LA COLCHA DEL EMPERADOR
CARLOS V.
Encontramos
en la Revista Hidalguía, número 28 de mayo-junio de 1958, el curioso artículo
sobre la Colcha del Emperador Carlos I de España y V de Alemania, escrito por
don Miguel Sánchez-Ocaña y López de Bergés:
Siempre ha
estado la Alta Extremadura ligada a la memoria del Emperador Carlos V. Su
residencia de casi dos años en Jarandilla y Yuste hasta su muerte el 22 de
septiembre de 1558, y los años que sus restos reposaron en aquel Monasterio,
hasta que fueron trasladados al de San Lorenzo del Escorial en 1574,
El ser Yuste
del Obispado de Plasencia, a donde pertenecía y sigue perteneciendo, y
pertenecer a la jurisdicción, en aquella época, del Concejo de esta ciudad,
lo que dio lugar a que el Corregidor se presentara en el Monasterio reclamando
el cadáver del Emperador.
Las honras
fúnebres que se celebraron en la Catedral Nueva, según acuerdo del Cabildo
extraordinario reunido el día 25 de septiembre, y con las que se inauguró dicha
Catedral, a pesar de los graves inconvenientes que suponían las obras no
terminadas y la falta de puertas y ventanas, siendo con esto la Catedral de
Plasencia la primera donde se celebraron funerales por el Emperador. Estando
unida también esta Catedral a la memoria de don Carlos por los escudos y
efigies que el Cabildo ordenó colocar según varios acuerdos. Cumpliendo uno, de
5 de enero de 1543, de pusieron, a la derecha de una ventana que está sobre la
portada que da a la Corredera, las Armas Imperiales, y al otro lado, las del
Obispo don Gutierre de Carvajal.
En las
paredes interiores están alternados los escudos del Emperador y dos del Obispo.
En la fachada llamada del enlosado se esculpió la figura de don Carlos encima
de su escudo. Y en la fachada principal, en el tercer cuerpo, en la parte alta
fuera del arco central, un medallón con su efigie. También en dicha fachada
existen otros medallones que representan al Papa Paulo IV, que lo era en
aquellas fechas, al Obispo don Gutierre y a la Princesa doña Juana, Gobernadora
por ausencia de don Felipe.
El Canónigo
Archivero de esta Iglesia Catedral de Plasencia, don Manuel López Sánchez-Mora,
publicó en el periódico “El Regional”, de esta ciudad, durante el año pasado
una serie de artículos documentadísimos sobre estos y otros extremos
relacionados con don Carlos y de donde están tomados varios de estos datos como
señalamos en la nota número dos.
Por estas
causas, la Alta Extremadura ha conservado un recuerdo lleno de afecto hacia la
figura de don Carlos, que no se ha perdido en el transcurso de los siglos.
Prueba de
ellos es que la reconstrucción de Yuste ha sido un deseo general durante años,
y el impulso que a las obras de restauración se ha dado en estos últimos años,
motivo de satisfacción para todos.
Y como una
contribución más al homenaje que Extremadura tributará en unión del resto de
España a la memoria de S. M., me ha parecido oportuno dar a conocer la
existencia actual de la colcha que tenía en su cama de Yuste el día de su
muerte, y que creemos apenas sea
conocida fuera de un reducido círculo de personas.
Dicha
colcha, a la muerte del Emperador, fue conservada por los frailes jerónimos de
Yuste hasta la desaparición de la Orden en España, como consecuencia de las
funestas leyes de Desamortización del siglo pasado. Entonces el Prior de Yuste,
fray Eugenio Delgado y Garrido, se la llevó como depósito a su pueblo natal de
Riolobos, donde murió el día 21 de noviembre de 1849 a los setenta años de
edad, siendo enterrado en el cementerio de la Iglesia Parroquial, pasando la
colcha, bien directamente o a través de su hermana doña María Teresa, al
sobrino de ambos don Juan Delgado de la Calle, natural y vecino de Plasencia, e
hijo de don Ventura Delgado Garrido, nacido en Riolobos, y de doña Ana María de
la Calle y Calle, natural de Tejeda (Cáceres).
Don Juan
Delgado, en su testamento ológrafo fechado en Plasencia a 30 de diciembre de
1895 y que fue protocolizado por el Notario de esta ciudad don Luciano María
Torres con el número 165 del Registro General de Instrumentos Públicos del año
1899, textualmente dice: “Mando también que se siga cumpliendo por mis hijos lo
dispuesto en los testamentos de mi hermana doña María Teresa que (e.p.d.) y de
la señora Ana Rodríguez y Pascual que
(e.p.d.) hasta terminar los años que faltan, poniendo mucho esmero en la
conservación del depósito que obra en
poder mio procedente del extinguido Monasterio de San Jerónimo en esta
provincia y cuyo depósito consiste en dos Agnus Dei con pedestales de metal
amarillo de bronce o cobre y una colcha
de seda entretelada de algodón, que es la misma que tenía en su lecho S. M. el
Señor don Carlos Primero, Rey de España y quinto de Alemania el día de su
fallecimiento, ocurrido en el dicho Monasterio. Aconsejo a mis hijos entreguen
este depósito a S. E. el Nuncio de S.S.
en España.
A su
fallecimiento, ocurrido el día de agosto de 1899 en Plasencia, sus hijos
acordaron que la colcha quedara en poder de su hermana doña María, hija del
mencionado señor, y de su esposa doña Adelaida Gómez-Nadales y Bejarano,
natural de la villa de Alburquerque, en Badajoz, e hija de don Victoriano
Gómez-Nadales, también de Alburquerque, y presidente que fue de la Sala Primera
de la Real Audiencia de Puerto Rico.
Este acuerdo
entre hijos consta en la Base Séptima de la Escritura de División de Bienes y
Aceptación de Herencia de su padre, otorgada por su Albacea y herederos ante el
Notario don Atanasio Sánchez Castillo en Plasencia, a 30 de mayo de1900, y que
literalmente dice así: “Se expresa también que obraba en poder del testador y en depósito una
colcha de seda y dos Agnus Dei, procedentes del Monasterio de Yuste, siendo la
primera la que tenía en su lecho al fallecer don Carlos Primero de España,
disponiendo que sus hijos pongan mucho esmero en su conservación y
aconsejándoles que lo entreguen al Nuncio de S.S., todo lo cual se encarga a
los herederos para que lo cumplan en la forma conveniente, acordando éstos
quede en poder de la heredera doña María en calidad de depósito.
Esta señora
doña María de Guadalupe Delgado y Gómez-Nadales contrajo matrimonio en
Plasencia, en el año 1903, con don Fernando Sánchez-Ocaña y Silva, que era hijo
de don Pedro Sánchez-Ocaña y Clavijo y de doña Asunción Silva y Lozano.
El día 8 de
diciembre de 1921 fallecía doña María en su casa de Plasencia, sobreviviéndole
su esposo sólo unos meses, ya que murió en agosto del año siguiente.
Por ser los
hijos de poca edad, en aquella fecha, pasó la colcha a la tía de estos, doña
Isabel Sánchez-Ocaña y Silva, que la conserva en la actualidad.
Como se
desprende de este relato, y aun sin documentos en que conste la entrega de la
colcha por la Comunidad de Yuste a su Prior, Fray Eugenio Delgado, dado lo
azaroso de los tiempos, quede que ni se hiciera o que se haya perdido, es muy
difícil dudar de la autenticidad de la misma, a la vista de los documentos a
que nos referimos y a la tradición familiar de la familia Delgado y que ha
llegado hasta nuestros días.
Hasta aquí,
el artículo de la revista.
Pero
investigando más sobre este hecho. nos encontramos en el periódico El País de
23 de julio de 1996, “una continuación” de este artículo de don Miguel. El
artículo se llama “Las Colchas del Emperador”, lo firma don Jeremías
Clemente Simón, y dice así:
“El
emperador Carlos I de España y V de Alemania debió utilizar muchas colchas para
su lecho del monasterio de Yuste (Cáceres), el lugar elegido para su retiro. La
Guardia Civil de Badajoz, a instancias de un juzgado pacense, ha recuperado en
Almendral media colcha presumiblemente perteneciente al juego de cama del lecho
mortuorio del emperador. Los agentes hallaron el fragmento en el domicilio de
una familia vinculada, al parecer, con Juan Delgado de la Calle, que en 1895
dejó una colcha bordada en seda entretelada de algodón como legado a sus
herederos, indicando que había pertenecido al padre de Felipe II y que deberían
entregarla al nuncio de su Santidad en España. Tan sólo se ha encontrado media
colcha. Y es que los herederos de Juan Delgado de la Calle, no poniéndose de
acuerdo sobre el legado, tomaron la decisión salomónica de partir por la mitad
tan real pieza de cama. Pero ésta no debe ser la única colcha que utilizó el
emperador. En el monasterio de Yuste existe otro ejemplar, vinculado igualmente
con Carlos I, que en 1957 donó una familia de Jaraíz de la Vera, con acta
notarial, a la Orden de los Jerónimos. Esta familia la habría recibido del
último prior que regentó el monasterio antes de la desamortización de
Mendizábal.”
Como vemos,
los herederos del Prior se olvidaron de que ellos no eran los dueños sino,
simplemente, los depositarios de un legado que debería haber llegado entero
hasta nuestros días.
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