO VOCATA

ROZAS

NVLA SIBI VNQVAM.SED

ET OMNIBUS OMNIA SEMPER

TOTA DEO, CVNCTIS GRATA

MARIA MANET

 

OBIIT ANNO 1680, 4 DIE JANVARII.MANE HORA 4.

 

 

Que dice así: Yace aquí sepultada dichosamente en este túmulo, María de San Francisco, comúnmente llamada la Rozas; fue ninguna para sí, y para Dios toda, y todas las cosas para todos, y a todos agradable. Murió año de 1680 en cuatro días del mes de enero, a las cuatro de la mañana.

Todos los intentos para localizar la laude fueron infructuosos, José Benavides Checa encontró la primera parte de la inscripción sin saber actualmente donde la depositaron, en el día de hoy continuamos buscándola entre los restos del antiguo convento de San Francisco.

 

José Antonio Pajuelo Jiménez

Biografía:

 Alvin, Fray Juan. Vida de María de Rozas.1682

 Benavides Checa José. Prelados Placentinos                  

jueves, 17 de febrero de 2022

ESDIFICIOS JACOBEOS DE PLASENCIA.




EDIFICIOS JACOBEOS DE PLASENCIA
IGLESIA DE SANTIAGO 
Conociéndose esta iglesia como antigua parroquia de Santiago, situada a extramuros y en el camino de ronda de la ciudad que enlaza con la calzada de la Mesta, o camino de Castilla, que atraviesa Traslasierra, hacia el norte, por el puerto donde se halla ubicado el Santuario del Puerto, sea podido comprobar que esta iglesia fue construida exprofeso para uso del peregrinaje jacobeo.
Los clásicos signos del peregrino invaden toda ornamentación y en sus piedras encontramos labradas, conchas, calabazas, bordones y otros detalles significativos, de tal forma que esta sola iglesia nos bastaría para asegurar la importancia en estas peregrinaciones a Compostela.
Fray Alonso, en su obra, ”HISTORIA Y ANALES DE LA CIUDAD Y OBISPADO DE PLASENCIA”, editada en 1626, cita entre las parroquias la de Santiago, extramuros, hoy conocida como Santuario del Cristo de las Batallas, por darse culto a él a esta venerable imagen que, según parece, estuvo antes en la Iglesia de Santa Elena. Ante esta imagen hacían su juramento los caballeros. En esta parroquia existía la cofradía de San Gil, que pudo tener su origen en la pequeña ermita que este santo que Benavides Checa sitúa junto a la carretera del valle.
La planta de la iglesia es rectangular, con un ábside de románico muy pronunciado cubierto con una bóveda de ladrillo. Es de tres naves, que fueron edificadas en el siglo XVI por el obispo D. Gutierre de Vargas y Carvajal, cuyo escudo se ve como elemento decorativo en los entre dos de los arcos que separan las naves, alternando con otros que tienen las cruces de la Ordenes Militares, especialmente de Santiago


ESCUDOS DE LA IGLESIA DEL CRISTO DE LAS BATALLAS
Estos escudos representan unas peculiares e interesantísima rareza, a no ser expertos en heráldica nos dejan confuso en cuando a su interpretación; si bien resultan inconfundibles los atributos de peregrinos en ellos labrados.


Los escudos del obispo D. Gutierre de Vargas y Carvajal no presenta ninguna dificultad, al ser de sobra conocido por la profusión con que se encuentra en toda la ciudad y aún en toda la diócesis, dadas la gran cantidad de obras que realizo este dinámico prelado llamado también el “obispo empresario” por las empresas que acometió durante su episcopado, entre las que se incluyen las de armador de naves para el comercio de las Indias. Se aprecia claramente en estos escudos las aguas de los Vargas en un lado y la banda de los Carvajales en el otro.
De los restantes escudo los más curiosos son unos que se encuentran grabados sobre dos bordones cruzados en forma de aspa; en su centro figuran las cinco conchas de peregrino, cada una también sobre bordones cruzados; a un lado del escudo están esculpidas unas calabazas, y al lado opuesto lo que parece ser una limosnera.


Otro de estos lleva en su centro la cruz de Alcántara o Calatrava, con la flor de lis en todos sus extremos y cuatro conchas de peregrinos en sus esquinas, estando la quinta concha fuera del escudo, en la parte superior del mismo; a un lado y a otro figuran también las calabazas colgadas de sendos bordones en forma de aspa.


Otro que presenta una gran singularidad, tiene también cuatro conchas en sus esquinas y otra en la superior, igual que en anterior, pero la cruz presenta el árbol de Santiago y los brazos de los extremos flordelisados, propios de las de Calatrava o Alcántara; también están esculpido sobre dos bordones cruzados de los que cuelgan unas calabazas y una limosnera.
Tiene junto a la portada un alto relieve de Santiago peregrino, enmarcado con las llamadas “bolas de Ávila”, de tiempos de los Reyes Católicos y debajo había un limosnero.
La imagen de Santiago peregrino tallada en madera, que era titular de la iglesia, la regalo D. Juan Torrejón Barba a la parroquia de Casas del Castañar, desconociéndose su paradero actual.
En la parte exterior de los sillarejos que forman el ábside, en el atrio ajardinado y detrás de la cruz de piedra instalada en el mismo, hay dos piedras labradas en las que se encuentran esculpidas dos curiosas cabezas humanas.
Todos estos detalles habían pasado desapercibidos, se ponen al descubierto para aquellos curiosos placentinos, ya que no habían sido citados anteriormente por otros historiadores, y nos demuestran claramente que esta iglesia estaba dedicada de exprofeso al culto jacobeo y que la incidencia del peregrinaje compostelano debió de ser de extraordinaria importancia.
IGLESIA DE SANTIAGO o CRISTO DE LAS BATALLAS.
La iglesia del Cristo de las Batallas se llamó en sus orígenes, ermita de Santiago Apóstol, como lo demuestra la figura que está esculpida en la fachada principal, en la parte derecha de la puerta de entrada. Esta figura perteneció a la antigua ermita, ya que la actual surgió de una reforma casi total que se realizó en el siglo XVI.
Por la década de 1.920 se volvió a restaurar este edificio, durante las obras se llevó el Cristo a la iglesia del Salvador. El párroco que estaba en esos momentos se llamaba D. Juan Torrejón Barba, y fue un personaje muy conocido en toda la ciudad. Era este D. Juan beneficiario contralto de la catedral.
Al realizar esta reforma se quitó la imagen titular de Santiago Matamoros, y se le regaló a la iglesia de Las Casas del Castañar, a la de Medellín le regaló un Ecce Homo, y una imagen de San Juan Bautista, de buena talla, se la regaló a un amigo suyo para que la donara a su pueblo en la provincia de Alicante.
En el interior de la nave se pueden ver labrados, los escudos del obispo Vargas y Carvajal, así como la Cruz de Santiago, conchas de peregrinos, bordones, calabazas, limosneras, etc..., todos ellos relacionados con la tradición jacobea.
En una restauración que se hizo en la ermita de la Cruz (hoy Santa Elena) se sacó la imagen del Cristo, y se llevó a la ermita de Santiago Apóstol mientras durasen las obras, pero al terminarse estas, la gente de Plasencia se opuso a que se volviera a llevar el Cristo a su antiguo aposento, quizás porque la ermita de Santiago estaba mas cerca de la ciudad, o quizás porque les gustaba más verlo allí, el caso es que la imagen se quedó en la ermita de Santiago.


Debido a esto se cambiaron los nombres de la ermita de la Cruz, que al no estar el Crucifijo en ella se la puso bajo la advocación de Santa Elena.
La ermita de Santiago pasó a llamarse desde entonces ermita del Santísimo Cristo de las Batallas, y así se sigue llamando en la actualidad.
Ante esta sagrada imagen juraban los caballeros y tropas placentinas, defender la religión y la patria, cuando iban a entrar en combate contra los moros.
Las tropas placentinas entraban en combate al grito de: "PLASENCIA, POR SANTA MARIA"
Sobre esta imagen del Cristo de las Batallas hay una leyenda que dice que fue esculpida por un ángel o por el mismo Jesucristo.
También fue costumbre durante muchos años, que las mocitas de Plasencia fuesen a rezar el Credo durante treinta y tres martes delante de esta Sagrada Imagen, y así se les cumplirían sus deseos de amor.
Esta iglesia guarda una serie de santos que son muy populares entre la población, entre ellos están: Santa Rita, San Antonio, La Virgen de Fátima, Santiago, etc…
HOSPITAL DE SANTA MARÍA o DE DOÑA ENGRACIA DE MONROY
Este hospital se fundó en el año 1.300 por el placentino Don Nuño Pérez de Monroy, el cual fue abad de Santander y fue el maestro cantero Diego Díaz.
El motivo de llamarse de doña Engracia de Monroy, es porque esta señora era prima de don Nuño y propietaria del solar donde se construyó el hospital. Esta mujer vio como morían sus dos hijos en un duelo en el Puente de Nieblas. El duelo era debido a unos amoríos que se traían los hermanos.
De la antigua construcción solo se conserva el arco ojival de entrada a la iglesia. En el año 1.500 se construye la capilla, y en 1.524-1.559 sufre el hospital grandes reformas. Siempre tuvo este hospital grandes mecenas que lo mantuvieron en activo hasta nuestros días.
Se puede decir que es uno de los hospitales que más tiempo ha estado en activo, pues le faltaban muy pocos años para hacer los 700 ininterrumpidos como hospital. Hoy está destinado a varias funciones sociales, como museo, conservatorio de música etc.


Su fachada principal (Plaza de la Catedral), es renacentista, sobre la portada se ve una imagen de la Virgen, sobre ella una cruz floronada de la Orden de Santiago cantonada con cuatro veneras (conchas),por lo cual se le considera un hospital de peregrinos, y a los lados de la hornacina de la Virgen sendos escudos del linaje de los Monroy. El escudo de esta estirpe está cuartelado en cruz, en el primero y cuarto se ve un castillo de oro, y en el segundo y tercero, ondas de veros.
Además de estos escudos se pueden ver muchos más por todas las paredes interiores y exteriores de este gran edificio.
De obispos vemos los de Vargas-Carvajal, Ponce de León, Lorenzo Igual y Soria, José Gonzalez Laso de San Pedro, Fray Enrique Enríquez Manrique, Pedro Gonzalez de Acevedo.
Escudos de nobles se pueden ver los de las familias Trejo, Vargas Monroy, Carvajal, Loaysa, Paniagua etc. Tambien se ven los escudos de Plasencia y de la provincia de Cáceres.
En el año 1.802 el obispo Laso compro unas casa que estaban en la calle del Trujillo las cuales eran del Marqués de la Puebla y que habían servido de cuartel al Regimiento Provincial, adosó dichas casas al hospital dándole mucha más capacidad. En la portada de entrada al hospital por la calle de Trujillo se ve el escudo de este obispo Laso y debajo se lee una inscripción que dice así:
“A los enfermos desvalidos el ilustrísimo señor obispo don José González laso Santos de San Pedro erigió este amparo. Año de 1.802”.

Fue posiblemente albergue de peregrinos, suposición que hacemos al observar las conchas y la cruz del primitivo escudo de su puerta principal.
La suposición que se hace, es por la referencia que hace la guía Everest titulada “EL CAMINO DE SANTIAGO”, cuyo autor D. Eusebio Goicochea Arrondo dice que “acogía desde el siglo XIII a los peregrinos por una noche”
La ermita de Nuestra SEÑORA DE LA SALUD, en los manuscritos de los Collazos, padre e hijo que fueron sacristanes de esta ermita de la Salud en el siglo XVIII y que tuvieron admirable curiosidad de llevar un diario de cuanto acontecía en la ciudad, dicen que en el cuarto de los faroles de la ermita, estaba autorizado para que pudieran comer y dormir los peregrinos. Lo que se desconoce, es que si se trataba de peregrinos que fueran de visita a dicha ermita, cuya devoción data de tiempos de Alfonso VIII, o si se refería a toda clase de peregrino.

TEORIA ARQUITECTONICA
Otra de las conexiones de esta zona con el Camino de Santiago, la tenemos en la influencia arquitectónica, que se plasma en algunos de nuestros monumentos y que evidencia la relación de los constructores con las restantes ciudades de la ruta. La prueba más palpable de esta relación se constata a través de las cúpulas gallonadas que surgen a lo largo de la Vía de la Plata y que van a enlazar con el Camino Francés.


En Plasencia aparece una de estas torres, la más meridional del camino, cubriendo la Sala Capitular de la Catedral Vieja o Capilla de San Pablo y que es conocida popularmente como la Torre del Melón. Le sigue hacia el norte la Torre del Gallo de Salamanca, más al norte la Torre del Gallo de la catedral de Zamora, y por último, la Colegiata de Toro. Aparece también en la Catedral de Évora, en lo que se supone camino jacobeo portugués. Siguiendo el camino francés encontramos la más septentrional en Santa María de Angulema, en Francia.
BASE SEMANTICA
Hay lugares cuya denominación lleva el nombre del apóstol, o de algún apelativo que, directa o indirectamente, tenga aunque no sea más que una remota relación con el camino de Santiago y sus peregrinajes.
Santiago del Campo, Santiago de Alcántara, Santiago de Carvajo, Santiago de Aravalle, figuran con cierta frecuencia en nuestra geografía, habría que indagar en los orígenes de estas denominaciones.
Aldeanueva del CAMINO, al denominar a esta aldea nueva, conlleva a pensar que hubo otra más antigua, como lo demuestran los vestigios romanos allí existentes, y el pueblo que aparece a mediados del siglo XV, se le añade el calificativo del Camino, son muchos los pueblos de España que a su denominación principal unen el determinante DEL CAMINO por ser puntos que jalonaban la ruta de Compostela, el calificativo así, sin determinar de que camino se trata, hace suponer que se refiera al “ CAMINO” por antonomasia que en aquella época conducía a la tumba del Apóstol.
La tradición dice que había una bifurcación de caminos, unos continuaban por la Vía de la Plata mientras otros viraban hacia el noroeste, por la Vía Dalmacia, en dirección hacia Ciudad Rodrigo, a unirse a las peregrinaciones de Portugal

POBRES PASAJEROS
Los caminos de Santiago eran una comunicación de la mayoría de los peregrinos, era una ruta internacional, donde la lengua latina debía de ser el vehículo de comunicación oral común entre los individuos de las distintas nacionalidades. De ahí la adopción del término latino “peregrinus” para designar a los viajeros. Pero en las vías subsidiarias, aún empleándose esta denominación latina, era frecuente el uso de otra denominación castellana, derivadas de la palabra “paisaje”; así vemos con frecuencia la denominación de “paisajero”, después pasajeros Para designar a estos peregrinos.

FUENTE DE LOS ALAMITOS
En el año 1754 hubo una gran sequía, y a consecuencia de ella la fuente dejó de manar, una vez terminada la sequía la fuente siguió sin agua, ante este hecho el obispo Don José González Laso (1.766 – 1.803), mandó repararla, así como el camino viejo del Puerto.
Como curiosidad diremos que el encargado de las obras fue D. Mariano Ceferino del Pozo, alias Boquique, el cual fue capitán de los ejércitos Carlistas, y terminó siendo “bandolero” y dando nombre a una cueva y a un tipo de cerámica.


La fuente está ubicada en el antiguo camino de Castilla, punto de salida de los peregrinos que realizaban la ruta jacobea, que desde los hospitales de las Llagas o de la Merced, y el de Dña. Engracia de Monroy, una vez recuperados de sus lesiones, continuaban dicha ruta a través de este camino opcional que desde la Vía de la Plata, a la altura de Carcaboso se desviaban a Plasencia, para el descanso y recuperación de sus heridas.
Cuando sanaban de estas, se dirigían hacia la ermita de Santiago, y desde allí a la fuente y continuaban por el camino de Castilla.
Ubicada en el antiguo camino de Castilla, punto de encuentro de salida de los peregrinos que continuaban la ruta jacobea, que desde el hospital de las Llagas también conocido por Hospital de la Merced y desde hospital de Dña. Engracia de Monroy, una vez recuperados de su lesiones, continuaban dicha ruta a través de este camino opcional que desde la Vía de la Plata, a la altura de Carcaboso se desviaban a Plasencia, para el descanso y recuperación de sus heridas. Cuando sanaban de estas se dirigían hacia la ermita de Santiago, y desde aquí, comenzaban su camino hasta la fuente, y desde esta a Castilla.
Esta fuente se puede considerar como “Fuente de Peregrinos” pues lleva las “veneras” o conchas de Santiago características de las rutas jacobeas.

ALTAR DE LAS RELIQUIAS
A mano izquierda, según se entra en la catedral por la puerta de las cadenas, nos encontramos con un altar de estilo churrigueresco, aunque menos ostentoso que el de La Asunción. Este Altar de las Reliquias se construyo entre los años 1.742 y 1.747 y fue el maestro Carlos Simón el encargado de su elaboración. Esta formado por tres cuerpos y coronamiento. En este coronamiento se ve el escudo del obispo Fray Plácido Bayle Padilla, el cual fue el que lo costeó. En el centro del retablo hay una apoteosis de San Agustín, el cual tiene en la mano una torre que es la representación de la ciudad de Dios, y a sus pies se ven las herejías representadas por una mujer con los pechos al aire.


El primer cuerpo se destina a expositor de diversas reliquias (de hay su nombre), de diversos santos y mártires. Entre ellas destacaremos las de “un pedacito de la Cruz de Cristo”, “dos espinas de su corona”, una de estas espinas la adquirió la catedral a los jesuitas cuando fueron expulsados de España, la otra con un dedo de San Roque fue regalo del obispo Fray Enrique Enríquez. Así mismo se guardan reliquias de San Fulgencio, de Santa Florentina, Santiago, San Hermenegildo, y otras muchas más.
Detrás de este retablo existe una puerta prácticamente desconocida, se la denomina “Puerta de San Agustín”. No se sabe que finalidad puede tener esta puerta, ya que tras ella solo esta una de las escaleras para subir al andito o balcón interior, pero para esta misma finalidad existe otra escalera en la sacristía de mejor elaboración que es la que se usa. Podría ser que esta portada y escalera de San Agustín se realizasen primero y luego se hiciese la escalera de la sacristía, con lo cual quedo la primera sin uso. Para aprovechar el hueco de la portada se realizaría el Altar y Retablo de las Reliquias, con lo cual quedó tapada para siempre la citada portada.


La portada es de estilo muy semejante a la portada de la sacristía, y se piensa que puede datar entre los años 1.513 y 1.522. Sobre su dintel campea una venera y dentro de ella se ve la figura de Santiago El Mayor, con abundante barba y cabello, cubriendo este con un sombrero de ala.
Por estar presidida esta portada por el Patrón de España, y no teniendo nada que ver el altar y retablo que posteriormente se colocaron delante de ella (1.747), tapando así su contemplación, no parece justo que se la denomine “Portada de San Agustín”, sino que debería de llamarse Portada o Puerta de Santiago El Mayor.


Jose Antonio Pajuelo Jiménez - Pedro Luna Reina. José Gutiérrez Delgado. (fotografías)

  
                                                          "CREANDO CULTURA"

                                                

sábado, 29 de enero de 2022

EL MARQUES DE VADILLO.

                                             
Entre las numerosas personalidades que han sido grandes devotos de la Virgen del Puerto destaca el excelentísimo Sr. D. Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre, marqués de Vadillo, corregidor de Plasencia, Salamanca Madrid. Dentro de los capítulos de la historia de Nuestra Señora del Puerto, creo oportuno añadir aquí un suceso prodigioso, que no desagradará a los lectores, y es como sigue: En la villa y corte de Madrid, próximo al río Manzanares y sitio llamado Vadillo, tiene ermita Nuestra Señora del Puerto. El origen de ella dimana de que habiendo robado las alhajas que la Virgen tenía en su camarín de la ermita, dieron noticia al corregidor, que, a la sazón, era el señor don Francisco Antonio de Salcedo y Aguirre, marqués de Vadillo, del Consejo y Cámara de Indias, cuando precisamente se estaba afeitando, y fue tanto su sentimiento, que acto continuo hace voto de no volverse a afeitar y mudar de ropa hasta dar presos los ladrones. Para su consecución, toma noticias, apresurándose monta a caballo, llevando en su compañía sus criados, con los que anduvo varios pueblos, pero sin fruto. Cuando más desconfiado estaba del éxito, le viene al pensamiento entrar en el vecino reino de Portugal, con el fin de recorrer los pueblos de su frontera, pensamiento que puso por obra. A los pocos días de estar en él, llega a una majada de ovejas, y como fuese bastante molestado, pidió por favor al rabadán le permitiese hacer noche en su choza, a lo que accedió gustoso el pastor. Serían las ocho de la noche, cuando se presentan cuatro paisanos, y, sin decir nada, se entran en él y toman asiento. Uno de ellos le miró y dice a sus tres compañeros: «Haced reparo a este hombre y diréis que es un vivo retrato del corregidor de Plasencia lo que oído por él, le contestó si le conocía, a lo que respondió que sí, y que por no caer en su poder, se había entrado en Portugal. El corregidor entonces le dijo: ¿Pues por qué huye usted de él?, a cuya pregunta respondió que por haber robado una friolera del camarín de Nuestra Señora del Puerto. Inmediatamente el corregidor hace señas a sus criados, los que toman las armas y la puerta e intiman se den presos. Los ladrones se intimidan, de cuyo azoramiento se vale el corregidor, y manda a un pastor los maniatase, la que ejecutó al momento y suplicó al rabadán que pasase a la población a dar parte a la autoridad para que le auxiliase, lo que sin demora hizo, y a su vuelta le acompañaban el juez de Fora y ocho soldados. Tan fuego como se presentaron, se declaró el corregidor al juez de Fora, a quien dio conocimiento del robo y le entregó los reos. Lleno de júbilo, viendo cumplido su voto, con permiso de la autoridad y auxiliado por ella, se trajo en su compañía los ladrones, los que entró presos en esta real cárcel, donde permanecieron hasta que salieron para satisfacer su sacrílego hecho. Las alhajas fe perdieron, pues las habían ya vendido en Lisboa.



 Luego que cumplió el tiempo de su corregimiento, pasó a Madrid de corregidor e intendente general de aquella villa y provincia, y con la ausencia aumentó la devoción a María Santísima en términos que no encontraba tranquilidad sin ver la Reina del Cielo. Últimamente llegó al extremo de hacerla ermita en dicho sitio de Vadillo, el año de 1725, colocando en ella su retrato y dotándola con profusión. Nadie ha sintetizado mejor los méritos del marqués de Vadillo, a quien tanto deben Plasencia y Madrid, como el epitafio que cubre su sepulcro en la ermita madrileña de la Virgen del Puerto, que copiamos a continuación: «Aquí yace el Sr. D. Francisco de Salcedo y Aguirre, Marqués de Vadillo, del Consejo de S. M. el Rey Supremo de Indias, Corregidor de Madrid”. Fue este hombre grande, de aquellos a quienes echan de menos los mármoles y los bronces. Fue grande con Dios en la religión, con los Reyes en la fidelidad, con su Patria en el amor, con sus empleos en el desinterés; fue con sus amigos finos, atentos con sus superiores, urbanos y hombre de bien con todos. Gobernó 50 años en diversas ciudades de España. Las obras insignes que hizo, no caben en breve elogio. Ellas serán, lo serán de sí mismas, sin que jamás las pueda callar la fama, ni deslucir la envidia. Fundó, dotó y adorno a sus expensas esta ermita de María Santísima del Puerto, de quien fue igualmente devoto que favorecido. “Aquí está enterrado quien no debía haber nacido, o no debía haber muerto. Falleció a los 85 años en veinticuatro de junio, año mil setecientos y veintinueve. P. A. C. E. S. L. S. M. P.” Debemos la trascripción de este epitafio a la amabilidad de nuestro fervoroso extremeño D. Gervasio Velo y Nieto, al que públicamente le testimoniamos nuestro reconocimiento. De esta forma se estableció en la Villa y Corte el culto a la Santísima Virgen del Puerto, el 8 de septiembre de 1718, que ha proporcionado a Plasencia el señalado privilegio de ser la única población de España que tiene en Madrid Santuario a su Excelsa Patrona. 
Fotos. Marques de Vadillo 1728. realizado por el pintor Miguel Jacinto Meléndez ( Museo de Historia de Madrid ) y de momento el único recuerdo del Marqués que se encontraba colgada te la cruz en la fachada del Santuario. 
Reza así, Francisca Blanco . Antonio Salcedo. Orad (e interpreto en el centro): "Hizo". 

José Antonio Pajuelo Jiménez - Pedro Luna Reina.

                                   "CREANDO CULTURA".

viernes, 17 de diciembre de 2021

Detalles de los azulejos de la ermita de la Virgen del Puerto.


EL PORTAL DE BELÉN


En el portal de belén 
hay estrellas, sol y luna 
la Virgen y San José 
y el niño Dios en la cuna.

Pastores venid

        pastores llegad          
        adorad al niño 
       adorad al niño 
      que ha nacido ya. (bis) 

Ábreme tu pecho 
ábreme tu corazón 
que hace mucho frío afuera 

y allí solo hallo calor. 

      Pastores venid 
      pastores llegad 
      adorad al niño 
     adorad al niño 
     que ha nacido ya. (bis) 

Al niño miró la Virgen 
a la Virgen San José 
al niño miran los dos 
y se sonríen los tres. 

     Pastores venid 
     pastores llegad 
    adorad al niño 
   adorad al niño 
   que ha nacido ya. (bis) 

No sé si será el amor 
No se si serán mis ojos 
mas cada vez que te miro 
me pareces más hermoso. 

      Pastores venid 
      pastores llegad 
    adorad al niño 
    adorad al niño
    que ha nacido ya.





                                                "CREANDO CULTURA"

martes, 30 de noviembre de 2021

El ministril SIMÓN HERRERA


A finales del siglo XVI y comienzo del siglo XVII, la práctica de la música instrumental se hace frecuente en los templos de España. Muchas de nuestras catedrales cuentan con numerosos músicos que tocan instrumentos principalmente de viento, llamados “ministriles”. Uno de los instrumentos más frecuentes era “el bajón”, nombre que antiguamente se daba en España al fagot y que tenía por objeto duplicar una de las voces humana, acompañando así a los cantores. Tal era el oficio de Simón de Herrera, ministril bajonista en nuestra catedral de Plasencia. Y era tal la identificación del bajón con los cantores que el Cabildo intervino más de una vez para aclarar que el bajón tenía derecho a percibir “los percances” (emolumentos económicos) que percibían los cantores siempre que actuaba con ellos, sin dejar de percibir en este caso “los percances” de los mismos ministriles. (Vid. J. López Calvo.-la música en el Barroco.pag. 151. Oviedo 1977).

Así el 18 de agosto de 1598 ordenó el Cabildo, tratando de las obligaciones del ministril bajonista Simón Herrera “que las veces que tañeren en fiestas sus compañeros del dicho Herrera, le den parte sus compañeros de la ganancia”. (Acta libro 18, bis, fol-141 vº).
Por los datos que hemos comprobado, Simón Herrera era un músico muy competente dentro de las diversas ramas del arte musical. En varias ocasiones es designado por el Cabildo para formar parte de los tribunales de las oposiciones a la plaza de organista de nuestra catedral. Veamos un ejemplo: en el año 1598 tienen lugar unas oposiciones al cargo del organista en; se presentan Alonso Gómez y Luis Bustamante, organistas respectivamente de las Catedrales de Ciudad Rodrigo y Coria. Con fecha del 18 de Agosto del mismo año se adjudica la plaza a Alonso Gómez, mientras se rechaza la Plaza a Luis Bustamante. Formo parte del tribunal examinador el maestre de capilla y Simón Herrera. En verdad no fueron muy cordiales las relaciones entre el nuevo organista y el Cabildo al que Alonso no dejo de molestar por las diferencias de sueldo en las que siempre le dio gusto el cabildo. Pero la cosa llegó a tales extremos que a los pocos meses, el día 10 de diciembre del citado año 1598, hubo que despedirle, marchando de nuevo Alonso Gómez a Ciudad Rodrigo.
Simón Herrera será ahora el sustituto del organista. Por estos servicios pide Herrera aumento de sueldo, cosa lógica y natural. El Cabildo accede a la petición. “Pidió por petición Simón Herrera, ministril, atento sus servicios y lo que ha servido al órgano, le mandasen haber algún aumento. Mandaron consultar doscientos reales, que sirva al órgano hasta que se provea y que el Cabildo tenga consideración a lo que se pide”. (A. C. lib 17, fol.61). Dato curioso: al botar esta decisión se encuentra ausente por estar preso el Arcediano de Trujillo, don Juan Blázquez de Cáceres y enfermo el maestro de Capilla, Antonio Ordoñez, de ilustre familia de músicos y que debió tener parentesco con un famosísimo Pedro Ordoñez cantor Pontificio. A dicho maestro de capilla el Cabildo profesó verdadero aprecio.




De nuevo la actuación de Simón de Herrera toma parte en un tribunal de oposición y organista. ”Habiendo entrado por orden del Cabildo Simón Herrera y Gabriel Fernández, ministriles, y dicho su parecer cerca de la suficiencia de Francisco Sánchez, organista que había venido de Talavera…ordenaron que se vuelva a examinar al dicho organista al día siguiente”.(A.C. lib.cit.fol.389 vº).Sucedía esto el 14 de mayo de 1605 en el que se recibe como organista a Francisco Sánchez, que lo había sido antes en Talavera de la Reina. Hay que mencionar a otro celebre ministril Gabriel Fernández del que nos habla con mucha frecuencia las actas capitulares.
Como un eterno comodín, vemos unos años después a Simón Herrera como maestro de la capilla en nuestra catedral-El 17 de octubre de 1614, estando cerca la fiesta de todos los Santos,” mandaron que el secretario escriba a Simón Herrera, maestro de capilla, este aquí para la víspera de todos los santos sin faltar a ejercer su oficio”. (A.C. lib.19 fol.336). Digna remuneración al no menos digno servicio. De esta manera pagaba el Cabildo a quien se esforzaba en servir el culto catedralicio con tanta competencia y fidelidad.
Datos obtenidos del Canónigo de la Catedral, Prefecto de Música. Román Gómez Guillen.



Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina.

                                                                "CREANDO CULTURA"




jueves, 11 de noviembre de 2021

FRANCISCANOS DESCALZOS DE VALSORIANO, SAN ROQUE Y TABLADILLA

FRANCISCANOS DESCALZOS DE VALSORIANO, SAN ROQUE Y TABLADILLA
ORIGENES DE LOS FRANCISCANOS

La Orden Franciscana es fundada en el año 1208 en Asís, Italia.
Su fundador se llamaba Giovanni Bernardone Pica, conocido posteriormente como san Francisco de Asís. (1182-1226)
En el año 1210 se dirigen a Roma y consiguen que sea aprobada la Regla de la Orden.

(Pergamino de la Regla Franciscana)

La idea del fundador era la predicación por caminos y ciudades sin tener en cuenta el crecimiento de la orden.
Viviendo todavía san Francisco, se dieron los primeros problemas de la orden debido a las diversas formas de entender el camino a seguir dentro de la Iglesia.
Aprovechando la estancia de Francisco en Oriente, los dos vicarios que había dejado a cargo de la orden, Mateo de Narni y Gregorio de Nápoles, se apresuraron a convocar un Capítulo especial que dictó varios estatutos destinados a dar un carácter más monástico a la Orden.
A su vuelta, Francisco intentó volver a imponer sus ideas, pero los frailes no eran ya aquel primer grupo de 12 hermanos; ahora hacía falta una organización para facilitar el gobierno de la naciente orden y, por lo tanto, triunfaron las ideas de los vicarios.
El gran enfrentamiento entre los franciscanos fue siempre el entendimiento de la pobreza.
Recordemos la película del Nombre de la Rosa, donde en la abadía se celebraba una reunión de varias órdenes para decidir si el manto que llevaba Jesús de Nazaret era suyo, pues esto justificaría el derecho a tener bienes propios.
Diversas bulas pontificias habían distinguido entre propiedad y uso de bienes, sin llegar a dar un resultado concreto.
Ante este problema la Santa Sede acordó que la propiedad de los bienes franciscanos sería de ella y la Orden solamente tendría el uso de los bienes.
Según pasaban los años los frailes conventuales fueron relajándose en el cumplimiento de su regla, lo cual dio lugar a que surgieran reformistas que abogaran por seguir la Regla de san Francisco más estrictamente.
Estos reformistas consiguieron separarse de los Conventuales y pasaron a llamarse Observantes. Fueron reconocidos en el Concilio de Constanza en el año 1415, y su separación total se realizó cuando el Papa Eugenio IV los entregó las bulas “Vinea Domini” y Ut Sacra” en el año 1446.
Dentro de la rama observante se volvieron a suceder separaciones, dando lugar a los Reformados, Descalzos o Alcantarinos, Recoletos y Capuchinos.

FRANCISCANOS EN PLASENCIA

La llegada a Plasencia de los Franciscanos Conventuales, aunque no está documentada, se realizaría en el siglo XIII, estando aun vivo san Francisco. Estos conventuales tuvieron que abandonar el convento en el año 1566, por una orden de Felipe II. El convento pasó a manos de los Observantes de la provincia franciscana de san Miguel, los cuales estuvieron en el hasta la Desamortización.

LOS DESCALZOS EN PLASENCIA

La llegada de los Descalzos a Plasencia y la fundación del convento de san Miguel de la Florida se realizan en el año 1519. Estos primeros frailes pertenecían a la provincia de san Gabriel. La idea de fundar un convento descalzo en la ciudad, debió de partir de personas de la misma, los cuales viendo la mala imagen que daban los Conventuales de san Francisco, decidieron llamar a estos reformistas.
La finca donde se fundó el convento se llamaba de Valsoriano, y era propiedad de doña Mencia de Carvajal, dicha propiedad consistía en un terreno no muy grande en el cual había un palomar. La zona se llamaba “Las Viñas de Calzones”, (hoy la Florida y el Espartal).
Por parte de los franciscanos se hizo cargo de la donación fray Ángel de Valladolid, el cual era Provincial de los Descalzos de la provincia de san Gabriel.
Una vez recibida la propiedad, construyeron una pequeña casa donde estuvieron por espacio de cinco años, hasta que se terminó el nuevo convento, siendo su guardián fray Francisco de la Zarza.

El mecenas principal de la construcción del convento fue don Fadrique de Zúñiga, primer Marqués de Mirabel. También recibieron donaciones del Concejo de la ciudad, de varias familias de la misma y del pueblo de Malpartida de Plasencia, al cual acudían los frailes todas las semanas a pedir.

La construcción de este nuevo convento no fue bien vista por los Conventuales de san Francisco, los cuales pleitearon con los Descalzos para impedir su asentamiento en la ciudad, aunque no lo consiguieron.
En el año 1524 se inaugura el nuevo convento de san Miguel, nombrando guardián del mismo al padre fray Francisco de Fregenal. El convento lo solían habitar entre dieciocho y veinte frailes, lo cual significaba que era uno de los grandes de la provincia y que los recursos económicos eran bastante buenos.

En el convento de san Miguel estudiaban los frailes, Teología, Artes y Gramática.
Las relaciones con el Cabildo Catedral fueron siempre muy buenas, acudiendo los Descalzos a pedir ayuda cada vez que lo necesitaron y siendo siempre bien atendidos por los canónigos. Tal era la relación entre los frailes y canónigos, que se depositaron en el archivo de la catedral todos los documentos importantes del convento, para estar más seguros.
Si las relaciones con el Cabildo eran buenas, no lo eran menos con el Obispo don Gutierre Vargas de Carbajal, el cual mediante un breve del Papa Clemente VII fue nombrado defensor de la Provincia de san Gabriel de los Descalzos. Este breve se fechó en Roma el cuatro de mayo de 1526.


HOSPITAL DE LA CRUZ O DE SAN ROQUE

A principios del siglo XVI vivían en Belvis de Monroy un matrimonio formado por don Francisco de de Valencia y su esposa doña Beatriz de Trejo Álvarez.
Este matrimonio quiso fundar un hospital de pobres junto al Monasterio de Yuste, pero al no llegar a un acuerdo con los frailes del mismo, se decidieron a realizarlo en Plasencia.
Don Francisco dejó a su mujer como su heredera usufructuaria, con la condición que al morir doña Beatriz se realizara con sus bienes el dicho hospital.
Una vez muerto don Francisco, doña Beatriz se trasladó a vivir a Plasencia, y en el año 1550, comenzó a construir el hospital de pobres, el cual se puso bajo la advocación de san Roque.
La fundadora, temiendo morir antes de haberlo terminado, nombro patronos del mismo a los Justicias y Regidores de la ciudad.
Y así sucedió, pues doña Beatriz murió el día 2 de diciembre de 1556, y el hospital no se terminó hasta el año 1558.
Como no estaba terminada la capilla del hospital, a doña Beatriz la enterraron en la ermita de santa Elena, hasta poder trasladar sus restos a la nueva capilla. Fue enterrada con el hábito de san Francisco y con la camisa de los cofrades de la Vera Cruz.
El primer maestro de obras del hospital y la capilla, fue Baltasar Botello, vecino de la ciudad. Este maestro fue el que hizo el sepulcro de don Francisco de Valencia. A su muerte continuó el maestro arquitecto Francisco Rodríguez el cual las terminó.
El hospital estuvo en servicio de la ciudad hasta el siglo XIX, y con la desamortización pasó a manos particulares.


ENFERMERIA DE LOS DESCALZOS

Cuando enfermaban los frailes de Valsoriano, tenían que desplazarse a la ciudad para ser atendidos en los hospitales de esta.
Muchas veces sucedería que estarían varios enfermos y repartidos por los distintos hospitales, con lo cual sería muy oneroso para la Orden el cuidado de los mismos.
Ante este hecho, doña Beatriz de Trejo pidió permiso al Concejo de la ciudad para hacer una enfermería en las afueras de la ciudad, concretamente al lado de la capilla del Hospital de san Roque o de la Cruz.
Esta enfermería sería solamente para los frailes descalzos de Plasencia y de los pueblos de los alrededores, como el de Santa Cruz de Tabladilla, en Navaconcejo, el de Nuestra Señora de los Ángeles, en Ovejuela, el de Santi Espíritu de Valdearrago, en Robledillo de Gata, y el de san Marcos de Altamira en Casar de Palomero.
Doña Beatriz dejó dicho en su testamento como quería que fuese la enfermería de los Descalzos:
“mando e pido por merced a los señores patronos e a mis albaceas que en acabándose de hacer la capilla del mi hospital (de la Cruz), se hagan luego inmediatamente una pieza alta y baja con su chimenea y recogimiento en ella, y esta mando que sean para que se curen cuando estén enfermos los frailes Descalzos de la provincia de san Gabriel, y que en estas piezas no se puedan aposentar ni curar su no fueren ellos, e porque más recogidos estén, es mi voluntad que no se aposenten en ella nadie aunque sea religioso ni clérigo y mando que todo lo que fuera menester para sus enfermedades se les dé, ansí de médico como de barbero como de botica, como de comida, e todo servicio e cosa necesaria sin que haga falta de la renta que yo dejo al dicho hospital, y esto mando que se haga para siempre jamás, pues que son pobres como los que en dicho hospital se han de curar, y quiero que estas dos piezas se hagan a un lado de la capilla hacia Santiago (hoy Cristo de la Batallas), no quitando la casa alta ni baja de los pobres, donde la dejo trazada porque quiero que allí se haga; e las piezas susodichas se harán acomodándose e tomándose parecer con el guardián que fuere del Señor San Miguel de esta ciudad, e han de quedar en el dicho aposento una ventana en la misma pared de la capilla para que los dichos frailes enfermos puedan oír Misa e quiero que el mayordomo que fuere del dicho Hospital tenga cargo de reparar las dichas piezas e ansí suplico a los Señores mis patronos que fueren se lo manden hacer a costa de la hacienda del dicho hospital e porque no les anden tratando ni usando la ropa e vasos e otra cosa de la enfermería que será menester que tengan los dichos frailes todo como dicho tengo, es mi voluntad que las llaves de las dichas piezas las tenga el guardián que fuere del Señor San Miguel, e dejo que se hagan con su acuerdo las dichas piezas por que no las hagan de manera que excedan su estado y estén los dichos frailes desconsolados e ruego a los padres que allí se curaren que me encomienden a Dios a mí e a Francisco de Valencia mi marido, pues siempre fuimos sus devotos y los tuvimos por hermanos e quiero y es mi voluntad que todas las vedes que fuere menester reparar las dichas piezas se reparen a costa del dicho hospital e ansí ruego a los dichos patronos que lo manden”

En este testamento podemos apreciar que la enfermería estaba unida a la capilla del hospital, e incluso se abrió una ventana para que los frailes pudieran asistir a los actos litúrgicos que se celebrasen en ella. Esta ventana se puede ver hoy en el callejón que separa dicha capilla del edificio frontero.

Como vemos, los frailes descalzos de Valsoriano tenían que acudir a la ciudad cada vez que estuviesen enfermos, haciendo un recorrido de media legua, es decir, unos dos kilómetros y medio. Aunque no era una distancia excesiva, si lo era muy gravosa para los frailes mayores, y mucho más en invierno con lluvia. Así mismo varios frailes se tenían que quedar en la enfermería para atender a los enfermos, con lo cual el convento se resentía por falta de miembros.

Ante estas dificultades, se plantearon trasladar el convento a las afueras de la ciudad. Para ello, en el año 1568, se realizaron las primeras tentativas. Don Martín López de la Mota, Regidor de la ciudad, su esposa doña Isabel Rodríguez, y su hermano que era Racionero de la Catedral, se ofrecieron para construir el nuevo convento.
También se ofrecieron para edificar el convento los señores de la Oliva, don Juan de Vargas y su esposa doña Inés de Camargo.
Diversas dificultades hicieron que se demorase el dicho traslado, entre ellas la oposición de los Franciscanos Conventuales de san Francisco, así como la de varias familias importantes de la ciudad.
En el año 1581 lo intentan de nuevo, consiguiendo que el obispo don Andrés de Noroña les consiguiese la licencia, y además les entregó la ermita de san Cristóbal, la cual estaba a la salida del puente de Trujillo.
El Guardián del convento de san Miguel, fray Mateo de Herrera, tomó posesión de la misma a primeros de enero de 1583.
En el año 1584, la señora de la Oliva, doña Inés de Camargo, había enviudado y volvió a ofrecer 4.000 ducados para el nuevo convento. Aunque se acepto la oferta, no se pudo llevar a cabo pues antes de la entrega del dinero murió doña Inés, quedando todo en simples palabras.
En 1589 otorga el Consistorio de la ciudad la licencia para hacer el convento, y dona unos terrenos junto a la Fuente del Moro, quedando dentro del terreno la dicha fuente. La extensión donada era de 80 varas en cuadro, lo cual equivaldría a unos 5 o 6 mil metros cuadrados.

Pero los frailes rechazaron este emplazamiento alegando que la fuente no tenía bastante caudal para el uso del convento y la huerta y que sería muy problemático su asentamiento sin garantía de agua.
Otro nuevo sitio fue el que ofreció la familia Carvajal en el año 1604, el cual estaba a mano derecha saliendo por la Puerta del Sol, es decir, en lo que hoy se conoce como avenida de Alfonso VIII. En esta ocasión se llegó a cortar la madera para iniciar las obras. Los patronos serían don Pedro de Carvajal, obispo de Coria, sus hermanos don Alonso de Carvajal, capellán mayor y limosnero de su Majestad, y don Diego de Carvajal, tesorero de la Catedral de Plasencia.

A pesar de haber hecho escrituras de patronazgo los descalzos lo rechazaron alegando otra vez que tendrían escasez de agua.
En 1627 se había terminado un convento con su iglesia cerca de la Puerta de Berrozanas. Dicho convento lo habían edificado don Francisco Rodríguez Cano, y su esposa. Este convento estaba destinado para ser habitado por monjas, pero unos problemas con la comunidad hacia que no se ocupara el edificio.

Ante los problemas que les planteaba la nueva ubicación del convento, los frailes aceptaron la invitación de don Francisco para ocupar el edificio, y así lo hicieron. Pero pronto surgieron las complicaciones, pues un grupo de personas influyentes de la ciudad se quejó que fueran los patronos personas particulares, y no la ciudad. Ante esto el Concejo les retiró la licencia que antes les había otorgado, a pesar de que los frailes pidieron a las autoridades que se les diese una casa donde poder vivir hasta que se terminara su nuevo convento. El Ayuntamiento respondió que no tenia medios para mantener un edificio, pues la situación económica era muy deficiente. Y así, después de estar tres meses en el convento de la Puerta de Berrozanas se tuvieron que volver al antiguo convento de las Viñas de Calzones.

Viendo que pasaba el tiempo y no se solucionaba el problema de la ubicación, decidieron aceptar el sitio que les había ofrecido doña Beatriz de Trejo junto a la enfermería de la Puerta del Sol.
Y por fin, en el año 1641, el Domingo de Resurrección, consiguieron hacer el traslado del Santísimo al nuevo convento, y abandonar el viejo de Valsoriano.
En total se tardaron más de 70 años en construir el convento de san Miguel de la Puerta del Sol.

CONVENTO DE LA SANTA CRUZ DE TABLADILLA

El convento de la Santa Cruz de Tabladilla está situado al borde de la carretera nal. 110, cerca del pueblo de Navaconcejo, al lado de una garganta que se llamó antiguamente de la Fuente del Barbaldo, hoy se la conoce como garganta “Las Angosturas”.
La fundación del convento data del año 1540, siendo su fundador don Lope de la Cadena y su esposa doña Mencia de Carvajal. El sitio donde se construyó el convento era una finca del matrimonio fundador, la cual se la conocía por el nombre de Tabladilla.
Esta finca había sido comprada por sus abuelos a un labrador de Piornal. "Éste tenía en aquel sitio algunas viñas, olivares y naranjos, y vivía en una casa muy pequeña, fabricada y compuesta solo de tablas, de ahí el nombre de Tabladilla”.

El convento se construyó para los franciscanos descalzos, y era tanto el deseo de los fundadores de tenerlos con ellos, que habilitaron una pequeña casita que había en la finca para que se instalaran los frailes en ella.
Las obras del convento duraron dos años. Una vez terminado se le denomino como convento de la Santa Cruz de Tabladilla. El nombre de Santa Cruz viene porque doña Mencia era sobrina del cardenal don Bernardino de Carvajal, el cual tenía el título de Santa Cruz de Jerusalén, y para honrar a su tío se le llamó así.

Fue uno de los conventos de descalzos más pobre de la Provincia, y cuentan que a pesar de ser tan pobre, tuvo una de las mejores bibliotecas de su época. Esta biblioteca la regaló el fundador al convento, ya que la había heredado de cardenal don Bernardino de Carvajal, el cual fue obispo de Plasencia desde el 20 de agosto de 1521 hasta el 13 de diciembre de 1523.

Una vez terminado el convento, se hizo la entrega oficial del mismo a los frailes, siendo el encargado de recibirlo san Pedro de Alcántara, el cual era el Provincial en esa fecha.
Además de los fundadores, tuvo como mecenas a muchas personas de la ciudad, destacando entre ellas a los canónigos Pedro Martín y Francisco de Carvajal, este último era hijo de los fundadores.

Entre las dádivas recibidas destacó un relicario con un trozo del Lignum Crucis, con lo cual el convento ganó en fama, pues las reliquias representaban el poder para las iglesias que las poseían.

Con estas espléndidas ayudas los frailes casi no tenían que salir a pedir para su sustento, dedicando su tiempo al estudio y la oración.
Los fundadores del convento quisieron ser enterrados en la iglesia del convento: uno al lado del Evangelio y el otro al de la Epístola. Con la condición de que no se les pusiera ninguna lápida ni escudo. Cosa que su hijo Francisco incumplió ya que les puso lápidas y escudos sobre sus sepulturas, y él se enterró en medio de sus padres.

A finales del siglo XVIII (1793), se hace el Interrogatorio de la Real Audiencia, y en el cual se puede leer:

“En el territorio de esta villa de Navaconcejo, a distancia de media legua cerca de ella hay un Convento de Religiosos Descalzos de Nuestro Padre San Francisco de la Provincia de San Gabriel, nominado Santa Cruz de Tabladilla, cuya mantención y subsistencia pende de la limosna que piden y reciben de este pueblo y los demás de la guardianía, el número actual de religiosos que hoy tiene es el de veinte y tres y el de su fundación no podemos dar razón fija, solo podemos informar que jamás hemos conocido en este convento tan corto número de religiosos, sin que en él se enseñe facultad alguna pública ni privadamente”.
A este convento le afectó la exclaustración, teniendo que abandonarlo los frailes en el año 1835. Los objetos de culto fueron entregados al obispado de Plasencia, y de la iglesia se hizo cargo el párroco de Navaconcejo.
De los libros del convento se hizo una relación en la que figuraban, ciento diez y siete volúmenes en folio y forrados en pergamino. Doscientos cuarenta y dos de diferentes tamaños y de distintos idiomas, y un legajo con cuarenta y cuatro cuadernos de bulas y privilegios.
Pascual Madoz en su Diccionario Histórico Geográfico (1846-1850) dice del convento que ya está abandonado y en ruinas.
En la actualidad la finca donde estaba el convento se llama “la Casería”. Todavía quedan algunos restos de la iglesia del convento pegados a nuevas edificaciones destinadas al negocio de las casas rurales.

FABRICA DE SAYALES DE NAVACONCEJO

Uno de los problemas que se encontraban las autoridades franciscanas, era la compra de tela para los hábitos, ya que el tinte era distinto en cada lugar de fabricación, con lo cual parecían ser de distintas órdenes por la variación de la tonalidad del color.

Ante esto, pensaron hacer una fábrica de paños para uso de los frailes. Al principio se pensó en el pueblo de Tornavacas, pero se opusieron los vecinos alegando que les iban a hacer la competencia a las dos fábricas de paños que había en el pueblo.
Entonces se pensó en hacerla en Cabezuela del Valle, y así estuvieron varios años en este pueblo, aunque tenían el inconveniente de vivir los frailes en dos casas muy pequeñas y no poder reunirse todos para los rezos y oficios religiosos.
Por estos años había muerto el cura de Navaconcejo, el cual dejaba una buena y amplia casa muy bien situada, por lo cual los frailes decidieron comprarla. Después de vencer las reticencias de las autoridades del pueblo, se instalaron en él y estuvo funcionando muchos años la fábrica de sayales de los franciscanos.

El Real interrogatorio del año 1791, dice:
“En este pueblo no hay fabrica alguna de seda o lana, solo hay la de lienzos, reducida a las telas precisas para el surtimiento de las ropas interiores de los vecinos; ni se juzga combeniente establecerla por que en el tiempo que habia en esta la fabrica del sayal de los Religiosos Descalzos de Nuestro Padre San Francisco de esta provincia no se esperimento utilidad en los vecinos, antes si un conocido atraso en las haciendas por falta de operarios, debiendo escitarse hoy mas esta labor por la falta de los castañares, cuya tierra es preciso reducir a cultura.”
Hoy en día la casa pertenece al Ayuntamiento y se dedica a diversas actividades, pero todavía se la conoce en el pueblo de Navaconcejo como “La Fábrica”.

Pedro Luna Reina - Jose Antonio Pajuelo Jiménez.

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