LA COFRADÍA DE LA VERA
CRUZ Y LA RELIQUIA DEL LIGNUM CRUCIS.
Mirad el árbol de la cruz,
donde estuvo clavada la salvación del mundo.
Una reliquia cristiana es
un objeto de culto que puede estar relacionado con parte del cuerpo de un santo
o algún objeto que estuviese en contacto con el mismo.
Así mismo adquieren el
rango de reliquias cualquier cosa que se ponga en contacto directo con las
mismas.
Podemos citar la Sabana
Santa que se conserva en la catedral de Plasencia, la cual está certificada que
estuvo en contacto directo con la Síndone de Turín.
Entre las muchas reliquias
que se atribuyen a Nuestro Señor Jesucristo quizás la más conocida y adorada,
sea la del Lignum Crucis; el árbol o madero de la Cruz.
Para dar veneración a esta
sagrada reliquia, se crearon las cofradías que llevan su nombre; La Cofradía de
la Cruz.
Cuenta la tradición que la
Verdadera Cruz fue encontrada por santa Elena en el Gólgota, o monte de la
Calavera de Jerusalén, el día 3 de mayo, entre los años 325 y 327. Sigue
contando la tradición que para saber cuál era la verdadera cruz, se tocó con
todas las recogidas a un cadáver y, al tocar con la que estuvo en contacto con
Nuestro Señor Jesucristo, el cadáver resucitó.
Ante la controversia que
se creó en el renacimiento sobre la aparición de esta sagrada reliquia, las
Cofradías de la Cruz, para defenderla, acordaron cambiar su nombre por el de
Cofradías de la Vera Cruz.
Era tanto el deseo de
poseer tan preciada reliquia, que se decidió, repartirla en pequeños fragmentos
para que así pudiesen tenerla más comunidades.
Estos miles de fracciones
o astillas del Lignum Crucis, en su mayoría pequeñísimas, algunas casi
microscópicas, son las que dieron lugar a que se hicieran afirmaciones tan
erróneas como la de Calvino, Erasmo de Róterdam, etc.., los cuales llegaron a
decir que con todas se podría llenar un barco de gran tamaño.
Para refutar esta
afirmación, muy extendida incluso entre los propios católicos, vamos a analizar
tanto la Cruz como sus fragmentos.
En el año 1870, el
arquitecto francés Charles Rohault de Fleury, que dedicó muchos años de su vida
a la arqueología cristiana, en su "Mémoire sur les instruments de la
Passion" llego a la conclusión de que el Stipes, el madero vertical
podría haber tenido unos tres metros de alto. El Patibulum, que era el
madero horizontal, (que sería el que transportó Cristo hasta
llegar al Calvario),
tendría un metro ochenta de largo. El grueso de los maderos sería de unos doce
por cinco centímetros.
Estas medidas se sacaron
analizando el travesaño de la Cruz de Dimas, el buen ladrón, ‘pars crucis
bonis latronis’ la cual se conserva en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén
en Roma.
Con estas medidas, si
calculamos el volumen del Lignum Crucis, nos daría unos 36.000 centímetros
cúbicos.
Según el profesor Baima
Bollone, catedrático del Departamento de Medicina Legal de la Universidad de
Turín, si se aceptara que todos los trozos de cruz que se conservan fueran
auténticos, juntándolos no alcanzaría ni siquiera el 50% del palo horizontal.
Sumando el volumen de
todos los fragmentos conocidos superiores a 1 cm3 se llega a duras penas a
4.000 cm3, es decir un poco más del 10% del volumen total de la cruz.
Estos cálculos han sido
corroborados muy recientemente, casi en su totalidad, por Michael Hesemann,
periodista y escritor que ha estudiado muy en profundidad las reliquias de la
pasión de Cristo.
El trozo más grande que se
conserva en la actualidad del Lignum Crucis está en el monasterio de Santo
Toribio de Liébana, en el pueblo de Camaleños, Cantabria. Las medidas del mismo
son de 635 mm., el palo vertical y 393 mm., el travesaño, con un grosor de 40
mm.
En un análisis que se
realizó sobre esta madera, se determinó que era de la especie Cupressus
Sempervivens L., es decir, ciprés común, y que su antigüedad podría alcanzar
los 2.000 años.
Esta sagrada reliquia, se
conserva dentro de una “estauroteca”, es decir, un relicario con forma de cruz.
En España, la devoción a
la Santa Cruz, está documentada desde el 15 de marzo de 1208, en que es
consagrada una iglesia bajo la advocación de la Santa Vera+Cruz en las afueras
de Segovia.
El siglo XIV es cuando
toma mayor auge esta devoción a la Santa Cruz, haciéndose presente su
invocación en los mismos documentos oficiales. En las Cortes de Burgos de 1315
se termina jurando: "e juramos a Dios e a la Virgen Sancta María e a la
Vera+Cruz e a los Sanctos Evangelios". Igualmente, en las Cortes de
Carrión de 1317 la reina, doña María de Molina, jura a la Santa Vera+Cruz.
El Lignum Crucis y Plasencia.
Es de todos sabido que la
orden franciscana llega a nuestra ciudad a principios del siglo XIII, y que
esta orden creaba dentro de sus conventos diversas cofradías, entre ellas las
de la Vera Cruz. Para estas cofradías su mayor riqueza y honor era poseer un
Lignum Crucis.
Hasta nosotros han llegado
noticias de alguno de ellos placentinos, como el que estaba en el Convento de
Tabladilla, cerca de Navaconcejo, que fue regalado al convento por el cardenal
don Bernardino de Carvajal. En la actualidad cual no tenemos noticias de su
paradero, pues con la Exclaustración de 1835, se abandona el convento y se
entregan los objetos de culto al Obispado de Plasencia. No tenemos relación de
cuales fueron estos objetos, por lo tanto no podemos afirmar que entre ellos
estuviera el Lignum Crucis.
En estos momentos estamos
investigando otro posible Lignum Crucis que se encuentra en un templo de la
ciudad y que está recogido y fuera de culto.
Otro es el que se guarda
en la Catedral de Plasencia, el cual está insertado en un relicario de plata
sobredorada, y que data de la segunda mitad del siglo XVII, y que lleva grabado
el escudo del obispo don Gutiérrez Álvarez de Toledo (1496-1506), el cual
inició la construcción de la catedral nueva de Plasencia, y del obispo don
Rodrigo Dávila Valderrábanos (1470-1496). En el centro del Relicario se puede
ver, dentro de una ampolla de cristal, el trozo de la Cruz de Cristo.
En otro relicario similar
al anterior, se conserva una Espina de la Corona de Nuestro Señor Jesucristo.
Este año 2016, gracias a
la buena disposición del Cabildo Catedral, con su Deán don Antonio Luis Galán
al frente, la Cofradía de la Vera Cruz de Plasencia, tendrá el gran honor de
procesionar estas sagradas reliquias en su Estación de Penitencia del Jueves
Santo.
Para procesionar un Lignum
Crucis, hay una normativa específica, pues realmente estamos llevando un objeto
que pudiera tener la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Por ello el Relicario
del Lignum Crucis, que tiene la consideración de reliquia mayor por pertenecer
a Nuestro Señor Jesucristo, frente a la de los santos que están consideradas
como reliquias menores, tiene el grado de Latría Relativa, o sobre todas las
cosas, y el día de Viernes Santo, tiene la de Latría Absoluta, es decir la misma
que tiene el Santísimo Sacramento.
Por ello este día de
Viernes Santo se hará ante Él, la doble genuflexión es decir, doblar las dos
rodillas, como corresponde al Santísimo en exposición.
La persona que lo
procesiona llevará guantes rojos en memoria de la Sangre del Salvador y, así
mismo usará un paño humeral del mismo color para no tocar en ningún momento la
Sagrada Reliquia. En la procesión ocupará el lugar más destacado de la misma,
siendo escoltado con cirios de color verde, en recuerdo del Madero de la Cruz
y, por varas de la Cofradía en señal de protección hacia el mismo.
El Relicario que contiene
La Santa Espina procesiona en uno de los pasos de la cofradía.
Los datos de estas
sagradas reliquias estaban perdidos, pero investigando sobre los mismos
conseguimos encontrar en una publicación de Béjar del año 1916 noticias que nos
abrieron el camino para su esclarecimiento.
No conocemos, todavía,
como llegaron estas sagradas reliquias a Plasencia, pues solamente tenemos
noticias de que pertenecieron a doña Ana María de Austria (1568-1629), hija de
don Juan de Austria y nieta del Emperador Carlos V, la cual fue Abadesa del
Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos.
Una teoría sería que, como
doña Ana empeñó todas sus joyas para apoyar al famoso “Pastelero de Madrigal”,
entre ellas estuviesen estas sagradas reliquias y alguien las comprase y así
llegasen a Plasencia.
Estas reliquias fueron
regaladas a la Catedral de Plasencia a principios del siglo XVII por el obispo
don Enrique Enríquez de Almansa, el cual gobernó la diócesis desde 1610 hasta
1622, año de su muerte. Don Enrique era miembro de la orden de los Agustinos
O.S.A.
Ante la polémica que
suelen causar las reliquias cristianas sobre su autenticidad, solamente pedimos
a las personas que no crean en ellas el máximo respeto hacia las mismas, pues
tienen un gran significado religioso para los cristianos que si creemos en
estos sagrados símbolos.
¡SANTA CRUZ, SÍMBOLO DE
NUESTRA FÉ!!
Pedro Luna Reina. Hermano
Cofrade de la Santa y Vera Cruz de Plasencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario