Buscar este blog

lunes, 12 de febrero de 2018

EUSTAQUIO CAMPOS BARRADO




EL MUERTO RESUCITADO.
Un curioso episodio dividió a los Placentinos en la estimación sobre la personalidad de un joven interno en el manicomio de la ciudad y dado por muerto.
El joven se llamaba Eustaquio Campos Barrado y era hijo de Rafael Eusebio Campos y de Mª Clotilde Barrado. Esta familia vivía en la calle del Rey, en el Palacio de los Grimaldos, también conocido como la Casa de las Argollas, de la cual Rafael era propietario.
La tragedia empieza cuando su madre contrae fiebres de viruelas a causa de lo cual le quedan marcas en la cara, con lo cual la mujer se deprime hasta el extremo que se va al Puente de San Lázaro y alejando a la criada, desaparece. No volvió a saberse nada de ella, se recorrió el río, se buscó por toda la zona y nada se supo de ella. Otra versión decía que María Clotilde, que así se llamaba la madre de Eustaquio, al separarse de la criada entró en uno de los molinos que había en esa zona de San Lázaro, y que en el encontró a su marido con otra mujer, y que fue el mismo marido el que la mató para encubrir su pecado.
Para Eustaquio fue un mazazo que le trastorno la cabeza. Pasados varios años se la dio por muerta oficialmente y su padre se volvió a casar.
Se casa con Francisca Belloso, una muchacha que tiene 30 años menos que el. Eustaquio no aprueba la boda y se intenta suicidar tirándose a un fuego que el mismo había provocado. Le salvaron a tiempo y solo le quedaron algunas cicatrices de recuerdo. Sus relaciones con su padre llegan al extremo de atacarle y entonces se piensa en internarlo en el manicomio.
Se le lleva con engaños a Madrid y se le interna en el manicomio de Ciempozuelos.
Años más tarde muere el padre de Eustaquio, el cual hace testamento dejándole una gran parte de sus bienes a su hijo, con la condición de que si muere pasará esta herencia a su segunda mujer.
No se sabe cuando le internaron en el manicomio de San Baudilio de Llobregat. Estos establecimientos en esa época eran terribles, y nadie volvía a salir bien de ellos. Después de un tiempo pasando todo tipo de calamidades logró escaparse del centro. Se dirigió a Santander con la intención de irse al extranjero, pero al no tener documentación no puede hacerlo y entonces se decide ir a Madrid, en donde es localizado y devuelto a San Baudilio. El recibimiento y trato posterior es brutal hasta el extremo de perder la memoria.
Tiempo después de la muerte de su padre, la madrastra se mete en pleitos para anular el testamento y quedarse ella sola con la herencia.
Se casa con el abogado que le lleva el caso y decide traerse a Eustaquio a Plasencia, pero el abogado-marido se opone y de acuerdo con el director del manicomio llega a Plasencia el certificado de defunción de Eustaquio. Francisca que no se fía de su nuevo marido pues ve que el solo quiere el dinero sin contar con ella. En septiembre de 1.882 se celebra el funeral de Eustaquio, y Francisca sospecha que está vivo, y sin dudarlo habla con su criada la cual se decide a que la internen en el manicomio para saber si está allí todavía Eustaquio. Empieza a desvariar y hace cosas fuera de lógica y terminan internándola en San Baudilio.

Allí conoce al carpintero del centro el cual tiene todas las características de ser Eustaquio: cojea, bizquea del ojo izquierdo y tiene cicatrices de quemaduras. Al preguntarle su nombre dice llamarse Eugenio Santa Olalla Palomar, y que no recuerda su pasado. Concha regresa a Plasencia y cuenta lo que ha visto, pero Francisca ha muerto y solo los familiares de Eustaquio la creen, y empiezan a contar la historia por todo Plasencia. Un tío de el se decide ir a confirmar la personalidad, pero el personaje que busca ya no está en el centro, sino que estaba trabajando en el pueblo de Sans. Cuando lo ve cree que es su sobrino aunque ya es un señor mayor. por fin lo convencen y se lo trae a Plasencia.
El abogado-viudo presenta una querella por suplantación de personalidad en 1.886. En su declaración Eustaquio afirma que es Eugenio aunque mucha gente de la ciudad dice reconocer a Eustaquio. En un estudio caligráfico se ve que la letra es la misma la de los dos.
Se manda exhumar el cadáver y los datos son muy imprecisos, el juzgado manda una segunda exhumación y cuando la realizan el cadáver está destrozado. Plasencia se divide en dos bandos, hay discusiones en las calles, en los bares y en las casas. En agosto de 1.887 el llamado Eugenio dice que ha recobrado la memoria y que el es Eustaquio Campo.
El lió es mayúsculo pues la familia no ha dejado en este tiempo de enseñarle fotos, ropas, lugares, e historias de Eustaquio y puede ser que esté influido. Los partidarios del si, sacan coplas a Concha: "Viva Concha la Somera, la del pelito rizao, que ha traído a Plasencia, al muerto resucitao". Los periódicos de la época se hacen eco de la noticia y acuden a Plasencia periodistas de toda España.
Por fin la Audiencia de lo Criminal declara a Eugenio Santa Olalla Palomar, la libre absolución el día 4 de noviembre de 1.888, pero no le confirma como Eustaquio Campos porque no tiene competencias para ello.
Eustaquio recobró su personalidad, pero no su fortuna, y el abogado-marido-viudo terminó sus días en un manicomio.
Eustaquio Campos está enterrado en el cementerio de Plasencia.


Jose Antonio Pajuelo Jimenez - Pedro Luna Reina













2 comentarios:

Aldebaran dijo...

Me parece una historia extraordinaaria, aunque no se pueda resolver con una seguridad exasta, me parece que dice mucho en favor de la lucha de una mujer placentina, para averiguar la verdad de este personaje

Joan Vendrell i Campmany dijo...

Hace años que dedico parte de mi tiempo libre a la historia de los establecimientos psiquiátricos de San Baudilio de Llobregat (actualmente Sant Boi de Llobregat). Conozco este caso, y he de decir que es uno de los más impactantes que he conocido.