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sábado, 4 de abril de 2020

LAS COFRADÍAS DE LA VERA CRUZ Y LA RELIQUIA DEL LIGNUM CRUCIS.



LA COFRADÍA DE LA VERA CRUZ Y LA RELIQUIA DEL LIGNUM CRUCIS. 

Mirad el árbol de la cruz, donde estuvo clavada la salvación del mundo.

Una reliquia cristiana es un objeto de culto que puede estar relacionado con parte del cuerpo de un santo o algún objeto que estuviese en contacto con el mismo.
Así mismo adquieren el rango de reliquias cualquier cosa que se ponga en contacto directo con las mismas.
Podemos citar la Sabana Santa que se conserva en la catedral de Plasencia, la cual está certificada que estuvo en contacto directo con la Síndone de Turín.
Entre las muchas reliquias que se atribuyen a Nuestro Señor Jesucristo quizás la más conocida y adorada, sea la del Lignum Crucis; el árbol o madero de la Cruz.
Para dar veneración a esta sagrada reliquia, se crearon las cofradías que llevan su nombre; La Cofradía de la Cruz.
Cuenta la tradición que la Verdadera Cruz fue encontrada por santa Elena en el Gólgota, o monte de la Calavera de Jerusalén, el día 3 de mayo, entre los años 325 y 327. Sigue contando la tradición que para saber cuál era la verdadera cruz, se tocó con todas las recogidas a un cadáver y, al tocar con la que estuvo en contacto con Nuestro Señor Jesucristo, el cadáver resucitó.
Ante la controversia que se creó en el renacimiento sobre la aparición de esta sagrada reliquia, las Cofradías de la Cruz, para defenderla, acordaron cambiar su nombre por el de Cofradías de la Vera Cruz.
Era tanto el deseo de poseer tan preciada reliquia, que se decidió, repartirla en pequeños fragmentos para que así pudiesen tenerla más comunidades.
Estos miles de fracciones o astillas del Lignum Crucis, en su mayoría pequeñísimas, algunas casi microscópicas, son las que dieron lugar a que se hicieran afirmaciones tan erróneas como la de Calvino, Erasmo de Róterdam, etc.., los cuales llegaron a decir que con todas se podría llenar un barco de gran tamaño.
Para refutar esta afirmación, muy extendida incluso entre los propios católicos, vamos a analizar tanto la Cruz como sus fragmentos.
En el año 1870, el arquitecto francés Charles Rohault de Fleury, que dedicó muchos años de su vida a la arqueología cristiana, en su "Mémoire sur les instruments de la Passion" llego a la conclusión de que el Stipes, el madero vertical podría haber tenido unos tres metros de alto. El Patibulum, que era el madero horizontal, (que sería el que transportó Cristo hasta
llegar al Calvario), tendría un metro ochenta de largo. El grueso de los maderos sería de unos doce por cinco centímetros.
Estas medidas se sacaron analizando el travesaño de la Cruz de Dimas, el buen ladrón, ‘pars crucis bonis latronis’ la cual se conserva en la iglesia de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma.
Con estas medidas, si calculamos el volumen del Lignum Crucis, nos daría unos 36.000 centímetros cúbicos.
Según el profesor Baima Bollone, catedrático del Departamento de Medicina Legal de la Universidad de Turín, si se aceptara que todos los trozos de cruz que se conservan fueran auténticos, juntándolos no alcanzaría ni siquiera el 50% del palo horizontal.
Sumando el volumen de todos los fragmentos conocidos superiores a 1 cm3 se llega a duras penas a 4.000 cm3, es decir un poco más del 10% del volumen total de la cruz.
Estos cálculos han sido corroborados muy recientemente, casi en su totalidad, por Michael Hesemann, periodista y escritor que ha estudiado muy en profundidad las reliquias de la pasión de Cristo.
El trozo más grande que se conserva en la actualidad del Lignum Crucis está en el monasterio de Santo Toribio de Liébana, en el pueblo de Camaleños, Cantabria. Las medidas del mismo son de 635 mm., el palo vertical y 393 mm., el travesaño, con un grosor de 40 mm.
En un análisis que se realizó sobre esta madera, se determinó que era de la especie Cupressus Sempervivens L., es decir, ciprés común, y que su antigüedad podría alcanzar los 2.000 años.
Esta sagrada reliquia, se conserva dentro de una “estauroteca”, es decir, un relicario con forma de cruz.
En España, la devoción a la Santa Cruz, está documentada desde el 15 de marzo de 1208, en que es consagrada una iglesia bajo la advocación de la Santa Vera+Cruz en las afueras de Segovia.
El siglo XIV es cuando toma mayor auge esta devoción a la Santa Cruz, haciéndose presente su invocación en los mismos documentos oficiales. En las Cortes de Burgos de 1315 se termina jurando: "e juramos a Dios e a la Virgen Sancta María e a la Vera+Cruz e a los Sanctos Evangelios". Igualmente, en las Cortes de Carrión de 1317 la reina, doña María de Molina, jura a la Santa Vera+Cruz.
El Lignum Crucis y Plasencia.






Es de todos sabido que la orden franciscana llega a nuestra ciudad a principios del siglo XIII, y que esta orden creaba dentro de sus conventos diversas cofradías, entre ellas las de la Vera Cruz. Para estas cofradías su mayor riqueza y honor era poseer un Lignum Crucis.
Hasta nosotros han llegado noticias de alguno de ellos placentinos, como el que estaba en el Convento de Tabladilla, cerca de Navaconcejo, que fue regalado al convento por el cardenal don Bernardino de Carvajal. En la actualidad cual no tenemos noticias de su paradero, pues con la Exclaustración de 1835, se abandona el convento y se entregan los objetos de culto al Obispado de Plasencia. No tenemos relación de cuales fueron estos objetos, por lo tanto no podemos afirmar que entre ellos estuviera el Lignum Crucis.
En estos momentos estamos investigando otro posible Lignum Crucis que se encuentra en un templo de la ciudad y que está recogido y fuera de culto.
Otro es el que se guarda en la Catedral de Plasencia, el cual está insertado en un relicario de plata sobredorada, y que data de la segunda mitad del siglo XVII, y que lleva grabado el escudo del obispo don Gutiérrez Álvarez de Toledo (1496-1506), el cual inició la construcción de la catedral nueva de Plasencia, y del obispo don Rodrigo Dávila Valderrábanos (1470-1496). En el centro del Relicario se puede ver, dentro de una ampolla de cristal, el trozo de la Cruz de Cristo.
En otro relicario similar al anterior, se conserva una Espina de la Corona de Nuestro Señor Jesucristo.
Este año 2016, gracias a la buena disposición del Cabildo Catedral, con su Deán don Antonio Luis Galán al frente, la Cofradía de la Vera Cruz de Plasencia, tendrá el gran honor de procesionar estas sagradas reliquias en su Estación de Penitencia del Jueves Santo.
Para procesionar un Lignum Crucis, hay una normativa específica, pues realmente estamos llevando un objeto que pudiera tener la Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Por ello el Relicario del Lignum Crucis, que tiene la consideración de reliquia mayor por pertenecer a Nuestro Señor Jesucristo, frente a la de los santos que están consideradas como reliquias menores, tiene el grado de Latría Relativa, o sobre todas las cosas, y el día de Viernes Santo, tiene la de Latría Absoluta, es decir la misma que tiene el Santísimo Sacramento.
Por ello este día de Viernes Santo se hará ante Él, la doble genuflexión es decir, doblar las dos rodillas, como corresponde al Santísimo en exposición.
La persona que lo procesiona llevará guantes rojos en memoria de la Sangre del Salvador y, así mismo usará un paño humeral del mismo color para no tocar en ningún momento la Sagrada Reliquia. En la procesión ocupará el lugar más destacado de la misma, siendo escoltado con cirios de color verde, en recuerdo del Madero de la Cruz y, por varas de la Cofradía en señal de protección hacia el mismo.


El Relicario que contiene La Santa Espina procesiona en uno de los pasos de la cofradía.
Los datos de estas sagradas reliquias estaban perdidos, pero investigando sobre los mismos conseguimos encontrar en una publicación de Béjar del año 1916 noticias que nos abrieron el camino para su esclarecimiento.
No conocemos, todavía, como llegaron estas sagradas reliquias a Plasencia, pues solamente tenemos noticias de que pertenecieron a doña Ana María de Austria (1568-1629), hija de don Juan de Austria y nieta del Emperador Carlos V, la cual fue Abadesa del Monasterio de las Huelgas Reales de Burgos.
Una teoría sería que, como doña Ana empeñó todas sus joyas para apoyar al famoso “Pastelero de Madrigal”, entre ellas estuviesen estas sagradas reliquias y alguien las comprase y así llegasen a Plasencia.
Estas reliquias fueron regaladas a la Catedral de Plasencia a principios del siglo XVII por el obispo don Enrique Enríquez de Almansa, el cual gobernó la diócesis desde 1610 hasta 1622, año de su muerte. Don Enrique era miembro de la orden de los Agustinos O.S.A.


Ante la polémica que suelen causar las reliquias cristianas sobre su autenticidad, solamente pedimos a las personas que no crean en ellas el máximo respeto hacia las mismas, pues tienen un gran significado religioso para los cristianos que si creemos en estos sagrados símbolos.
                     ¡SANTA CRUZ, SÍMBOLO DE NUESTRA FÉ!!


Pedro Luna Reina. Hermano Cofrade de la Santa y Vera Cruz de Plasencia.


                 


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