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sábado, 2 de marzo de 2024

LUIS DE MORALES Y PLASENCIA

LUIS DE MORALES.” EL DIVINO”.

Luis de Morales fue longevo para su tiempo, se manejan como sus fechas de nacimiento y muerte el 1510 y 1586, pero sobre su vida no hay demasiados datos, aunque vivió y pintó en Extremadura, se atribuye su ciudad natal a Badajoz y durante medio siglo fue el pintor más prolífico de nuestra región. También realizó encargos para las ciudades de Évora y Elvas hoy portuguesas y entonces españolas y en 1539 se estableció en Badajoz, tras haber trabajado en Plasencia durante un periodo decisivo en su carrera.

El Divino Morales fue un pintor virtuoso, autor de una veintenas de retablo muy originales aunque inspirados en estampas, y también de obras de gran formato para altares y de piezas devocionales a las que debió en vida si popularidad. Cuidó con esmero la elección de los materiales y el tratamiento técnico. Destaca su potente iluminación, que contrasta con los fondos oscuros también intensos, y repitió temas, sí, pero incorporando a cada pieza notas personales que otorgan a cada una entidad propia.

 

ECCE HOMO.

 

Óleo sobre tabla, perteneciente al siglo XVI, mide 53 x 35 cms. Se encuentra en el Museo de la S.I. Catedral de Plasencia.

De las dos tablas de Luis Morales que posee la catedral traemos aquí la que representa a un Ecce Homo, la otra es una Piedad, temas ambos muy tratados por el Divino Morales.


De minuciosa técnica obtiene resultado de primitivo flamenco, logrando el efecto de profundidad a base de pronunciados escorzos, prefiriendo las formas esfumadas de la escuela leonardesca, colocada sobre un fondo neutro, en este caso el negro, para que las miradas de los fieles se concentren en lo representado.

La figura se alarga y languidece, pero permanece erguida, característica del manierismo de Morales. Esta tabla presenta al Cristo amarrado a la columna, en solitario.

CRISTO CON LA CRUZ A CUESTA

Cuadro de Morales, realizado con técnica mixta sobre tabla de 67 x 55 cms., conservándose en mal estado, con repintes oscuros en las zonas mas deterioradas. Presenta una inscripción en el marco con fragmentos bíblicos en parte perdidos, pero que se han podido identificar:

“O VOS OMNES QUI T – RANSITIS PER VIAM, ATTENDITE E VIDETE SI EST DOLOR SICVT DOLOR EVS”. - (Oh, todos vosotros que vais por el camino, prestad atención y observad si hay sufrimiento como el sufrimiento mío).

“VERE LANGVORES N(OST)ROS IP(S)E TVLIT ET PECCATA NOSTRA PERTVLIT INCORPORE SVO SVPER LINGNVM”. (En verdad, él soportó nuestro sufrimientos y padeció nuestros pecados en su propio cuerpo sobre la cruz).


La obra presenta soberbias calidades en el modelado de las fracciones, fundamentalmente en los ojos, dramatizados por profundas sombras. El cabello que orla el rostro no tapa la oreja, dispuesta como una superposición tan frecuente en la obra de Morales. La mano se dispone sobre el madero de la cruz con la estilizada elegancia que solía prodigar el pintor pacense. La composición se limita a una gama de tonos castaños y pardos; las carnaciones del rostro y manos son las manchas de color más luminosas, que destacan sobre el fondo neutro con el único acompañamiento de los travesaños de la cruz.

La alta calidad del cuadro merece incluirlo en el catálogo de las obras del pintor, al menos en lo que al rostro de Jesús se refiere. La relación de Morales con Plasencia es más intensa entre los años 1565 y 1570, en que realiza el retablo de San Martin y tasa las vidrieras de la Catedra, siendo éste un marco temporal quizás más probable.

 TABLAS DEL RETABLO SE SAN MARTIN.



Junto a las piezas escultóricas del maestro entallador local Francisco Rodríguez se encuentra el verdadero tesoro de la parroquia las ocho famosas tablas que pintó el Divino Morales por las que cobro 38.600 mrs.

Estas tablas están dotadas de gran sentimentalismo, sus escenas son tiernas y emotivas, presentando a los personajes sagrados en actitudes cotidianas y cercanas, con la intención de despertar la devoción y simpatía del espectador.



 El autor extremeño fue bautizado por sus coetáneos como el “Divino”, por ser de los mejores que había en el reino. En su época de esplendor, llegó a estar verdaderamente abrumado de tantos encargos que recibía, sobre todo de la nobleza eclesiástica y de la Corte, también de la vecina Portugal. Se cifran en 20 los retablos pintados por el artista extremeño, de los que solo se conservan res, en Arroyo de la Luz, en Higuera la Real y el de la parroquia de San Martin amenazado por el fuego de agosto de 2020, las tablas quedaron ennegrecidas y con graves deterioros, y actualmente en restauración.

Las tablas tienen como temática central los misterios de la Virgen y a mitad de la elaboración de ellas, todas fueron construidas por madera de nogal y atribuidas especialmente al pincel del artista (La Anunciación. San Martin, y el Mendigo, la Visitación y la Circuncisión). El reto bajo su superstición, a dos de sus mejores discípulos flamencos de sus taller, Juan Flores y Jorge de la Rúa, las tablas de San Jerónimo, y San Agustín, la Natividad y la Epifanía.


Todas estas piezas están realizadas en el momento cumbre del pintor entre 1565-1570, la mayor parte de ella construidas sobre una base de madera de nogal y realizadas al temple y al aceite, tienen idénticas medidas (125 x 83 cms.), menos las dos del sotobanco que miden (80 x 50cms).

  Fotografías de German Corcho.                                            

                 José Antonio Pajuelo Jiménez – Pedro Luna Reina- José Gutiérrez Delgado

 

           www.lavozdemayorga.blogspot.com                                 www.lavozdeplasencia.blogspot.com

 

 


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